CIUDAD IXTEPEC, Oax.— En la Casa del Migrante Hermanos del Camino se mezclan los sentimientos. Hay miedo, incertidumbre, indignación y coraje. “¿Por qué nos atacan con mentiras?”, preguntan algunos centroamericanos.
Recién llegada en el tren, en su ruta hacia Nebraska, Estados Unidos, la guatemalteca Martha Castañeda López considera “injusto” que por unos mareros (integrantes de la banda salvadoreña Mara Salvatrucha) “nos tachen a todos los centroamericanos de criminales”.
Lamentablemente, tercia el párroco Alejandro Solalinde, “en la reunión que sostuvimos el martes con las autoridades municipales y los colonos, no encontré un ápice de misericordia entre ellos”.
El martes pasado, un grupo de colonos pidió al alcalde que cierre la casa del migrante, luego que el 21 de junio, el nicaragüense José Francisco Alvarado Flores, detenido por la policía, violó a una niña de seis años de edad.
Ante unos 100 migrantes que llegaron en la tarde del martes, el padre Solalinde, coordinador de la pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), lamenta y denuncia la actitud xenofóbica del cabildo municipal.
“Para el presidente (Gabino Guzmán Palomec), este albergue es la fuente de todos los males de Ciudad Ixtepec. Él mostró una actitud de intolerancia, de xenofobia, racista y discriminatoria”, dice el párroco.
Por la tarde del martes, el obispo de la diócesis de Tehuantepec, Felipe Padilla, fue muy conciso con el alcalde durante una charla telefónica: “La casa del migrante no cerrará sus puertas”, le dijo.
“Aquí, además de refugio de los migrantes, se construirán las oficinas diocesanas de la pastoral de Movilidad Humana. Y lo que pedimos es que el presidente respete el estado de derecho, que no lo violente”, añade el párroco.
Es lamentable, dice Solalinde Guerra, que hasta el ombusdman municipal, Víctor Fernández González, se haya sumado a la exigencia del cierre del albergue. “Ese señor perdió toda autoridad”, precisa.
Durante el encuentro con las autoridades, Solalinde Guerra recuerda que el síndico municipal, Erasmo Carrasco, tuvo la ocurrencia de decir que solicitarán que el Ejército mexicano persiga a los centroamericanos.
“Y no sólo pidió eso. También dijo que pedirán que la empresa Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT) desvíe su ruta. Estoy consternado por esas expresiones de xenofobia”, puntualiza.
Recién llegada en el tren, en su ruta hacia Nebraska, Estados Unidos, la guatemalteca Martha Castañeda López considera “injusto” que por unos mareros (integrantes de la banda salvadoreña Mara Salvatrucha) “nos tachen a todos los centroamericanos de criminales”.
Lamentablemente, tercia el párroco Alejandro Solalinde, “en la reunión que sostuvimos el martes con las autoridades municipales y los colonos, no encontré un ápice de misericordia entre ellos”.
El martes pasado, un grupo de colonos pidió al alcalde que cierre la casa del migrante, luego que el 21 de junio, el nicaragüense José Francisco Alvarado Flores, detenido por la policía, violó a una niña de seis años de edad.
Ante unos 100 migrantes que llegaron en la tarde del martes, el padre Solalinde, coordinador de la pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), lamenta y denuncia la actitud xenofóbica del cabildo municipal.
“Para el presidente (Gabino Guzmán Palomec), este albergue es la fuente de todos los males de Ciudad Ixtepec. Él mostró una actitud de intolerancia, de xenofobia, racista y discriminatoria”, dice el párroco.
Por la tarde del martes, el obispo de la diócesis de Tehuantepec, Felipe Padilla, fue muy conciso con el alcalde durante una charla telefónica: “La casa del migrante no cerrará sus puertas”, le dijo.
“Aquí, además de refugio de los migrantes, se construirán las oficinas diocesanas de la pastoral de Movilidad Humana. Y lo que pedimos es que el presidente respete el estado de derecho, que no lo violente”, añade el párroco.
Es lamentable, dice Solalinde Guerra, que hasta el ombusdman municipal, Víctor Fernández González, se haya sumado a la exigencia del cierre del albergue. “Ese señor perdió toda autoridad”, precisa.
Durante el encuentro con las autoridades, Solalinde Guerra recuerda que el síndico municipal, Erasmo Carrasco, tuvo la ocurrencia de decir que solicitarán que el Ejército mexicano persiga a los centroamericanos.
“Y no sólo pidió eso. También dijo que pedirán que la empresa Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT) desvíe su ruta. Estoy consternado por esas expresiones de xenofobia”, puntualiza.
Alberto López, corresponsal, El Universal, 26 de junio.
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