El caso de Leonel Cota Montaño fue el más emblemático, ya que la dirigencia nacional le había garantizado el primer lugar en la lista de candidatos a diputados plurinominales por la circunscripción uno, pero el sitio fue otorgado a Jesús Zambrano, dirigente de Nueva Izquierda, y el primero fue ubicado en la posición tres, considerada en la “franja de riesgo”; es decir, con pocas posibilidades de llegar a San Lázaro.
Cota Montaño reprochó la decisión a Jesús Ortega, y después, ante el pleno del séptimo Consejo Nacional, expresó su rechazo al trato de que fue objeto.
Anunció su renuncia a la posición plurinominal. “Antes que el cargo, los políticos tenemos que actuar con congruencia y dignidad… No quiero ser relleno de fórmula”, advirtió.
Acusó a Ortega Martínez de no cumplir con su palabra y, más tarde, en entrevista, dejó entrever que podría dejar de ser militante perredista. “La decisión la consultaré con la gente de mi estado, como lo hice en 1999, cuando renuncié al PRI por la misma circunstancia”, anunció. Ya recibió ofertas del Partido del Trabajo y de Convergencia.
El ex presidente nacional cuestionó que en lugar de privilegiar a perredistas con arraigo en Baja California Sur, se otorgaran los dos lugares que garanti- zan curules en San Lázaro a Zambrano, cuando éste se registró como candidato para el Distrito Federal, y a Thelma Gastélum, esposa del ex petista Marcos Cruz, quien cedió su espacio para cubrir la cuota de género, a cambio de una posición como candidato uninominal por Durango.
Otro de los inconformes con la exclusión en la lista plurinominal fue Camilo Valenzuela. En su defensa, la consejera nacional Mónica Soto acusó ante el pleno del consejo que la lista “no es incluyente, no se respeta la palabra dada, no se hace un esfuerzo por los mejores perfiles”.
Simplemente “salieron del conciliábulo”, aseveró, refiriéndose a las comisiones de Candidaturas y Política Nacional, donde se decidió la integración de las listas, para premiar más “el chantaje, la presión, el ego”.
Un caso más fue el del coordinador legislativo Javier González Garza, quien en el hotel capitalino donde se reunieron los dirigentes de las principales corrientes para negociar la inclusión de nombres, durante prácticamente todo el domingo, no pudo insertar el de Alfonso Ramírez Cuéllar.
Antes de la aprobación de los candidatos por el pleno del séptimo Consejo Nacional, Jesús Ortega fue increpado por integrantes de su corriente, Nueva Izquierda, debido a la exclusión de algunos compañeros.
Recibió reclamos de perredistas de Tabasco y Chiapas, entre otros estados, con quienes tuvo que encerrarse a platicar en un salón alterno al del pleno.
Tras concluir la sesión, una vez aprobados los nombres, señaló que las inconformidades son naturales. Descartó nepotismo, y aseguró que no hubo dedazo ni imposiciones.
Reconoció que por ser su corriente la más grande, “tuvo que aportar más para lograr el consenso. Eso no agrada a algunos compañeros, como es perfectamente explicable”, pero los problemas “se han resuelto”.
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