'Todo para repetir lo que ya dijeron'

Manitas levantadas de manera tímida, sonrisas. Todos ponen cara de ganadores a su llegada al primer debate al World Trade Center.

Enrique Peña Nieto lleva corbata a rayas en la que no renuncia al rojo; Josefina Vázquez Mota, traje oscuro con saco y falda; Andrés Manuel López Obrador de traje negro, llega sonriente, y Gabriel Quadri, de mirada severa, del mismo color.

Los candidatos a la Presidencia llegan puntuales a sus horas respectivas, a partir de las 18:00 horas. Con ellos, sus invitados y asesores.

Los primeros, sin embargo, en llegar ayer a los alrededores del WTC son los del movimiento #QuitaAnuncios, esfuerzo civil que combate el pendonismo.

Más allá, el tradicional Tianguis de la Nápoles, a unos pasos del complejo. Ahí, sin dejar de atender a sus potenciales clientes, habla una de las locatarias.

"La verdad es que ya ni friegan, porque una bien que está aquí desde las cuatro y media de la mañana y no fueron para avisarnos días antes de que no podíamos venir.

"Orita en la mañana vino uno a decirnos que no íbamos a poder estar, pero pues tanto le insistimos que nos dio chance, pero nada más hasta las cuatro y sin cerrar la calle".

Que para qué debaten los candidatos sobre cómo sacar a la gente de la pobreza, si lo que hacen no permite trabajar a los demás, considera.

Una de sus compañeras le dice en voz baja que ya no esté perdiendo el tiempo. El dicho de la locataria lo confirma Iván, hijo del delegado que organiza a los 300 puestos del tianguis en el que las fritangas, las sesiones de maquillaje, la ropa y los accesorios de celulares son los fuertes.

"Lo bueno es que nos dejaron trabajar, comprendieron, porque ya estábamos aquí con las cosas", comenta el joven sin dejar de freír las doradas.

Ellos se van usualmente a las ocho, pero ni hablar, la vialidad será cerrada y no se les permitirá estar más allá de las cinco. Los candidatos presidenciales necesitan espacio, les dijeron, lo mismo la vigilancia estimada en centenas de federales y policías capitalinos.

Los comerciantes sobre la calle Minnesota, frente al acceso del Pepsi Center por donde ingresarán los aspirantes y sus equipos, han padecido más la incomodidad. Las vallas se las pusieron desde el viernes y esa vialidad estaría cerrada desde las cuatro de la tarde hasta las once de la noche.

"Y todo para que repitan lo mismo que han dicho todo el mes, oiga, como que no", dice el empleado de un hotel ubicado al frente del WTC.

 
ENTRE PORRAS
 
Desde temprano, la vigilancia es intransigente: nadie puede caminar por la acera aledaña al complejo ni andar por en medio de la calle. Por la acera de enfrente, nada más.

Les han dicho, según un oficial, que las medidas deben ser extremas, por ello la revisión exhaustiva de los autos que ingresan al estacionamiento y los filtros de seguridad en el acceso del recinto que, el próximo viernes, Bob Dylan llenará con su música legendaria.

Los de una expo de instrumentos dental, en tanto, deben abandonar el edificio antes de que comience el debate.

Algunas tímidas simpatizantes de Josefina son las primeras en rondar hacia el mediodía el WTC, repartiendo volantes. En tanto, los peatones que circulan enfrente hablan del candidato de su preferencia pero, al llegar a la esquina y dejar atrás el operativo de seguridad, el tema ya es otro.

"¡Payasadas!", grita uno al que le molesta que lo suban a la banqueta y no poder caminar por la calle.

Los federales comen a escondidas y bostezan como leones. Los equipos de los candidatos llegan a cuentagotas.

Comienza a llover cuando llega Eusebio Gómez, un desempleado de 69 años al que, dice, le nació hacer muñecos del candidato priista: "Peña Man", les llama, y los vende a 220 pesos.

"A lo que ha llegado el PRI", dicen algunos mirones.

En eso, simpatizantes del tricolor llamados "Chaviza revolucionaria", llegan con porras. Serán los mismos que, ya con los candidatos en el debate, se enfrenten con perredistas. Parece que las cosas se saldrán de control: hay empujones y una que otra patada. Los federales se aproximan y los priistas se van, pero en eso arriban los panistas. Nueva batalla de porras.

"¡No más Bejaranos, no más Bejaranos!" y "¡Josefina, Josefina!", gritan los albiazules, y los simpatizantes de López Obrador gritan "¡No más sangre!" y "¡Es un honor estar con Obrador!".

Estos últimos, de menor número, desisten y se ponen a ver el debate en una manta en la que es proyectado.

 
 
ALFOMBRA ROJA
 
Los colegas de los candidatos se sienten en alfombra roja al arribar al WTC y no quieren dar declaraciones.

De los primeros, Pedro Joaquín Coldwell y Beatriz Paredes, vestida de súper rojo y súper contenta. A los panistas, en cambio, se los trajeron a todos en el "Pinabus", pero Ernesto Cordero llega barriéndose por separado, lo mismo que Margarita Zavala.

"Nico", el asistente personal de López Obrador, revisa personalmente en el vestíbulo del WTC la lista de invitados.

Al término del debate, salen en manada invitados y colegas. Una de las hijas de Peña Nieto sale bailando a ritmo de las canciones que hablan de su papá y que salen de bocinas que llevaron sus simpatizantes.

Se van los invitados de López Obrador: Elena Poniatowska, Laura Esquivel, Rosario Ibarra de Piedra, José María Pérez Gay y Juan Ramón de la Fuente, entre otros.

También los de Josefina: Gustavo Madero y Santiago Creel, quienes al ingresar al edificio, antes del debate, pasan imperceptibles ante las porras que sostienen Xóchitl Gálvez e Isabel Miranda de Wallace.

De Quadri nadie dice nada y de Peña Nieto sólo habla Beatriz Paredes. A nadie se le ve la derrota por venir en el rostro. Son días de ilusión y lucha por el poder. Lo que para unos fue un día triunfal, para otros fue de derrota. Así es el futbol... y la política.


Reforma, 7 de mayo.

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