Madrid, 8 de noviembre. Después de una huelga de tres días, respaldada por más de 90 por ciento de la redacción del periódico El País, los directivos y el Comité de Empresa –representante de los trabajadores– negociaron hasta pasadas las dos de la madrugada una propuesta que se someterá a votación este viernes. El plan inicial del periódico es despedir a 149 periodistas, lo que representa un tercio de la plantilla, además de una reducción salarial general de 13 por ciento y la desaparición de varias publicaciones regionales.
La mayoría de los periodistas del rotativo español respaldaron la huelga y no acudieron a su puesto de trabajo. Y de nuevo la redacción del diario tenía un aire espectral y vacío, mientras en los despachos de los directivos y los jefes de sección se trabajaba a destajo para sacar una edición reducida y pobre en contenidos que han sacado adelante gracias a la red de corresponsales, a los colaboradores externos y a la redacción que tiene el diario en México, desde la que habitualmente alimentan la página web. De hecho el director adjunto del periódico, Vicente Jiménez, felicitó a sus empleados en México por tanta ayuda que nos prestan
.
La huelga tenía la intención de hacer recapacitar a los ejecutivos del Grupo Prisa, presidido por Juan Luis Cebrián, y a los directivos del diario, encabezados por Javier Moreno, de que no llevaran a cabo el plan de despido masivo que mutilaría la redacción del periódico y obligaría a cambiar el estilo y el espíritu del proyecto original. Además de dejar sin trabajo a 149 periodistas, que se sumarían así a los más 8 mil 600 trabajadores de la información que han perdido su empleo en España desde que comenzó la crisis en el 2008.
Desde que se anunció el plan de despido masivo, la mayoría de los redactores de El País han denunciado el estilo y la fondo de la crisis que vive su grupo empresarial, hipotecado por una deuda de más de cinco mil millones de dólares y quebrado por su caída en picada en la cotización bursátil, al perder más de 95 por ciento de su valor inicial en sólo cuatro años. Además de señalar a sus directivos, sobre todo a Juan Luis Cebrián, de empeñar el periodismo en favor de uncapitalismo de casino
con pretensiones de ser un tiburón
de la especulación financiera.
Para protestar por esta medida, los trabajadores hicieron concentraciones silenciosas, denuncias públicas en plazas de varias ciudades, entre otras Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Córdoba y Santiago de Compostela. El último recurso fue la huelga de tres días, la primera en la historia del diario, que fue ampliamente respaldada por los periodistas que unos días antes habían pedido la dimisión de su director por las amenazas, coacciones y supuestas censuras que habían sufrido ellos mismos y otros colaboradores que dieron su opinión sobre el conflicto laboral abierto en el diario.
El plazo para llegar a un acuerdo vencía a las doce de la noche de este jueves y la negociación entre trabajadores y empresa se prolongó hasta cerca de las dos de la madrugada, mientras un nutrido grupo de periodistas afectados esperaban en las inmediaciones del diario, primero en un bar próximo y después a las puertas del rotativo. Los trabajadores fueron custodiados por agentes antidisturbios durante toda la jornada; de hecho en la madrugada recibieron la orden de disolverse porque no tenían autorización para estar ahí
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Pero más allá de este contratiempo con la policía, los trabajadores acordaron analizar la propuesta de la empresa y votarla mañana en una asamblea de los trabajadores.
Armando G. Tejeda, La Jornada, 9 de noviembre.
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