Busca pactos internos, de cara a los comicios

La determinación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación colocó al PRD en ruta de colisión, ahondando su crisis interna, precipitando estrategias y la toma de decisiones de quienes ya hacen cálculos sobre el impacto político, económico y electoral que tendría un rompimiento.

El triunfo de Jesús Ortega y la consecuente advertencia de Alejandro Encinas sobre una posible salida de las filas del PRD, alertó a las corrientes del bloque que apoya a Andrés Manuel López Obrador; mientras el PT y Convergencia se frotan las manos para capitalizar esa división.

El gran acuerdo

A pesar del complicado escenario que se presenta y de la aceptación de una posible ruptura, líderes de las principales corrientes del perredismo aseguran a El Economista que es correcto apostar a un pacto o gran acuerdo que les permita enfrentar unidos la elección del 2009 y prepararse para los comicios del 2012, aunque en las actuales circunstancias se vea muy lejano.

Desde afuera se afirma que a nadie conviene un partido dividido, pero en lo interno la cadena de reproches, acusaciones y agravios que culminó un ciclo con la aprobación de la reforma energética, parece marcar un derrotero diferente con la resolución del Trife. En tal escenario la posibilidad de una “operación cicatriz’’ parece imposible.

Aunque hasta ahora no hay quien haya dado un paso al frente con la intención de abandonar el barco, lo dicho por Encinas los puso en alerta, los ataques continúan y la posibilidad de arribar a acuerdos es cada día más difícil.

Nadie observa un escenario donde los chuchos queden fuera del PRD, menos ahora que es legal su presidencia; tampoco que López Obrador y sus aliados salgan del partido. La coincidencia es clara: ambos se necesitan, pero la pregunta es al amparo de qué instancias y bajo qué reglas del juego.

A esa realidad se suman los malos resultados electorales que reportó el PRD a lo largo del 2008, fruto de malas decisiones, de una disputa abierta y falta de acuerdos para salir con los mejores candidatos, lo que bajó su votación y presencia en congresos estatales y ayuntamientos.

El 9 de noviembre cerró el año electoral. En el 2008 se registraron siete comicios estatales en los que estuvieron en juego 375 cargos de elección y los partidos con registro contendieron por 177 posiciones en congresos locales y 198 municipios.

Sólo la debacle electoral del PAN opacó la mala racha del PRD y es que de 177 diputaciones estatales en juego, el PRI obtuvo 79, el PRD 45, el PAN 24 y otros partidos 29; en el caso de las 198 presidencias municipales, el PRI arrasó con 117, seguido del PRD con 49, el PAN con 17 y otros partidos con 15.

Pero incluso a nivel de estrategias hay fuertes discrepancias. Mientras el dirigente interino, Guadalupe Acosta Naranjo, impulsó la construcción de un acuerdo de izquierdas rumbo a la elección del 5 de julio, desde el PRD-DF, Alejandra Barrales, ratificó el apoyo a López Obrador y la adhesión a su propuesta de mantener su alianza sólo con PT y Convergencia.


La Guerra de los Roses

“En el PRD han estirado demasiado la liga, pero nadie quiere romperla, nadie se quiere salir, por lo que más les vale que empiecen a buscar puntos de acuerdo y no puntos de choque’’, alerta Demetrio Sodi de la Tijera al dar cuenta que el costo electoral puede ser muy alto para ese partido.

Consultado sobre la situación que enfrenta el sol azteca del que fuera parte, recuerda que se asemeja mucho a la película La guerra de los Roses, donde a final de cuentas ninguno se quiere salir de la casa, se insultan todo el día y terminan muertos.

“La única opción que tienen si nadie quiere salirse de la casa, como en La Guerra de los Roses, es llegar a un acuerdo y creo que deben prevalecer las voces sensatas, porque quien ha hecho mucho mal al PRD es sin duda López Obrador. Es él quien ha provocado que mucha gente se aleje y muchos otros nos hayamos salido del PRD’’, explica.

Destaca un cambio fundamental que se registró en el partido. Por primera vez un grupo se enfrenta abiertamente a López Obrador, cuando estaba acostumbrado a trabajar y a decidir solo, a tener a su alrededor a un grupo de “borregos’’ que hacían lo que él quería.

“Los chuchos se revelaron y tienen razón en revelarse, pero los dos tienen que darse cuenta que a la larga a ninguno le conviene que este proceso se agudice porque los va a acabar matando’’, detalla.

Sobre el papel que podrían jugar los gobernadores y el Jefe de Gobierno, Sodi afirma que en el caso de Marcelo Ebrard, tiene muy poca influencia en el PRD.

“Es un Jefe de Gobierno fuerte en sus funciones, pero sin influencia en su partido, desde el punto de vista partidista es un Jefe de Gobierno muy solitario’’.

Dos proyectos políticos

En el PRD las posiciones son tan claras como antagónicas y definen los estilos de los liderazgos que se encuentran al frente de cada uno de los contingentes.

Mario Saucedo, exsecretario general de los perredistas, asegura que lo sucedido particularmente con la reforma energética pone en evidencia que “hay dos proyectos políticos en el PRD, opuestos y contradictorios’’.

Acepta que siempre está latente la posibilidad de rompimiento, pero va más allá al acusar directamente a los chuchos de controlar al partido con base en prebendas, corrupción y fraude; de actuar en el pragmatismo absoluto, deseosos de hacer alianzas con el PRI y PAN, comprometiendo la autonomía e independencia del PRD, sin importarles poner en riesgo el proyecto de izquierda.

Para arribar a un convenio o acuerdo interno, el líder del Movimiento Cívico considera indispensable que los chuchos dejen la conducción del PRD a una dirección colectiva; se rectifique la política de alianzas y se aclare el procedimiento para la definición de candidaturas para el 2009.

Pide restablecer la legalidad en el partido y aunque rechaza la necesidad de una “purga’’, propone que a los dirigentes que se les pruebe que vendieron candidaturas o se amafiaron en los estados, sean separados de su cargo y encarcelados.

Desde otra perspectiva, el secretario de Formación Política del CEN, Fernando Belaunzarán, afirma que no hay mejor estrategia para unificar y resolver los problemas que apegarse a la legalidad y estatutos del PRD.

Recordó que en su campaña, Encinas repetía mucho que había que acabar con eso de que acuerdo político mata estatuto, que había que respetar la legalidad y la institucionalidad: “Yo diría que la única salida que puede garantizar unidad hacia el 2009 pasa por el respeto a nuestras normas y órganos de dirección; y que sea ahí donde decidamos las cosas de manera plural, diversa y libre’’.

Sergio Morales, El Economista, 14 de noviembre.


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