Pero si es verdad aquello del rey muerto y el rey puesto, la frase vale lo mismo para el virrey, el ministro o el secretario. La remoción de Ramírez Acuña, tanto como la de Beatriz Zavala, nada más prueba el carácter tambaleante del primer gabinete de Felipe Calderón, su forzada capacidad de pago por los favores requeridos para ocupar el cargo y la paulatina cuanto riesgosa manera de tomar las riendas cuando ya se va al galope de los acontecimientos.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 17 de enero.
Como quiera, las remociones de Zavala y de Ramírez Acuña y el acomodo en esas posiciones de dos funcionarios ligados estrechamente al Presidente, representan el fin de una temporada de compromisos y el inicio de otra en la que el Jefe del Ejecutivo pretende tener un gabinete 100% calderonista.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 17 de enero.
LA LLEGADA de Juan Camilo Mouriño y Ernesto Cordero a la primera línea del gabinete debe traer intranquilos a Enrique Peña, Manlio Fabio Beltrones y Marcelo Ebrard.
Y ES QUE los priistas y el perredista eran quienes más claramente se perfilaban -con tantísima anticipación- para pelear "la grande" en el 2012. DEL LADO del panismo en realidad no se veía a nadie con tamaños, pero la asunción de los flamantes secretarios viene a darle un nuevo rostro a la adelantada carrera sucesoria.
HAY QUIENES DICEN que Felipe Calderón está colocando en el tablero no a sus alfiles, sino a sus gallos para esa pelea.
OBVIAMENTE los momios se cargan en favor de Juan Camilo debido al poder que acumuló como número dos de Los Pinos, con todo y la polémica que se quiere crear sobre si cumple o no el requisito de la nacionalidad mexicana para ser secretario y hasta Presidente.
Y DE CORDERO se argumenta en su contra que su breve carrera política la ha hecho más bien en el Congreso y que, por lo tanto, tiene poca experiencia en cuestiones de gobierno; igualito que Calderón... hace algunos años.
F. Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 17 de enero.
Para atender esos problemas que las dos secretarías comparten, hace falta un ejercicio de proyección de agenda. Que la Secretaría de Gobernación tenga problemas para encontrar su lugar en la nueva realidad democrática y carezca de herramientas para llevar adelante sus tareas, parece, mas bien un asunto de coordinación y de jerarquía en el gobierno, más que uno de facultades otorgadas por ley. Y si este problema existiera, el asunto debería tratarse con seriedad y el Presidente promover un cambio en la ley para darle a su secretario del interior las facultades que le son indispensables para atender los problemas políticos que le competen.
Lo mismo puede decirse del Secretario de la Sedesol. ¿Dónde están sus facultades, qué atienden y dónde su capacidad política para la colocación de recursos o para la coordinación de esfuerzos? En efecto, requiere de construir una agenda que permita pensar en prioridades y resolver la generalidad del gasto social, pero debe tener un espacio para resolver problemáticas concretas.
Miguel González Compeán, Crónica, 18 de enero.
En Gobernación, el propósito es claro: ganar las elecciones de 2012. Si bien el técnico Ernesto Cordero no ha tenido todavía la oportunidad de hablar y equivocarse, el joven licenciado por la Universidad de Tampa, Juan Camilo Mouriño, declara enfáticamente que su plan no es tal. ¿Habrá quien le crea? Y si lo dijo, ¿acaso no sabe que eso contraviene los planes de su jefe? Comienza mal, pues, un titular de Gobernación que no tiene aspiraciones presidenciales; es, como dirían los chinos, un tigre de papel.
Con ese innecesario tropezón, Mouriño encabeza la segunda lista de posibles decapitados, en donde ya aguardaban Genaro García Luna, quien trata de contener la avasalladora catarata de crímenes originados por la narcoviolencia, y donde también está el doctor José Ángel Córdova, a quien le molestan los condones
Raúl Cremoux, El Universal, 18 de enero.
La labor del Secretario de Gobernación es el acuerdo político en diversos ámbitos y temas. Pero al final, la búsqueda por la paz social y la concordia que permita que los grupos sociales y la sociedad en general puedan desplegar sus capacidades en el mejor ambiente posible, ése es su principal trabajo. La del Secretario de Sedesol, es similar, porque sacar de la pobreza u ofrecer paliativos para millones de mexicanos, es una manera, en realidad, de lograr la paz social. Mucho tendrán que hablar los nuevos secretarios de Estado para atender este delicado fin. Ya veremos la agenda que presentarán.
Miguel González Compeán, Crónica, 18 de enero.
Y lo mismo aplica a Germán Martínez Cázares y Ernesto Cordero, por aquello de Sedesol. Es históricamente una secretaría-trampolin por eso de que se reparte dinero… aunque también sea foco y reflector de crítica y más en estos tiempos.
Lo cierto es que con la llegada de Mouriño algunos de los secretarios que siguen en el gabinete dieron un respiro. Y no es precisamente por tener ahora un compañero de gabinete guapo… sino porque al pasar de estar tras bambalinas al reflector, tendrá menos tiempo para grillas, aseguran
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 18 de enero.
Falta saber cuál es el grado de resistencia que tendrá la estructura social cuando se den los crujidos de una tormenta brutal que puede hacer naufragar a cualquiera ante la carestía y el desempleo masivo, si es que estos fenómenos no pueden ser amainados. Por lo pronto, en la proa del inmenso barco, el capitán Calderón ha colocado a un Cordero con una macrochequera y computadora de muchos discos duros, y a un Mouriño de casta bravía para alentar a millones de mexicanos a llegar a puerto seguro, quienes atemorizados vemos decapitados todos los días
Raúl Cremoux, El Universal, 18 de enero.
El nombramiento de los colaboradores más cercanos de Felipe Calderón al frente de dos áreas estratégicas como lo son Gobernación y Desarrollo Social tiene, sin duda, muchos mensajes. Denota una nueva fase que parte de la consideración que ha sido superada la primera etapa extremadamente conflictiva y crítica, al grado de que estaba en entredicho incluso su protesta como titular del Ejecutivo. Hoy la situación se ha modificado. No sólo porque se ha estabilizado el contexto político y se han logrado acuerdos, sino porque este año se tienen que cristalizar reformas que, en la lógica presidencial, son cruciales. También es necesario perfilar la elección intermedia para la Cámara de Diputados y, en ese sentido, afilar muy bien las estrategias políticas y los programas sociales que se traduzcan en votos (que nadie se asuste, lo mismo hacen los otros partidos, nada más hay que ver el caso del Distrito Federal) para obtener una mayoría que le permita gobernar más holgadamente y sin tanta dependencia con relación al PRI. No es casual que el relevo en el PAN haya sido el primer paso y la otra pieza necesaria en este triángulo. Esta renovación también obedece (aunque se niegue) a la muy temprana carrera presidencial que tiene en los otros partidos cabezas visibles y que, en el caso del blanquiazul, no estaban claras. Estas nuevas caras tienen que ver con la idea de que en México (como en muchos otros países) se está presentando un fenómeno, muy reciente y apenas perceptible, que demuestra el hartazgo —sobre todo de los jóvenes— de la clase política tradicional a la que le atribuyen la ausencia de transformaciones reales, y la preferencia por nuevos liderazgos cuyo rostro es joven o de mujer. Este relevo generacional y de género mueve (y conmueve) de manera singular a una parte importante del electorado, más allá de los aspectos racionales relacionados con proyectos de país o visiones de Estado. El tricolor tiene cartas fuertes que han logrado consolidar gobiernos exitosos en sus entidades y cuya imagen empieza a trascender al ámbito nacional. El PRD tiene un líder carismático y con gran presencia popular, pero también otras opciones como la del jefe de Gobierno del DF, o la de aquellos que, como el actual gobernador de Michoacán, representan un perfil renovado y diferente al habitual. Con el arribo de estos nuevos secretarios, el PAN pone en el tablero también sus fichas, creando con ello además la poderosa sensación de que ya son otros, y no los de siempre, los que arriban al poder.
Rosario Robles, Milenio, 19 de enero.
Así, el Presidente tiene tres retos fundamentales a partir del naciente 2008. Primero, crear los puentes necesarios, las negociaciones y los acuerdos para impulsar la mayor cantidad de reformas. Segundo, ofrecer a los ojos de la ciudadanía y de los potenciales electores, resultados tangibles y creíbles sobre su gestión —a fin de apuntalar eso que los politólogos conocen como la gobernabilidad— que le permitan a su partido pelear por el electorado. Y tercero, colocar en línea las piezas para construir al o a los potenciales candidatos a las gubernaturas que se renovarán en los próximos años, además de uno o más potenciales candidatos presidenciales para 2012.
Y precisamente aquí es donde aparece el hilo fino del tablero que mueve Calderón. En pocas palabras, que para efectos políticos —es decir, para tejer una relación estable con el Congreso y avanzar en reformas posibles, y para preparar la elección de 2009—, el Presidente requería no sólo colaboradores de su estrecha confianza, como Mouriño y Ernesto Cordero, sino personajes que en el pecho porten el estandarte de “hombres del Presidente”, y hasta de potenciales presidenciables
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 20 de enero.
La salida de Beatriz Zavala de Desarrollo Social y de Ramírez Acuña de Gobernación no revela tanto de la estrategia y ruta del presidente Calderón, como sí lo hacen la llegada de sus relevos.
Ernesto Cordero toma las riendas de Sedesol y de las políticas de apoyo social que, al menos hoy día, están tan vinculadas con la buena o mala imagen de los gobiernos. Su objetivo central es recuperar y consolidar la imagen de este gobierno y de su titular.
En la Secretaría de Gobernación llega Juan Camilo Mouriño, reconocido como el hombre más poderoso y cercano a Felipe Calderón y quien llevaba, ya, las riendas de gran parte de los asuntos de política interna. En alguna medida el nombramiento de Mouriño formaliza lo que era ya su actividad.
Luciano Pascoe, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 20 de enero.
Parece ser que el presidente Felipe Calderón abrió su segundo sobre y descabezó dos Secretarías, para ponerse a tono con el clima de violencia que está viviendo el país y dejar claro que, sin lugar a dudas, se trató de un ajuste de cuentas. Gracias a estos cambios, la población se enteró de que sí había dos secretarios de Estado llamados Beatriz Zavala y Francisco Ramírez Acuña y que no eran solamente mitos urbanos.
El ex secretario de Gobernación dejó de hacer más cosas de las que realmente hizo, negándose a tomar el papel que le correspondía como operador de la política interna del país. Por su parte, se dice que Beatriz Zavala seguía esperando que le hicieran oficial su nombramiento como secretaria de Desarrollo Social para ponerse a trabajar, cuando le informaron que debería renunciar. La mala noticia es que de las cuatro mujeres que iniciaron el sexenio, ya sólo quedan tres.
Vianey Esquinca, “La inmaculada percepción”, Excélsior, 20 de enero.
Hace una semana en este espacio insistí en la necesidad de realizar cambios dentro del desdibujado gabinete que padecimos durante el primer año. A mi juicio se requería el reemplazo de algunos secretarios que no daban el ancho y la convocatoria a los mejores hombres y mujeres posibles para hacerse cargo de las tareas de gobierno. Siete días después Calderón ha efectuado tres cambios, ciertamente, pero no necesariamente para colocar a las personas idóneas.
La designación del administrador Ernesto Cordero en Sedesol y el ex gobernador Patrón Laviada en la procuraduría de protección al ambiente, reflejan un profundo desdén de parte del Presidente a dos sectores claves para el futuro de país: la desigualdad social y la ecología. Por su parte, el nombramiento de Camilo Mouriño en la Secretaría de Gobernación es una decisión valiente, quizá temeraria, pero clave en las aspiraciones de Calderón para precipitar los cambios políticos
Jorge Zepeda Patterson, El Universal, 20 de enero.
Un poco más claro: ¿cuál es la importancia de que los responsables de la gobernación interna y el desarrollo social porten el doble estandarte, “hombres del Presidente” y presidenciables? ¿Por qué desde Los Pinos, en una estrategia casi subliminal, se les puso la etiqueta de presidenciables a Cordero y a Mouriño? Por eso, porque se engaña con la verdad. Es decir, se hace creer a todos, sobre todo a los opositores, que los operadores del Presidente están en Gobernación, en la Sedesol y en el PAN —por cierto, al viejo estilo del PRI, el PAN de Germán Martínez prácticamente se convirtió en una secretaría de Estado—, y que esos mismos operadores son los potenciales precandidatos para 2012. ¿Para qué este último sello, el de presidenciables?
Para eso, para que sean tomados en cuenta a la hora de acordar, negociar y pactar, para que no les ocurra lo que le pasó a Francisco Ramírez Acuña, a quien no le hacían caso ni los intendentes de Gobernación. Y aquí aparece una pregunta fundamental: ¿a estas alturas se puede hablar de un “delfín” de Calderón para 2012? Por supuesto que no. Si bien el Presidente trabaja ya en moldear a un sucesor y un proceso sucesorio en su partido, lo más importante para él es que su gobierno sea visto como el de una gestión eficaz y de resultados tangibles, rentables electoralmente. Pero, al mismo tiempo, a Felipe Calderón no sólo le conviene, sino que le interesa jugar ese juego, el de la sucesión adelantada, porque cada potencial presidenciable de su gabinete se convierte en un ejecutor y negociador eficaz. Y con el tiempo se podría ganar su lugar como potencial presidenciable.
Un ejemplo claro de esa estrategia es la mitología que se creó en torno a Juan Camilo Mouriño, sobre todo en su paso de la Oficina de la Presidencia a Gobernación. Es decir, que cuando se le confirmó el estatus de presidenciable —a pesar de que está muy lejos siquiera de mostrar “espolones para gallo”—, se le reafirma como un interlocutor privilegiado del gobierno del presidente Calderón. Lo que le importa al Ejecutivo son los resultados. Pero si además el señor Mouriño sale airoso de la prueba, entonces podrá seguir en la pelea. De lo contrario, le pasará lo que le ocurrió a Francisco Ramírez Acuña. Será echado. Nadie puede negar que Calderón tiene amigos, pero también le interesa hacer un buen gobierno, y para eso los amigos no siempre son la mejor alternativa
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 20 de enero.
Los relevos que llegaron, a la Segob —Juan Camilo Mouriño y a Sedesol —Ernesto Cordero, son hombres cercanísimos a Felipe Calderón, que no mueven masas ni provocan multitudes y son igual de desconocidos que sus compañeros de gabinete para la población en general, pero tan sólo por tener derecho de picaporte con el Presidente podrían ser más eficaces.
De estos dos movimientos, el que resulta más interesante es el de Juan Camilo Mouriño, no sólo porque es considerado el verdadero operador del Ejecutivo, sino porque se colocó en la carrera presidencial debido a la cercanía con el Presidente, lo cual inevitablemente lo convierte en su delfín, pero también porque la Segob siempre ha sido un buen trampolín para los políticos. Los ex presidentes Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Luis Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz fueron encargados de la política interna del país. Aunque también es la dependencia que más cambios tiene a lo largo de un sexenio.
Vianney Esquinca, “La inmaculada percepción”, Excélsior, 20 de enero.
Calderón alinea a sus jóvenes turcos: Germán Martínez, Ernesto Cordero, Camilo Mouriño, César Nava y Rogelio Carbajal. Pero si hubo apenas tímido esbozo futurista al recuperar Germán Martínez el PAN, en cuanto llegó Juan Camilo Mouriño a Gobernación renació la gloriosa cargada, asoma en lontananza la “carga de los búfalos”. La condición de valido y la vieja xenofobia alentaron resabios por el equívoco manejo de su condición de mexicano por nacimiento; dudas que obligan al gobierno a presentar pruebas irrefutables de que cumple con los requisitos para ser secretario de despacho. Ya hubo lamentable confusión entre lo que dicta el artículo 91 constitucional y las condiciones expresas en el 82 para ser presidente de la República
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 20 de enero.
Lo que queda claro es que al llevar a Mouriño a Gobernación y a Cordero a Desarrollo Social apenas al amanecer de su gobierno —con todos los riesgos e inconvenientes que ello representa, porque los expone a que sean “reventados” por las críticas opositoras o por errores propios—, el presidente Calderón actuó más como un estratega que como un amigo. Para Calderón es importante que los cambios se hagan en una etapa temprana, porque eso le permitirá contar con tiempo para corregir lo que se deba cambiar. Es decir, si Mouriño y Cordero fracasan, al terminar 2008 estarán fuera, y el Presidente pondrá en marcha otros movimientos en su tablero. Esto es, que si era y fue sacrificable su amigo y principal promotor como aspirante presidencial, Francisco Ramírez Acuña, también lo podrán ser los señores Mouriño y Cordero
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 20 de enero.
El cambio en el modelo organizacional provocado por el solo nombramiento del nuevo Secretario de Gobernación implica, simultáneamente, el traslado de la responsabilidad política hacia arriba, hasta el mismo vértice de la pirámide del poder en el gobierno de Calderón. Mientras que en el modelo anterior, la responsabilidad se distribuía (y diluía) entre todos los miembros del gabinete —funcionarios que mantenían un bajo perfil y una cierta distancia de la Presidencia—, ahora la responsabilidad se concentrará en el funcionario con alto perfil con mayor cercanía al Presidente.
Así, mientras las limitaciones, errores o ausencias de cualquier otro funcionario (por ejemplo, Ramírez Acuña o Beatriz Zavala u otros que han salido del gabinete ampliado en estos primeros meses de gobierno) no salían de sus propios ámbitos y, por lo mismo, no contaminaban la gestión o la popularidad del presidente Calderón, esto no necesariamente será cierto con alguna crisis que pudiera enfrentar Mouriño en Gobernación. Ante un conflicto determinado, ¿qué distancia separa al Secretario del Presidente?
Emilio Zebadúa, “Observatorio Global”, Crónica, 21 de enero.
El artículo 30 de la Constitución es claro y la nacionalidad por naturalización se le da a los extranjeros que obtengan de la Secretaría de Relaciones carta de naturalización; a la mujer o el varón extranjeros que contraigan matrimonio con varón o con mujer mexicanos y tengan o establezcan su domicilio dentro del territorio nacional.
En fin, es uno de los delfines de Felipe Calderón, al lado de Ernesto Cordero, Germán Martínez y César Nava, para la candidatura panista del 2012. Ya la oposición vela armas con Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, en el centrista PRI y con Marcelo Ebrard y Andrés el Peje López Obrador del izquierdista PRD. La caballada está engordando como diría un clásico guerrerense de los setentas, Rubén Figueroa.
Víctor Sánchez Baños, Crónica, 21 de enero.
Con ambos nombramientos, el de Iván y el de Cordero, el Presidente ha vuelto público un triunvirato que hace ya varios años era asumido como tal por su círculo más íntimo.
¿Estará consciente Calderón de que estas estructuras de poder nunca son para siempre?
Ricardo Raphael, El Universal, 21 de enero.
La otra pieza que se movió en el tablero fue la titularidad de la Secretaría de Desarrollo Social. La llegada Ernesto Cordero tiene amarres importantes en el rompecabezas. Calderón habló de una nueva política social; quién sabe cuál será ser el alcance y contenido de esta afirmación, más allá de la retórica del momento.
Se puede pensar en dos consecuencias inmediatas sobre el futuro inmediato de la política social: por una parte, la posible subordinación de lo social al espacio de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; el perfil técnico del nuevo secretario cuadra con este objetivo. Por la otra, el movimiento de Beatriz Zavala al CEN del PAN puede reforzar con información privilegiada al partido en materia de los beneficiarios-votantes de los programas sociales, lo cual significa un importante insumo para la operación electoral del panismo.
De cualquier forma, con la mezcla entre subordinación social a la tecnocracia de Hacienda y el manejo electoral de la política social, queda poco espacio para que los cambios apunten hacia la resolución de problemas fundamentales, como la perspectiva de derechos que necesita la política social y el blindaje de los programas en todos sus niveles de operación, para contrarrestar el clientelismo feroz que practican todos los partidos políticos
Alberto Aziz Nassif, El Universal, 22 de enero.
Los diputados y senadores del sector campesino del PRI, quieren orillar al secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas, a que renuncie y regrese a su posición en el Senado. Héctor Hugo Olivares y Heladio Ramírez, al igual que otros legisladores que fueron despreciados por el jalisciense, se la van a cobrar y por lo mismo, no acudirán a la cita que tenían en el recinto de San Lázaro. Los perredistas también quieren la cabeza del funcionario y se han unido al boicot.
Hace unas cuantas semanas, Cárdenas compareció ante los legisladores y ante los cuestionamientos respondía lo que le daba la gana, lo hacía con molestia. En el cuartel de los priistas se esperaba que en el reacomodo que hizo el presidente Felipe Calderón, despidiera a su secretario de Agricultura, pero por el momento salvó la cabeza. De seguir por ese camino, el ex gobernador de Jalisco tendrá que hacerle compañía a su ex compañera de Cámara, Beatriz Zavala, y retirar su licencia en el Senado, para volver a ocupar el escaño que abandonó hace poco más de trece meses.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 24 de enero.
Juan Camilo Mouriño fue uno de los nombres a los que Manuel Espino señaló como responsable de la guerra sucia contra los panistas. No sólo de alinear a los delegados estatales para hacerlos calderonistas, sino en el proceso interno para la elección de los consejeros que al final habrían de participar en la elección democrática panista por la renovación de la dirigencia nacional, proceso que quedó casi desierto y que ganó casi por default Germán Martínez Cázares.
Mouriño hoy no sólo es el secretario de Gobernación, también es presidenciable aunque él diga que no le interesa, será el puching bag del calderonismo. El otro presidenciable es Ernesto Cordero, si no le desaparecen la Sedesol antes de que termine el sexenio. Germán no se ha despegado. Son todos. Además de los citados, Calderón ya no tiene más presidenciables.
Jesús Sánchez, “Recuento Político”, El Financiero, 24 de enero.
La sustitución en la dirigencia del PAN, dos relevos en importantes carteras del gabinete, Gobernación y la Sedesol, y un aumento en las funciones de la secretaría particular son hasta el momento el saldo de los cambios en el gobierno del presidente Calderón. Germán Martínez sustituye a Manuel Espino, Juan Camilo Mouriño a Francisco Ramírez Acuña, Ernesto Cordero a Beatriz Zavala y César Nava asimila funciones que antes tenía la coordinación de asesores en Los Pinos.
Es una pérdida de tiempo que denota pobreza analítica verlos en función de las elecciones de 2012, y ya desde 2008 iniciar la “sucesión” de Calderón. Si nos detenemos en el momento y rasgos comunes de los actores políticos, encontraremos mejores claves políticas sobre la ruta en que el timonel pone a la nave, es decir, el rumbo del país a principios de siglo.
Emilio Rabasa Gamboa, El Universal, 24 de enero.
Un ingrediente fundamental para el reforzamiento del control político es sin duda la Secretaría de Desarrollo Social, desde donde se ejerce no sólo un presupuesto importante que influye directamente en la condición socioeconómica de millones de mexicanos, sino también un potencial de apoyo al gobierno en turno, independientemente de las medidas que se toman para evitar la vinculación de programas sociales a procesos electorales. Es por ello que los priistas, creadores del concepto y el aparato político mismo, demandan la desaparición de una Secretaría que por su propia característica concentra un inmenso poder en todo sentido.
La designación de Ernesto Cordero al frente de esta dependencia se inscribe en esta estrategia destinada a aplicar los programas sociales con un alto porcentaje de efectividad, al mismo tiempo que responde a las necesidades de construcción de un equipo político-económico cercano al Presidente. La "calderonización" del gabinete se presenta como una apuesta dirigida a centralizar decisiones, obteniendo resultados en el corto plazo y reforzando principalmente la intermediación política con el Congreso y los gobernadores.
Sin duda que este tipo de apuesta representa un gran riesgo para la administración de Calderón, ya que está haciendo uso de la primera fila de generales, cuando aún faltan cinco años de gobierno. Un fracaso en este momento debilitaría enormemente la capacidad de movimiento del Presidente durante el resto del sexenio. En todo caso se trataría de conseguir la aprobación de las reformas energética y laboral, como demostración de la efectividad de los cambios realizados. A partir de esta nueva realidad, aliados del gobierno de Calderón que hasta ahora han cobrado caro su apoyo en el proceso electoral del 2006, como el caso de Elba Esther Gordillo, tendrán que evaluar la nueva realidad.
Ezra Shabot, Reforma, 25 de enero.
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