Esto provocó esta mañana una airada reacción tanto del director de Proceso, Rafael Rodríguez, como del reportero, Ricardo Arévalo (sic), señalado por Villarreal como el receptor del dinero a través de una tercera persona, identificada El comandante Beretta.
Tanto Rodríguez como Ravelo, especializado en la cobertura de temas de narcotráfico, denunciaron un complot del gobierno de Calderón en contubernio, dijeron, con Televisa, anunciando el director de Proceso que demandaría a Televisa por las acusaciones. Para esa hora Proceso, desde anoche, pues, había subido un comunicado en su portal diciendo que Televisa acusaba, lo que es mentira, Noticieros Televisa no acusó, dio conocer la versión de un testigo protegido, método que Proceso ha hecho suyo y ha utilizado como recurso periodístico a lo largo de años y años.
El punto central de su argumentación es que los testigos protegidos mienten, lo que es verdad, exactamente, eso fue lo que dije anoche en Tercer Grado. Se les ha dado una fe pública a esos testigos protegidos, en la misma revista Proceso, de la que carecemos todos los demás mexicanos.
Esa afirmación, “los testigos protegidos mienten”, les crea un conflicto derivado de su método, por años dieron credibilidad de hecho cierto, ya sin estar sujeto a comprobación, verdad absoluta, a las declaraciones de testigos protegidos.
Y ahora que uno se les revuelve, dicen que no se les puede creer. Lo que es verdad, vamos, lo que siempre ha sido verdad. Pero los coloca en un dilema central: el uso periodístico de verdad no sujeta a comprobación que hicieron una y otra vez, lo que podría abrir una ya para mí inaplazable y sanísima discusión de la valoración y uso de esas versiones de testigos protegidos.
Por cuanto al manejo de que Televisa, como dice Proceso, acusó a Proceso, esto también es falso. El que acusa se llama Sergio Villarreal, alias El Grande, y es un testigo protegido de la PGR.
La Jornada, 3 de diciembre.
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