En Cuba, el mandatario de Rusia

La Habana, 27 de noviembre. Dimitri Medvediev, el primer presidente ruso que se inició en la vida pública después de la era soviética, llegó hoy a Cuba en una visita que simboliza el mejor momento de la relación bilateral tras el derrumbe de la antigua potencia socialista.

Medvediev, abogado de 43 años, conversó esta noche con el presidente cubano Raúl Castro, de 77, quien vivió toda la guerra fría entre la conspiración, la guerrilla y el mando militar y el del Partido Comunista.

Pero las diferencias generacionales y de cultura política no son obstáculo en el acercamiento que están teniendo ambos gobiernos, ahora con enfoque pragmático.

Primero a solas y luego con sus delegaciones, ambos hablaron “en un ambiente de amistad, comprensión y respeto mutuo”, de acuerdo con “la larga y sólida hermandad existente entre los pueblos cubano y ruso”, dijo esta noche la televisión local.

Relación benéfica para ambos
Cuba está diversificando sus relaciones y busca inversiones y comercio con máximo financiamiento, mientras Rusia ha lanzado una ofensiva diplomática en América Latina, en su momento de mayor tirantez con Estados Unidos desde la caída del Muro de Berlín.

El peso económico de la relación no se compara con el que tuvo la Unión Soviética como principal socio comercial, tecnológico y financiero de la isla.

Ahora el comercio bilateral apenas llega a los 363 millones de dólares, con lo que Rusia es el décimo cliente de Cuba, pero en ese paquete entran compras clave como partes para un extenso parque de autos Lada y aviones de carga y de pasajeros, todo con crédito directo del fabricante.

Tampoco existe la alianza estratégica que ambos lados tejieron bajo una ideología común y las condiciones de un mundo bipolar, pero ya reanudaron contactos entre las fuerzas armadas y exhiben un trato de excepción.

Por ejemplo, esta tarde Castro hizo a un lado el protocolo para acompañar a Medvediev a depositar una ofrenda floral ante el monumento al héroe nacional, José Martí, le mostró una vista de la ciudad y luego subió con él relajadamente las escalinatas frontales del Palacio de la Revolución.

Hay más deferencias: dos aviones rusos fueron los primeros en llegar a la isla con ayuda tras los huracanes de agosto y septiembre; Cuba construyó una vistosa catedral ortodoxa del culto ruso, aunque la feligresía de esa confesión es minúscula aquí, y este año las dos partes han intercambiado aceleradamente visitas de alto nivel, con abundantes promesas de escalamiento económico.

Gerardo Arreola, La Jornada, 28 de noviembre.


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