Esa tendencia al ejercicio de opinión, más allá de los criterios oficiales que han regido durante casi medio siglo, cobra fuerza en la medida en que “se impone ahora desestatizar la sociedad cubana, liberarla del espíritu burocrático-estatal que todo lo corrompe”, dijo Alfredo Guevara, uno de los personajes emblemáticos de la revolución.
En ese contexto, Casaus convocó a intelectuales “a participar (en el debate) con criterio propio”, e instó a la prensa local a que “sea reflejo” de la “realidad compleja (…) en que vivimos”, al introducir una conferencia del sociólogo argentino Horacio González en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.
“Para eso hacen falta los espacios en nuestra prensa, la radial, la televisiva, la escrita (…) y que esa gestión informativa incluya la crítica de una manera abierta, diáfana y comprometida”, dijo tras evocar el criterio de Ernesto Che Guevara de que “no debemos crear asalariados dóciles al pensamiento oficial”.
Por su parte, el escritor Guillermo Rodríguez Rivera consideró que “Cuba necesita un proceso de democratización”. Pero antes, escribió en la publicación Espacio Laical, “hay que ordenar un poco nuestro defectuoso universo económico”.
La Habana. Manuel J. Somoza, Milenio 16 de febrero.
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