Biden y Brown hicieron estas declaraciones al margen de la reunión plenaria de la cumbre que se celebró hoy en la localidad turística de Viña del Mar –120 kilómetros al noroeste de Santiago–, donde los gobernantes de Argentina, Brasil, Chile, España, Estados Unidos, Gran Bretaña, Noruega y Uruguay debatieron sobre la crisis económica mundial y en su declaración final establecieron el compromiso de llegar el próximo jueves a la reunión del Grupo de los 20 (G-20) con el planteamiento común de crear una “nueva economía que permita que la prosperidad sea ampliamente compartida”.
Aunque la reunión de líderes centroizquierdistas tuvo el objetivo de unificar posiciones de cara a la próxima reunión del G-20 en Londres, el tema de Cuba fue abordado en una conferencia de prensa y el asunto de las Malvinas fue discutido en una cita a puertas cerradas entre el laborista Brown y la peronista Fernández.
Brasil, Uruguay, Ecuador y Argentina plantearon hace dos semanas, en una reunión de la Unión de Naciones de Sudamérica, que Washington debería normalizar sus relaciones con La Habana, como ya lo ha hecho la mayoría de los gobiernos del subcontinente que en los años 60 respaldaron la política estadunidense, que buscó aislar a los revolucionarios que en 1959 tomaron el poder.
Biden respondió llanamente “no” a la pregunta de si en el contexto de la política para América Latina del nuevo gobierno estadunidense se consideraría el levantamiento del embargo a Cuba, impuesto hace casi medio siglo.
Segundos después precisó: “El presidente Obama y yo aclaramos durante la campaña que pensábamos que había necesidad de una transición en nuestra política hacia Cuba. Pero pensamos que son los cubanos quienes deben determinar su destino y ser capaces de vivir en libertad y con la posibilidad de tener prosperidad económica”. Agregó que la relación con la isla “no es el principal desafío que enfrenta el hemisferio”.
En su encuentro bilateral, según el canciller argentino Jorge Taiana, Fernández “planteó con gran claridad y firmeza la necesidad de que el Reino Unido cumpla con lo solicitado por Naciones Unidas, de establecer negociaciones tendientes a solucionar el conflicto de soberanía por la cuestión de las islas Malvinas”.
En respuesta, “el primer ministro replicó ateniéndose a la tradicional postura británica respecto de que ellos no están dispuestos a cumplir con esa resolución en tanto no haya una posición distinta de los isleños”, informó Taiana.
La jefa de Estado puso sobre la mesa un asunto que enfrentó a los ejércitos de los dos países en 1982, luego que soldados argentinos fueron enviados por la dictadura de la época a ocupar el archipiélago que los británicos llaman Falklands, en abril de ese año.
En el conflicto murieron 649 argentinos y 255 británicos, y el conflicto terminó con la rendición de Argentina. Gran Bretaña era gobernada en ese tiempo por la conservadora Margaret Thatcher.
Según un portavoz británico que pidió el anonimato, en la reunión Brown “planteó la posición largamente sostenida por Londres sobre la soberanía en términos muy claros. Enfatizó la importancia del principio de autodeterminación y la necesidad de respetar el deseo de los isleños, y aclaró que nuestra posición no ha cambiado”.
En las Malvinas se prepara la inauguración de un monumento a los caídos en la guerra, pero según Taiana el gobierno británico ha puesto trabas a familiares que pretenden acudir a la ceremonia.
En el debate de la cumbre sobre la problemática económica internacional, uno de los momentos sobresalientes ocurrió cuando el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, tomó el micrófono y se refirió a una de las causas señaladas por los especialistas, las hipotecas del sector inmobiliario.
“Mi querido Gordon Brown, mi querido Biden, mi querido Zapatero, desafortunadamente ustedes tienen más responsabilidad” en la crisis, dijo el brasileño.
En tono conciliador, Biden había dicho minutos antes que Estados Unidos sabe que “comparte una responsabilidad”, pero Lula dijo que los presidentes Fernández, Tabaré Vázquez de Uruguay o Michelle Bachelet de Chile no tenían culpa alguna que compartir.
Pese a la controversia desatada por Lula, el encuentro se desarrolló sin mayores dificultades y en un ambiente de consensos.
En la conferencia de prensa, Biden reiteró que en este momento la principal preocupación de Washington es la problemática económica internacional, y ante las noticias de protesta contra el G-20 en Londres, Berlín y Francfort, señaló: “Yo espero que los manifestantes nos den una oportunidad, escuchen lo que tenemos que decir y ojalá que podamos aclararles que vamos a salir de esta reunión con propuestas concretas”.
En nombre de los líderes progresistas del subcontinente, Bachelet dijo que en la cumbre que se celebrará en Londres del 2 al 4 de abril harán notar que “no queremos que en la mirada del G-20 quede fuera la perspectiva de que muchos países de América Latina puedan tener gravísimas repercusiones”, e informó que propondrán que “se considere dentro de las decisiones recapitalizar el Banco Interamericano del Desarrollo”.
Los líderes pidieron además reformar la regulación doméstica de las instituciones financieras, evitar políticas proteccionistas, concluir exitosamente la Ronda de Doha (sobre la eliminación de obstáculos al comercio internacional) y aplicar medidas coordinadas para estimular la economía.
Asimismo, por último enfatizaron la necesidad de una “recuperación verde”, en respuesta al problema del cambio climático.
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