La madre de Cordero, enfermera excepcional


Graciela Arroyo de Cordero, madre del aspirante a la candidatura presidencial del PAN, Ernesto Cordero, fue una de las enfermeras mexicanas más destacadas y cuyos logros la hicieron merecedora de diversos reconocimientos del gobierno federal, incluyendo un premio con su nombre instaurado durante la administración de Vicente Fox.
Por sus logros profesionales se hizo merecedora además a que la biblioteca de la Escuela Nacional de Enfermería, que ella dirigió, lleve su nombre y además cuenta con un busto en su honor en la plaza principal de la Secretaría de Salud Pública federal.
Fue directora durante dos periodos de la Escuela nacional de Enfermería Y obstetricia de la UNAM, donde recibió el reconocimiento de diversas administraciones federales y de la comunidad estudiantil.
El 16 de mayo de 2006, Marta Sahagún de Fox inauguró laExplanada de las Enfermeras Ilustres y develó un busto de la maestra Arroyo de Cordero en la sede de la Secretaría de Salud.
Durante esa ceremonia, Ernesto Cordero, quien entonces formaba parte del equipo del candidato a la Presidencia por el PAN, Felipe Calderón, agradeció a nombre de su familia.
“Nos llena de orgullo el que mi madre sea la primera enfermera en ingresar a esta explanada, pero más importante para nosotros es el cariño con el que se organizó esta ceremonia. A todos los que en ella participaron les agradecemos profundamente. Mi madre fue una mujer de principios inquebrantables y que definió a lo largo de su vida sus prioridades con absoluta claridad. Sus principios eran la verdad, la honestidad y la fe en Dios”, dijo en esa ocasión.
Si bien el premio fue instituido durante el sexenio de Vicente Fox, fue Felipe Calderón el primer Presidente en entregarlo personalmente, pues antes lo había hecho Marta Sahagún.
“Debo decir además que doña Graciela Arroyo de Cordero, en cuyo honor se ha instituido este reconocimiento, fue, como se ha dicho, una insigne mexicana que ejerció durante décadas la enfermería y la docencia con especial dedicación y con un compromiso inquebrantable, con una atención médica de calidad hacia los pacientes”, señaló el mandatario el 6 de enero de 2007.
En la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM, que dirigió en dos ocasiones la maestra Graciela Arroyo, aún es posible encontrar a quienes laboraron con ella y la recuerdan como una mujer atenta, bromista y comprometida con su trabajo.
“Yo creo que el legado más importante es el reconocer a las personas por su valor humano. Ese es el legado que nos dejó y creo que trataremos de fortalecerlo cada vez más en las nuevas generaciones, tanto de académicos como de futuros licenciados en enfermería, ese es un legado importante”, considera Sofía Sánchez Piña, jefa de división del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia de dicha institución.
En la biblioteca Graciela Arroyo de Cordero, donde existe un muro en el que se cuenta la carrera profesional y se exhiben fotografías de la madre del precandidato presidencial acompañada de los ex presidentes Vicente Fox y Carlos Salinas de Gortari, Sánchez Piña recuerda que toda la familia de la maestra guarda una relación con esa institución.
“Yo tuve la oportunidad de conocer a sus dos hijos, a Chelita, su hija, y a Ernesto y al doctor Cordero, que siempre nos visitaban. Ellos venían, visitaban a la maestra, platicaban con ella, la acompañaban en los eventos académicos; eran conocidos por toda nuestra comunidad y era una relación bastante amigable con ellos”, abunda.
El próximo 6 de enero, al conmemorarse el Día del a Enfermera, se entregará por sexta vez la presea Graciela Arroyo de Cordero.
Daniel Venegas, Milenio, 27 de diciembre.

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