“Detengan ya su consumo de drogas”

Con la guardia arriba y listos para lanzar jabs y ganchos a sus contrapartes estadunidenses llegaron diputados y senadores a la 47 Reunión Interparlamentaria. Las condiciones impuestas por los legisladores de ese país en el plan Mérida tenían exacerbada a la parte mexicana.

La palabra más utilizada por los de casa fue “inaceptable”. Así machacaron y quisieron noquear. Fue la forma de expresar rechazo a lo que consideran una violación a la soberanía del país, pues el Congreso de Estados Unidos pretendía crear un nuevo mecanismo para certificar al combate al narcotráfico en México.

El primero en subir al ring fue el presidente del Senado, Santiago Creel. Con un discurso pausado y mirando constantemente a los estadunidenses, advirtió que imponer condiciones unilaterales es un “auténtico retroceso” en las relaciones bilaterales.

La delegación de Estados Unidos, por conducto del presidente de la delegación, el senador demócrata Christopher Dodd, interpretó al presidente Felipe Calderón: “Tuvo un gesto muy sincero al acercarse a Estados Unidos pidiendo nuestro apoyo y asistencia”.

Creel tomó nota y respondió con énfasis, porque la palabra “asistencia” lo incomodó. “México no solicita ni está de acuerdo con la ayuda asistencialista. Los mexicanos queremos más responsabilidades que puedan compartir ambas naciones”.

La presidenta de la Cámara de Diputados, la perredista Ruth Zavaleta Salgado, tomaba notas desde su asiento en el presídium. Para entender a los estadunidenses, fue la única en esa mesa que utilizó el traductor instantáneo.

A cada quien, en su momento, le correspondió usar el micrófono para defender la posición de su país. En los extremos de la mesa estaban los embajadores de Estados Unidos en México, Tony Garza, y Arturo Sarukhán, de México en Washington.

Ed Pastor, representante demócrata, se puso filosófico: “No todos hemos dicho todo”. Eso fue utilizado por Zavaleta Salgado para iniciar su discurso.

La perredista se puso los guantes. Parecía tener prisa. Rechazó las condiciones y exigió: “¡Detengan el consumo de droga!” Fue un golpe que la contraparte siempre busca esquivar, pero nunca lo logra.

La perredista recordó todo lo que Estados Unidos aportaría al combate del crimen: helicópteros, aeronaves, equipos con escáner, sistemas de comunicación, software, asesoría técnica y entrenamiento, todo ello con un valor de mil 400 millones de dólares en un periodo de tres años.

Leyó rápido su mensaje. “Desde la Cámara de Diputados vemos con buenos ojos cualquier iniciativa de cooperación; sin embargo, para que la iniciativa tenga éxito debe hacerse a un lado cualquier intención de intervenir en asuntos que sólo competen a los mexicanos”.

Así inició la ríspida Reunión Interparlamentaria, que también tuvo sus logros, pues en la mesa de migración se acordó formar un grupo de trabajo especial para analizar el tema migratorio.

La parte estadunidense aceptó, pero nuevamente condicionó. Dijo que sí, pero que los acuerdos se tomarían hasta que haya nuevo presidente. Los mexicanos tiraron un golpe volado; los estadunidenses esquivaron y advirtieron que un acuerdo migratorio no, al menos, en este año.
Mauricio Juárez, Milenio, 8 de junio.

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