Clarifican la situación para los inmigrantes ilegales pero no la facilitan y en algunos casos la dificultan.
¿Qué puede hacer América Latina para enfrentar la nueva situación? Es evidente que finalmente cada país tiene derecho en limitar el acceso a su territorio y que el problema de la inmigración ilegal es, antes que nada, el problema de los países de origen, no de destino. Pero no es menos evidente que se tienen que vigilar el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de los emigrantes, aun si son ilegales. Por esta razón, América Latina tomó las medidas que se imponían y protestó de forma coordinada.
Sin embargo, se puede hacer más que esto. La migración debe de ser un tema central del diálogo birregional que culmina cada dos años con una cumbre de los jefes de Estados y de gobiernos de los dos continentes.
Los desafíos de la migración de latinoamericanos son muy distintos de los que tienen que enfrentar los europeos con los inmigrantes de Medio Oriente y/o África. La historia, los lazos culturales y lingüísticos, el tamaño, relativamente pequeño y por ende controlable del flujo, la deuda que tienen los europeos hacia países que ofrecieron un refugio al excedente de mano de obra europea durante dos siglos, la necesidad europea hacen que sea posible encontrar un arreglo que sea no solamente aceptable sino también satisfactorio para ambas partes.
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