MADRID.- La inmigración se ha convertido en la principal víctima de la crisis económica española que afecta sobre todo al sector de la construcción, uno de los más pujantes de Europa en los últimos años y donde más extranjeros trabajan.
La fuerte caída de la construcción como consecuencia de la especulación, la sobrevaloración de las viviendas y la desaceleración económica, generarán en los próximos dos años un millón y medio de cesantes más, situando la tasa de desempleo global del país ibérico en 15.5 por ciento.
En los cinco primeros meses de 2008, el desempleo en la construcción ha rebasado en algunas provincias española como Álava (País Vasco) 20 por ciento, afectando mayoritariamente a los trabajadores inmigrantes latinoamericanos.
"Me fui del sector de la construcción para mejorar económicamente, antes de que me afectara la crisis, ya que comenzaba a trabajar a las siete de la mañana y salía a las siete de la tarde. Trabajo ahora como mesero en un bar y he mejorado no sólo en calidad de vida, ya que mi jornada laboral termina a las tres de la tarde, sino también económicamente", señaló a REFORMA Diego, un inmigrante uruguayo que lleva cuatro años trabajando en España.
"La crisis económica se está notando en general, ya que hay mucha gente que se ha quedado sin faena. Tengo un cuñado que trabaja como autónomo en el sector de la construcción y que ahora trabaja un día sí y otro no, porque no tiene encargos. Otros dos cuñados míos se vuelven a final de año a Uruguay porque extrañan mucho y creen que no vale la pena seguir aquí en España en estas condiciones", agregó el inmigrante latinoamericano.
España recibió alrededor de 4 millones de inmigrantes desde los años 90, la mayoría provienen de países de América Latina.
"Yo me quedo en España porque por más crisis que haya aquí estoy mejor que en mi país.
"Siempre digo que la peor crisis española es mejor que el mejor momento de mi país, lamentablemente", concluyó Diego.
La crisis inmobiliaria que ha golpeado severamente al sector de la construcción ha provocado también una importante reducción del precio de la vivienda en España que según distintas consultorías podría descender 20 por ciento en los próximos dos años, debido, sobre todo, al exceso de oferta.
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que prefiere hablar de dificultades y no de crisis económica a la hora de abordar la situación, considera que la mano de obra inmigrante desempleada puede ser absorbida en buena parte por la mayor actividad en otras áreas, como los servicios y la industria.
"Va a haber un ajuste en el sector de la construcción, tenemos capacidad porque la economía está en todos los demás sectores absolutamente con fortaleza, para absorber la pérdida de puestos de trabajo y seguir creando empleo", señaló el Presidente Rodríguez Zapatero luego de reconocer que en los últimos tres años el volumen de construcción de viviendas en España estuvo sobredimensionado.
Sin embargo, la crisis de la construcción, las dificultades para encontrar un puesto de trabajo y el aumento de los precios, principalmente, de la canasta básica están llevando a muchos inmigrantes a barajar seriamente la posibilidad de regresar a sus países de origen.
La fuerte caída de la construcción como consecuencia de la especulación, la sobrevaloración de las viviendas y la desaceleración económica, generarán en los próximos dos años un millón y medio de cesantes más, situando la tasa de desempleo global del país ibérico en 15.5 por ciento.
En los cinco primeros meses de 2008, el desempleo en la construcción ha rebasado en algunas provincias española como Álava (País Vasco) 20 por ciento, afectando mayoritariamente a los trabajadores inmigrantes latinoamericanos.
"Me fui del sector de la construcción para mejorar económicamente, antes de que me afectara la crisis, ya que comenzaba a trabajar a las siete de la mañana y salía a las siete de la tarde. Trabajo ahora como mesero en un bar y he mejorado no sólo en calidad de vida, ya que mi jornada laboral termina a las tres de la tarde, sino también económicamente", señaló a REFORMA Diego, un inmigrante uruguayo que lleva cuatro años trabajando en España.
"La crisis económica se está notando en general, ya que hay mucha gente que se ha quedado sin faena. Tengo un cuñado que trabaja como autónomo en el sector de la construcción y que ahora trabaja un día sí y otro no, porque no tiene encargos. Otros dos cuñados míos se vuelven a final de año a Uruguay porque extrañan mucho y creen que no vale la pena seguir aquí en España en estas condiciones", agregó el inmigrante latinoamericano.
España recibió alrededor de 4 millones de inmigrantes desde los años 90, la mayoría provienen de países de América Latina.
"Yo me quedo en España porque por más crisis que haya aquí estoy mejor que en mi país.
"Siempre digo que la peor crisis española es mejor que el mejor momento de mi país, lamentablemente", concluyó Diego.
La crisis inmobiliaria que ha golpeado severamente al sector de la construcción ha provocado también una importante reducción del precio de la vivienda en España que según distintas consultorías podría descender 20 por ciento en los próximos dos años, debido, sobre todo, al exceso de oferta.
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que prefiere hablar de dificultades y no de crisis económica a la hora de abordar la situación, considera que la mano de obra inmigrante desempleada puede ser absorbida en buena parte por la mayor actividad en otras áreas, como los servicios y la industria.
"Va a haber un ajuste en el sector de la construcción, tenemos capacidad porque la economía está en todos los demás sectores absolutamente con fortaleza, para absorber la pérdida de puestos de trabajo y seguir creando empleo", señaló el Presidente Rodríguez Zapatero luego de reconocer que en los últimos tres años el volumen de construcción de viviendas en España estuvo sobredimensionado.
Sin embargo, la crisis de la construcción, las dificultades para encontrar un puesto de trabajo y el aumento de los precios, principalmente, de la canasta básica están llevando a muchos inmigrantes a barajar seriamente la posibilidad de regresar a sus países de origen.
Luis Méndez, corresponsal, Reforma, 30 de junio.
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