Hasta ese momento, se habían soltado más de 100 veces 100 palabras, cifras, porcentajes, gráficas. Y se habló de avances en la lucha contra la delincuencia.
Pero llegó el turno de María Elena Morera, quien hablaba en nombre de la sociedad civil. Entonces ella dijo que lamentablemente, la realidad es otra, y lo dicen los casos de los torturados, ejecutados, secuestrados, las víctimas de la delincuencia, los mártires, los que han perdido la vida en estás últimas semanas. Y acusaba: mientras tanto hay ajustes de cuentas, filtraciones entre servidores públicos. Concluía: “las cosas no están mejor que la última vez que nos vimos”. Fue en ese momento cuando surgió su cuestionamiento, una pregunta que quedó en el viento.
Cien días después. A la diestra del Presidente de la República, junto a él, el secretario Genaro García Luna. Más alejado, el Procurador General de la República. El primero participó varias veces en la reunión, el segundo permaneció en silencio.
Una reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública que se inició con un minuto de silencio en memoria de quienes han muerto en la lucha contra la delincuencia, y por las víctimas del derrumbe del avión en las Lomas de Chapultepec. El secretario de Seguridad Pública mencionó por su nombre a Juan Camilo Mouriño, sólo a él, no habló de José Luis Santiago Vasconcelos.
Ya habían desayunado los gobernadores con el jefe del Ejecutivo federal y con varios de sus colaboradores. Hubo en ese encuentro a puerta cerrada reclamos de quienes consideraron que las cifras y datos sobre la preparación de los policías en sus entidades y las acciones contra el crimen organizado han sido sacadas de contexto, manipuladas. Genaro García Luna reconoció que lo que se ha dado a conocer, se refiere a las corporaciones municipales.
La sesión del Consejo seguiría adelante. En las pantallas que había por todas partes, aparecían números, barras, frases de impacto. Abundaban los informes contables. En su lugar, en la primera fila de los invitados, Alejandro Martí movía la cabeza de un lado a otro.
Posteriormente, el discurso de Fernando Gómez Mont, uno de los pocos que no estuvieron ahí 100 días atrás.
Y cuando terminó la ronda de las participaciones programadas, se pasó a los asuntos generales. Pidió de inmediato la palabra el gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza. Habló de la necesidad de blindar las campañas electorales, pero finalmente llegó a lo que quería: acusar al presidente del Senado, Gustavo Madero, quien, dijo, va a enrarecer el ambiente en su estado, hace declaraciones sobre el tema de la seguridad, pero con intenciones políticas. Madero levantó la mano, respondió, pidió disculpas, dijo que si dijo lo que dijo, pero que el creía que estaba en un ambiente privado.
Una sesión que concluiría con el mensaje de Felipe Calderón. Antes de repetir los datos de detenciones y decomisos que se han difundido en radio y televisión, dijo que como presidente, como ciudadano y como padre de familia, entiende la angustia y el dolor de quienes, son víctimas de la delincuencia y no encuentran la respuesta que esperan. Y se marcharon. Antes que todos, rápido, Marcelo Ebrard. Quedaba ahí una lapidaria pregunta: “¿Cuántos más?”. Cien días más tarde.
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