Caracas ataca a la inteligencia de Colombia

BUENOS AIRES.— Después de varias semanas de silencio y de cierta calma, las relaciones entre Venezuela y Colombia regresaron ayer al mismo nivel de tensión de los últimos tiempos. El ministro de Interior venezolano, Tareck El Aissami, acusó al DAS (servicio de inteligencia colombiano) y a la DEA de ser “cárteles importantes del narcotráfico”, lo que motivó una enérgica respuesta de Bogotá.
Esas declaraciones “son inaceptables y constituyen una intromisión en los asuntos internos de Colombia”, expresó la cancillería colombiana a través de un breve comunicado, en el que consideró lo dicho por el funcionario venezolano como “una ofensa a la institucionalidad colombiana”.

El documento agregó que “considera inaceptables comentarios de esa naturaleza, los cuales constituyen una intromisión en los asuntos internos de Colombia”.

Horas antes, en declaraciones a una emisora venezolana, Tareck se había referido a un cargamento de casi una tonelada y media de mariguana procedente de Colombia —que tenía como destino Europa—, que había sido incautado por la policía local.

“Nosotros insistimos que las autoridades colombianas no colaboran en la lucha contra el tráfico ilícito de drogas”, expresó en declaraciones a la televisión estatal.

El ministro sostuvo que la droga “sale desde el territorio colombiano con la mayor impunidad. Estas incautaciones evidencian una clara complicidad y que, además, el DAS y la DEA se han convertido en cárteles importantes del narcotráfico”.

El origen de la crisis

Desde la última cumbre de Unasur, el pasado 28 de agosto, donde coincidieron los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Álvaro Uribe, de Colombia, la crisis diplomática que sobrellevan ambos países no había sufrido altercados, pese a que Venezuela congelara los nexos el 28 de julio.

Esa crisis se desató luego de que el gobierno colombiano anunciara el acuerdo militar con Estados Unidos para la presencia de tropas militares de ese país, en siete bases del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea colombiana, luego del término de los tratados para la utilización de la base de Manta, en Ecuador.

Ese acuerdo militar fue denunciado, en principio, por varios gobiernos de la región ante el temor de una desestabilización militar en Sudamérica. Pero Chávez es quien fue más lejos al amenazar, una vez más, con romper las relaciones con Colombia, luego de que la administración Uribe denunciara que se incautó a la guerrilla de las FARC armas del Ejército venezolano.

La tensa relación con Colombia y la futura presencia militar estadounidense en el corazón de Sudamérica aparecen como las excusas que pone tanto Chávez como varios países de la región, como Brasil, para realizar la carrera armamentística que parece habarse desatado ya en la región.

Ahora, los proyectiles verbales entre Caracas y Bogotá parecen haber regresado con las declaraciones de Al Aissami, para quien de los 46.2 toneladas de narcóticos decomisados en Venezuela en lo que va del año, casi una cuarta parte es “droga colombiana”. De esos datos se aferró el ministro para vapulear al DAS y a la DEA, a las que en distintas ocasiones Chávez acusó de estar realizando operaciones en su contra.
José Vales corresponsal, El Universal, 14 de septiembre.

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