Queda varado y enfermo

Tres semanas después de que el Instituto Nacional de Migración lo trasladara a la organización Sin Fronteras por considerarlo apátrida, el indocumentado estadounidense Ajani Waleed Peppers se seguía comportando de manera extraña.

El afroamericano, de 32 años, pasaba por una crisis mental. Se mostraba inexpresivo y con escasa intención comunicativa.

Era una persona aparentemente desorientada, hasta ese momento se desconocía su origen y su idioma.

Fue entonces cuando personal de Sin Fronteras optó por buscar ayuda psiquiátrica en el hospital público Samuel Ramírez Moreno, en donde Ajani no pudo ser admitido.

A decir del director del hospital, Rafael Castro Román, en ocasiones anteriores algunos migrantes con problemas de salud mental habían quedado abandonados en el nosocomio.

Para que Ajani no fuera olvidado en el hospital, Castro Román pidió que el Instituto Nacional de Migración (INM) se hiciera cargo del paciente.

Sin embargo, para el INM, el extranjero ya no era su responsabilidad. El 8 de octubre le había expedido un "Acuerdo de salida para regularización migratoria", documento con el que cerraba su atención al entonces apátrida.

Personal de Sin Fronteras internó a Ajani en Casa Azul, una institución psiquiátrica privada ubicada en la Colonia Narvarte, y asumió los costos de la atención médica.



Durante casi dos meses, el estadounidense recibió tratamiento médico especializado.

Fue sometido a varios exámenes, como el test de Raven, a través del cual debía completar secuencias, y la Figura del Rey, que consiste en copiar primero y reproducir después, de memoria, una figura de estructura compleja.

Con estas evaluaciones, los especialistas de Casa Azul determinaron que el estadounidense mostraba un elevado nivel de ansiedad que podía explicarse por la incertidumbre de su situación.

A través de terapia especializada y medicamento, Ajani progresaba notablemente.

Habían pasado meses desde que no pronunciaba frases coherentes. Hasta ese momento, la única idea recurrente que comunicaba era que venía de una isla llamada "Paduono", que era artista y que se dirigía a Italia.

Poco a poco, el estadounidense olvidó sus viejas palabras y comenzó a decir oraciones más elaboradas y entendibles.

Estaba menos temeroso de la gente. Su terapeuta en Casa Azul le dio la suficiente confianza para hablar más de sí mismo.

Era diciembre. Luego de más de 12 semanas de haber llegado a México, Ajani dijo por primera vez su nombre, su lugar de origen y las razones que lo obligaron a abandonar su casa en el verano.

Expresó que se llamaba Ajani Waleed Peppers, que nació en 1976 en California y que vivía en el Bronx, en Nueva York.

Señaló que salió de su casa por un problema con su pareja, un hombre que lo había amenazado de muerte en el mes de julio.

Ajani se trasladó a Los Ángeles, y después, a México. Sin saber exactamente el rumbo, llegó a Guadalajara, Jalisco.

En una entrevista posterior con REFORMA, reconoció que, cuando fue detenido por la Policía en Guadalajara y llevado a la estación migratoria "que para él era una cárcel" entró en pánico.

"Tenía miedo; por eso no hablaba", expresó.

Ajani dio al especialista datos más específicos. Proporcionó información referente a su cuenta bancaria en Estados Unidos y su número de seguridad social.

También manifestó su deseo de abandonar la institución siquiátrica y por primera vez, manifestó su deseo de regresar a su país.

Pedía con insistencia ser trasladado a una iglesia, al menos por un tiempo, hasta que juntara dinero para regresar a Estados Unidos.



Sabiendo que Ajani era nacional de Estados Unidos, Sin Fronteras hizo contacto con el Consulado de aquel país para resolver su situación de manera urgente.

Sin embargo, para el Consulado no era suficiente que el afroamericano diera su número de seguridad social e información sobre su cuenta bancaria.

Necesitaba, además, que proporcionara los nombres de al menos tres familiares o amigos para comprobar su residencia en la Unión Americana.

Quizás por su condición mental o por la desconfianza hacia las autoridades consulares, Ajani fue incapaz de dar datos exactos, como números telefónicos y direcciones de personas que conocía en Estados Unidos, durante su entrevista con el vicecónsul Sergio Moreno.

En el proceso del consulado no hay excepción para personas que padezcan de sus facultades mentales. Quien quiera ser repatriado voluntariamente a EU, debe proporcionar información sobre gente que resida en la Unión Americana.

Quedaba, entonces, la opción de que el INM identificara a Ajani como estadounidense y procediera a presentarlo para su documentación al Consulado y seguir los procedimientos de repatriación.

Para ello, el INM debía reconocer que Ajani no era apátrida, sino estadounidense. Pasaron los días, y el INM no dio respaldo alguno.

Sin Fronteras no quería llevar a Ajani a la estación migratoria, pues podía ser víctima de abusos.

Aunque el extranjero se hallaba en mejores condiciones de salud, todavía tenía comportamientos extraños con los que seguramente el personal de la estación no sabría lidiar.

El tiempo corría, y ni el consulado estadounidense ni el INM se responsabilizaban del caso de Ajani.

Sin Fronteras ya había erogado más de 60 mil pesos en su caso -monto equivalente para dar atención a 15 migrantes- y no podía seguir pagando el tratamiento psiquiátrico privado.

El 31 de diciembre de 2008, Ajani tuvo que salir de la institución psiquiátrica privada y fue canalizado a un albergue que atiende a personas en situación de calle.


Mañana: 'Quiero irme a casa'



· Ajani Waleed proporcionó sus datos al consulado de Estados Unidos, pero las autoridades pidieron requisitos que el afroamericano, aún víctima de un trastorno mental no pudo aportar.


· Los primeros intentos del afroamericano por comunicarse fueron a través de dibujos.

· Gracias a la terapia especializada y al medicamento que le patrocinó la organización Sin Fronteras, Ajani recordó su identidad.
Silvia Garduño, Reforma, 13 de febrero.

0 Responses to "Queda varado y enfermo"