En conferencia de prensa, los obispos Gustavo Rodríguez Vega, de Nuevo Laredo, Tamaulipas; Sócrates Sandigo Jirón, de Chontales y Río San Juan, Nicaragua; Gregorio Rosa Chávez, auxiliar de San Salvador, El Salvador, y Ángel San Casimiro Fernández, de Ciudad Quesada, Costa Rica, lamentaron también los abusos infligidos a los migrantes en territorio mexicano por bandas criminales.
Al concluir los trabajos de Cáritas de Centroamérica, México y Panamá, los citados jerarcas católicos expresaron también su preocupación por la “violencia derivada del crimen organizado y la pobreza creciente que genera migración forzada”.
Señalaron que aunque llegaran a aprobarse normas que criminalicen la migración y sancionen a quienes brindan su apoyo a estas personas, la Iglesia no cejará en darles su apoyo.
San Casimiro Fernández rechazó las leyes migratorias “basadas en la seguridad nacional”, que consideran “delincuentes” a los migrantes. Hizo hincapié en que “en lugar de considerarlos peligrosos, se debe caer en la cuenta que son los indefensos de los más indefensos, y un indefenso nunca puede ser peligroso; por tanto, me parece que una ley que criminalice la migración aquí, en nuestros países, es definitivamente una norma totalmente discriminatoria e injusta”.
El sacerdote Armando Flores, secretario ejecutivo de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano, señaló en relación con la discusión existente en el Senado sobre la aprobación de una nueva ley que regule la migración, que la Iglesia sigue la “vocación samaritana de salir al encuentro del necesitado, a la que no puede renunciar. El migrante es una persona vulnerable y ahí debe estar la Iglesia”.
Sandigo Jirón dijo que es “válido” que los gobiernos tomen medidas para atender el paso de personas de un país a otro, pero remarcó que no debe ser sinónimo de tomar medidas “exageradas”, que puedan llegar a “convertirse en algo injusto”.
Planteó: “Si se han abierto las puertas para que el comercio se mueva, ¿por qué no para los seres humanos? La tierra es nuestra casa; entonces, ¿quiénes somos nosotros para poner medidas extremas para impedir la movilidad, más aún entre países hermanos y similares?”
Rodríguez Vega deploró los secuestros de migrantes, en lo cual coincidió San Casimiro Fernández, quien dijo “lamentar estas situaciones de secuestros y de vejámenes”, y calificó el paso de los migrantes por el país como un “calvario”.
Rodríguez Vega expresó: “el llamado es urgente para que las autoridades de cada uno de los países de Centroamérica, así como México en especial, pongan todo el esfuerzo por cuidar, por salvaguardar la vida de estos hermanos, que no son criminales, que son seres humanos en búsqueda de un progreso, expulsados de su país por la pobreza, y que por tanto merecen respeto y cuidado”.
En cuanto al tráfico de armamento para el narcotráfico, Gregorio Rosa Chávez comentó que “en esta lógica diabólica las armas son un elemento clave”, y sostuvo que este problema es una alerta de que es necesario “globalizar la ética” y la solidaridad.
Flores indicó que existe una estrecha comunicación entre los obispos estadunidenses y mexicanos en torno al tráfico de armas, y Rodríguez Vega adelantó que dentro de 15 días habrá una reunión en el norte del país entre prelados de ambas naciones, en la cual se abordará el tema.
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