SAN JOSÉ.— El poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, una de las grandes figuras de la lírica de América Latina, podría quedar en arresto domiciliario hoy en Managua, en un caso que escritores americanos y europeos atribuyeron ayer a una venganza política del presidente Daniel Ortega.
El juez primero de Distrito de lo Penal de Managua, David Rojas, apeló ayer a razones de salud y exoneró al poeta de ser encarcelado, pero ratificó que si no paga una multa de unos mil dólares, podría confinarle al régimen de casa por cárcel.
El juez negó injerencia política, en un país con el aparato judicial controlado por Ortega.
Cardenal, de 83 años y ex cura católico, fue condenado el martes pasado por injurias y calumnias en un lío con el empresario alemán Inmanuel Zerger, y tiene de plazo hasta hoy al mediodía para pagar. Sin embargo, Cardenal decidió desacatar la sentencia, que consideró “injusta e ilegal”, y la achacó a una “venganza” de Ortega. “Si me quieren echar preso (...), estoy listo para ir a la cárcel”, dijo en las instalaciones del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
El poeta quedó absuelto del caso en 2005, pero tras una apelación, la sentencia fue revocada.
El Premio Nobel de Literatura 1998, el portugués José Saramago, advirtió en una carta que Cardenal es “víctima de la mala conciencia de un Daniel Ortega indigno de su propio pasado, incapaz ahora de reconocer la grandeza de alguien a quien hasta un papa, en vano, intentó humillar”. En 1983, como ministro de Cultura de la Revolución Sandinista (1979-1990), Cardenal fue regañado en Managua por el Papa Juan Pablo II, por ligarse a un proceso marxista-leninista. El poeta se distanció de Ortega en la década de 1990, renunció al Frente Sandinista de Liberación Nacional y denunció el enriquecimiento de comandantes de la Revolución.
En carta pública, adujo que la condena en su contra es venganza de Ortega por “la acogida que tuve en Paraguay” en la toma de posesión del presidente Fernando Lugo. En Asunción, tildó a Ortega de “ladrón” y de imponer en Nicaragua un “reinado de unas cuantas familias” aliadas al somocismo.
Ortega desistió de ir a Asunción, pues mujeres paraguayas lo repudiarían por denuncias de su hijastra, Zoilamérica Narváez, de violación sexual y abuso. Medio centenar de escritores europeos y americanos, entre ellos 12 mexicanos, como Héctor Aguilar Camín y Sergio Aguayo, adujeron en un mensaje de apoyo al poeta que todo es ejecutado por “un juez obediente a Ortega”. El gobierno adujo que Cardenal rechaza la reconciliación impulsada por Ortega.
El juez primero de Distrito de lo Penal de Managua, David Rojas, apeló ayer a razones de salud y exoneró al poeta de ser encarcelado, pero ratificó que si no paga una multa de unos mil dólares, podría confinarle al régimen de casa por cárcel.
El juez negó injerencia política, en un país con el aparato judicial controlado por Ortega.
Cardenal, de 83 años y ex cura católico, fue condenado el martes pasado por injurias y calumnias en un lío con el empresario alemán Inmanuel Zerger, y tiene de plazo hasta hoy al mediodía para pagar. Sin embargo, Cardenal decidió desacatar la sentencia, que consideró “injusta e ilegal”, y la achacó a una “venganza” de Ortega. “Si me quieren echar preso (...), estoy listo para ir a la cárcel”, dijo en las instalaciones del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
El poeta quedó absuelto del caso en 2005, pero tras una apelación, la sentencia fue revocada.
El Premio Nobel de Literatura 1998, el portugués José Saramago, advirtió en una carta que Cardenal es “víctima de la mala conciencia de un Daniel Ortega indigno de su propio pasado, incapaz ahora de reconocer la grandeza de alguien a quien hasta un papa, en vano, intentó humillar”. En 1983, como ministro de Cultura de la Revolución Sandinista (1979-1990), Cardenal fue regañado en Managua por el Papa Juan Pablo II, por ligarse a un proceso marxista-leninista. El poeta se distanció de Ortega en la década de 1990, renunció al Frente Sandinista de Liberación Nacional y denunció el enriquecimiento de comandantes de la Revolución.
En carta pública, adujo que la condena en su contra es venganza de Ortega por “la acogida que tuve en Paraguay” en la toma de posesión del presidente Fernando Lugo. En Asunción, tildó a Ortega de “ladrón” y de imponer en Nicaragua un “reinado de unas cuantas familias” aliadas al somocismo.
Ortega desistió de ir a Asunción, pues mujeres paraguayas lo repudiarían por denuncias de su hijastra, Zoilamérica Narváez, de violación sexual y abuso. Medio centenar de escritores europeos y americanos, entre ellos 12 mexicanos, como Héctor Aguilar Camín y Sergio Aguayo, adujeron en un mensaje de apoyo al poeta que todo es ejecutado por “un juez obediente a Ortega”. El gobierno adujo que Cardenal rechaza la reconciliación impulsada por Ortega.
José Meléndez, corresponsal, 29 de agosto.
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