ELECCIÓN DE CONSEJEROS DEL INSTITUTO FEDERAL ELECTORAL, TERCERA PARTE. 2. LAS NEGOCIACIONES.

A partir de la semana pasada se reiniciaron las negociaciones para elegir a los tres nuevos consejeros del Instituto Federal Electoral. De ellas dan cuenta los siguientes 21 comentarios, 19.26% de los 109 sistematizados.

Los panistas, por su parte, aceptan los términos de la negociación que aparentemente también los dejaría en desventaja en la integración del consejo del IFE, a pesar de que hay gente en el PAN que no está de acuerdo con ese esquema y que argumenta que es demasiado caro el precio que pagan por la participación del PRD. Sin embargo, los blanquiazules no tienen mucha opción, porque la orden de “hacer todo lo que sea necesario” para evitar la autoexclusión y descalificación de los perredistas salió directa de Los Pinos.
Tanto les preocupa en la casa presidencial que no se repita lo ocurrido en 2003, cuando el PRD se automarginó de la elección de consejeros del IFE, que no sólo pidieron a Héctor Larios que cediera en casi todo para lograr el voto perredista, excepto en aceptar al ministro Góngora. Además, en la casa presidencial trazaron un plan B, en caso de que el ala más radical se imponga en el perredismo y rechacen la generosa oferta que les hicieron Larios y Gamboa
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 2 de febrero.

Navarrete planteó a Beltrones la posibilidad de que el PRD flexibilice su posición respecto del ministro Genaro Góngora, siempre que se acepte como plan B a Jaime Cárdenas.
Por Jaime Cárdenas, el PRD estaría dispuesto incluso a integrar a Mauricio Merino, la carta fuerte del PAN en el futuro consejo.
“Trascendió”, Milenio, 2 de febrero.

Si con todo y que les dan la presidencia y un consejero el PRD decide salirse del acuerdo y descalificar la elección de consejeros, el PAN le ofrecería la presidencia del IFE a un connotado militante perredista que está dispuesto a aceptarla. La estrategia de Los Pinos, dicen, sería neutralizar una descalifiación, presente y futura, de la izquierda a la integración del instituto. Desconocer y desconfiar de la autoridad electoral sería un argumento que perdería fuerza y sentido si uno de los suyos está en la presidencia.
No dicen claramente quién sería ese perredista que está dispuesto a aceptar ser presidente del IFE, pero sí afirman muy seguros que tomaría la oferta porque ya se lo preguntaron. ¿Quién será?
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 2 de febrero.

No importó que los coordinadores parlamentarios le explicaran que esa posición lo único a lo que los llevaría sería a aislarse en el ámbito legislativo, lo que sería muy peligroso para el futuro de las negociaciones y sobre todo refrendaría la imagen beligerante a ultranza del PRD.
Esas razones no fueron suficientes y la decisión se mantuvo. El resultado es de sobra conocido, el asunto se trabó y gracias a una serie de argucias legales (llámese artículos transitorios) se difirió la designación al menos dos meses.
Ahora el tema se reactivo, pero la posición perredista cambió radicalmente, PRI y PAN hicieron un frente común para rechazar al ministro Góngora arrinconando a las huestes del partido del sol azteca.
Francisco Garduño, “Doble o nada”, Milenio, 2 de febrero.

Ya no empujen a Genaro (Góngora), pidió el líder de la fracción perredista en San Lázaro, Javier González Garza, al jefe del ala radical del partido, Guadalupe Acosta Naranjo. Y, en vez de un arrebato de furia, recibió la propuesta y la cabildea: doblar las manos en la presidencia del Instituto Federal Electoral, pero, ¿quién va a convencer a Andrés Manuel López Obrador y a los demás?
“Frentes Políticos”, Excélsior, 3 de febrero.

El problema aquí no es la construcción de alianzas entre PRI y PAN para llegar a un acuerdo, sino la pandilleril actitud de un PRD que saborea las mieles del escándalo y la polarización en espera de poder cosechar los dividendos de la víctima, algo que su borracho de taberna (gracias, Ruth) lleva practicando desde hace cuatro años y que, increíblemente, juega con tal maestría que es él quien pone la agenda nacional, otorgándole un poder fáctico bajo el que se someten legisladores de todos los partidos (aunque sólo Creel lo hace con tan elegante estupidez), dirigentes y el mismo Felipe Calderón que cayó en la miserable tentación del discurso propejiano de la consulta ciudadana.
Carlos Dragonné, Milenio, 3 de febrero.

Impaciente, el líder de la diputación priista, Emilio Gamboa, anunció que el jueves a más tardar deberá conseguirse un acuerdo tripartita. De lo contrario, tomarán la decisión él mismo y Héctor Larios, dejando al margen al PRD, que insiste en la muy digna candidatura del ministro de la Corte Genaro David Góngora Pimentel para presidir el consejo, a la que se oponen las otras bancadas decisorias. Los argumentos para vetarlo, o a Mauricio Merino, son insostenibles frente a sus méritos; nacen de prejuicios o rencores, pero no ha sido posible derrotarlos. Si las fracciones actuaran con lucidez para decidir entre ambos quién encabece el IFE, concluirían en que lo haga Merino, pues su experiencia como consejero y su lucidez informada como reflexionador sobre el papel del órgano electoral lo hace preferible aun sobre don Genaro David, cuya alta investidura no remedia por completo su carencia de antecedentes en la materia electoral. Su ausencia de la Corte, por lo demás, generaría a la República un perjuicio mayor que el beneficio de que presidiera el órgano electoral. Otros pueden ejercer esta responsabilidad. Difícilmente se colmaría aquel faltante.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 3 de febrero.

El próximo jueves, a más tardar, la Cámara de Diputados deberá haber concluido la selección de los tres nuevos consejeros electorales, incluido el Presidente del Instituto Federal Electoral (IFE).
Después de la reunión que sostuvieron el viernes por la mañana los coordinadores parlamentarios de los tres partidos grandes, se especuló sobre un posible arreglo que permitiera al PRD sumarse para lo cual PAN y PRI habrían cedido sus pretensiones para colocar a uno suyo en la presidencia del organismo.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 4 de febrero.

Dijeron que el cese de consejeros del IFE sería por consenso.
Pero no se ponen de acuerdo en nada.
Dijeron que no llegarían al reparto por cuotas.
Y PAN y PRI se la ofrecen al PRD y parece que González Garza aceptaría la cuota.
El cochinero es de tal magnitud, que Góngora se cansó de su triste papel.
Y mañana anunciaría que renuncia a ser presidente, como quería López.
Pepe Grillo, Crónica, 4 de febrero.

Por sus declaraciones, los coordinadores de los diputados del PAN, Héctor Larios, y del PRI, Emilio Gamboa, insisten en que la designación de los tres consejeros —pospuesta en diciembre pasado en franca violación a la reforma constitucional en materia electoral que los mismos legisladores aprobaron— quedará resuelta esta semana con o sin consenso del PRD que, argumentan, cargará con la responsabilidad de “autoexcluirse”.
Esta posición, sin embargo, fue directamente cuestionada desde Los Pinos, de donde les llegó la orden de hacer todo lo necesario para evitar dejar fuera al partido del sol azteca y negociar todo lo negociable, menos aceptar que el ministro de la Corte Genaro Góngora sea el nuevo presidente del organismo electoral, posición que los amarillos plantearon como irreductible a su líder en la Cámara de Diputados, Javier González Garza
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 4 de febrero.

Nombres van y vienen, pero hasta el viernes por la tarde ninguno de los presuntos involucrados en la negociación confirmaban el acuerdo entre Emilio Gamboa, Héctor Larios y Javier González Garza.
Este último, por el contrario, manifestó que la posición del PRD respecto a la candidatura del ministro de la Corte, Genaro Góngora Pimentel, era "inamovible" e "irrenunciable".
Como sea, ya lo advirtió Larios, se buscará el mayor consenso posible y si no se logra, el PAN y el PRI irán solos, como ocurrió cuando se designó a Luis Carlos Ugalde y al resto de los actuales consejeros electorales.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 4 de febrero.

NO HAY PLAZO que no se cumpla y, finalmente, esta semana los diputados federales deberán demostrar que sí saben ponerse de acuerdo... como lo presumen en sus spots.
PORQUE DE AQUÍ al viernes se supone que priistas, panistas y perredistas tienen que decidir quiénes serán los nuevos consejeros del IFE, incluido el presidente del instituto.
QUIENES SABEN cómo andan las cosas en San Lázaro comentan que el pastor de la bancada del PRD, Javier "El Güero" González Garza, ya dio muestras de estar dispuesto a aflojar los nudos que tienen amarrado el asunto.
SEGÚN ESTO, los perredistas le quitarían la etiqueta de "irreductible" a Genaro Góngora Pimentel, de tal forma que podrían aceptar que otro ocupara el lugar que querían para el ministro.
SIN EMBARGO, González Garza no va a ceder la plaza gratuitamente, pues antes exigiría al PAN y al PRI que hagan explícito el porqué de su rechazo a la candidatura del jurista.
Y COMO Emilio Gamboa ya dijo que de parte de los priistas no hay bronca con el ministro, todo indica que quien cargará con el peso de la exhibida pública será -one more time- el panista Héctor Larios.
F. Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 4 de febrero.

Todo indica que la denigrante disputa por el “botín” en que se convirtió la decapitación y relevo de los consejeros del IFE, al final de cuentas podría dar visos de sensatez. En efecto, al estilo del arreglo “chacharero”, parece que el G-3 decidió transitar por la ruta nada ortodoxa pero harto efectiva de que ante la “carambola” que dañó a todos, lo más sensato resultaba que “cada quien se quedara con su golpe”.
De esa manera, si el PRI retiró desde hace mucho a Jorge Alcocer como pretenso a presidir el IFE, y si el PAN dobló las manos en su intento por impulsar a Mauricio Merino, resulta que al final de cuentas el PRD debió ceder y retirar de la primera línea al ministro Genero Góngora Pimentel, que no sólo era el preferido de AMLO, sino el tercero en discordia y una carta política de alto costo no sólo para la Suprema Corte —poder al que pertenece—, sino el propio equilibrio de los poderes
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 5 de febrero.

El coordinador de los diputados del PRD, Javier Gónzalez Garza, llegó a la reunión que sostuvieron los coordinadores de los tres partidos grandes con la consigna de mantener la candidatura de Góngora Pimentel.
Sin embargo, la posición fue abandonada en buena medida porque dentro del propio grupo legislativo del PRD comenzaron a surgir voces que reclamaban la presentación de otros candidatos para evitar repetir el pago de los costos políticos con los que cargó el PRD en el 2003, cuando se automarginó de la designación de los actuales consejeros electorales.
Desde luego que la apertura mostrada por González Garza constituye una buena señal para evitar que los diputados cometan el mismo error que en el 2003 y que tan caro ha costado al IFE, en cuestión de prestigio y credibilidad.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 5 de febrero.

Y ocurrió lo que era previsible desde el inicio del proceso de renovación del IFE —una vez que en forma ilegal, grosera y con afanes revanchistas los señores del G-3 decapitaron y debilitaron esa institución—; es decir, que la primera línea de aspirantes sólo sirvió como “carne de sacrificio” y que se abrió paso a la decisión de bajo perfil en cuanto a los efectos mediáticos, pero segura en cuanto a la calidad de los posibles seleccionados. ¿Qué quiere decir eso?
Que lo equilibrado de las fuerzas intramuros del G-3 —recordemos que PRI, PAN y PRD son fuerzas equilibrantes en el peculiar arreglo que resultó de julio de 2006— anuló a los prohombres y los protagonismos que terminaron por convertirse en “delfines” de cada uno de los integrantes del G-3, y dio paso a la tercera reserva de los posibles; a las y los profesionales de la materia electoral que poco o nada tienen que ver con el parentesco partidario y menos con el favor mediático.
De esa manera, entre hoy y el próximo viernes la pelea por la presidencia del IFE estará entre profesionales probados —que al inicio de la contienda no tenían oportunidad alguna, ya que estaban y están lejos de las preferencias como operadores políticos—, y hasta es muy probable que se produzca una suerte de fenómeno darwiniano; de “selección natural de la especies” en la materia electoral
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 5 de febrero.

Que el que no pierde oportunidad para pasarla bien es el coordinador de los diputados del PRI, Emilio Gamboa.
En pleno estira y afloja en el tema de los nuevos consejeros del IFE, se dio tiempo para reunirse con su paisano yucateco Armando Manzanero.
El encuentro fue en las oficinas de Gamboa en San Lázaro.
Eso sí, a nadie se le ocurrió llevarle un piano.
“Trascendió”, Milenio, 6 de febrero.

Porque no deja de llamar la atención esa impresentable desfachatez con que se ha meneado Emilio Gamboa para tomar cualquier micrófono y amagar con que la simpática fiesta se hará con o sin el consenso del PRD. Y como ya es su estilo, en una selecta cena advirtió que sus lacritas tricolores asumirán el costo político que sea (apostando a la desmemoria colectiva) si las otras lacritas, las amarillas, decidieran aferrarse a la figura de Góngora Pimentel y con esto excluirse del ameno reventón.
Y, mi querido lector, corrió el tiempo... a favor del PRI y el PAN porque el ministro Genaro no... iba... a... pasar. Tan tan.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 7 de febrero.

Que el PRD cedió: Góngora es negociable, pero no nos obliguen a retirarnos de la negociación.
La decisión fue de diputados y del CEN, y destrabaría el atorón que orilló a los legisladores a violar su propia reforma electoral.
Y contradijo a Leonel Cota, que amenazó retirarse de la negociación, como en 2003.
El PRD propone como presidente a Santiago Castillo, o Irma Sandoval o Jaime Cárdenas, y que salgan Andrés Albo, Arturo Sánchez y Alejandra Latapí.
Pepe Grillo, Crónica, 7 de febrero.

Lo extraordinario, my friend, es que repentinamente al diputado Gamboa lo infectó en estos últimos días ese virus de la inusitada rapidez parlamentaria para sacar a los bueyes de la barranca del ife, con todo y que en sus manos siempre estuvo el detonador de los hilos para las negociaciones con el PAN —cómplice del original drama— desde los primeros días de enero, antes de llegar a la fecha fatal del 1 de febrero. Todo indica que el juego del Tío Lolo debía durar 31 días para después meter el pie en el acelerador.
El número de espléndidas preguntas podrían ser muy reveladoras si el epicentro de la tenebra lo coloca usted en el tablero del pasado... y no mirando al futuro.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 7 de febrero.

Hasta el momento de escribir estas notas parece difícil que se logre el acuerdo. Pienso que los legisladores del PRI y el PAN deberían considerar la posibilidad de aceptar el nombramiento de Góngora. Se trata, después de todo, de un hombre con excelente trayectoria. El ministro no tendría por qué mancharla para asumir una posición partidista en el IFE. Pero aunque lo pretendiera, el consejero presidente no toma por sí solo las decisiones del IFE. Éstas se definen en un Consejo General de nueve miembros con derecho a voto. Algunos priistas y panistas dicen que no pueden ceder al chantaje del PRD, pero la verdad es que hay buenas razones para pensar que Góngora no sería un mal presidente del IFE.
Si no hay acuerdo entre los tres principales partidos, el PAN y el PRI terminarán nombrando a tres o a seis consejeros, incluyendo al presidente, sin el voto del PRD. La situación sería en realidad muy cómoda para el PRD, que podrá seguir argumentando que tiene un IFE adverso, involucrado en un permanente complot en su contra. Pero en tal caso el sacrificio de los consejeros del IFE, con el pésimo precedente jurídico que esto implica, habrá sido completamente en vano.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 7 de febrero.

Cuarto y último acto. Falta ahora solamente que los diputados decidan quiénes (dos) van a salir del consejo y quiénes serán sus reemplazos. Lo óptimo, por supuesto, es que todas las fracciones parlamentarias logren forjar un acuerdo y elegir por consenso al nuevo presidente del consejo y a los dos consejeros. Ello vendría a inyectarle una buena dosis de confianza al máximo órgano de gobierno del IFE y de alguna manera repararía las averías cometidas a lo largo del proceso.
Pero también existe la otra posibilidad: que los nombramientos no puedan ser con el concurso de todos los grupos parlamentarios y que la experiencia del 2003 se vuelva a repetir. Estaríamos, entonces sí, ante una ruta que acabó consolidándose como un auténtico "erradero", que se escribe sin "h" porque nada tiene que ver con las herraduras.
José Woldenberg, Reforma, 7 de febrero.

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