En el primer año de Raúl Castro como presidente, que se cumple hoy, destacan tres huracanes devastadores, el agravamiento de la crisis económica cubana, más continuidad que reformas, éxitos diplomáticos y el protagonismo perseverante de su hermano Fidel.
Aunque ejercía como interino desde 2006, cuando su hermano enfermó y debió renunciar tras medio siglo en el poder, el nombramiento del general Castro lo escenificó la Asamblea el 24 de febrero de 2008.
El régimen calculó en 10 mil millones de dólares los daños causados por los tres huracanes, que dañaron medio millón de casas y arrasó cultivos, líneas de energía y comunicaciones, y causó toneladas de alimentos perdidos, en un país que ya importa más del 80 por ciento de los que consume.
El freno que pisa Fidel.
Hartos de décadas de restricciones y escasez, muchos cubanos recibieron con alivio e incluso ilusión los anuncios de cambio, aunque Raúl Castro aclaró que sería económico y no político, y manteniendo el socialismo.
Pero todo quedó en un ligero maquillaje: se levantó la prohibición a los cubanos para alojarse en hoteles de la isla o que puedan tener celulares, poco más. Muchos diplomáticos y analistas achacaron al deterioro económico causado por los ciclones, en parte, el freno en las reformas que había prometido Raúl, aunque se citan también supuestas disputas en la cúpula y el papel de su hermano, aún primer secretario del Partido.
Sobre derechos y libertades, hubo una mínima reducción de presos políticos —205 ahora, 29 menos que hace un año—, pero suficiente para que la Unión levantara las sanciones simbólicas que impuso a La Habana en 2003, a raíz de una ola represiva que llevó a las cárceles a 75 opositores.
Detrás yacía el temor de que Estados Unidos, tras unas elecciones que podía ganar Barack Obama, como en efecto ocurrió, se adelantase a Europa en la apertura hacia Cuba, algo en lo que también tomó impulso América Latina.
Como muestra de los éxitos diplomáticos, seis presidentes latinoamericanos desfilaron por Cuba en las últimas semanas y al menos otros dos están en camino, mientras Raúl Castro hizo en diciembre su primer viaje oficial al exterior, a Brasil, con escala en Caracas.
La reciente visita a Cuba de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, originó un barullo diplomático porque Fidel Castro, tras recibirla, divulgó un artículo que apoyaba el reclamo boliviano de una salida al Pacífico.
Pero no fue el único incidente: cuando Europa levantó las sanciones, el octogenario la llamó “hipócrita” en otra Reflexión, y a Obama no le concedió ni diez días en la Casa Blanca antes de fustigarlo en varias columnas.
Aunque ejercía como interino desde 2006, cuando su hermano enfermó y debió renunciar tras medio siglo en el poder, el nombramiento del general Castro lo escenificó la Asamblea el 24 de febrero de 2008.
El régimen calculó en 10 mil millones de dólares los daños causados por los tres huracanes, que dañaron medio millón de casas y arrasó cultivos, líneas de energía y comunicaciones, y causó toneladas de alimentos perdidos, en un país que ya importa más del 80 por ciento de los que consume.
El freno que pisa Fidel.
Hartos de décadas de restricciones y escasez, muchos cubanos recibieron con alivio e incluso ilusión los anuncios de cambio, aunque Raúl Castro aclaró que sería económico y no político, y manteniendo el socialismo.
Pero todo quedó en un ligero maquillaje: se levantó la prohibición a los cubanos para alojarse en hoteles de la isla o que puedan tener celulares, poco más. Muchos diplomáticos y analistas achacaron al deterioro económico causado por los ciclones, en parte, el freno en las reformas que había prometido Raúl, aunque se citan también supuestas disputas en la cúpula y el papel de su hermano, aún primer secretario del Partido.
Sobre derechos y libertades, hubo una mínima reducción de presos políticos —205 ahora, 29 menos que hace un año—, pero suficiente para que la Unión levantara las sanciones simbólicas que impuso a La Habana en 2003, a raíz de una ola represiva que llevó a las cárceles a 75 opositores.
Detrás yacía el temor de que Estados Unidos, tras unas elecciones que podía ganar Barack Obama, como en efecto ocurrió, se adelantase a Europa en la apertura hacia Cuba, algo en lo que también tomó impulso América Latina.
Como muestra de los éxitos diplomáticos, seis presidentes latinoamericanos desfilaron por Cuba en las últimas semanas y al menos otros dos están en camino, mientras Raúl Castro hizo en diciembre su primer viaje oficial al exterior, a Brasil, con escala en Caracas.
La reciente visita a Cuba de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, originó un barullo diplomático porque Fidel Castro, tras recibirla, divulgó un artículo que apoyaba el reclamo boliviano de una salida al Pacífico.
Pero no fue el único incidente: cuando Europa levantó las sanciones, el octogenario la llamó “hipócrita” en otra Reflexión, y a Obama no le concedió ni diez días en la Casa Blanca antes de fustigarlo en varias columnas.
EFE en La Habana, Crónica, 24 de febrero.
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