En público, sin embargo, mantienen un estricto apego al silencio. “El ambiente para los negocios en Venezuela es muy malo”, dijo Víctor Maldonado, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas. “Sí he escuchado a los mexicanos hablar sobre sus inquietudes: faltan garantías sobre el derecho de propiedad, hay una expansión de la arbitrariedad y desmesura autoritaria y no puede ser que la solución a los problemas sea nacionalizar , porque se desestimula la llegada de nuevos capitales privados del exterior”.
Maldonado admitió, en entrevista con EL UNIVERSAL, que hay un “turbio” escenario de presiones que perjudica no sólo a la inversión privada mexicana, “sino también a la colombiana o a la vietnamita. Independientemente del origen, hay una gran preocupación, porque no hay mínimas condiciones de confianza ni reglas claras, coherentes y estables”.
El sector empresarial en Venezuela observó con inquietud que en sólo seis días, del 3 al 9 de abril pasados, el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez optara por nacionalizar dos rubros vitales de la economía: la industria cementera, con lo que golpeó a Cemex, de México, Holcim, de Suiza, y Lafarge, de Franca, y Siderúrgica del Orinoco, compañía ligada a un grupo multinacional empresarial de Argentina, México, Brasil y Argentina.
Consultada por este diario, la Cámara Venezolana Mexicana de Comercio (Cavemex) reconfirmó ayer que México es el primer inversionista privado de América Latina en Venezuela, uno de los principales países receptores de inversión mexicana. El monto total de inversiones mexicanas en Venezuela supera los 3 mil 400 millones de dólares, con una generación de más de 15 mil empleos directos, agregó.
“No se tiene nada contra ningún país ni empresa”, replicó el ministro de Energía de Venezuela, Rafael Ramírez.
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