'¿Puedo dejar mis tiliches?'

"¿Ya nos vamos o puedo dejar aquí mis tiliches?", preguntó Beatriz Paredes mientras salía del cuarto que se le había asignado para que se recogiera y se preparaba en lo que empezaba el debate.

Miguel Ángel Mancera, mientras, ponderaba la conveniencia de tomarse un vaso de agua a pocos minutos de sentarse durante más de una hora en una silla.

A los dos se les extinguió rápidamente la conducta: había llegado el momento de empezar. Mientras afuera convencían a los asistentes de que tomaran su lugar; adentro, había llegado el momento de rifar los turnos al habla.

Los tres candidatos se dejaron de cosas y entraron en carácter. Para empezar, se saludaron como si hubieran sido compañeritos de la secun y les diera un enorme gusto verse. Sonrieron para todas las fotos, exhibiendo unas sonrisas blancas, blancas e inocentes, inocentes. Nadie hubiera dicho que los tres estaban compitiendo por sentarse en la misma silla.

La logística del sorteo se tornó compleja: para empezar, ninguno de los presentes se animaba a sostener y pasar la urna con los tres papelitos de los tres turnos al habla, sin duda porque temían las consecuencias de asumir tamaña responsabilidad; en una de ésas, el cargo venía con todo y vestido blanco y la consecuente exhibición de porciones considerables de su anatomía.

Pero nada de eso sucedió. Transcurrió en paz, y sin sobresaltos. Al grito de "primero las damas", sacó un papelito la candidata del PAN -con el número 3-, luego la del PRI -con el número 2- y al final el del Movimiento Progresista -obviamente-, con el 1.


Juana Inés Dehesa, Reforma, 9 de mayo.

0 Responses to "'¿Puedo dejar mis tiliches?'"