Los ciudadanos se dividen. Todos están con Andrés Manuel López Obrador y el movimiento en defensa del petróleo, por eso vinieron, pero en sus rostros y en sus palabras hay sentimientos encontrados sobre la asamblea dominguera. Amalia Pérez, de Puebla, es de las contentas: “Este movimiento ya es más pensado, tenemos la conciencia más despierta, y en 2006 traíamos más coraje.” Mariano Elías, trabajador del Seguro Social, pertenece al bando de los decepcionados: “No dijo nada, nos vamos sin saber qué hacer”, dice, sobre el recién terminado discurso de López Obrador.
Amalia, en cambio, lo encuentra “satisfactorio” y narra que todos sus viajes a la capital del país han sido muy útiles para regresar a Puebla con información que, como brigadista, utiliza en sus recorridos casa por casa.
Mariano está de acuerdo con un punto que acaba de enunciar el ex candidato presidencial, quien ha llamado a sus seguidores a estar “atentos”, porque las cúpulas del PRI y el PAN están decididas a aprobar las reformas pese a los resultados de los debates.
¿Apatía o desorganización?
“No está de más reiterar desde esta plaza pública que estamos dispuestos a defender el petróleo con toda la determinación y firmeza que exijan las circunstancias”, completa López Obrador. Ahí es donde Mariano no encuentra nada nuevo: “No aterriza nada, no hay un emplazamiento real”. Habla Mariano desde su experiencia de activista fallido, pues dice que se ha acercado a las brigadas sin ningún resultado: “No han hecho nada; uno va y le dicen que esta semana no hay qué hacer, que quizá la próxima”.
Corren las voces que “debaten sobre el debate” en la plaza llena, aunque con notables huecos aquí y allá, apretujados los asistentes en los puntos donde el sonido es mejor o cerca de las pantallas gigantes.
Elia Ortiz, ama de casa, lleva dos años de asistir a las concentraciones de López Obrador. Hace su balance: “Antes la gente estaba más enojada, pero él nos tranquilizaba, porque la tele sólo esperaba que rompiéramos un vidrio para acabar con Obrador”.
Aquí sigue. Le acaban de escuchar, aunque quizá no con la reverencia de otras veces. En unos cuantos pases, el político tabasqueño dibuja el escenario nacional: de los galopantes aumentos de precios, a la violencia delincuencial; de la Ley del ISSSTE al confinamiento de Zimapán, desfilan en su discurso los temas nacionales, las causas locales y la convicción de que “fue acertado el no claudicar después del fraude”.
Los perdedores y las campanas
Javier González Garza, coordinador de los diputados del Partido de la Revolución Democrática, abre la lista de oradores. Sobre su cabeza no hay pantalla gigante ni ninguno de los símbolos del “gobierno legítimo”. Esta vez los organizadores eligen una sola, enorme manta, con una consigna: “Ni un paso atrás”. González Garza se engarza con ese tono: “La consulta se llevará a cabo quieran o no”.
Como el resto de los oradores, como los opinadores en los foros de la Universidad Nacional Autónoma de México y otros, el diputado está convencido de que al menos en el terreno del intercambio de ideas el gobierno ya fue derrotado: “Perdieron la razón, perdieron el debate, perderán la consulta y lo que les queda de vergüenza”.
Porfirio Muñoz Ledo, en su calidad de coordinador del Frente Amplio Progresista, hace una arenga mitinera, sobradas las tablas para arrancar ovación desde el arranque: “Aunque no le plazca al IFE…”, comienza a decir, y el grito de “¡presidente, presidente!”, vuelve a inundar el zócalo capitalino.
El minuto de silencio y el helicóptero
Entre las decenas de miles de personas que escuchan –con menor reverencia que en otras ocasiones– el discurso de López Obrador, está el delegado con licencia Francisco Chiguil, hasta ahora el único caído por la muerte de 12 personas en la discoteca News Divine. Chiguil se hace rodear de varias decenas de colaboradores y empleados de la Gustavo A. Madero.
Y varias decenas también rodean –en marcha que atropella a todos a su paso– al secretario de Desarrollo Social del GDF, Martí Batres, quien llega poco tiempo antes del primer acto de la asamblea informativa: un minuto de silencio por “los jóvenes y los policías que murieron en el News Divine”.
Solicita silencio la actriz Jesusa Rodríguez, maestra de ceremonias habitual, quien afirma que gracias a que “tenemos un gobierno democrático” se completará la investigación del “hecho doloroso”, del “horrible accidente” que costó la vida de nueve jovencitos y tres policías.
Diez segundos después, sin embargo, asegura que el gobierno de Marcelo Ebrard investigará y detendrá “a los responsables de esta tragedia”, que ya había calificado de “acccidente”.
Durante un minuto sólo se escuchan un helicóptero de la policía capitalina y los tambores de los aztecoides en el Templo Mayor.
El jefe de Gobierno del DF no está en el templete, pero la consulta por él convocada es motivo para que López Obrador respalde a su ex colaborador, ahora bajo fuego múltiple: “No sólo es un buen gobernante, es un dirigente político consecuente y un importante promotor del proyecto alternativo de nación. Toda nuestra solidaridad para Marcelo Ebrard”.
La defensa se acompaña de la intervención de Manuel Camacho en el mitin, la primera que muchos recuerdan del ex regente de la ciudad. Habla en su carácter de coordinador nacional de la consulta, y ofrece detalles sobre los “momentos” del ejercicio, al tiempo que da un raspón al PRD de Guadalupe Acosta Naranjo.
La lógica es simple: primero las entidades gobernadas por el PRD (sorprendentemente se incluyen Chiapas y Guerrero); luego, para simplificar, el sur con influencia de los progresistas, y por último el norte, donde la presencia es más o menos simbólica.
El discurso de Camacho es brevemente interrumpido. Las campanas de Catedral suenan largos cinco minutos. Las largas filas de policías bancarios y el personal de seguridad del Arzobispado de México, sin embargo, salen sobrando esta vez, porque nadie se acerca a interrumpir la misa.
Los hombres del poder y las prisas del gobierno
Es la víspera del segundo aniversario del “fraude electoral”. López Obrador resume los discursos de sus agitadas giras por todo el país. A Felipe Calderón, reitera, “nadie lo respeta ni obedece”. El ex jefe de Gobierno habla de los estragos que en el salario de los mexicanos han causado 18 meses de Calderón en el gobierno. Y detalla los incrementos de precios del frijol, el pan, el huevo y muchos otros productos.
No separa la carestía de la inseguridad y la violencia desbordadas, y halla las razones en la política económica y en la política de “mano dura” del calderonismo. Y de ahí al petróleo y un mensaje a quienes llamó los hombres del poder: “No se ponen a pensar que si se aprobaran las reformas privatizadoras de Calderón, habría más pobreza, más desempleo, pero también más frustración y violencia, lo cual ni a ellos mismos les conviene, porque nadie podría vivir en un país con tanto desorden social”.
Sigue: “A menos que estén dispuestos a permanecer como rehenes en casas amuralladas, a viajar en carros blindados y a moverse con nubes de guardaespaldas, pero a eso, francamente, no se le puede llamar vivir”.
Una vez más, Andrés Manuel López Obrador reivindica la toma de las tribunas legislativas porque, dice, no sólo evitaron el albazo, sino que dio al movimiento más tiempo para organizarse, con el resultado de tener ya 200 mil brigadistas que han distribuido, sólo por dar un dato, casi 20 millones de historietas.
Algunos miles más se distribuirán en las semanas por venir, decisivas para el futuro del movimiento que llena la plaza este domingo. Falta poco menos de un mes para la consulta en el Distrito Federal y otros estados, quedan ocho sesiones de debate en el Senado. El PRI dice que el gobierno debe ser “receptivo” a los consensos del debate. Se verá pronto qué ganan las prisas del gobierno federal.
Arturo Cano, La Jornada, 30 de junio.