En Cuba “nadie se rinde”

La HABANA (Agencias).— La revolución cubana ha perdido a uno de sus líderes históricos. Juan Almeida Bosque, un fiel entre los fieles del ex presidente Fidel Castro, murió la noche del viernes, a los 82 años, a consecuencia de un paro cardio-respiratorio.

El “Comandante Almeida” fue vicepresidente del Consejo de Estado, miembro del buró político del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) y diputado del Parlamento, además de escritor y compositor musical. “El nombre de Almeida Bosque permanecerá siempre en el corazón y la mente de sus compatriotas, como paradigma de firmeza revolucionaria, sólidas convicciones, valentía, patriotismo y compromiso con el pueblo”, dijo ayer el diario oficial Granma en el obituario de quien era uno de los tres últimos comandantes de la revolución cubana, junto a Ramiro Valdés y Guillermo García.

Almeida, considerado el rostro negro de la revolución, aunque él siempre dijo que junto a Fidel jamás se sintió negro, nació en La Habana el 17 de febrero de 1927, el segundo de 12 hermanos. Trabajó como albañil, pero en 1952 se sumó a la lucha revolucionaria tras conocer, en la Universidad de La Habana, a un alumno que cambiaría su destino: Fidel Castro.

Inseparables con Castro

Desde entonces, se volvieron inseparables. Almeida era un tipo simpático, aunque discreto y más bien alejado de los medios. “Era el padre de Cuba. Todo el mundo lo quería y respetaba”, lo describió ayer Luis Vizcaíno, un jubilado de 76 años de edad.

En julio de 1953 participó en el asalto al cuartel Moncada, el detonante para el inicio de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Detenido, al igual que Castro y los sobrevivientes del fallido asalto, Almeida fue condenado a 10 años de prisión, sentencia que quedó sobreseída en mayo de 1955 por una amnistía. Almeida, entonces, salió exiliado junto a Castro rumbo a México y desde donde regresó a bordo del yate Granma.

Fue entonces cuando nació una de las consignas políticas cubanas más utilizadas: “Aquí nadie se rinde”, atribuida a Almeida. Su valentía le valió su ascenso en la comandancia rebelde. Le fueron encomendadas misiones militares, desde jefe de unidades motorizadas, hasta su membresía en el estado mayor de las Fuerzas Armadas. También fue miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su creación, en octubre de 1965. Además de su papel como político, Almeida sobresalió como compositor de más de 300 canciones, algunas de las cuales han pasado al acervo popular cubano, como “La Lupe” y “Dame un traguito”.

En los últimos años, sus únicas apariciones públicas eran para recibir a los embajadores acreditados en La Habana. Pero Fidel lo apreciaba tanto que en el libro Cien Horas con Fidel, dijo que lo incluiría “entre la lista de hombres incapaces de traicionar la revolución”.

En cambio, uno de los hijos del Comandante Almeida, también llamado Juan, fue detenido en mayo cuando intentaba abandonar la isla para reunirse con su familia en Estados Unidos. Fue acusado de espionaje.

Almeida pidió que su cadáver no fuera expuesto al público. Sus restos serán inhumados con honores militares y enterrados, en fecha por precisar, en el Mausoleo del III Frente Oriental Mario Muñoz Monroy. El gobierno cubano decretó jornada de duelo nacional para hoy.
El Universal, 13 de septiembre.

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