Es María Elena Morera quien hace la pregunta, 100 días después del “Si no pueden, renuncien”, de Alejandro Martí.
Casi al final de la maratónica sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, la presidenta de México Unido contra la Delincuencia pregunta cuántas víctimas más de secuestro habrá.
Es casi el final de una sesión de evaluación de tres horas, que el gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, estuvo a punto de convertir en arena política.
El movimiento en el salón Tesorería del Palacio Nacional se inicia desde las 10:00 horas.
El empresario Alejandro Martí y María Elena Morera son de los primeros en llegar. Él toma su lugar en la primera fila, junto al obispo de la Iglesia Ortodoxa, Antonio Chedraui, y ella, en la mesa redonda de madera, con todos los integrantes del Consejo.
A las 11:07 ingresan juntos los gobernadores al salón y tres minutos más tarde hace lo propio el presidente Felipe Calderón.
Da inicio el evento y con él, la guerra de cifras.
Tras el minuto de silencio en honor de las víctimas de la delincuencia y de Juan Camilo Mouriño, empieza el desfile de oradores. Quince en total.
Luis de la Barreda, presidente del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (Icesi), torpedea a varios de los presentes cuando expone la Encuesta Nacional sobre Inseguridad.
Las cifras negativas de Luis de la Barreda caen como cascada de agua fría sobre funcionarios de los tres niveles, iluminados por las enormes lámparas y los tragaluces del salón.
Asegura De la Barreda que el Distrito Federal es la entidad más insegura del país y que encabeza el “termómetro de la delincuencia”.
A tres lugares de él, el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, pierde la sonrisa con la que había saludado a Alejandro Martí a su llegada.
El secretario de Seguridad Pública del DF, Manuel Mondragón y Kalb, sigue de pie el discurso, porque no le asignaron lugar.
Cuando De la Barreda dice que a escala nacional el 87 por ciento de delitos no se denuncia, el presidente Felipe Calderón llama con un ademán a su secretaria privada, Aitza Aguilar.
En cuclillas, ella recibe la instrucción del Ejecutivo federal de hacer ajustes a su discurso.
Transcurre la crítica intervención de Luis de la Barreda, y el primer mandatario la sigue serio, adusto, tan adusto como los 56 leones de bronce que adornan las 14 trabes con arquitectura estilo barroco del salón.
En seguida vienen las cifras oficiales, que expone el secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Monte Alejandro Rubido García.
Son cifras optimistas: a partir de la firma del Acuerdo por la Seguridad los homicidios disminuyeron un 6.9 por ciento.
Y los delitos del fueron federal disminuyeron un 4.7 por ciento.
La sesión del Consejo es muy distinta a la que tuvo lugar hace 100 días.
Esta vez no hay representantes del Poder Judicial. Tampoco están los dirigentes de la organización Iluminemos México ni los directivos de medios de comunicación.
Esta vez no hace uso de la palabra el procurador general de la República, Eduardo Medina-Mora.
Con María Elena Morera y su acre pregunta ¿cuántas más?, termina la ronda de oradores y entonces el gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, hace un reclamo directo al presidente del Senado, Gustavo Madero.
En plena sesión, lo acusa de hacer declaraciones en las que lo responsabiliza de las ejecuciones en su estado.
El legislador se intenta defender, pero evita la discusión. Explica que si algo dijo fue en privado, y por lo tanto no es “información oficial”. Y le ofrece una disculpa pública.
Después de la participación de Reyes Baeza, se sueltan como las perlas de un collar las intervenciones de otros gobernadores.
Zacatecas, Coahuila, México, Jalisco. Todos defienden el “esfuerzo” de sus policías por combatir la inseguridad.
El de Nayarit, Ney González, propone la instalación de establecimientos públicos de “maquinitas”, para que los niños y jóvenes se entretengan jugando “Wi”.
En su mensaje de clausura, el presidente Calderón hace alusión a la presencia del jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Hacia la salida, Felipe Calderón se despide de mano de los gobernadores que encuentra a su paso y dialoga durante unos cinco minutos con el de Coahuila, Humberto Moreira.
Saludando de mano en mano llega hasta la esquina en donde estuvo sentado las tres horas del evento Marcelo Ebrard, pero hace mucho tiempo que el jefe de Gobierno local se fue de Palacio Nacional.
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