Desconfianza frena a Canal del Congreso

El reto más grande del Canal del Congreso está en la imagen que los mexicanos tienen del Legislativo: según una encuesta de 2007, del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, 40% de entrevistados dijo tener poca confianza en cámaras de Diputados y de Senadores, 33% ninguna y 23% manifestó tener algo de confianza en ellas.

Aun así, en ocho años de transmisiones regulares, el canal ha avanzado en paralelo a independencia de poderes, democratización, transparencia y rendición de cuentas, que no son de vieja data en la historia de México.

Su tarea —que para la directora Leticia Salas en ningún sentido es la de ser oficina de comunicación social del Congreso— ha sido trazar un puente con la ciudadanía.

Sin embargo, la atención —o si se quiere el mayor rating— ha ido paralela a esos momentos y eventos en que el Legislativo se roba el show: el último informe de gobierno de Vicente Fox y la entrega del primero de Felipe Calderón, la toma de tribunas por diputados y senadores del Frente Amplio Progresista y los consecutivos foros sobre la reforma petrolera.

Pese a que ante algunos de esos sucesos hubo preguntas y dudas acerca de la existencia de censura, Salas asegura que nunca ha recibido llamadas de Presidencia: “ni en el tiempo que llevo al frente, ni antes” (fue secretaria técnica del canal desde 1999). Y que, salvo en mínimas ocasiones, diputados o senadores han visto el canal como su oficina de prensa: “Cuando uno les señala que hay un área de comunicación en el Congreso que puede hacer lo que piden, no aparece mayor presión”.

La diferencia con la mayoría de más de 60 canales de congresos en el mundo, es que el mexicano es regido por una comisión bicamaral formada por tres senadores y tres diputados de los grandes grupos parlamentarios. El siguiente paso será contar con un consejo consultivo externo.

“Esta comisión es garante de que el canal pueda conducirse con apertura que no debe apartarse de generar credibilidad como cualquier otro medio de comunicación”.

Si bien palabras como pluralidad, imparcialidad y ética, son esbozadas una y otra vez por la directora para definir el deber ser de este espacio, opera contra el canal el hecho de no estar en señal abierta (sólo 30% de la población tiene acceso al cable) y buena parte de su programación se centra en la transmisión de las sesiones plenarias o del trabajo de comisiones; sucede también que apenas 14.5% de las horas de transmisión son en vivo.

Por ahora, el canal está a la espera de que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes conceda la señal abierta que el Congreso de la Unión solicitó desde 2007.

Sonia Sierra, El Universal, 2 de noviembre.


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