Un militar y tres febreros

Al mediodía del 4 de febrero de 1992, momentos antes de entregarse, Hugo Rafael Chávez Frías se dirigió al pueblo de Venezuela durante poco más de un minuto. A las 11 de la noche del día anterior había iniciado el golpe de Estado dirigido por él. Para la mañana era claro que sus leales perdían las posiciones ganadas por la sorpresa. El teniente Chávez aceptó su derrota, y a cambio de la rendición pidió ese momento de intimidad con los venezolanos. Así fue que el segundo de seis hijos del matrimonio formado por Elena y Hugo de los Reyes entró al tren de la historia. Chávez habló de Simón Bolívar por primera vez ante sus paisanos; legitimó su manotazo con la frase: “El país tiene que enrumbarse hacia un destino mejor”; mostró solvencia y hasta responsabilidad. Y luego lo llevaron preso.

Otro febrero para el militar. Ahora el día es 2, pero de 1999. Chávez ha ganado las elecciones y asume su primer mandato en Venezuela. De esto hace justos 10 años. “Juro”, dice emocionado, “sobre esta moribunda Constitución…”. Y sí, la Carta Magna de Venezuela agonizaba. Chávez sale de la ceremonia institucional en el Congreso de la República y se dirige al Palacio de Miraflores, la sede del Ejecutivo, rodeado de colaboradores, activistas, un fuerte aparato de seguridad y simpatizantes que saben que el nuevo mandatario dará un golpe de timón. Llama a un constituyente para reformar las leyes fundamentales del país. Casi dos meses después convoca a un referéndum y la victoria es aplastante: 92% de la población quiere ese constituyente. Para el 25 de julio, el teniente es ya un fenómeno en firme: Su “polo patriótico” obtiene 121 escaños y la oposición se queda con sólo 7. El 20 de noviembre de ese primer año se concluye el proyecto de Constitución para la nueva República Bolivariana de Venezuela.

Hugo fue entregado por sus padres, ambos maestros, a su abuela paterna, Rosa Inés Chávez. Ella lo crió. Fue a escuelas civiles, se hizo monaguillo, leía y escribía poesía, pintaba, era amante del teatro. En 1971 entró a la Academia Militar de Venezuela y en 1975 se graduó en Ciencias y Artes Militares, en el ramo de Ingeniería. Para 1982 fundó el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200), poco antes de que se celebrara el aniversario 200 del nacimiento de Simón Bolívar. Su carrera militar y su vida personal cambiaron durante su asignación en Maracay. Allí se casó con Nancy Colmenares y engendró tres hijos: Rosa Virginia, María Gabriela y Hugo Rafael. En estos años se dedicó, también, a leer e investigar sobre Pedro Pérez Delgado, Maisanta, su bisabuelo materno, quien a principios de 1900 había encabezado un movimiento disidente contra Juan Vicente Gómez, dictador del país.

En 1988, Hugo Chávez fue nombrado ayudante del secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa. Un año después, otra vez en febrero pero ahora de 1989, la vida marcó al militar; fue testigo de un triste episodio conocido como El Caracazo. Fuerzas militares respondieron con fuego (por órdenes del presidente Carlos Andrés Pérez) a los manifestantes que protestaban en Caracas con saqueos y marchas por el desplome económico, el endeudamiento, la inflación, las devaluaciones y el desempleo. Chávez se conmovió, según sus biógrafos, y esto alimentó su ánimo de levantarse en armas.

En 10 años que lleva en el poder, Chávez ha manoteado y gritado. Se ha defendido y ha cuidado de otros. Se ha hecho ver como un dictador y ha ganado y perdido en las urnas. Ha usado el dinero del petróleo venezolano para exportar sus ideas políticas, y ha bajado el desempleo, en una década, de casi 17% a 10-8% (depende de quién lo mida). Ridiculizó a George W. Bush ante la ONU, se peleó con el rey Juan Carlos de España, hizo aliados con los enemigos de Occidente, zapateó al presidente mexicano Vicente Fox y dio un respiro a la revolución cubana.

Pero, sobre todo, volvió, antes que nadie, a un estilo “paternalista” de gobernar, con una mayor participación del Estado… que ahora, para desgracia de sus detractores, está de moda.

El éxito de la vida de Chávez, que hoy impacta a millones en Venezuela y fuera del país, ha dado brincos una y otra vez por los golpes de la suerte. Se alimenta del escándalo y de acciones rotundas. Ahora el militar cumple una década como presidente. No parece que quiera irse. La siguiente sorpresa de Chávez ya se huele, y podría no ser tan agradable para las mayorías.

Alejandro Páez Varela, El Universal, 2 de febrero.


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