En Michoacán se ha vivido una década de “opacidad y sombras”


La Arquidiócesis de Morelia aseguró que en Michoacán se ha vivido una década de “opacidad y sombras”, que explican el desequilibrio en las finanzas públicas y la frivolidad presupuestal de los que se proclamaban como “tabla de salvación de nuestros males”.
La consecuencia de esto, agrega, no hay que buscarla muy lejos: disminución drástica de la infraestructura productiva, deuda pública fuera de control, falta de liquidez para hacer frente a los compromisos de gobierno, indicadores de desarrollo y de productividad a la baja, caída de las corrientes y los flujos de inversión y muy bajo nivel de confianza en los órganos de gobierno.
En el texto también se menciona a Lázaro Cárdenas Batel: con la llegada del PRD a la gubernatura en 2002 “con un personaje sui géneris, sin formación ni vocación política, desprovisto de cultura general, sin contacto ni compromiso previo con la función pública, conocedor de instrumentos de persecusión, pero nada más, cuyo atractivo en la vida pública del estado era explicable por su pertenencia a una dinastía y no por méritos propios, que se le desconocían, constituyó una oportunidad y un reto para lo que algunos llamaban la izquierda, pero también un paréntesis de sorpresa y desencanto para los muchos sectores que esperaban el resurgimiento del estado.
“Muy pronto se pudieron ver y comprobar algunos hechos, en los que se evidenció que no era una izquierda la que había llegado al poder, sino menudas expresiones ideológicas y pequeños grupúsculos que, amparados en ciertas nociones confusas de la cultura de izquierda, habían arribado al gobierno a expropiar la función pública en su beneficio y a practicar, si se nos permite la expresión, algo así como un capitalismo de dinastía, de clase y de grupo de poder.”
México. Eugenia Jiménez, Milenio, 29 de diciembre.

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