Operar desde las sombras

Jorge Tello Peón es un hombre acostumbrado a mirar desde la oscuridad. Una especie de ente metafísico de la seguridad nacional que se materializa cada vez que se le invoca desde el poder. Un hombre común que se convirtió en el icono de los servicios secretos y que los moldeó como quiso desde la última gran transformación de los aparatos de inteligencia civil a finales de los 80.

Provisto de una disciplina ejemplar y de cierta dosis de adicción al trabajo, Tello Peón construyó su propio mito, que lo dibuja como a un funcionario capaz de predecir el futuro político desde una bola de cristal postrada en los sótanos de la administración y de encontrarle soluciones a los más diversos problemas relacionados con las áreas de seguridad del Estado. Un mito que no fue suficiente para amortiguar el golpe sufrido a principios del sexenio pasado luego de la fuga del ahora más buscado narcotraficante mexicano, Joaquín El Chapo Guzmán, cuando era subsecretario de Seguridad Pública.



La más reciente cruzada de este hombre de 53 años, que le absorbe la mayor parte de su tiempo, no solamente radica en brindarle asesoría en materia de seguridad al presidente, sino que consiste en lidiar con las fricciones que se han generado en el interior del gabinete de seguridad nacional.



Los pleitos entre el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna; el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, y el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, hechos públicos desde hace ya varios meses, así como las recientes tensiones burocráticas entre la secretaria técnica del Consejo de Seguridad Nacional, Sigrid Arzt, y el director del Cisen, Guillermo Valdés, que complica la estrategia que impulsa el presidente Felipe Calderón en contra del crimen organizado, sacó a Tello Peón del claustro vacacional en el que permanecía en Monterrey en la empresa cementera Cemex.



Tello se materializó en una especie de superasesor después de la invocación presidencial y se instaló en Los Pinos con toda su fama a cuestas, en un afán de imponer la influencia que todavía tiene en la comunidad de inteligencia y en las fuerzas armadas, con la intención de exorcizar los arranques de vanidad y pleitos en el interior del gabinete de seguridad.



Un funcionario del gobierno federal, que vio de cerca operar a Jorge Tello Peón cuando era director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, hace ya más de dos sexenios, dice que desde entonces guarda una excelente relación con los militares, gracias a que no les regateaba los informes de inteligencia generados en el Cisen. “Este hecho provocaba que la Secretaría de la Defensa también compartiera información de inteligencia con Tello”.



Este funcionario ve la mano de Jorge Tello en uno de los más recientes nombramientos en el interior de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, que coloca al general Javier del Real Magallanes como subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial de la dependencia. “Es todo el estilo de Tello, una manera de garantizar la cooperación entre militares y el secretario García Luna”, comenta.



El intercambio de inteligencia ha sido uno de los puntos de tensión entre los miembros del gabinete de seguridad nacional, que se ha visto interrumpido o limitado debido a los resquemores y desconfianza que existe entre ellos, por lo que una pieza como Jorge Tello en el ajedrez del Presidente, tiene el propósito de enmendar el asunto. Los analistas también observan la oportunidad que tiene Tello Peón de regresar al Chapo Guzmán al penal de Puente Grande, de donde escapó en enero de 2001 y se llevó parte de la reputación del boss del espionaje mexicano .
Jorge Torres, El Universal, 5 de febrero.

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