Operadores lograron desactivar la “bomba”de cateos sin orden

El de ayer fue el último martes de febrero y de la reforma judicial que no fue. En público la minuta era apreciada por la mayoría tricolor y albiazul; en privado la cuestionaban. Las bancadas estaban divididas, tanto que en el PRI más de 60 por ciento rechazaba votarla tal cual; en el PAN los números iban en el mismo rumbo.

Por eso, Emilio Gamboa y Héctor Larios hicieron cuentas y la suma-resta no les cuadraba en las dos terceras partes requeridas para la reforma constitucional. Decidieron dar marcha atrás. Y lo comunicaron a su contraparte del PRD.

Así, a la hora del desayuno Javier González Garza aguantaba las ganas de anunciar la buena nueva. Y Alejandro Chanona traía una sonrisa de oreja a oreja mientras un sexteto de talibanes perredistas arriaba banderas de beligerancia.

Día de sesión convocada para las once de la mañana. En el preámbulo se desplegaron explicaciones, consensos, discrepancias, desencuentros y, al final, todo cambió.

Héctor Larios entraba a la plenaria de los panistas con la noticia de que, ni modo, había que dar marcha atrás. También Emilio Gamboa llegaba al cónclave tricolor con el acuerdo bajo el brazo: marcha atrás al intento de legalizar el allanamiento de morada. Entonces, por ahí de las diez y media de la mañana, en el Palacio Legislativo de San Lázaro ya era un hecho que los operadores políticos habían desactivado la bomba sembrada en el undécimo párrafo del artículo 16 constitucional.

El güero González Garza había citado a madrugadora conferencia de prensa, tanto que no había quórum de reporteros y aguantó, aguantó la anunciación de que había ganado el rechazo al párrafo de marras, que sólo se atrevió a advertir que el PRD, el PT y Convergencia, es decir, el FAP, votarían en contra de la reforma, caso de mantener el párrafo undécimo.

--¿Qué pasó? ¿A qué hora se pusieron de acuerdo?—se preguntó al legislador duranguense Enrique Benítez, vocero de los diputados federales del PRI.
—Fue un cabildeo de fin de semana. Estábamos divididos —respondió.
Pero se quejó y reprochó que hayan dejado sólo a César Camacho Quiroz, diputado del PRI presidente de la Comisión de Justicia.
—¿Por qué después de un año venimos a cambiar de opinión al cuarto para las doce?—preguntó Benítez al aire—. Nadie le respondió. Los aciertos tienen padre; los yerros son huérfanos.
Nota de Moisés Sánchez Limón, Crónica, 27 de febrero.

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