NUEVA YORK.- Tres ex rehenes estadounidenses de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) escandalizaron al mundo la semana pasada con su libro "Fuera del Cautiverio", en el que critican el comportamiento de su compañera de calvario más famosa, la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.
Sin embargo, el testimonio de estos tres contratistas involucrados en el Plan Colombia resulta también útil para analizar la eficacia de esta iniciativa antinarcóticos financiada por Estados Unidos desde 2000.
"Durante nuestros cinco años como rehenes, pudimos ver un fuerte declive de la habilidad de la guerrilla para abastecerse de provisiones y armamento y para enfrentar a las Fuerzas Armadas colombianas", señaló en entrevista con REFORMA el analista de inteligencia Marc Gonsalves, coautor junto con su compañero Keith Stansell y el piloto Tom Howes del libro.
"Al principio, estábamos en campamentos fijos y les llegaban provisiones en camiones. Andaban con uniformes y armas nuevas", explicó Gonsalves.
"Pero para el final estábamos todo el tiempo en movimiento. En 2008, pasamos casi cuatro meses deambulando por la selva. Ahora, no tienen mucho poder, no tienen la capacidad de atacar bases, como lo hacían antes. Están muy debilitadas. Hasta se pelean por la comida", abundó.
Los tres estadounidenses, empleados de la compañía de defensa Northrop Grumman, fueron capturados por las FARC el 13 de febrero de 2003 cuando el avión en el que viajaban cayó en la selva colombiana, en medio de una operación de fumigación de cultivos de coca.
Mientras dos de sus compañeros fueron asesinados por los guerrilleros, Gonsalves, Stansell y Howes comenzaron una odisea que los llevó a estar cinco años y medio en cautiverio hasta su rescate por el Ejército colombiano, el 2 de julio de 2008, en la "Operación Jaque".
Según sus relatos, tras la captura o muerte de varios cabecillas, la moral en las filas de las FARC está hoy muy baja. Los jóvenes guerrilleros escuchan con frecuencia por radio los mensajes del Gobierno de Álvaro Uribe, donde les ofrece abandonar la guerrilla y reinsertarse en la sociedad.
"Todos escuchan esos programas. Están ansiosos de recuperar sus vidas, una vida distinta. Pero necesitan garantías para dejar la guerrilla porque sus jefes les dicen que son puras mentiras", apuntó Howes.
Sin embargo, el testimonio de estos tres contratistas involucrados en el Plan Colombia resulta también útil para analizar la eficacia de esta iniciativa antinarcóticos financiada por Estados Unidos desde 2000.
"Durante nuestros cinco años como rehenes, pudimos ver un fuerte declive de la habilidad de la guerrilla para abastecerse de provisiones y armamento y para enfrentar a las Fuerzas Armadas colombianas", señaló en entrevista con REFORMA el analista de inteligencia Marc Gonsalves, coautor junto con su compañero Keith Stansell y el piloto Tom Howes del libro.
"Al principio, estábamos en campamentos fijos y les llegaban provisiones en camiones. Andaban con uniformes y armas nuevas", explicó Gonsalves.
"Pero para el final estábamos todo el tiempo en movimiento. En 2008, pasamos casi cuatro meses deambulando por la selva. Ahora, no tienen mucho poder, no tienen la capacidad de atacar bases, como lo hacían antes. Están muy debilitadas. Hasta se pelean por la comida", abundó.
Los tres estadounidenses, empleados de la compañía de defensa Northrop Grumman, fueron capturados por las FARC el 13 de febrero de 2003 cuando el avión en el que viajaban cayó en la selva colombiana, en medio de una operación de fumigación de cultivos de coca.
Mientras dos de sus compañeros fueron asesinados por los guerrilleros, Gonsalves, Stansell y Howes comenzaron una odisea que los llevó a estar cinco años y medio en cautiverio hasta su rescate por el Ejército colombiano, el 2 de julio de 2008, en la "Operación Jaque".
Según sus relatos, tras la captura o muerte de varios cabecillas, la moral en las filas de las FARC está hoy muy baja. Los jóvenes guerrilleros escuchan con frecuencia por radio los mensajes del Gobierno de Álvaro Uribe, donde les ofrece abandonar la guerrilla y reinsertarse en la sociedad.
"Todos escuchan esos programas. Están ansiosos de recuperar sus vidas, una vida distinta. Pero necesitan garantías para dejar la guerrilla porque sus jefes les dicen que son puras mentiras", apuntó Howes.
Alberto Armendáriz corresponsal, Reforma, 2 de marzo.
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