La caída de las actividades productivas durante el segundo mes de este año ocasionó que la tasa de desocupación en todo el país afectara a 5.3 por ciento de la población económicamente activa en febrero pasado, la más elevada proporción de desempleados en nueve años, desde abril de 2000, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Por su parte, en las 32 principales zonas urbanas, la tasa general de desocupación llegó a 6.40 por ciento, cuando hace un año se encontraba en 5 por ciento.
Según el organismo, la desocupación ha afectado principalmente a la población masculina, la cual elevó la tasa de 4.84 en enero a 5.47 por ciento en febrero de 2009; en tanto que en las mujeres la tasa se redujo de 5.26 a 5.01 por ciento en el mismo periodo.
Pero en términos anuales son mucho más los hombres y mujeres que se encontraron en condiciones de total desocupación en febrero de 2009, que los que enfrentaron esa situación un año antes, aun cuando realizaron acciones en busca de empleo. La tasa de desocupación en los hombres tuvo un incremento anual de 50.3 por ciento, mientras la correspondiente a las mujeres aumentó 15.2 por ciento.
A la calle, 472 mil personas
Con una población económicamente activa de 45.2 millones de personas, similar a la estimada para el cuarto trimestre de 2008, la desocupación afectó en febrero de 2009 a casi 2.4 millones de personas mayores de 14 años, quienes durante ese mes buscaron empleo y no lo encontraron ni el sector formal ni en el informal de la economía, con lo cual 472 mil personas más se incorporaron a las filas de la desocupación durante los dos primeros meses de 2009.
Según los resultados preliminares de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, dados a conocer por el Inegi, 91 por ciento de las personas de 14 años y más, que realizan acciones para encontrar o darse una ocupación, tienen experiencia laboral. En términos absolutos esto indica que aproximadamente 2 millones 200 mil personas desocupadas en febrero reciente tenían un empleo y experiencia, pero ambas condiciones económicas se perdieron; en tanto que el 9 por ciento restante de la población desocupada carecía de experiencia laboral, pero buscaban empleo.
La elevada escolaridad parece ser también un obstáculo para encontrar trabajo y es una característica de la desocupación en México: 30.84 por ciento de la población en condiciones de desempleo, unas 740 mil personas, tienen estudios de nivel medio superior y superior. Otro 38.51 por ciento, alrededor de 924 mil individuos, tienen secundaria completa; mientras en contraste, 10.20 por ciento de la población desocupada tiene primaria incompleta y 20.41 por ciento cuenta con el ciclo educativo básico terminado.
El Inegi indica que 58.1 por ciento de la población de 14 años y más es económicamente activa, porque está ocupada o busca estarlo. En la secuencia estadística del organismo se observa que la población económicamente activa disminuye en términos absolutos durante el primer trimestre de cada año respecto del cuarto del anterior, y eso puede provocar la percepción de que el empleo aumenta o disminuye menos, porque una parte de los habitantes de 14 años y más que buscan empleo desisten al no encontrarlo, y pasan a formar parte del concepto denominado población económicamente no activa.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo dejan entrever los cambios en la estructura laboral afectada por la caída de las actividades productivas en todo el país. En los servicios, refugio laboral en tiempos de crisis, se elevó la concentración del empleo formal e informal en la economía mexicana de 40.69 en febrero del año pasado, a 42.5 por ciento en el mismo mes de 2009.
En el comercio, donde se registran caída de ventas y reducción de personal, se empleaba 19.9 por ciento de la población ocupada en el segundo mes de este año, desde 20.10 en febrero de 2008.
En la industria manufacturera, donde en enero se registró un desplome anual de 14.9 por ciento en la producción, el personal ocupado respecto del total se redujo de 15.9 por ciento en febrero del año pasado, a 15.3 por ciento en el mismo mes de 2009; en la construcción la disminución fue de 8.23 a 8 por ciento; en tanto que en las actividades agropecuarias cayó de 12.7 por ciento en el segundo mes del año en curso, cuando un año antes fue de 13.47 por ciento.
Por su parte, en las 32 principales zonas urbanas, la tasa general de desocupación llegó a 6.40 por ciento, cuando hace un año se encontraba en 5 por ciento.
Según el organismo, la desocupación ha afectado principalmente a la población masculina, la cual elevó la tasa de 4.84 en enero a 5.47 por ciento en febrero de 2009; en tanto que en las mujeres la tasa se redujo de 5.26 a 5.01 por ciento en el mismo periodo.
Pero en términos anuales son mucho más los hombres y mujeres que se encontraron en condiciones de total desocupación en febrero de 2009, que los que enfrentaron esa situación un año antes, aun cuando realizaron acciones en busca de empleo. La tasa de desocupación en los hombres tuvo un incremento anual de 50.3 por ciento, mientras la correspondiente a las mujeres aumentó 15.2 por ciento.
A la calle, 472 mil personas
Con una población económicamente activa de 45.2 millones de personas, similar a la estimada para el cuarto trimestre de 2008, la desocupación afectó en febrero de 2009 a casi 2.4 millones de personas mayores de 14 años, quienes durante ese mes buscaron empleo y no lo encontraron ni el sector formal ni en el informal de la economía, con lo cual 472 mil personas más se incorporaron a las filas de la desocupación durante los dos primeros meses de 2009.
Según los resultados preliminares de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, dados a conocer por el Inegi, 91 por ciento de las personas de 14 años y más, que realizan acciones para encontrar o darse una ocupación, tienen experiencia laboral. En términos absolutos esto indica que aproximadamente 2 millones 200 mil personas desocupadas en febrero reciente tenían un empleo y experiencia, pero ambas condiciones económicas se perdieron; en tanto que el 9 por ciento restante de la población desocupada carecía de experiencia laboral, pero buscaban empleo.
La elevada escolaridad parece ser también un obstáculo para encontrar trabajo y es una característica de la desocupación en México: 30.84 por ciento de la población en condiciones de desempleo, unas 740 mil personas, tienen estudios de nivel medio superior y superior. Otro 38.51 por ciento, alrededor de 924 mil individuos, tienen secundaria completa; mientras en contraste, 10.20 por ciento de la población desocupada tiene primaria incompleta y 20.41 por ciento cuenta con el ciclo educativo básico terminado.
El Inegi indica que 58.1 por ciento de la población de 14 años y más es económicamente activa, porque está ocupada o busca estarlo. En la secuencia estadística del organismo se observa que la población económicamente activa disminuye en términos absolutos durante el primer trimestre de cada año respecto del cuarto del anterior, y eso puede provocar la percepción de que el empleo aumenta o disminuye menos, porque una parte de los habitantes de 14 años y más que buscan empleo desisten al no encontrarlo, y pasan a formar parte del concepto denominado población económicamente no activa.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo dejan entrever los cambios en la estructura laboral afectada por la caída de las actividades productivas en todo el país. En los servicios, refugio laboral en tiempos de crisis, se elevó la concentración del empleo formal e informal en la economía mexicana de 40.69 en febrero del año pasado, a 42.5 por ciento en el mismo mes de 2009.
En el comercio, donde se registran caída de ventas y reducción de personal, se empleaba 19.9 por ciento de la población ocupada en el segundo mes de este año, desde 20.10 en febrero de 2008.
En la industria manufacturera, donde en enero se registró un desplome anual de 14.9 por ciento en la producción, el personal ocupado respecto del total se redujo de 15.9 por ciento en febrero del año pasado, a 15.3 por ciento en el mismo mes de 2009; en la construcción la disminución fue de 8.23 a 8 por ciento; en tanto que en las actividades agropecuarias cayó de 12.7 por ciento en el segundo mes del año en curso, cuando un año antes fue de 13.47 por ciento.
Juan Antonio Zúñiga, La Jornada, 25 de marzo.
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