Sensata la decisión de Luis Carlos Ugalde, después del injusto embate de los partidos en su contra, no darles el gusto de quedarse hasta febrero. No estamos jugando. Quizás hubiese sido todavía mejor que los demás consejeros renunciaran al mismo tiempo. Lo dicho. Acaba la era del IFE ciudadano. Comienza la del IFE partidista. Pendientitos.
Mario di Constanzo, “Al dente: actualidad en su punto”, Excélsior, 15 de diciembre.
La primera de las muchas consecuencias que tendrá la irresponsable decisión de los coordinadores parlamentarios de la Cámara de Diputados se produjo ayer con la renuncia de Luis Carlos Ugalde a la presidencia del IFE.
El gesto de dignidad —tardío, pero dignidad al fin— que tuvo Ugalde es lo menos que podía hacer frente al maltrato y el desaseo de los diputados que lo colocaron públicamente en la picota, que lo arrodillaron y colocaron su cabeza en la guillotina y, segundos antes de dejar caer la filosa cuchilla, le pidieron que los esperara unos meses más, así arrodillado, porque no se ponían de acuerdo en quién jalaba la cuerda para degollarlo
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 15 de diciembre.
Ugalde les aguantó el teatrito 17 meses, entre que si iba o no iba la reforma, pero ahora se las regresó con guante blanco, la renuncia del ahora ex presidente del Instituto Federal Electoral pone en estado de “urgente” la misión de encontrar quién lo remplace, pues no se puede quedar dicha institución sin una cabeza a la cual echarle la culpa de las truculencias que se le ocurran a Andrés Manuel López Obrador. Pero a los diputados se les ocurrió que lo mejor es dejar para después la elección del sustituto de Ugalde, según ellos, con el fin de “no tomar una decisión apresurada”. ¿Decisión apresurada o encontrar un empleado a modo, un títere conveniente a sus intereses?
Esto parece no afectarle a la Cámara de Diputados, pues consideran que 2008 sigue siendo (ahora la primer semana de febrero) el momento ideal para solucionar un problema que crea crisis en la legitimidad de las instituciones. Pues claro, hasta que no consigan un títere que ahora sí puedan manejara a su antojo, las opciones de los partidos se han visto privilegiadas: Mauricio Merino (PAN), José Fernando Ojesto Martínez Porcayo (PRI) y Genaro Góngora Pimentel (PRD).
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 15 de diciembre.
Al mediodía del jueves, al enterarse de que en San Lázaro habían reventado los acuerdos y pretendían que se quedara tres meses más, Luis Carlos Ugalde se encerró en su oficina del IFE y comenzó a cabilar. Tuvo varias juntas con sus asesores, hizo llamadas a personajes cercanos, preguntó a algunos amigos, y tras 24 horas de silencio, salió ayer a renunciar públicamente. No podía hacerse responsable, dijo, por las incapacidades e intereses de los partidos que han secuestrado a la institución.
Entre la noche del jueves y la mañana del viernes, Ugalde instrumentó su renuncia. Hubo una reunión en la que Luis Carlos les comunicó a sus compañeros consejeros su decisión y les dijo que no estaba dispuesto a ser “marioneta del Congreso. Además de que se burlan de la institución y de su dignidad, me alteran la vida. Yo ya tengo compromisos contraídos con otras instituciones y personas”, dijo entre sus argumentos
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 15 de diciembre.
El paréntesis vacacional en San Lázaro le dio a Luis Carlos Ugalde la guadaña con la que cerró su discurso al despedirse del Consejo General del Instituto Federal Electoral: reprochó tanta prisa aplicada al recambio que, al final, se confirmó que la meta era tumbarlo. El cierre estaba anticipado: “Ya es hora de colocar el interés de los ciudadanos primero”.
Frentes Políticos, Excélsior, 15 de diciembre.
El hasta ayer consejero presidente del Instituto Federal Electoral ya se había pasado de decente y buena onda. Se había aguantado toda clase de humillaciones de los partidos políticos, el cuestionamiento de su labor como consejero presidente (sólo porque a la mitad del país no le gustó el resultado de la elección, decidieron culpar al árbitro), los insultos y las descalifiaciones... había aguantado un piano al frente del IFE. Y una vez que pusieron su cabeza en una charola, no de plata, sino de hiel, los diputados no fueron capaces de cumplir ni siquiera con las reglas que ellos mismos diseñaron (al vapor) y aprobaron (al vapor) para defenestrar al consejero presidente (y a otros dos consejeros) y cuyo plazo vencía anteayer.
Luis Carlos Ugalde hizo muy bien en no aguantar ni un día más (porque también hubiera caído, como ya cayeron los diputados, en un desacato constitucional) y presentó ayer su renuncia con carácter de irrevocable. Y hasta se vio buena onda. Yo nomás les hubiera votado así el changarro a los diputados y a ver cómo se las arreglaban, pero Carlos Ugalde todavía tuvo la decencia de anunciar que, amparados en el reglamento interno del instituto, sesionaría el Consejo para elegir a un presidente interino. Bien por Ugalde.
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 15 de diciembre.
AHORA que Luis Carlos Ugalde decidió irse del IFE al grito de "primero renunciado que corrido", se va dando una cachetada con guante blanco a la "partidocracia".
AL RENUNCIAR, Ugalde hizo carambola de tres bandas: cumplió con el mandato constitucional, que daba un plazo de 30 días para su relevo, hizo evidente que los partidos no cumplieron y se evitó las críticas por quedarse dos meses cobrando por ocupar una silla que ya no le pertenecía.
F. Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 15 de diciembre.
Cuando Ugalde les anunció su renuncia, un consejero propuso que otros miembros del Consejo renunciaran con él, para obligar al Congreso a cumplir su obligación constitucional. Se sometió a votación la propuesta pero la mayoría de consejeros la rechazó. Sólo dos votos apoyaron la renuncia solidaria con Luis Carlos, por lo que la moción se desechó.
Anoche no había consenso sobre el presidente interino que sustituya a Ugalde. Se barajaban los nombres de Arturo Sánchez, Andrés Albo, Alejandra Latapí. Pero la votación estaba dividida. Todas las votaciones que hubo quedaron en empates de cuatro votos a cuatro. Se pospuso para hoy la reunión de los consejeros y se espera que sea hasta el domingo cuando se convoque a la sesión del Consejo General, donde se anunciará al nuevo consejero presidente
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 15 de diciembre.
A Luis Carlos Ugalde, ahora ex presidente del Instituto, le quedaron grandes los zapatos que le dejó su antecesor José Woldenberg. Lo único que hizo bien durante su paso por el IFE fue pintarles caracoles a los legisladores al no aceptar quedarse en el cargo hasta febrero. Desde el día uno llegó con ese extraño tufo, una mezcla de azufre y cempasúchil, de que la todopoderosa Elba Esther Gordillo había metido su cuchara para que lo designaran, ese aroma no se lo pudo quitar jamás. Luego, su papel en las elecciones presidenciales de 2006 fue mediocre y pusilánime. Su equivocada comunicación y la falta de visión de Estado fueron las puertas por las que entraron los detractores y llevaron al Instituto a un debilitamiento tan extremo que se convirtió en presa fácil para los zopilotes (también conocidos como legisladores) que andaban volando bajo
Vianey Esquinca, “La inmaculada percepción”, Excélsior, 16 de diciembre.
Los diputados y senadores lo quisieron destituir sin argumentos, pero las cosas les salieron tan mal, que siempre no lo corrieron, Luis Carlos Ugalde se fue solito. Ahora los ocho consejeros que quedan hacen malabares para solucionar la crisis que generó la Cámara de Diputados. El IFE está por cumplir 48 horas sin cabeza y los ocho consejeros, convocados por ellos mismos, intentan elegir un interino, que podría ser Virgilio Andrade. Lo que no saben los consejeros es qué van a hacer si hay empate en la votación, pues son número par. A esta novela aún le faltan varios capítulos.
Pepe Grillo, Crónica, 16 de diciembre.
Luis Carlos Ugalde quien había dicho el 21 de noviembre apenas, “No voy a presentar mi renuncia, lo dije desde hace tres meses, jamás presentaré mi renuncia, pues tengo una obligación constitucional con la institución”, cumple con su palabra y se refugia en el cumplimento constitucional.
—“¿Me dijeron treinta días?”. Pues treinta jornadas han transcurrido. Por primera vez en su vida le mete un manazo al vacío escritorio de su codiciado cargo (ya se sacan los ojos los consejeros para ver quién se siente rey por un mes) y les dice a los señores diputados frases cuya meditación había larvado durante meses:
“…vulneraron la Constitución, la legalidad, la certeza y hasta la dignidad del Instituto Federal Electoral… El IFE no puede ser sujeto a los vaivenes y desacuerdos de los partidos… Merece respeto, porque lleva a cabo una función central en beneficio de los ciudadanos… Ya es hora de pensar en beneficio del país y dejar de lado los intereses de grupo…
“… La dignidad del IFE está por encima de los partidos…(el instituto) ha vivido amenazado… Las amenazas se materializaron cuando el Congreso aprobó una reforma constitucional que estableció la remoción anticipada de los consejeros electorales…
“…la alta responsabilidad que asumí hace cuatro años como consejero presidente del IFE debe concluir en congruencia con los plazos constitucionales que el Congreso decidió y aprobó… el principio (vulnerado) de certeza y legalidad que debe guiar las acciones del consejero presidente del IFE me impide continuar en el encargo”.
Rafael Cardona, “El cristalazo dominical”, Crónica, 16 de diciembre.
Ya como ex consejero presidente, Luis Carlos Ugalde se dio una vuelta ayer por la sede del IFE, el que, a pesar de lo que se diga, se encuentra sumergido en una parálisis. Llegó sin aspavientos, tranquilo, informal, más bien vestido sport. Nos aseguran que ni siquiera se acercó a la reunión de sus ex compañeros, quienes buscan acordar quién de ellos se queda con el cargo que dejó vacante. Sólo estuvo unos minutos en el que fue su despacho para recoger algunas pertenencias. Lo acompañó su coordinador de asesores, Marco Mena
“Bajo reserva”, El Universal, 16 de diciembre.
Los partidos políticos pudieron cobrar revancha al IFE de Ugalde, algo que hubiera sido impensable en el lapso de Woldenberg. Ugalde no sólo permitió que se violará la autonomía del IFE, sino que con sus devaneos prácticamente invitó a los violadores a entrar. Los políticos llegaron con las fauces abiertas y se dedicaron a destrozar todo lo que encontraron a su paso, de nada sirvió la defensa pública que hicieron importantes sectores de la población a los consejeros del Instituto ni la campaña mediática tardía y equivocada que emprendió Luis Carlos: la lesión ya estaba hecha y, la institución, en manos del PRI, el PAN y el PRD (¡Que Dios nos agarre confesados!)
Vianey Esquinca, “La inmaculada percepción”, Excélsior, 16 de diciembre.
Al mismo tiempo, precisamente cuando se iniciaba el largo período de presiones renovadas e incertidumbre que con toda seguridad habrán de anteceder a la elección de quienes, ya como “nueva mayoría”, tocará arbitrar los comicios federales intermedios de 2009 y, más importante aún, los presidenciales de 2012.
Concluidas las festividades navideñas, entonces, el denostado Ugalde Ramírez estará iniciando el camino de retorno a la academia, “de la que salí hace algo más de cuatro años”, en tanto que el Instituto, lesionado en su autonomía y credibilidad, como finalmente resultó, continuará en vilo o, más precisamente, “al garete”… independientemente de quien resulte elegido para asumir su presidencia de manera interina.
Enrique Aranda Pedroza, “De naturaleza política”, Excélsior, 16 de diciembre.
Luis Carlos Ugalde le devolvió la jugada a los diputados.
Les renunció antes de que le cumplan el despido.
Los obligará a otra arbitrariedad, correr a uno que no tiene sus “pecados”.
Y les tiró el numerito del consenso, que esperaban que les diera credibilidad.
Ahora, los que decían que Ugalde se aferraba al IFE, dirán que por qué se va.
Le han dicho indigno, ¿le reconocerán ahora dignidad los indignos?
Pepe Grillo, Crónica, 17 de diciembre.
Si Ugalde quiso ser caracterizado como el villano favorito de la derrota electoral del PRD en las pasadas presidenciales, ahora Ugalde emergió como la víctima propiciatoria del resentimiento electoral de López Obrador y el PRD. Y es grave, bastante grave, que sea el PRD el que haya sido el encargado de reventar el proceso de designación del nuevo consejero presidente con la imposición de Genaro Góngora Pimentel y por tanto la perredización del IFE.
La reforma electoral referida al IFE nunca pudo aclarar razones ni objetivos. Al final, quedó la sensación de que Ugalde era una víctima sacrificada en el altar populista de López Obrador, a cambio del consenso perredista a la reforma en general. Pero la reforma tronó a Ugalde y a dos consejeros pero obtuvo en contra el voto legislativo lopezobradorista.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 17 de diciembre.
En el caso del IFE sirvió para otra. El viernes de la semana pasada el ex consejero mayor del IFE se reunió con el presidente Felipe Calderón quien le sugirió meditar una vez más su decisión de renunciar ante la llegada del plazo constitucional de 30 días para sustituirlo.
Ugalde había ofrecido permanecer en su puesto de acuerdo con el término legal. Y cuando la norma constitucional cambió y con ella la fecha, el consejero presidente les dejó sobre la mesa la renuncia de acuerdo con los plazos jurídicos aceptados (creados) por el Congreso.
—Piénsalo una vez más, le habría dicho Felipe Calderón.
—Tú sabes lo que es una renuncia por dignidad, ¿verdad Felipe?
Ante ese argumento el Ejecutivo dio por terminada la plática. Se despidieron —dicen— con cordialidad. Ugalde salió de Los Pinos, tomó el Anillo Periférico y llegó al profundo sur donde dejó caer la bomba de su separación y la demoledora y lúcida crítica a quienes hicieron todo este “pendejo mejunje de jarapellinosos genios jerosimilitanos”, como hubiera dicho Gabriel García Márquez.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 17 de diciembre.
Es bueno saber que don Luis Carlos Ugalde, admirable heredero de las milenarias tradiciones de la alquimia electoral, tiene clara conciencia de lo que el músico profeta, Juanes, ha definido con luminoso sentido del existencialismo corporativo: que la vida es un ratico. Sobre todo la institucional.
Y es a partir de ese conocimiento del que no está provisto cualquiera (salvo Octavio Paz quien, ciertamente con un poquito más de inspiración poética que el colombiano, afirmó que el mundo es noche y la vida relámpago), Luis Charly tomó una de las decisiones más conmovedoras desde los tiempos del voto por voto, casilla por casilla: renunciar a la presidencia del IFE después de que la diputadiza inexplicablemente no logró encontrarle sustituto ni a él ni a otros dos consejeros (digo, qué exageración, para reclutar a la nueva banda TimbirIFE bastaba con agarrar al elenco de La familia peluche), sobre todo porque fue contra todos los pronósticos. Justo cuando se apostaba a que Ugalde se iba a quedar en el puesto nomás por joder y ganarse una lana extra para pasársela bomba en Harvard (sin olvidar el tiempo compartido en Caleta-Caletilla donde seguramente tomará sus merecidas vacaciones), optó por aventarles la chamba en un acto de supuesta dignidad, insólito en su de por sí insólita persona, sólo para incluir en su bonita pieza oratoria una de las filípicas públicas más cursis y melodramática de que se tenga memoria. Tanto que reforzó mi impresión de que el doktor Ugalde es la versión político-electoral de Adal Ramones. Fue muy emocionante ver cómo en los momentos más sentidos de su monólogo cómico-mágico-musical en el que era como el niño artillero de la democracia con adjetivos, mostraba sus dotes para el sentimentalismo telenovelero mientras se le empañaban los lentes.
Jairo Calixto Albarrán, “Política cero”, Milenio, 17 de diciembre.
Ugalde era el recordatorio de la derrota de López Obrador admitida un año después. Pero la acusación contra Ugalde fue, por decir lo menos, absurda: 1) ¿Organizó Ugalde el fraude contra López Obrador sin involucrar a los demás consejeros electorales? ¿Cómo le hizo? ¿Y por qué castigar a unos sí y a otros no? 2) ¿Cómo le hizo Ugalde para hacerle fraude sólo a López Obrador y no al PRD en las legislativas y en las capitalinas en donde el PRD sacó más votos que nunca antes? 3) ¿Es posible que el PRD haya provocado un colapso del instituto electoral basado sólo en el espot publicitario más largo del mundo, digno del récord Guinness para Luis Mandoki, pero sin denuncias reales ante las autoridades electorales?
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 17 de diciembre.
Por cierto que al presentar su renuncia, Luis Carlos Ugalde dijo enfático: "Vulneraron la Constitución, la legalidad, la certeza y hasta la dignidad del Instituto Federal Electoral."
Y la fe de millones de mexicanos, atisban.
Pero no, no se refiere a los resultados de las elecciones presidenciales de julio de 2006, sino a los partidos políticos, por considerar que con el incumplimiento de los plazos constitucionales fijados para el relevo de consejeros electorales, vulneraron la ley.
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 17 de diciembre.
Nomás le faltó cerrar su speech de tintes bejaranianos con el clásico “¡Me van a extrañar!”.
Más allá de mi admiración por su histrionismo, me despertó mucho orgullo que en su delicada pieza oratoria se notara una álgida preocupación por el destino del instituto que contribuyó a consolidar con el mismo entusiasmo bárbaro con el que los magistrados enaltecen a la Tremenda corte escupiendo hacia el cielo. Será por eso que un montón de compatriotas lloraron con su despedida como aficionados americanistas cuando Catémoc Blanco partió sin dolor. O sea, hagan de cuenta que sin el IFE ugaldiano lo que sigue es el Apocalipsis Now.
Es una lástima que la vida de los grandes próceres dure apenas un ratico.
Jairo Calixto Albarrán, “Política cero”, Milenio, 17 de diciembre.
Luis Carlos Ugalde asumió la salida digna este 14 de diciembre al renunciar a continuar en la presidencia del IFE. En el anuncio de la decisión citó el mismo y contradictorio artículo cuarto transitorio de la reforma constitucional con la que los legisladores habían ordenado su destitución. Los otros consejeros prefirieron quedarse en el IFE. Se encuentran en la incómoda posición de "portarse bien" para que los políticos no los incluyan en la lista de los que serán despedidos de inmediato.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 17 de diciembre.
Lo dijo Ugalde en su discurso de renuncia a la sociedad, pero seguramente también a sus compañeros consejeros:
"El Instituto Federal Electoral no puede ser sujeto de los vaivenes y desacuerdos de los partidos políticos, el IFE merece respeto, porque lleva a cabo una función central en beneficio de los ciudadanos.
"La dignidad del IFE está por encima de los intereses de los partidos, ya es hora de colocar el interés de los ciudadanos primero. Ya es hora de pensar en beneficio del país y dejar de lado los intereses de grupo."
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 17 de diciembre.
La torpeza política de los diputados le dio al doctor Ugalde la oportunidad de reivindicar una dignidad que nunca dejó de tener como presidente del IFE pero que ha sido especialmente ostensible en la última decisión que tomó al ejercer esa responsabilidad. Luis Carlos Ugalde se va del IFE con la certeza de que cumplió razonablemente bien con las complejas obligaciones de ese cargo. Las equivocaciones políticas que pudo haber tenido nunca fueron resultado de la mala fe y jamás implicaron contravención de la ley.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 20 de diciembre
De cualquier manera, la crisis actual del IFE, que cada vez se agrava más, no empezó al salir Ugalde. Ni siquiera cuando los partidos decidieron echarlo. Se inició cuando Luis Carlos llegó al IFE en octubre de 2003, debido al procedimiento utilizado, cuando se perdió el consenso que el Instituto había adquirido desde 1994. Ese hecho es algo que todos los partidos reconocen hoy como un error que no desean repetir, lo cual implica que el PRI y el PAN asumen parte de la responsabilidad al no haber permitido al PRD integrarse cuando éste decidió ya no empujar la candidatura de Jesús Cantú como consejero. Lo que hoy vemos es resultado de aquella mala decisión. Aquí se aplica la lógica de que no se han cometido varios errores desde 2003, sino uno grave, y todos lo demás son consecuencia de ése. Se habla ahora también de las fisuras que han aflorado dentro del Consejo, pero tampoco son nuevas. Existen de tiempo atrás, mas no se habían ventilado abiertamente
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 21 de diciembre.
El caso es que con razón o sin ella, legisladores de todos los partidos, incluido el PAN, acordaron decirle adiós a Ugalde, al final de un jaloneo a lo largo del cual en reiteradas ocasiones éste declaró, siempre con énfasis, que no dimitiría. “Nunca renunciaré”, afirmó en numerosas entrevistas, mas se cuidó de precisar que “nunca” en realidad significaba “no”, sólo hasta que se presentase una coyuntura favorable para su imagen.
El “nunca” de Ugalde quedó acotado tan pronto a los legisladores se les enredó la pita entre los dedos y no pudieron echarlo por falta de acuerdo para hallarle sucesor. Fue entonces cuando el funcionario carente de agallas para haber renunciado cuando afloraron sus actos contra la responsabilidad política, o cuando los partidos que lo pusieron querían lanzarlo, dijo finalmente “a’í está el arpa, ya no toco”. Se alejó tal vez mascullando imprecaciones a los legisladores, y exigiendo con grandilocuencia respeto para la autonomía del IFE.
Cualesquiera que hayan sido las circunstancias en que Ugalde se ocultó tras el telón, el IFE quedó acéfalo por unas horas y tras un rudo forcejeo entre consejeros supervivientes del desastre —siempre con la sombra de los partidos sobre el escenario—, Andrés Albo fue electo en calidad de interino, con lo que el enredo se volvió una maraña indescifrable.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 22 de diciembre.
Es cosa de recordar que el Tribunal Electoral le propinó a Ugalde un vigoroso tirón de orejas al dictaminar que en las elecciones federales del 2006 el IFE que presidía incurrió en graves omisiones en materia de apertura de paquetes electorales cuyas actas presentaban inconsistencias.
De las 117 mil actas recabadas por el Programa de Resultados Electorales Preliminares, 57 mil —ni más ni menos que 49 por ciento— presentaban inconsistencias; pero sólo fueron abiertos cinco mil paquetes, debido a que el Consejo General del IFE pidió mediante oficio a los consejos distritales no proceder en tal sentido porque ello podría llevar a la anulación de los comicios.
El Tribunal, además, recriminó al IFE de Ugalde el hecho de que éste consintió la ilegal intromisión del presidente Vicente Fox en el proceso electoral, además de que permitió una real guerra sucia de partidos y candidatos, todos contra todos, en los medios de comunicación, en particular la televisión, con la participación activa de agentes externos como el Consejo Coordinador Empresarial.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 22 de diciembre.
Luis Carlos Ugalde, ex consejero presidente del IFE, tuvo un año difícil:
Se enfrentó con los partidos, aguantó jaloneos internos en el organismo, la dureza del Tribunal Electoral federal contra las resoluciones del instituto, la censura de una importante parte de electores por el resultado de los comicios presidenciales, y una reforma electoral que lo dejó sin trabajo.
Poco a poco, nadie quería a este hombre de 41 años, académico egresado del ITAM, con maestrías en Ciencias Políticas y en Administración Pública y doctorado en Ciencias Políticas.
Le hacían el feo, lo responsabilizaban de la crisis política derivada de la elección de 2006. Para muchos, era el villano favorito. A otros no se les olvidaba y lo culpaban de haber inclinado la balanza para que Felipe Calderón ganara la Presidencia de la República, con apenas 0.56% de ventaja sobre Andrés Manuel López Obrador, sólo 233 mil 831 votos.
“Bajo reserva”, El Universal, 23 de diciembre.
El origen del nombramiento de Ugalde lo vulneraba, su desempeño lo condenaba y el arbitraje de la contienda electoral del año pasado lo liquidó. Con o sin reforma electoral de por medio, era insostenible. De cualquier forma, Ugalde quiso disfrazar su retrasada salida con una gallarda actitud pero, en el esfuerzo, perdió la memoria. Renunció como si hubiera asumido el cargo el 3 de julio de 2006 y no tiempo atrás. Sin embargo, la consejera Lourdes López le refrescó la memoria, exhibiéndole como un "árbitro" incapaz de silbar con imparcialidad dentro y fuera del Instituto Federal Electoral.
"Durante los últimos 17 meses el IFE ha vivido amenazado -asentó Ugalde, aquel viernes 14-. Las amenazas se materializaron cuando el Congreso aprobó una reforma constitucional que estableció la remoción anticipada de los consejeros electorales".
Ahí es donde asoma la pérdida de la memoria. En el calendario de Ugalde, a partir de julio del 2006 el IFE vivió amenazado. Antes, nada de eso ocurrió. El proceso y la campaña electoral fueron impecables, todo era imparcialidad, independencia y autonomía. Después todo empezó y, 17 meses más tarde, Luis Carlos Ugalde sufrió un repentino ataque de "dignidad" y renunció.
René Delgado, “Sobreaviso”, Reforma, 29 de diciembre.
Luis Carlos Ugalde dejó un IFE dividido, y con un enorme descrédito. Derivado de sus excesos en las decisiones contra las diversas fuerzas políticas. Por eso no sería extraño que se reconsiderara sobre un periodo extraordinario y dar por terminado este penoso pasaje de la “democracia mexicana”.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 7 de enero.
Luis Carlos Ugalde hacía ayer sus últimos preparativos para abandonar la ciudad de México, pues en unas cuantas horas deberá iniciar sus clases en la prestigiosa Universidad de Harvard. Y nos dice que se va sin molestias con sus verdugos, que él al fin sale victorioso. Ahí está la imagen que han dejado los diputados al no poder designar a su sustituto.
Ugalde sale a Estados Unidos al día siguiente que el Ejecutivo federal publica las reformas a la ley electoral, y a partir de ahora tienen los diputados fecha límite para nombrar a los nuevos consejeros. Muchos esperaban que fuera hasta mediados de febrero, pero al parecer tendrán que hacerlo los legisladores en la reunión plenaria del 5 de febrero.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 15 de enero.
Oigan pajaritos, ¿se acuerdan de Luis Carlos Ugalde? No me digan que ya se olvidaron del ex presidente del IFE, sí, ése que ahora anda en Harvard en asuntos académicos. Pues bien, me contaron que Luis Carlos todavía no se acostumbra a la tranquila vida universitaria y de repente extraña la actividad intensa que tenía en su antiguo cargo. “Disfruto la tranquilidad que se siente después de pasar una noche bailando zamba”, dijo hace poco Ugalde a quienes hablan con él. Comentó que hace frío en Massachussets y que divide su tiempo entre las clases que da, leer, caminar y hacer ejercicio, sin duda es algo diferente a lo que hizo los últimos cuatro años…
El Duende Preguntón, “¿Sabe o no sabe?”, El Gráfico, 29 de enero.
EL QUE ya se instaló en su nueva chamba es Luis Carlos Ugalde.
A PARTIR del primer día de enero el ex consejero presidente del IFE despacha en la Universidad de Harvard como profesor visitante de Estudios Latinoamericanos.
MIENTRAS los diputados siguen deshojando la margarita para resolver el entuerto en el que tienen sumido al instituto, Ugalde se prepara para impartir el seminario "Elecciones y Democracia en América Latina".
Y DADO que ya demostró que del tema sí sabe, es de esperarse que esta vez salga mejor librado.
F. Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 29 de enero.
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