Descartan presencia de trastornos posaborto

Dos investigadoresextranjeros que dieron seguimiento a mujeres que han abortado y cuyos textos han sido retomados por los opositores de la despenalización del aborto, desmintieron que sus conclusiones determinen que la interrupción del embarazo causa depresión, mayor tendencia al suicidio o a las adicciones.

El doctor neozelandés David Fergusson, quien es citado por la doctora en bioética María del Rosario Laris para asegurar que las mujeres que han abortado sufrieron mayor depresión después de interrumpir su embarazo, acaba de publicar una nueva investigación titulada Aborto en mujeres jóvenes y resultados de vida subsecuentes, en la que se descubrió que quienes abortaron tienen ahora un mayor nivel educativo y mejores condiciones psicosociales a diferencia de las que decidieron continuar con el embarazo.

En este estudio retrospectivo a 25 años que siguió a 492 mujeres que se embazaron antes de los 21 años, tanto a las que decidieron interrumpirlo como a las que lo concluyeron, se detectó que “el aborto puede mitigar algunos efectos del embarazo temprano imprevisto. Sin embargo, más allá del estudio de sus riesgos potenciales y ventajas es necesario garantizar que las mujeres puedan tomar decisiones totalmente informadas en cuanto a si hay que terminar los embarazos no planeados”.

Dicho texto ahonda en que comparando a las jóvenes que concluyeron sus embarazos con las que abortaron, estas últimas tuvieron mejores resultados en relación con sus niveles de educación, ingreso y menos propensión a sufrir violencia doméstica.

La información se dio a conocer después de que la directora de Ipas México, Rafaella Schiavon, consultó directamente a Fergusson y al doctor finlandés Mika Gissler vía correo electrónico, quienes le respondieron que los hallazgos de sus estudios de ninguna manera demuestran una relación de causalidad entre el aborto y el riesgo de una muerte violenta.

Ambos especialistas aclararon que las conclusiones de sus investigaciones de ninguna manera pueden ser retomadas para justificar una oposición a la reforma que despenalizó la interrupción del embarazo en la Ciudad de México

En su respuesta, Gissler le comenta a la directora de esta organización internacional que la embajada de Finlandia en México ya le había informado que su publicación estaba siendo “mal empleada” en el debate sobre la despenalización del aborto.

Los investigadores explican que el aborto inducido y el suicidio, homicidio y otras afecciones mentales comparten factores de riesgo, es decir, que las jóvenes que padecen depresión, tienen adicciones o inician su vida sexual a una edad temprana son más propensas a tener un embarazo no deseado y, por lo tanto, a optar por interrumpirlo. Es decir, que dichas condiciones son preexistentes al aborto inducido y éste no es un factor desencadenante o que constituya una relación causa-efecto, aunque, aclaran, en algunos casos sí puede incrementar estos factores de riesgo previos.

Incluso en otra investigación famosa, conocida como el estudio de Praga, se concluyó que los adultos producto de embarazos no deseados tienen un mayor propensión a tener problemas, sicosociales y de salud mental.
Valeria Berumen, Milenio, 5 de junio.

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