Piden a santito que vuelva paz a Zacatecas

PLATEROS, Zac.— En esta tierra, “de fe y milagros”, donde se venera al Santo Niño de Atocha, santuario considerado como el tercero más importante del país —después de la Basílica de Guadalupe y el templo de la Virgen de San Juan de los Lagos—, la gente implora al “Chaparrito”, para que regrese la paz y tranquilidad al municipio de Fresnillo y al estado.
Delincuentes y narcos atemorizan desde el año pasado al pueblo fresnillense; “los mafiosos ya no respetan ni tienen temor de Dios”, dicen varios entrevistados.

Aquí es un secreto a voces que incluso uno de los curas del santuario —distante 15 kilómetros de Fresnillo— fue víctima de los grupos armados, pero “por seguridad”, la gente prefiere no ahondar en el tema.

La sicosis comenzó en 2008, tras el enfrentamiento entre dos grupos delictivos en una colonia popular de la cabecera municipal de Fresnillo. Durante aquél, un menor de 13 años y dos adultos murieron a causa de la detonación de una granada de fragmentación.

Ahora, luego del choque entre un comando militar y un grupo armado, el pasado sábado, el miedo regreso “no sólo a Plateros, sino a todo Fresnillo..., a todo el estado”. Ese día, las granadas salieron de nuevo a relucir; el saldo fue de cinco muertos: un militar y cuatro sicarios.

Temor colectivo

Comerciantes consultados, relataron que luego que por la radio se alertó a la población de Fresnillo que no saliera de su casa, se generó un miedo colectivo el sábado pasado.

El problema, explican residentes, es que como el enfrentamiento ocurrió en la colonia popular “Lomas de Plateros”, localizada en Fresnillo, ahora piensan que se trata de este pueblo.

Ante la confusión, al día siguiente de la balacera del sábado, negocios establecidos en el Santuario del Niño de Atocha, cerraron temprano “porque casi ni un alma había por aquí”. Algo difícil de entender, al considerar que los domingos son días de “buenas ventas” merced al turismo religioso.

Un locatario dice: “Imagínese nomás, yo sólo vendí 20 pesos. Con eso le digo todo. Sólo nos queda encomendarnos al Chaparrito que nunca nos deja solos”.

Otros comerciantes aprovechan para solicitar que a fin de brindar mayor tranquilidad a los turistas, “pues de ellos vivimos”, envíen rondines de vigilancia. “No quisiéramos que la inseguridad acabe con nuestra devoción, porque la gente a eso viene, a dar las gracias al Santo Niño por tantos favores recibidos”.

Don Guillermo López, presidente de la Unión de Locatarios de Plateros, dice que enero siempres es un mes de ventas bajas, lo que se acentuó por la crisis económica que vive el país. Ante ello, sus 400 agremiados enfrentan una baja de 30% en las ventas.

Ahora, se requiere de un milagro para que los últimos hechos delictivos no hagan que se desplomen aún más las ventas. “Creo que se vive una sicosis, pero eso es peor porque roba la tranquilidad”.

Nuevas plegarias

Plateros, ciudad en la que viven cinco mil habitantes, tiene uno de los principales santuarios de México.

Según los registros turísticos, anualmente visitan este pobaldo 2.5 millones de peregrinos de todo el país y del extranjero.

Este lugar religioso alberga al Santo Niño de Atocha, proveniente de la imagen de Nuestra Señora de Atocha, venerada en Madrid, España.

Al correr de los años, se quitó al Niño de los brazos de la Virgen y desde entonces se le atribuyen millones de milagros.

Los fines de semana llegan a Plateros hasta 100 autobuses repletos de fieles. Los cuales se incrementan en fechas emblemáticas como Navidad, Cuaresma y las vacaciones de verano.

Es sobrecogedor el poder y devoción que hay para el Santo Niño, que lo consideran lo mismo patrono de mineros, prisioneros y migrantes. Ahora, los creyentes de la región ponen en sus manos la paz y seguridad de los fresnillenses.
Irma Mejia corresponsal, El Universal, 10 de febrero.

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