Ocosingo, Chis., 27 de febrero. Al chol Diego Arcos Meneses se le humedecen los ojos cuando dice que no guarda odio ni rencor hacia nadie, por el año y 10 días que estuvo preso “injustamente”, acusado de homicidio, cuando intentó ayudar a pobladores de la comunidad Viejo Velasco Suárez, ubicada en los límites de la reserva de Montes Azules, quienes fueron atacados por priístas.
“Me sentía triste en la cárcel, porque no es sencillo de lo que me acusaban; abandoné a mi familia y perdí mi trabajo injustamente”, afirma en sus primeras declaraciones a la prensa desde que abandonó el penal del municipio de Playas de Catazajá, el pasado 4 de diciembre, tras el desistimiento de la acción penal.
Dice que su formación como promotor de la religión católica –desde hace varios años– le permitió enfrentarse a la cárcel “con corazón, alegría y sentimientos tranquilos”.
Arcos Meneses fue detenido el 14 de noviembre de 2006, un día después del ataque perpetrado por unos 300 indígenas de la comunidad Nueva Palestina contra familias avecindadas en Viejo Velasco Suárez, municipio de Ocosingo, por una disputa de tierras. En el incidente murieron cuatro personas.
“Como soy promotor de salud, el 14 de noviembre fui con mi familia y algunos desplazados a ver si quedaban heridos, porque había varias personas que no aparecían. Estábamos llegando cuando bajaron dos helicópteros; me agarraron y me llevaron a Tuxtla Gutiérrez”, manifiesta Diego, a quien la prueba de radisonato de sodio le resultó negativa. Afirma que fue llevado a la finca Piquitos, en Chiapa de Corzo, donde permaneció arraigado tres meses. “Ahí fue donde me fabricaron el delito de homicidio, y por eso pasé un año y 10 días en la cárcel”.
Cuenta que durante los nueve meses que estuvo en prisión –los otros tres permaneció en arraigo– aprendió a hacer hamacas de malla y bolsas de hilo de colores, que venden a intermediarios en 10 pesos, “porque no nos dan más. Es para pasar el tiempo, porque no hay otro trabajo qué hacer”.
“Me sentía triste en la cárcel, porque no es sencillo de lo que me acusaban; abandoné a mi familia y perdí mi trabajo injustamente”, afirma en sus primeras declaraciones a la prensa desde que abandonó el penal del municipio de Playas de Catazajá, el pasado 4 de diciembre, tras el desistimiento de la acción penal.
Dice que su formación como promotor de la religión católica –desde hace varios años– le permitió enfrentarse a la cárcel “con corazón, alegría y sentimientos tranquilos”.
Arcos Meneses fue detenido el 14 de noviembre de 2006, un día después del ataque perpetrado por unos 300 indígenas de la comunidad Nueva Palestina contra familias avecindadas en Viejo Velasco Suárez, municipio de Ocosingo, por una disputa de tierras. En el incidente murieron cuatro personas.
“Como soy promotor de salud, el 14 de noviembre fui con mi familia y algunos desplazados a ver si quedaban heridos, porque había varias personas que no aparecían. Estábamos llegando cuando bajaron dos helicópteros; me agarraron y me llevaron a Tuxtla Gutiérrez”, manifiesta Diego, a quien la prueba de radisonato de sodio le resultó negativa. Afirma que fue llevado a la finca Piquitos, en Chiapa de Corzo, donde permaneció arraigado tres meses. “Ahí fue donde me fabricaron el delito de homicidio, y por eso pasé un año y 10 días en la cárcel”.
Cuenta que durante los nueve meses que estuvo en prisión –los otros tres permaneció en arraigo– aprendió a hacer hamacas de malla y bolsas de hilo de colores, que venden a intermediarios en 10 pesos, “porque no nos dan más. Es para pasar el tiempo, porque no hay otro trabajo qué hacer”.
Nota de Elio Henríquez, La Jornada, 28 de febrero.
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