CARACAS.— El presidente Hugo Chávez se somete hoy a una nueva pulseada electoral, al preguntar a 16.3 millones de venezolanos si aceptan una enmienda constitucional que le permita la reelección indefinida.
El proceso no ha estado exento de conflictos ni polémicas. La expulsión del país del eurodiputado español Luis Herrero abrió un nuevo frente de tormenta con el gobierno español, al tiempo que el presidente venezolano admitió estar dispuesto a “iniciar, cuanto antes, un proceso de acercamiento con (su homólogo de EU), Barack Obama, para ver si podemos llevar la relación al nivel que teníamos en el gobierno de (Bill) Clinton”.
Chávez ofreció ayer una larga conferencia de prensa donde lamentó la situación planteada con Herrero, quien lo calificó de “dictador”, mientras expresó su esperanza de que esto “no altere las relaciones con España”, cuya Cancillería presentó una nota de protesta ayer en Madrid al embajador venezolano, Alfredo Toro Hardy.
Herrero fue detenido de manera poco ortodoxa por la policía política (DISIP) en un hotel de esta ciudad y trasladado al aeropuerto de Maiquetía, donde debió abordar el primer vuelo hacia Sao Paulo y de ahí a Madrid, donde denunció que padeció “algo parecido a un secuestro”.
Diversos dirigentes de la oposición denunciaron el atropello del gobierno, mientras Chávez acusó al observador expulsado de “indigno de España” y de haber “disparado una ametralladora de mentira y prender el ventilador de estiércol”.
El incidente empañó la jornada de reflexión previa al referéndum de hoy. “Todos debemos aceptar sin vacilaciones los resultados. Demos otra demostración al mundo de buen juicio, de civilidad, de la madurez política”, expresó Chávez. Son 11 mil 297 mesas de votación las que recibirán los sufragios y que serán custodiadas por 140 mil efectivos militares y policiales.
Las encuestas, la mayoría bastante confusas, anticipan una consulta por demás cerrada, donde el “sí” mantendría una ventaja a la que, según los voceros opositores, “no es imposible de dar vuelta”.
Voceros del gobierno indican que la consulta de hoy es para “seguir ampliando la revolución”. Por su parte, el movimiento estudiantil, activamente antichavista, busca “recobrar los niveles democráticos que caracterizaron al país desde fines de los años 50”, según el líder estudiantil David Smolansky.
“Vamos por el ‘no’, porque no creemos en una revolución que sólo busca la confrontación, rechazamos el discurso viejo de Chávez; queremos una izquierda moderna, democrática, no belicista. ¿Qué revolución puede aguantar sin el apoyo de la juventud y del trabajador?”, acota Smolansky.
Lo cierto es que hoy, Chávez y sus opositores se miden nuevamente ante el hartazgo de buena parte de la sociedad. El presidente busca la perpetuidad y la oposición un nuevo coto a su proyecto y una ratificación de su crecimiento, aunque la polarización y la crispación política que caracterizaron a Venezuela en la última década lejos está de apagarse.
El proceso no ha estado exento de conflictos ni polémicas. La expulsión del país del eurodiputado español Luis Herrero abrió un nuevo frente de tormenta con el gobierno español, al tiempo que el presidente venezolano admitió estar dispuesto a “iniciar, cuanto antes, un proceso de acercamiento con (su homólogo de EU), Barack Obama, para ver si podemos llevar la relación al nivel que teníamos en el gobierno de (Bill) Clinton”.
Chávez ofreció ayer una larga conferencia de prensa donde lamentó la situación planteada con Herrero, quien lo calificó de “dictador”, mientras expresó su esperanza de que esto “no altere las relaciones con España”, cuya Cancillería presentó una nota de protesta ayer en Madrid al embajador venezolano, Alfredo Toro Hardy.
Herrero fue detenido de manera poco ortodoxa por la policía política (DISIP) en un hotel de esta ciudad y trasladado al aeropuerto de Maiquetía, donde debió abordar el primer vuelo hacia Sao Paulo y de ahí a Madrid, donde denunció que padeció “algo parecido a un secuestro”.
Diversos dirigentes de la oposición denunciaron el atropello del gobierno, mientras Chávez acusó al observador expulsado de “indigno de España” y de haber “disparado una ametralladora de mentira y prender el ventilador de estiércol”.
El incidente empañó la jornada de reflexión previa al referéndum de hoy. “Todos debemos aceptar sin vacilaciones los resultados. Demos otra demostración al mundo de buen juicio, de civilidad, de la madurez política”, expresó Chávez. Son 11 mil 297 mesas de votación las que recibirán los sufragios y que serán custodiadas por 140 mil efectivos militares y policiales.
Las encuestas, la mayoría bastante confusas, anticipan una consulta por demás cerrada, donde el “sí” mantendría una ventaja a la que, según los voceros opositores, “no es imposible de dar vuelta”.
Voceros del gobierno indican que la consulta de hoy es para “seguir ampliando la revolución”. Por su parte, el movimiento estudiantil, activamente antichavista, busca “recobrar los niveles democráticos que caracterizaron al país desde fines de los años 50”, según el líder estudiantil David Smolansky.
“Vamos por el ‘no’, porque no creemos en una revolución que sólo busca la confrontación, rechazamos el discurso viejo de Chávez; queremos una izquierda moderna, democrática, no belicista. ¿Qué revolución puede aguantar sin el apoyo de la juventud y del trabajador?”, acota Smolansky.
Lo cierto es que hoy, Chávez y sus opositores se miden nuevamente ante el hartazgo de buena parte de la sociedad. El presidente busca la perpetuidad y la oposición un nuevo coto a su proyecto y una ratificación de su crecimiento, aunque la polarización y la crispación política que caracterizaron a Venezuela en la última década lejos está de apagarse.
José Vales enviado, El Universal, 15 de febrero.
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