“Juro por esta Constitución moribunda…”
De aquellas estruendosas palabras de Hugo Chávez al asumir su primera Presidencia, mañana (lunes) se cumplirán 10 años, 14 procesos electorales, un frustrado golpe de Estado, casi medio millar de emisiones del Aló Presidente y una larga lista de conflictos diplomáticos (el último con Israel, que desde ayer con el ataque a la sinagoga tiende a agravarse), entre otras tantas cosas que representan Chávez y el chavismo. Todo, sin que los venezolanos sepan aún qué es lo que tiene que nacer junto al socialismo del siglo XXI, además del autoritarismo presidencial y qué más debe morir aparte de aquella IV República que se acababa con la llegada del hoy presidente, hace una década.
Chávez y su proyecto son el resultado directo de aquella etapa política, iniciada en 1958, con el denominado Pacto de Punto Fijo y que en su última etapa feneció por su cadena de errores y desaciertos políticos y por su tendencia a la corrupción.
Una inflación galopante, la quiebra de bancos, la crisis financiera, económica y política llevaron a la sociedad a esperanzarse con aquel oficial golpista que el 4 de febrero de 1992 se había presentado en sociedad con aquel reconocimiento de su derrota... “por ahora”.
“En el inconsciente de los venezolanos pareció funcionar el querer saber qué hubiese pasado si el golpe hubiese triunfado. Bueno, ahí tenemos la respuesta”, sostiene el sociólogo Antonio Pasquali.
En una década, las instituciones fueron dadas vuelta cual si fueran una media, los venezolanos fueron sometidos a 1.2 elecciones por año, la oposición vive hostigada y zarandeada, y se acentuó la dependencia del petróleo sin que las mejoras prometidas aquel 2 de febrero de hace una década, se concretasen.
En estos 10 años hubo fechas, momentos políticos que oficiaron de visagra en la convulsiva historia del chavismo gobernante y del país. La primera, el 11 de abril de 2002, con el frustrado golpe cívico militar del que había participado un vasto sector de la oposición. Un golpe, no exento de sangre, que había terminado por consolidar —junto con el incremento estratosférico de los precios del crudo— a Chávez en el poder, al igual que la huelga petrolera de 71 días (entre diciembre de 2002 y febrero de 2003). O el 3 de diciembre de 2007, cuando con la derrota en el referéndum constitucional comenzó a esmerilar su poder.
Hoy, a menos de dos semanas de un nuevo intento de perpetuarse en el poder mediante otra consulta en las urnas y en medio de una coyuntura económica más que difícil, Chávez ya no sólo tiene enemigos políticos en la derecha, sino también en la izquierda y entre sus ex colegas de armas.
“Esto no es socialismo ni nada. Esto es una payasada cada vez más costosa para el país…”, opina Douglas Bravo, un guerrillero de los años 70.
Yoel Acosta Chirinos, ex compañero bolivariano de Chávez, lo acusa hoy de “haber traicionado el proyecto bolivariano de democracia participativa”.
Pero Chávez insiste. No escucha a nadie y, luego de una década, sigue amenazando con perpetuarse. El 15 febrero, el conjunto de los venezolanos decidirá finalmente, en las urnas, qué es lo que tiene que morir, si el proyecto perpetuatorio de Chávez o la esperanza de recuperar cierta normalidad democrática en el mediano plazo.
De aquellas estruendosas palabras de Hugo Chávez al asumir su primera Presidencia, mañana (lunes) se cumplirán 10 años, 14 procesos electorales, un frustrado golpe de Estado, casi medio millar de emisiones del Aló Presidente y una larga lista de conflictos diplomáticos (el último con Israel, que desde ayer con el ataque a la sinagoga tiende a agravarse), entre otras tantas cosas que representan Chávez y el chavismo. Todo, sin que los venezolanos sepan aún qué es lo que tiene que nacer junto al socialismo del siglo XXI, además del autoritarismo presidencial y qué más debe morir aparte de aquella IV República que se acababa con la llegada del hoy presidente, hace una década.
Chávez y su proyecto son el resultado directo de aquella etapa política, iniciada en 1958, con el denominado Pacto de Punto Fijo y que en su última etapa feneció por su cadena de errores y desaciertos políticos y por su tendencia a la corrupción.
Una inflación galopante, la quiebra de bancos, la crisis financiera, económica y política llevaron a la sociedad a esperanzarse con aquel oficial golpista que el 4 de febrero de 1992 se había presentado en sociedad con aquel reconocimiento de su derrota... “por ahora”.
“En el inconsciente de los venezolanos pareció funcionar el querer saber qué hubiese pasado si el golpe hubiese triunfado. Bueno, ahí tenemos la respuesta”, sostiene el sociólogo Antonio Pasquali.
En una década, las instituciones fueron dadas vuelta cual si fueran una media, los venezolanos fueron sometidos a 1.2 elecciones por año, la oposición vive hostigada y zarandeada, y se acentuó la dependencia del petróleo sin que las mejoras prometidas aquel 2 de febrero de hace una década, se concretasen.
En estos 10 años hubo fechas, momentos políticos que oficiaron de visagra en la convulsiva historia del chavismo gobernante y del país. La primera, el 11 de abril de 2002, con el frustrado golpe cívico militar del que había participado un vasto sector de la oposición. Un golpe, no exento de sangre, que había terminado por consolidar —junto con el incremento estratosférico de los precios del crudo— a Chávez en el poder, al igual que la huelga petrolera de 71 días (entre diciembre de 2002 y febrero de 2003). O el 3 de diciembre de 2007, cuando con la derrota en el referéndum constitucional comenzó a esmerilar su poder.
Hoy, a menos de dos semanas de un nuevo intento de perpetuarse en el poder mediante otra consulta en las urnas y en medio de una coyuntura económica más que difícil, Chávez ya no sólo tiene enemigos políticos en la derecha, sino también en la izquierda y entre sus ex colegas de armas.
“Esto no es socialismo ni nada. Esto es una payasada cada vez más costosa para el país…”, opina Douglas Bravo, un guerrillero de los años 70.
Yoel Acosta Chirinos, ex compañero bolivariano de Chávez, lo acusa hoy de “haber traicionado el proyecto bolivariano de democracia participativa”.
Pero Chávez insiste. No escucha a nadie y, luego de una década, sigue amenazando con perpetuarse. El 15 febrero, el conjunto de los venezolanos decidirá finalmente, en las urnas, qué es lo que tiene que morir, si el proyecto perpetuatorio de Chávez o la esperanza de recuperar cierta normalidad democrática en el mediano plazo.
José Vales corresponsal, El Universal, 1º de febrero.
1 comentarios:
Que te puedo decir...
Cuando un gobierno se despega de sus funciones de crear bienestares para el pueblo, y se quiere apoderar de la mayor riqueza llamada petróleo, entonces no existe la duda de que es un gobierno ilegitimo y se pudiera perder la patria para siempre.
Saludos desde Venezuela y la espada de Bolívar por la America Latina...
www.intercongreso.org
Pedro Lopez
Coordinador General.
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