Fuerzas guardafronteras cubanas detuvieron a este marino el 2 de agosto de 2007, en aguas al sur de Pinar de Río, a bordo de una lancha rápida, moderna y costosa, cuando “pretendía sacar del país a una veintena de personas” que esperaban ocultas en la costa.
Informes a los que tuvo acceso MILENIO indican que José estaba acompañado por un cubano que meses antes se fugó de la isla e iba a cobrar “50 mil pesos mexicanos” de consumarse la operación. Los organizadores del viaje se embolsarían cerca de “200 mil dólares”.
Autoridades cubanas aseguran que el tráfico de personas por la “vía sur” —que se extiende por mares profundos desde Quintana Roo y Yucatán hasta un extenso tramo de la costa meridional isleña, entre las provincias de Pinar del Río y Cienfuegos— deja a los polleros ganancias mensuales de “un millón de dólares”, e insisten en que esas operaciones son “organizadas por bandas de anticastristas radicados en Miami”, asociados a narcotraficantes mexicanos.
En Miami, la “capital del exilio”, radica la mayor parte de la migración isleña asentada en EU tras el triunfo de la revolución del ahora convaleciente presidente Fidel Castro, y “es precisamente de muchas de esas familias de donde parte el financiamiento para estas salidas clandestinas”, agregaron las fuentes.
La “vía sur” ha ido ganando en intensidad en la misma medida que cubanos y estadunideses refuerzan el control del Estrecho de Florida, al norte; el corredor marítimo preferido de los cubanos, que si logran tocar territorio de ese país, por cualquier vía, reciben acogida automática y permiso de residencia al año de llegar, por la llamada Ley de Ajuste Cubano, que promovieron los anticastristas en los años 60 y todavía rige.
Mientras José espera su eventual juicio y sentencia, hasta hoy, suman 12 los mexicanos que, por tráfico de personas, cumplen largas condenas en La Condesa, una prisión para extranjeros ubicada en las afueras de La Habana, quizá con mejores condiciones de reclusión que las restantes del país, donde están confinados incluso personajes controvertidos como el negociante Robert Vesco, un estadunidense reclamado por el Buró Federal de Investigaciones.
Pero según Ana Hernández, quien en enero finalizó su misión como cónsul en La Habana y viaja a asumir similar responsabilidad al norte de EU, la mayor parte estos mexicanos presos “no son verdaderos delincuentes; son gente que se vio involucrada en ese proceso; incluso el caso de José es muy similar al de los otros detenidos, personas con bajo nivel educativo y escasos recursos que se ven involucrados en este tipo de operaciones porque necesitan dinero, pero que además no son piezas centrales en la organización; son sólo piececitas en este rompecabezas”.
Entre los dos gobiernos hay acuerdos para que esos presos puedan cumplir parte de su condena en México, pero hasta el momento ninguno de los ciudadanos de este país juzgados por tráfico de personas en Cuba ha podido beneficiarse del procedimiento.
Fuentes mexicanas dijeron a este diario que “uno de ellos ha hecho la petición hasta tres veces”. Los cubanos alegan que “el tráfico de personas está tipificado como un delito muy grave que atenta contra la seguridad” del país.
Pero los mexicanos presos en Cuba y los polleros cubanos supuestamente vinculados a narcos en México, son sólo partes de un problema más complejo.
Sandra, una trigueña cubana que cuando baila salsa estremece hasta a los insensibles, reside hoy en Nueva York luego de ingresar a EU por tierra, procedente de México, al despuntar el siglo en curso.
Como parte de un plan calculado hasta el detalle, Sandra se “divorció” de su esposo cubano, se “casó” con un mexicano que viajó a la isla expresamente, burló todas las preguntas de control que le hicieron los cónsules en La Habana y el mismo día que desembarcó “legalmente” en el Distrito Federal, siguió hacia la frontera.
Los estadunidenses dicen que en el año fiscal 2006-2007, 10 mil indocumentados cubanos entraron a ese país desde México, mientras que en el mismo periodo sólo 7 mil 693 intentaron llegar a Miami por el Estrecho de Florida, 70 por ciento mediante traficantes.
“El problema es complicado, hasta para contabilizar, porque entre esos 10 mil deben haber algunos que viajaron a México legalmente, con un visado (como hizo Sandra), otros que entraron a nuestro país desde el centro o el sur de América, y también los balseros o las familias completas que están moviendo los traficantes”, comentó un experto mexicano con residencia en La Habana.
El tema migratorio es espinoso y seguirá pendiente, probablemente, hasta que la canciller mexicana Patricia Espinosa Cantellano viaje a La Habana y puntualice con su homólogo cubano, Felipe Pérez Roque, el tramo que se disponen a recorrer los dos gobiernos en la primera mitad de 2008, como parte del relanzamiento de relaciones bilaterales en el que vienen trabajando discretamente.
Para preparar la visita de la canciller, y del ministro cubano a México después, funcionarios de ambos países se reunirán entre finales de enero y principios de febrero. No obstante, hasta ahora “no hay nada concreto” en materia de acuerdos migratorios, según el embajador en La Habana, Gabriel Jiménez Remus.
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