"El conflicto está aquí y es entre cubanos, entre gobernantes y gobernados. Yo no tengo que ir a España a nada. O el Gobierno atiende mi reclamación o me muero. Y no le voy a dar el gusto de morirme en España. Eso sería una traición mía, usar las enfermedades de mis hermanos presos para exiliarme. Yo no voy a abandonar a los prisioneros políticos por los que estoy dando la vida", declaró Fariñas a REFORMA a última hora de la tarde.
Según contó el ex militar y psicólogo de 48 años, en la mañana recibió dos llamadas telefónicas de la Embajada española en La Habana, una del consejero político Carlos Pérez Desoy y, tres horas después, del Embajador Manuel Cacho.
"Respetando otros criterios, considero que mi posición está aquí, enfrentando al régimen en la cárcel o en la calle. Al señor Embajador le agradecí la oferta y le pedí que esa preocupación por mí la dirigiesen mejor hacia los 26 presos políticos, que están siendo asesinados en cárceles cubanas de manera planificada", explicó Fariñas con voz firme, pese a que ayer fue el primer día que pudo hablar, luego de pasar un sábado y un domingo críticos, con muchos dolores.
La precaria salud del disidente -en huelga de hambre y sed desde hace 34 días y tratado desde el 11 de marzo en cuidados intensivos del hospital provincial de Santa Clara- empeoró este fin de semana.
Según su madre, Alicia Hernández, sufrió "una infección provocada por un estafilococo áureo contraído a través del catéter, que le provocó fiebre de hasta 40.5 grados con pérdida de conocimiento" y riesgo de "caer en un shock séptico".
Hernández, enfermera jubilada de 72 años, precisó que el huelguista estaba "intensamente medicado con antibióticos" y que le habían tenido que quitar la cánula por la cual recibía hidratación y nutrición parenteral.
Sin embargo, la situación mejoró durante el día de ayer.
"Tenemos noticias alentadoras: Guillermo amaneció sin fiebre y con la presión arterial estabilizada en 110 con 70", declaró Licet Zamora, vocera del opositor.
De acuerdo a sus declaraciones, al paciente le fue ubicado de nuevo el catéter en la yugular derecha y a las 14:00 horas se le reinició la alimentación parenteral.
El equipo médico que atiende al huelguista no da pronósticos.
"Los doctores nos dicen que no se puede hablar de futuro porque estamos ante un organismo colapsado, que puede entrar en una crisis sin retorno, en cualquier momento. Y el Gobierno cubano sigue sin responder", explicó Zamora.
Fariñas, consciente de todo, mantiene su decisión de morir si las autoridades isleñas no conceden licencia extrapenal a 26 presos políticos muy enfermos, diagnosticados por médicos del Ministerio del Interior.
"Mi pronóstico es fatal a medio plazo, porque los gérmenes y bacterias de los intestinos vacíos acabarán invadiendo irremediablemente todos los sistemas vitales", auguró Zamora.
Yolanda Martínez corresponsal, Reforma, 30 de marzo.
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