“Lo que pasó en la selva”

NUEVA YORK.— “Revisitar el pasado es una forma de hacer limpieza”. Con esas palabras, Tom Howes explicó por qué, junto con sus otros dos compañeros estadounidenses de cautiverio, decidieron escribir un libro sobre sus vivencias. Y uno que ha resultado ser una “bomba”.

En particular, por el retrato negativo que hacen de quien fuera considerada la “joya de la corona”, la franco-colombiana Ingrid Betancourt, liberada junto con ellos el año pasado y quien es descrita en el libro como una figura “manipuladora”.

“Yo no estoy de acuerdo con el eslogan de que ‘lo que pasa en la selva se queda en la selva’ —manejado por Betancourt—. No estoy tratando de atacar particularmente a nadie. Pero si cuando decimos la verdad alguien se siente afectado, no me tire piedras por ser honesto. No me pida que, simplemente para protegerla, oculte algo que usted hizo, porque eso me convertiría en un mentiroso. No lo haré”, subrayó Keith Stansell, como dirigiéndose a Ingrid. Es él quien, en el libro, expresa mayor resentimiento hacia su compañera de cautiverio a manos de la guerrilla colombiana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El contratista estadounidense defendió sus acusaciones en el sentido de que hubo un momento en que pudieron ser asesinados porque Ingrid exigía más espacio. “Cuando llegamos al campamento Caribe (como los tres estadounidenses se refieren al lugar donde estaban los secuestrados políticos) éramos simplemente tres seres humanos que queríamos ver otros seres humanos. Y duele profundamente cuando alguien dice, ‘no, no los ponga bajo el mismo techo, déjelos afuera al lado de la basura porque no tenemos espacio para ellos’. Y estas son las palabras exactas que me dijo: que les había pedido a las FARC que nos sacaran del campamento porque éramos una amenaza. No me gusta la gente que juega con las vidas de otras personas... Lo que no me gustó es que un rehén, que se cree esta de nuestro lado, haya cruzado la línea y haya acudido a la guerrilla para perjudicar a sus compañeros. Eso algo que no aprecio”.

Lo único que, aseguraron los contratistas, quedó fuera del libro, fue aquello que podría “afectar la seguridad de los que aún están secuestrados”. Por lo demás, hablan de todo, desde los aparentes romances que surgieron entre los rehenes hasta los momentos en que pensaron en el suicidio. En el libro, se insinúa, por ejemplo, que Betancourt mantuvo una relación, más que fraternal, romántica, con el ex congresista Luis Eladio Pérez, liberado también el año pasado, e incluso que existía una atracción entre otro de los autores de “Out of Captivity”, Marc Gonsalves, y ella.

“La atracción entre nosotros no fue romántica, surgió más de la necesidad de llenar un vacío, de encontrar a alguien con quien hablar sobre diferentes temas. Ingrid era una conversadora fascinante, tenía nuevas historias y era alguien muy entretenido, alguien muy agradable con quien compartir. Creo que ella se sintió de la misma forma sobre mí. Disfruté su presencia. Pero fue algo que la guerrilla no aprobó. Cuando vieron nuestra cercanía inmediatamente nos prohibieron hablar y después nos separaron físicamente”, dijo Gonsalves, quien confirmó que Ingrid le escribió en la selva unas cartas donde le hablaba de sus sentimientos por él y que después trató, infructuosamente, de quitárselas.

Sin embargo, Gonsalves insistió en que ya no tiene esas cartas: “Las quemé. Se quedaron en la selva. Nunca salieron de allá”.

Los ex contratistas hablaron también sobre los pensamientos que suelen producirse tras tantos años de cautiverio. Tom Howes dijo que hubo momentos en que pensó que lo mejor era morir. En cambio, Gonsalves siempre mantuvo la esperanza de volver a sus hijos, a su familia. Ahora, los matrimonios de ambos están disueltos.

Ahora que el libro es una realidad, los tres estadounidenses desean continuar con sus vidas, aunque también están estudiando ofertas para llevar su historia a la pantalla grande. Sin embargo, aún necesitan tiempo para recuperarse. Gonsalves lo resumió de este modo: “Toda mi vida antes de caer en las selvas de Colombia ya no existe. Estoy empezando desde cero, es como si hubiera vuelto a nacer”.
Claudia Sandoval Gómez, El Universal, 2 d emarzo.

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