En Bogotá se fijaron seis puntos para el encuentro a las 12 del medio día, pero desde las 10 de la mañana ya se escuchaban las arengas contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la céntrica Plaza de Bolívar. Al grito de “¡Colombia somos todos!” o “¡Colombia se cansó!”, los manifestantes exigían la liberación de todos los secuestrados y el final de la violencia, tampoco faltaron las protestas contra el presidente de Venezuela y aquellos que habían estampado su propia camiseta con un contundente “Chávez go home”.
“Que los liberen sin condiciones”, dijo Miriam Rodríguez de 65 años quien acudió con sus nietas, refiriéndose a los más de 700 secuestrados en poder de las FARC. Cuando en la plaza no cabía un alfiler y verdaderos ríos humanos recorrían las calles aledañas, representantes de los organizadores subieron a la tarima para expresar el propósito de la concentración: “Deseamos una Colombia sin FARC, sus acciones no nos representan, exigimos la libertad de los secuestrados”.
A pesar de las opiniones enfrentadas que suscitó la iniciativa, pues algunos la interpretaron como un apoyo al gobierno del presidente Álvaro Uribe y contra el despeje militar para un acuerdo humanitario, al menos dos millones de personas marcharon en esta capital, según la policía metropolitana, y todo transcurrió en paz.
Los primeros grandes disidentes fueron precisamente los familiares de los 44 secuestrados que podrían beneficiarse de un intercambio por guerrilleros presos, pues se desmarcaron de la movilización asistiendo a la misma hora a una misa para orar por la libertad de todos y la paz en Colombia. “No es el momento de marchar cuando las FARC están haciendo gestos de esta naturaleza”, dijo a EL UNIVERSAL, Juan Sebastián Lozada, hijo de Gloria Polanco, quien viajó temprano a Caracas donde espera la anunciada liberación de su madre.
El opositor Polo Democrático tampoco no se sumó a la marcha sino que protagonizó un acto alternativo una hora antes en la céntrica Plaza de Bolívar bajo el lema “Por el acuerdo humanitario: no a la guerra, no al secuestro”, expresando su condena a las FARC pero también su repudio a las políticas de Uribe. Sin embargo, Samuel Moreno, alcalde de Bogotá y miembro de dicho partido sí marchó, “como un ciudadano más”, dijo.
Hubo espacio para todos, mientras unos pedían por la concreción de un acuerdo humanitario, Melinda Chávez, oriunda de la zona que las FARC piden desmilitarizar, gritaba “sin despeje”, pues según ella significaría abrir un corredor vital a la guerrilla.
En Caracas los manifestantes conformaron una “pizarra humana” donde se podía leer “no más FARC”, en Londres marcharon unos 3 mil personas, en Madrid alrededor de 10 mil y cientos en ciudades como Buenos Aires, Panamá, Montevideo, San José, Lima y Roma.
En México, un grupo colombianos y simpatizantes efectuaron un mitin en el Ángel de la Independencia, en el Distrito Federal. “México es importante para que todos seamos una voz contra las FARC”, dijo Jorge Hernández, uno de los convocantes.
En San Vicente del Cagúan, bastión histórico de las FARC al sur de Colombia, las voces de rechazo también fueron escuchadas pues, como explicó Miriam Rodríguez: “Mi papá fue liberal y por eso lo mataron pero hoy no miremos colores políticos, hoy lo que queremos es un país libre”.
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