Ecuador, el mayor santuario de las FARC

BUENOS AIRES.— A un año del operativo en el que junto a otras 24 personas fue muerto Raúl Reyes, el otrora número dos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el gobierno colombiano sostiene que Ecuador, y más precisamente el departamento norteño de Sucumbios, “sigue siendo el más grande santuario de las FARC”.
Así lo señalaron voceros gubernamentales citados por el matutino El Tiempo, justo al conmemorase el primer aniversario de aquel ataque en la zona conocida como “La Angostura” de ese departamento, donde se encontraba un campamento de las FARC. El matutino recurrió a fuentes gubernamentales y a un ex guerrillero desmovilizado en un reportaje periodístico en esa región sobre lo que quedó allí de las FARC, tras aquel episodio que resintió sobremanera las relaciones bilaterales entre ambos países.

“Los campamentos de las FARC en Ecuador ahora están a orillas del río San Miguel. La gente llega en carros a ciertos caseríos, ahí se manda a recoger” para luego cerrar los negocios presuntamente vinculados al narcotráfico”, explica el ex insurgente desmovilizado citado por el diario bogotano, al tiempo que cita el nombre de Oliver Solarte, como un hombre de las FARC que opera en la zona.

El primer aniversario de la muerte de Reyes, episodio que inauguró una cadena de golpes sufridos por la guerrilla más antigua de América Latina, fue recordado por el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, como “un acto de legítima defensa y así fue aceptado por la comunidad y el derecho internacional”.

“Golpear a terroristas que sistemáticamente están atentando contra la población de un país, así éstos no se encuentren dentro de su territorio, es un acto de legítima defensa y una doctrina cada vez más aceptada por la comunidad y el derecho internacional”, acotó el ministro.

Para Santos, la “Operación Fénix”, realizada en territorio ecuatoriano, “no significó un costo político para el gobierno” ya que “nosotros íbamos a por Reyes —cuyo verdadero nombre era Luis Édgar Devia— y lo más significativo de esa operación fue el hallazgo de varias computadores y documentos que van a dar mucho de qué hablar durante un tiempo largo”.

Además de esos documentos que la Policía colombiana sigue descifrando, un año después del ataque al campamento y de la muerte de Reyes, el gobierno de Álvaro Uribe celebró “uno de los hallazgos más importantes” de los últimos 365 días, en el marco de su lucha contra las FARC: “la cueva del Mono”, como la llamó el comandante de de las Fuerzas Militares, general Freddy Padilla De León.

Padilla, acompañado de Santos, presentó en el departamento de Meta el escondite de alias Mono Jojoy, uno de los líderes de la guerrilla que aún sobreviven —pese a versiones de prensa de que se encontraría grave— y sus hombres. “Once campamentos, construidos en cavernas naturales en una extensión de aproximadamente 10 kilómetros cuadrados”, donde también se halló un hospital de campaña del frente 27 de las FARC (liderado por Jojoy) y una caverna con un camino interno —estratégicamente concebido— que conducía al Río Tunia.

En las cuevas se encontraron 30 mil medicamentos y 2 mil 500 inyecciones para la leishmaniasis, así como más de 400 granadas de mortero, 8 toneladas de víveres y 10 toneladas de municiones de diferentes calibres.

Santos subrayó que mientras en el pasado los jefes de las FARC vivían “como reyes” en casas con piscina y ahora huyen, están en otros países y sobreviven “como ratas”.

Con todo, y pese a que la Policía se encontraba en estado de alerta máxima ante la posibilidad de que las FARC perpetraran un atentado para recordar la muerte de Reyes, la jornada transcurrió en calma. Sólo se reportó la desactivación de un explosivo en la zona selvática del Putumayo, que limita con Ecuador.

“Las celebraciones de este grupo terrorista no es pidiéndole bendiciones a la Virgen sino con terror y con muerte”, había advertido el viernes el director de Seguridad Ciudadana de la policía, general Orlando Páez Barón. El presidente Álvaro Uribe sólo se refirió a la guerrilla en términos vagos, cuando en una reunión de funcionarios en el departamento de Antioquia pidió “acabar por parejo” con delincuentes, narcotraficantes y guerrilleros e insistió en que los perseguirá, así se escondan en el extranjero.

La “Operación Fénix” marcó el inicio de una serie de duros reveses para la guerrilla, que el 26 de marzo perdió a otro de sus líderes, Manuel Marulanda, o Tirofijo, que murió de un infarto. Luego, en mayo, perdió a otro de sus jefes, alias Iván Ríos, asesinado, junto con su compañera sentimental, por un guerrillero, que ahora exige al gobierno le entregue la recompensa que le prometió.

Por si no fuera suficiente, una controvertida operación del Ejército colombiano le arrebató, el 2 de julio, a su rehén más preciada, la franco-colombiana Ingrid Betancourt. (Con información de agencias)
José Vales corresponsal, El Universal, 2 de marzo.

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