La reforma a las leyes electorales y al IFE es el cumplimiento de una demanda de los perdedores en la elección de julio de 2006. Esa reforma, fuera de la agenda del Presidente, de su necesidad o de su programa de gobierno es el cambio más notable del año. Y al Presidente, espectador, no le quedó más que aplaudirlo.
Esa reforma es un buen ejemplo de por qué el país sigue atorado. Nació del reclamo perredista y de AMLO de que el resultado de julio del 2006 fue producto de una serie de inequidades y violaciones que, bajo el amparo de tecnicismos legales, favorecieron al partido en el poder. Además, impugnaron la composición de las autoridades electorales con base, no sólo en su actuación, sino en que cuando fueron electas se hizo sin su participación. Había pues que cambiar las normas para que esto no volviera a suceder y rehacer el proceso de elección de las autoridades. Hace un año ninguna de estas demandas eran del Presidente o del PAN, al contrario.
Carlos Puig, “Historias del más allá”, Milenio, 15 de diciembre.
Y hoy se tironean a ver a quién le viene el manchado jubón y en medio de la carnavalada legislativo-electoral, solo queda una certeza: La cuna se mece con la mano tabasqueña en un pantano político cuyos mefíticos hedores llegan a cualquier rincón del país. Ya sean el IFE., la Corte o San Lázaro…
Fue la imposición “pejelagarta” de Genaro Góngora la materia detonante de este abrumador estallido, pero el magistrado Góngora, en cuya trayectoria se halla la presidencia “del alto tribunal”, se ha comportado con una falta de categoría y apego a la ley, altamente notorias.
Para cumplir con el encargo de su patrocinador él también se lleva la Constitución de paseo por el perineo.
Rafael Cardona, “El cristalazo dominical”, Crónica, 16 de diciembre.
No hay acuerdos porque la política se ausentó y tomó su lugar la mezquindad, el cortoplacismo, la revancha. El PRD se obstina en colocar a su incondicional, Genaro Góngora Pimentel, los otros partidos se niegan a aceptarlo. El PRD tiene que pelearlo a fondo o su líder los descalificará y tildará de traidores, gobiernistas, cobardes y eso les es inaceptable, sobre todo en medio de su proceso de elección interna de presidencia nacional.
Se atoró la renovación de una de las más importantes instituciones del país por la intransigencia y cerrazón de unos cuantos.
Pero también se atoró por que nadie tuvo la audacia de plantear un procedimiento distinto, porque todos quisieron mantener su pedazo de pastel y que se atrevieran a poner al árbitro en manos de la sociedad, o de un equilibrio de poderes. Prefirieron quedarse con su poder y resultó que no lo pudieron controlar. Muchos lo dijeron y ellos —PRI, PAN y PRD— no quisieron escuchar. Hoy no pueden salir de su propia trampa, de una celada que ellos mismos manufacturaron.
Luciano Pascoe Rippey, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 16 de diciembre.
Todos saben que el PRD se empeñó en llevar no sólo como consejero, sino como presidente al ministro de la Corte Genaro Góngora Pimentel, y en las discusiones argumentó que se trataba de una postura inamovible. ¿Por qué Góngora y por qué la presidencia del IFE para el PRD? Todos saben; a pesar de que muchos niegan, que el ministro es el “delfín” de Andrés Manuel López Obrador. Y en el PRD son muchos los que creen que la mejor prueba del desagravio a los amarillos por la elección de julio de 2006 —y una vez que en los hechos PAN y PRI reconocieron el supuesto fraude al decapitar al IFE— pasaba por la entrega del IFE a los amarillos.
En el fondo esa es la estrategia del propio López Obrador, quedarse con el control del IFE. Por eso, cuando deslegitima la reforma electoral y la nueva integración del Instituto —precisamente antes de que se decida quiénes serán los nuevos consejeros del IFE—, en realidad lo que busca es que le sea entregado el IFE a través de la presidencia de Genaro Góngora. ¿Por qué no cuestionó AMLO la reforma antes, por ejemplo, desde que se produjo la enmienda constitucional? Porque como ocurre con las pandillas, la preparación del golpe requería de la unidad de los pandilleros. El problema no está en planear y desarrollar el golpe, sino que la disputa se da cuando es momento de repartir el botín
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 16 de diciembre.
Cuando falló su compló, González Garza dijo que les faltó tiempo para debatir.
Lo que no dijo fue que necesitaba tiempo para “consultar”.
Y para intentar que López retire su capricho de que Góngora presida el IFE.
Cree González que en dos meses lo convencerá.
Lo que demuestra que no conoce a su jefe.
López quiere a Góngora, pero le urge más romper el triunvirato PAN-PRI-PRD.
Pepe Grillo, Crónica, 17 de diciembre.
La pregunta entonces es otra. ¿Qué hay detrás de la peculiar decisión del PRD por ganar tiempo? ¿Se puede hablar de un gesto de civilidad entre los siempre calculadores jefes de PAN y PRI? En respuesta a las dos interrogantes se debe señalar que la designación de los tres nuevos consejeros del IFE y del presidente de su Consejo General se “empalmó” con una de las más severas crisis que vive el PRD en su interior, y frente a una guerra feroz que libran los grupos que disputan la dirigencia de los amarillos; Los Chuchos, por un lado, y los lopezobradoristas, por el otro. ¿Y eso qué tiene que ver?
Pues resulta que eso lo explica todo. Pero vamos por partes. Primero hay que señalar que en los primeros días de marzo de 2008 el PRD estará viviendo la reñida selección de su nuevo presidente nacional, que es disputada por Jesús Ortega Martínez, el jefe chucho, y por el delfín de Andrés Manuel López Obrador, el ex jefe de Gobierno Alejandro Encinas
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 17 de diciembre.
La reforma electoral debió haber quedado concluida este pasado 13 de diciembre con la designación de los nuevos consejeros y el presidente del Instituto Federal Electoral. En lugar de eso, y a petición del PRD, esta última y crucial medida habrá de esperar hasta el mes de febrero.
El nombramiento de los nuevos consejeros del IFE, conforme a lo establecido por la propia enmienda constitucional que impulsaron los legisladores, habría permitido cuando menos cerrar todo este difícil capítulo y empezar a cicatrizar las heridas. La cosa no fue así, sin embargo. De hecho, el IFE tendrá que iniciar sus actividades en el mismo ambiente de incertidumbre en que ha vivido en los últimos meses del 2007.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 17 de diciembre.
Pero ahora se les hizo mucho conceder a la izquierda el puesto de presidente del IFE. Cuando además, la propuesta de la izquierda era la de un hombre que, al final de su carrera profesional, estuvo dispuesto a servir a su país, aun con las tensiones que acompañarían a ese cargo. Pensaron que se trataba de una sesión más de la Cámara, donde jugaron con los votos como si se tratara de la aprobación de una partida presupuestal
Manuel Camacho Solís, El Universal, 17 de diciembre.
Una orden de López Obrador puso en crisis el sistema de negociación del que platicábamos en este espacio apenas el viernes y ello provocó, en las últimas horas para negociar las reformas electorales (específicamente la designación de los nuevos consejeros) y la reforma de justicia y seguridad, algo más que un impasse y dejó, nuevamente, muy mala imagen de los legisladores. Pero, sobre todo, lo que se puso de manifiesto es que no se puede confiar en el PRD, cuando menos no en este PRD
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 17 de diciembre.
En diversos sectores prospera desde el jueves la percepción de que el costo político de poner al IFE en el limbo podrá ser simplemente cargado a la necedad del PRD. Pero en las últimas horas, desde el gobierno se filtra una grave contrariedad por lo que se entiende como un error grave el haber pactado con el PRI la reforma electoral a cambio de la financiera, sin amarrar los términos de la renovación del IFE. Una falla sembrada en septiembre, que florece tres meses después como el error de diciembre de la administración Calderón.
Roberto Rock, “Expedientes abiertos”, El Universal, 17 de diciembre.
Frente a ese delicado escenario, cualquier acuerdo al que pudieran haber llegado Los Chuchos en el Congreso para designar a los nuevos consejeros —acuerdo que, por supuesto pasaba por la exclusión de Genaro Góngora— habría sido una suerte de suicidio político para las aspiraciones de Jesús Ortega por convertirse en el nuevo presidente del PRD. ¿Por qué? Porque le habría entregado a López Obrador y a los suyos en “bandeja de plata” los argumentos suficientes para denunciar la supuesta “traición” a los cuatro vientos. En esa lógica, y al grito de que un “traidor” no puede ser presidente del PRD, los lopezobradoristas, su candidato Alejandro Encinas, y un sector importante del PRD tendrían suficiente parque para enlodar a sus adversarios, en tanto que se dificultarían de manera notable las aspiraciones de los señores de Nueva Izquierda, en general, y de Jesús Ortega, en particular, para llegar a la dirigencia nacional de los amarillos
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 17 de diciembre.
Lo que ocurrió entre miércoles y jueves es relativamente sencillo de explicar y difícil de comprender. El miércoles, luego de que la fracción perredista aceptó, tanto la reforma electoral como la de justicia, a pesar de las órdenes de López Obrador y con el voto en contra de un tercio de sus diputados, la corriente mayoritaria del partido y sus coordinadores parlamentarios resintieron la presión (o simplemente consideraron que, debido a que habían hecho un “sacrificio político” adicional, merecían más) e hicieron exactamente lo mismo que Pablo Gómez en 2003, con la elección de los consejeros electorales: en aquella ocasión, Gómez (un político tan inteligente como insoportablemente soberbio y pedante) se empeñó en que el consejero presidente del IFE fuera Jesús Cantú, un consejero saliente con muchas simpatías en el lopezobradorismo. Había un acuerdo de que ningún consejero sería reelegido, pero Gómez lo ignoró y hasta última hora insistió en que era Cantú o ninguno, que no había margen de negociación, pensando que el PRI y el PAN, junto con los otros partidos, no se atreverían a votar por consejeros que no tuvieran el voto del PRD. Así se llegó a la votación y cuando, sobre la marcha, Gómez quiso cambiar la negociación, porque vio que el IFE se aprobaría sin Cantú, ya era tarde
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 17 de diciembre.
En conferencia de prensa de los líderes de las bancadas del PRI, el PAN y el PRD en la Cámara de Diputados, el perredista Javier González Garza explicó las razones que llevaron a su partido a solicitar la prórroga a los otros dirigentes con el argumento de que se necesitaba una decisión de consenso con el fin de preservar la "credibilidad" del IFE.
Lo extraordinario del argumento es que la credibilidad del IFE, según las encuestas de opinión que se han realizado sobre el tema, se encuentra en muy buen nivel. En todo caso es la credibilidad del Congreso la que se encuentra por los suelos. Quizá los diputados deberían estar buscando formas de recuperar la credibilidad del Poder Legislativo, la cual se ha deteriorado de manera notable por la reforma electoral y por su último y ridículo de capítulo en la selección de los nuevos consejeros del IFE.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 17 de diciembre.
En realidad la “tregua” que pactaron los jefes parlamentarios del PRD en torno a la designación de los nuevos consejeros del IFE —que son legisladores vinculados estrechamente a Nueva Izquierda— es en el fondo una estrategia de sobrevivencia política, bien calculada y, por increíble que parezca y por descabellado que se antoje, que también beneficia a los barones del PAN y del PRI. ¿Por qué? Porque todo acuerdo parlamentario en el Congreso pasa, como condición fundamental, por el control que tienen Los Chuchos de las jefaturas en sus respectivos grupos
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 17 de diciembre.
Al llegar a la nueva etapa de negociación que se realizó en la Junta de Coordinación Política, Javier González Garza, coordinador de los diputados perredistas, no quitó el dedo del renglón y, repitiendo la “estrategia” de Gómez, insistió una y otra vez en que el único candidato aceptable era el ministro de la Suprema Corte de Justicia, Genaro Góngora Pimentel, y sólo como consejero presidente del IFE. Góngora, ya lo hemos dicho aquí, es un gran tipo, un jurista culto y un político inteligente, pero también un hombre cercanísimo a López Obrador, por lo menos en el terreno político y que, además, en términos estrictos, estaría impedido de ser consejero precisamente por ser miembro de la Suprema Corte, posición a la que sólo se puede renunciar por alguna razón de “suma gravedad”. ¿El IFE es más importante que la Corte? Pero fuera de todas esas consideraciones legales, había algo más importante: ni el PRI ni el PAN aceptan a Góngora Pimentel por su evidente cercanía a AMLO
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 17 de diciembre.
En esas condiciones, algo que debería ser muy sencillo —escoger a tres ciudadanos preparados, honestos y equidistantes de los partidos— se ha convertido en un jeroglífico imposible.
Los argumentos que ha esgrimido el PRD son signo de que la intolerancia está lejos de ser desterrada en ese partido. Por una parte, las frases —dichas en varios tonos— que profetizan el apocalipsis de la credibilidad electoral en caso de que ellos no estén de acuerdo. Por la otra, han dejado claro que “estar de acuerdo” significa que Genaro Góngora sea consejero presidente y nada menos.
Francisco Báez, “Empedrado”, Crónica, 18 de diciembre.
Los enviados de AMLO a la Cámara insisten: la propuesta de Genaro Góngora para presidente del IFE, es inamovible.
Y acusan a “las televisoras” de vetar al gallo de López, junto con el PAN, el PRI y Ulises Ruiz y Mario Marín.
Octavio Martínez, del PRD, juró que exigen a Góngora porque es el mejor.
Pepe Grillo, Crónica, 18 de diciembre.
¿Cómo llegó el IFE al momento más triste de su historia? Se dirá que la inestabilidad imperante al interior de la bancada perredista de San Lázaro es la responsable. Esto es verdad en parte. Los perredistas están dirimiendo el futuro de su partido. La elección del presidente nacional contamina todo en el sol azteca. Aunque se votará en marzo, las tribus ya desenfundaron los fierros y para su coordinador, El Güero González Garza, será muy difícil, casi imposible, alcanzar algún consenso sobre los nombres de los nuevos integrantes del Consejo General.
López Obrador presionó para que los legisladores del FAP no se muevan de la propuesta “Genaro Góngora o nadie”. Al que más le importa reventar al IFE es al tabasqueño, no porque sea un tipo maligno de nacimiento, sino porque es el principal agraviado del desempeño del instituto, que en el 2006 no pudo procesar una elección cerrada, ya sea por falta de voluntad o de herramientas para cumplir su trabajo de árbitro imparcial.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 18 de diciembre.
Otra interrogante es el futuro de la fracción del PRD que ayudó a gestionar la “renovación” del IFE. Claramente, no cabe en el mismo partido con la facción que impugna todo el proceso. Sobrevendrá acaso una lucha feroz por los recursos económicos, espectáculo que alejará todavía más al partido del electorado. No es descabellado una restauración del bipartidismo histórico de México entre liberales y conservadores, ambos tirando a encontrarse en el centro.
El PRD podría resultar un partido transitorio, cuyos miembros tenderían a adherirse a las formaciones históricas, principalmente al PRI, pero el PAN se vería incentivado a ampliar la definición de su identidad para alojar más profesionales de la política. Dicho sea sin negar la supervivencia de las filas del resentimiento, espoleadas por su propia rabia y su pretensión de superioridad moral
Ramón Cota Meza, El Universal, 18 de diciembre.
Desde luego que el trabajo de destrucción del IFE más vistoso ha sido el de la gente de López Obrador. No intento minimizar su responsabilidad, pero explicar la crisis acusando solamente a un grupo de ser un mal perdedor es quedarnos a la mitad del análisis. PAN y PRD tienen vela en este entierro, no sólo por agandallarse durante la conformación del Consejo General que ahora vive sus últimos días, sino porque en los días anteriores han estado velando por sus intereses de grupo, haciendo cálculos de corto plazo e incluso han incurrido en una violación a un fragmento de la Constitución que ellos mismos habían aprobado unos días antes.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 18 de diciembre.
En las próximas semanas veremos varias cosas: veremos si el coordinador de los diputados del PRD es tal, o sólo un mensajero con las manos atadas; veremos si el personaje que ha sido la manzana de la discordia en estos desencuentros insiste en su deseo de presidir el IFE; veremos si el sol azteca se sigue doblegando a los designios de Andrés Manuel —quien gana cada vez que una institución democrática se debilita— y, sobre todo, veremos si en Los Pinos deciden que el del IFE es un problema de interés nacional y actúan en consecuencia.
Francisco Báez, “Empedrado”, Crónica, 18 de diciembre.
Ahora dice: ¡Genaro Góngora… o nadie!!!
Y amenaza: ¡Alejandro Encinas… o ninguno!
En 2006 advirtió y cumplió: ¡Yo… o el caos!
Es el legítimo ilegal, el indestructible casi noqueado, el rayito de esperanza sin brillo, y el gallo desplumado al que no le quitan ni una pluma.
Pepe Grillo, Crónica, 19 de diciembre.
De la consigna “¡Al diablo con las instituciones!”, es evidente que algunas tocan ya las puertas del infierno.
Para alimentar las demoniacas llamas, ninguna compite con el Instituto Federal Electoral y sus inflamables consejeros espurios, pero el PRD quiere arrebatarle su lugar en la cola.
Antier, hablando en nombre de la fracción perredista en la Cámara de Diputados (apoyado por sus compañeros de bancada Juan Guerra y Luis Sánchez), el legislador Octavio Martínez advirtió que la exigencia de que el ministro Genaro Góngora Pimentel sea el futuro presidente del Consejo General del IFE es “inamovible”, porque “no habremos de movernos de esto: el grupo parlamentario está unido en esta propuesta…”.
Y al día siguiente Leonel Cota, dirigente nacional del PRD, hizo lo que Andrés Manuel López Obrador suele hacer: descalificar a sus congresistas, ahora dizque porque el partido no ha tomado ninguna decisión de apoyar a nadie, “ni a Genaro Góngora”.
Necesitado siempre de combustible, Belcebú ha de estar frotándose las manos.
Carlos Marín, “El asalto a la razón”, Milenio, 19 de diciembre.
Esa fatwa, la presencia en la contienda por el IFE del ministro Genaro Góngora Pimentel, y el hecho de que el coordinador de la diputación azteca, Javier González Garza, haya solicitado tiempo para desenredar el atasco partidario, ha permitido al oficialismo mediático enfocar nuevamente sus baterías sobre ese partido, como único responsable del tropiezo de la semana pasada. Pero versiones de protagonistas de la negociación —no sólo del PRD— señalan que los vetos y las intransigencias vienen por todos lados. El PRI y el PAN insisten en colocar sus fichas fuertes, aunque no sean “transitables” a otros partidos, al tiempo que al PRD no sólo se le ha vetado a Góngora Pimentel, sino también a otras figuras en su baraja. Y también existe la versión —que no proviene sólo del PRD— de que tampoco había acuerdo entre el PRI y el PAN sobre la tercia de consejeros a elegir. Y por eso éstos no dudaron en aceptar la propuesta de dejar para febrero la negociación, pese al costo en imagen que ello implicaría a todos
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 19 de diciembre.
Lo que ha ocurrido en estos días parece confirmar que, al tiempo que prepara su ruptura con Los Chuchos, Andrés Manuel López Obrador busca vulnerar al IFE, castigar a sus consejeros, amenazar al coordinador parlamentario Javier González Garza con partirle en dos la bancada y, de paso, dejar larvada una duda sobre la imparcialidad de los nuevos consejeros, ya habrá tiempo de usarla en los comicios federales de 2009 y en la elección presidencial de 2012.
Un primer aviso, tosco, intimidante, fue la carta que el lunes 11 Andrés Manuel dirigió a los coordinadores parlamentarios del PRD. El Güero sintió que si se sumaba a los acuerdos, se fracturaría su bancada y quiso ganar tiempo, pero no sería difícil que después de jaloneos y desgastes, al iniciar febrero se queden en las mismas, esencialmente, porque la facción lopezobradorista juega a reventar. López Obrador logró la remoción de la mayoría de los consejeros y con su necedad de “Genaro Góngora o ninguno”, atrofió el proceso. Su lógica parece clara: o doblamos al PRIAN imponiéndole al ministro Góngora o sembramos las impugnaciones para los procesos electorales de 2009 y 2012. “Nos ganaron a la mala”, volverán a decir
Alfonso Zárate, “Usos del poder”, El Universal, 19 de diciembre.
Es probable que al final del camino -supongo que en febrero, a menos de que sea preciso prolongar más el plazo- el PRD cederá, cobrando carísimo su cariño y sus concesiones en otros ámbitos: la energía, la política exterior, la reforma judicial, etcétera. La interna perredista de febrero seguramente incidirá en su decisión, y a cambio de no entrar en conflicto con el Peje, Jesús Ortega y Nueva Izquierda aceptarán el recurso a la extorsión política como instrumento legislativo. No será la primera ni la última vez que ocurre en México, ni el primer ni el último país del mundo donde acontece.
Lo que se antoja menos claro en todo esto es qué ganan el PRI y el PAN/gobierno. Se dice que el presidente Calderón ya se resignó -quizás sabiamente- a verse obligado a prescindir de cualquier apoyo significativo -es decir decisivo- del PRD a lo largo del sexenio. Se dice también que se resignó -menos sabiamente, tal vez- al cogobierno con el PRI.
Jorge Castañeda, Reforma, 19 de diciembre.
El PRD, quien se siente agraviado por la exclusión de 2003 ahora va por todas las canicas: o ponen a su gallo de presidente del IFE o las elecciones de 2009 y de 2012 carecerán otra vez de legitimidad. O al menos eso es lo que dice el ala radical, la “no modosita” del PRD. Y esta necesidad de tener un IFE con legitimidad ha parado todo el proceso de renovación de los consejeros electorales. No faltará quien diga que la intransigencia no sólo viene del PRD, sino también del PAN y del PRI y muy probablemente sea cierto pues ha habido vetos de todos lados
Jorge Chabat, El Universal, 20 de diciembre.
En el colmo de las hipocresías y de las mentiras, Leonel Cota Montaño habla de que los diputados deben nombrar, con total autonomía, al nuevo presidente del IFE y se atreve a negar que su partido sostenga la candidatura del ministro de la Corte. Todos saben que la línea la tiró López Obrador, y fue a favor de Góngora. A excepción de la Comisión Negociadora de “Los Chuchos” representada por Ruth Zavaleta y Carlos Navarrete.
Los diputados temen la contaminación que se dé por el proceso electoral interno del PRD, ya que en los tres primeros meses del próximo año se jugarán su futuro, en caso de que ganen los intolerantes encabezados por Alejandro Encinas, endurecerán las negociaciones. Por eso, la mayoría de políticos ve con simpatía al grupo de los “Chuchos”, con Jesús Ortega a la cabeza.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 20 de diciembre.
Haber pospuesto la elección de los consejeros y presidente del IFE es un signo inequívoco de atraso político. Creer que esto se hizo en beneficio ciudadano y para privilegiar el acuerdo, puede ser síntoma inexcusable de tiololismo. El “Góngora o nada” que representa a una tribu que abjura de la institucionalidad en condiciones cada vez menos explicables, también se le puede aplicar, cambiándole el personaje, a los otros dos partidos políticos. De tal suerte que me parece muy sano el ciudadano que piensa que este retraso en el calendario, es resultado de la disputa entre las tres mafias por la administración central del negocio partidocrático. Evitar la ingenuidad en este ejemplo no supone que uno se convierta en “agorero” del catastrofismo ni que se le esté apostando a “regresiones autoritarias”. Es un asunto de sentido común si no nos dejamos influir con puntos de vista inexplicables o hipócritamente ingenuos o contaminados por una radicalidad interesada.
David Gutiérrez Fuentes, “Perro Mundo”, Crónica, 20 de diciembre.
Pero un factor central fue sin duda la carta de López Obrador a los grupos parlamentarios del PRD, donde prácticamente les exige abortar la reforma electoral pues, en su visión, esta reforma atenta contra los intereses del “movimiento de resistencia” que el tabasqueño encabeza. La carta obró el efecto político (evidentemente deseado) de dividir primero, y endurecer en seguida a la bancada perredista. Así, de la noche a la mañana, una corriente hasta ese momento cooperativa y conciliadora pasa sin mediaciones a la política de confrontación; empieza a utilizar tácticas reventadoras que ponen en jaque al conjunto de la bancada, empujándola a posiciones irreductibles de “lo tomas o lo dejas”.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 20 de diciembre.
Si al final la exclusión del PRD se da por un empecinamiento de ese partido en poner a su candidato como consejero Presidente y no como producto del empecinamiento del PRI y del PAN, es probable que la opinión pública perciba esta exclusión como resultado de una demanda ilegítima de los perredistas y no como producto del agandalle del PRIAN, como ocurrió en 2003. La diferencia no es menor. En este caso, tanto el PRI como el PAN deberán nombrar a un consejero presidente que sea irreprochable para la mayor parte de la opinión pública, aunque obviamente el sector radical del PRD lo va a criticar. En este sentido el hombre (o la mujer) sí importa. El problema en 2003 es que además de que los consejeros fueron nombrados por una decisión del PRI y el PAN de excluir al PRD, a pesar de que el PRD al mero final ya había moderado su posición, varios de los nuevos consejeros carecían de experiencia en la materia e incluso de manejo político, lo que a la postre agrandó el problema de la exclusión del PRD. Por ello las personas importan
Jorge Chabat, El Universal, 20 de diciembre.
Parece mentira. Con un padrón nacional que bordea los 60 millones de ciudadanos y una lista de 500 aspirantes a consejeros electorales, el proceso para la designación de presidente del IFE se halla en un lamentable punto muerto, debido al absurdo y costoso empecinamiento de la cúpula del PRD que busca imponer en ese puesto al ministro de la Corte Genaro Góngora Pimentel, como si se tratara de un hombre providencial, único e imprescindible.
Y a pesar del alud de impugnaciones proveniente no sólo del antiperredismo más obcecado, sino también de un vasto sector de la opinión pública que honradamente cree que se trata de una nominación originada en una ilegalidad, el ministro no ha tenido la grandeza de declinar, sino más bien ha persistido en enseñar el cobre.
La nominación de Góngora no debe prosperar y tiene que servir para ponerle límite a la muy extendida práctica de los políticos y funcionarios interruptus; es decir, de quienes entran pero no terminan sus encargos, pues con el muy cuestionable argumento de la experiencia y la profesionalización brincan a otros puestos, algunos sin bajarse jamás del trapecio.
De esta práctica nefasta, de la cual participan integrantes de todos los colores partidistas y aun servidores públicos ajenos a las formaciones políticas, inhibe la indispensable eficacia en la administración y la vida política del país, e instituye en los hechos la creencia de que existen mexicanos sin cuyo concurso la nación nomás no puede caminar.
La necedad de sentar a Góngora en el sitial que dejó vacante Luis Carlos Ugalde ha resultado costosa para la imagen del sol azteca, que de nuevo está instalado en el repugnante todo o nada. Y les ha dado argumentos de sobra a quienes sostienen que el ahora ex presidente del IFE no incurrió en causal alguna que mereciese enviarlo a casa, y hasta hay quienes se esmeran en presentarlo como un funcionario modelo, demócrata ejemplar, dignísimo ciudadano y punto menos que un héroe nacional.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 22 de diciembre.
La posibilidad de que el PRD concurra en una decisión de consenso depende de que en la contienda interna de ese partido logre predominar el grupo de izquierda progresista encabezada por Jesús Ortega, enfrascado en una lucha frontal contra el intransigente grupo con pretensiones de “gobierno legítimo” encabezado por López Obrador. De ahí que hace unos días el propio AMLO arremetiera con sorna y desprecio contra los “moderados”, principales opositores de su candidato Alejandro Encinas, y este último los calificara de “modositos” (EL UNIVERSAL, 19/12/07, 8A).
Así, el país espera a que el PRD se arregle para contar con una autoridad electoral y hacer entrar en vigor las disposiciones legales que se desprenden de la reforma electoral. Una vez más, se evidencia que quien juega a la intransigencia y el chantaje, fundamentado en falsedades como la del supuesto fraude en 2006, puede ganar la partida, si es que no la “guerra” entera.
La diferencia fundamental entre las dos grandes fracciones del PRD consiste en que el grupo progresista y moderno insiste en dar la batalla por un programa económico-político de izquierda en el marco de las instituciones democráticas que se han construido a lo largo del proceso de cambio del sistema político. A esta izquierda no escapa el hecho de que lo que hay que reformar es mucho, pero lo hace sin ignorar que no es la única fuerza en el escenario, y que conseguir el triunfo supone el convencimiento de la sociedad a través de los resultados de su acción y mediante el recurso a las instituciones vigentes y, a la vez, a su reforma.
Francisco Valdés Ugalde, El Universal, 23 de diciembre.
La especie, entonces, refiere que el Güero González Garza (PRD) habría explicado y convencido a sus pares en la Junta de lo inconveniente que es “aprobar, lo mismo que rechazar, la elección de Góngora como presidente del Instituto… pues ello incidiría directamente en el voto de los perredistas para entregarle a Jesús Ortega, de la ‘moderada’ Nueva Izquierda, el control del partido del sol azteca o a Alejandro Encinas, candidato de Andrés Manuel López Obrador en la contienda.
“Si lo elegimos les habría dicho—, malo, porque ello sería leído como un triunfo de López Obrador que sumaría votos a la causa de Encinas y, si lo rechazamos, igualmente malo, pues el asunto sería interpretado como un ‘nuevo complot’ contra el legítimo, lo cual también favorecería a la causa del ex jefe de Gobierno…” ¡Y ello a nadie conviene!, habría sido la reflexión que acabó por amarrar el acuerdo entre los coordinadores parlamentarios.
Visto con toda seriedad, el asunto puede mover incluso a risa, aunque, dadas las cosas y cómo se está haciendo política hoy en México, podría tener ciertos visos de verdad… ¿o no? Dejemos que pase el tiempo y se cumplan los plazos, para volver a comentar sobre el particular.
Enrique Aranda Pedroza, “De naturaleza política”, Excélsior, 23 de diciembre.
Si el cálculo político que ha pospuesto la decisión de instalar a los nuevos consejeros electorales es correcto, la fracción pejista perderá la contienda interna del PRD y continuará su desvanecimiento electoral. Podrá llegarse entonces a una decisión de consenso para nombrar a los consejeros. Si el cálculo es erróneo, en febrero se repetirá el escenario de la primera quincena de diciembre, poniendo de nuevo en la agenda la inminencia de un nombramiento de mayoría PAN-PRI.
Pero aún más importante es lo que está en el fondo de estos escarceos: la sobrevivencia de la izquierda partidaria. Como hemos insistido, los beneficiarios de su probable debacle serían los otros dos partidos del llamado G3. Cualquiera que sea el resultado de la contienda interna del PRD en marzo, es poco probable que ese partido se mantenga unido. Las diferencias entre “modositos” y “legítimos” no son de naturaleza secundaria, sino fundamentales. Por ejemplo, la conducción de las fracciones parlamentarias en ambas cámaras se ha guiado por un principio de institucionalidad que ha hecho a un lado las pretensiones de paralizar el acuerdo legislativo por parte de los simpatizantes de López Obrador, lo que ha generado una fricción constante dentro de ese grupo parlamentario.
De consumarse la degradación del principal partido de la izquierda, se abrirá la puerta a un bipartidismo que pondría fin a la expresión política del pluralismo de la sociedad nacional y a la profundización del sistema democrático para canalizar la insatisfacción social
Francisco Valdés Ugalde, El Universal, 23 de diciembre.
Ahora bien, el consenso buscado y el aplazamiento consiguiente del nombramiento de los consejeros tienen causa y deben ser analizadas con objetividad para entonces buscar la solución que conlleve a una resolución final que cuente con el beneplácito de todos los partidos. La causa resulta la pública inflexibilidad del PRD para impulsar el nombramiento de Genaro Góngora, cuya propuesta, además de generar desavenencias profundas, deviene en inelegible.
Rogelio Carbajal Tejada, Crónica, 24 de diciembre.
Por cierto que a los perredistas que amenazan con que si el PRI y el PAN no aceptan al ministro Góngora Pimentel como presidente del IFE, ellos no aceptarán a ningún otro para ese cargo, alguien tendría que avisarles que el integrante de la Suprema Corte ya no quiere saber nada de sus aspiraciones al organismo electoral. ¿O acaso piensan en el PRD que el ministro podría volver a pedir otra licencia para arriesgarse a otro fracaso como al que lo expusieron hace unas semanas?
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 3 de enero.
Una vez que las enmiendas constitucionales fueron publicadas, y se consumó la amenaza de destitución de los consejeros del IFE, López Obrador se acordó de que no le gustaba la nueva ley. Ordenó así a sus legisladores que votaran en contra del nuevo Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, el Cofipe. Ya no hubo oportunidad de que lo hicieran sus senadores, pues la orden llegó dos días antes de la votación y obedecerla habría puesto en evidencia su sometimiento a López Obrador. Pero sí aceptaron la instrucción un número nutrido de diputados perredistas.
Los legisladores del PRD ya no se atrevieron a seguir desobedeciendo a López Obrador en el siguiente paso: la selección de los nuevos consejeros del IFE. Así como hicieron en el 2003, los legisladores perredistas impusieron una condición inamovible: si Genaro Góngora, a quien ven como favorable a ellos, no era nombrado presidente del nuevo IFE, no habría ningún acuerdo para la conformación del instituto. El ultimátum no era, por supuesto, aceptable para el PAN y el PRI, que constituyen dos terceras partes de la Cámara de Diputados. Por eso se postergó la decisión hasta febrero y es muy probable que en su momento sólo el PRI y el PAN aprueben a los consejeros del IFE. López Obrador tendrá nuevamente la excusa de que cualquier derrota será obra de un IFE contrario a sus intereses.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 3 de enero.
Osea, que si no va Góngora de consejero presidente, no va a haber “consenso” (je, je) entre los partidotes y, al no existir tan sagrada comunión entre politicastros de diverso pelaje, entonces el IFE carecerá fatalmente de esa legitimidad que tanto requiere para que las futuras elecciones parezcan creíbles, limpias y aceptables.
Dicho en otras palabras: si no es Góngora entonces el PRD no juega y si el PRD no juega entonces el juego no es válido y si el juego no es válido entonces Rayito se va a volver a cabrear si pierde las elecciones de 2012 y si Rayito se cabrea entonces quiere decir que no hay democracia —¡a esas alturas del partido, ni más ni menos que al comenzar el segundo decenio del siglo XXI!— y si no hay democracia entonces va a ocurrir el terrorífico estallido social del que con tan aviesa urbanidad nos avisan los agoreros de la izquierda oficial. Y, ahí sí, nuestro caudillo —definitivamente desencantado de las instituciones y ya sin nada que perder— es muy probable que no meta las manos. Ya nos perdonó la vida una vez. Para la próxima, no será tan magnánimo el hombre: mirará hacia el otro lado mientras los mexicanos buenos —sus partidarios— degüellan a los mexicanos malos, los del “poder y el dinero”.
Román Revueltas Retes, “Interludio”, Milenio, 4 de enero.
Y el mejor ejemplo lo vimos apenas el 13 de diciembre pasado, cuando acudieron en auxilio de Los Chuchos —frente a la embestida de AMLO que pretendió imponer a uno de los suyos como presidente del IFE— no sólo las representaciones legislativas del PAN y el PRI, sino hasta el propio presidente Calderón. ¿Qué fue lo que pasó en esa fecha? A muchos traiciona la amnesia, pero vale recordar que AMLO presionó con todo para imponer al ministro de la Corte Genaro Góngora como presidente del IFE. El PRI y el PAN se negaron, y eso dejó atrapados en la disputa a Los Chuchos, que en cualquiera de los escenarios posibles resultarían derrotados, sobre todo frente a la elección de la nueva presidencia del partido, prevista para el mes de marzo próximo. ¿Y cuál fue la salida?
Una tregua propuesta por Los Chuchos en el Congreso, que aceptaron gustosos PAN, PRI y el propio Calderón. Así, los nuevos consejeros del IFE serán seleccionados a finales de febrero, unos días antes de que sea electo el nuevo presidente del PRD. Y con ello se desactiva la presión de AMLO contra sus adversarios. Y si aún hay dudas de que PRI y PAN han salido en auxilio de Los Chuchos, se debe recordar que juntos, PRI, PAN y PRD en el Congreso, preparan una iniciativa energética para detonar el desarrollo de Pemex y en general el sector energético, y que con ello le quitaron a AMLO las banderas contra la supuesta privatización de la paraestatal. Más “carnita” para los escépticos. Resulta que el grupo de Los Chuchos ya trabaja en la construcción de un candidato presidencial para 2012, que por supuesto no será ni AMLO ni Marcelo Ebrard, sino un ciudadano independiente, vinculado con sectores intelectuales y con amplio reconocimiento social.
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 10 de enero.
Góngora fue la carta inflexible del PRD para la presidencia del IFE. En las sesiones donde no pudo designarse al consejero presidente, el PRD planteó -como lo reveló en su momento Indicador Político- el argumento inflexible que reventó la reforma electoral y la reorganización del IFE: "O Góngora o nadie." Y, en efecto, nadie fue designado. Desde un tercio de los votos, rebelado ante las instituciones y sin negociar nada, el PRD quería tomar el IFE por asalto por medio de Góngora para que ese organismo respondiera a los intereses del PRD y de su caudillo tabasqueño.
Góngora estaría por anunciar su retiro de la competencia por el IFE, ante la imposibilidad de que el PRD y su tercio electoral pudieran imponerlo de manera autoritaria. Pero la permanencia en la Corte estaría contaminada por la filiación lopezobradorista y perredista de Góngora y por tanto sus votos estarían en la lógica de los intereses de López Obrador.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 22 de enero.
Los perredistas harán su reunión en Los Cabos, Baja California Sur, entre hoy y mañana. Octavio Martínez, dirigente de los diputados de Nueva Izquierda, el grupo más numeroso de la bancada, le adelantó al reportero de Excélsior, Alejandro Sánchez, la propuesta que será discutida por los amarillos: Genaro Góngora o se retiran de las negociaciones.
Salvo un vuelco de última hora —en la política mexicana todo es posible— los amarillos no se saldrán con la suya. El PAN y el PRI impondrán su mayoría y van a nombrar a los tres consejeros. “Ya les dimos chance”, nos dijo la semana pasada Emilio Gamboa, coordinador de la bancada priista, al recordar que los consejeros no fueron nombrados el 13 de diciembre, como lo ordenaba la Constitución, por tratar de incorporar al PRD en el acuerdo.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 25 de enero.
Ya aflojaron un poco el nudo con el que pretendían ahorcar la nueva conformación del IFE al cambiar el estatus de Góngora a “negociable” y, faltos de una palanca de presión, ahora han jugado a la amenaza de huelga si se presenta el proyecto de reforma para el sector energético que, dicho sea de paso, está más cerca de la ruina que nunca. En la lógica personal de los perredistas, mantener el riesgo de una crisis energética (y, por lo tanto, económica) en el país es un punto que vale la pena explotar, pues el mantra de ser el “partido de los pobres” alcanzaría niveles insospechados al condenar a todos al fracaso absoluto. Y es que sólo bajo esa óptica se puede entender que su argumentación no alcance a comprender la necesidad de ser una oposición inteligente que logre evolucionar de la inútil actitud pandilleril de Fernández Noroña a una posición global y compartida como la que Ruth Zavaleta se avienta a defender.
Carlos Dragonné, Milenio, 27 de enero.
No habrá acuerdo de los tres grandes sobre el IFE.
Porque los tres no son PAN, PRI y PRD, el tercero es López. El PRD quiere negociar, pero López no cede: Góngora presidente del IFE, o nada.
Lo siguen varios diputados perredistas.
Se dirá que no bastarán para imponer a Góngora, pero él los quiere para “justificar” marchas y plantones que nos recetará.
Pepe Grillo, Crónica, 28 de enero.
Tras la encerrona en Los Cabos, las tribus legislativas perredistas sólo cambiaron los aires capitalinos por los de playa, porque en su agenda no se movió nada. Siguen en las mismas de rechazar el TLCAN, continúan divididos en torno de la reforma judicial en que la mitad de la fracción impulsa la figura de amparo social y prevalece el jaloneo en los extremos de la cuerda: defender en forma inflexible o doblar las manitas sobre su gallo, Genaro Góngora Pimentel, como presidente del IFE
“Frentes Políticos”, El Universal, 28 de enero.
Góngora fue descalificado por el PRI y el PAN y por un sector de la bancada perredista en San Lázaro; incluso el propio coordinador de los diputados del PRD, Javier González Garza, había pedido a sus homólogos tricolor y albiceleste tiempo para que el ministro de la Corte se retirara.
Pero cuando parecía que Góngora declinaba, Andrés Manuel López Obrador aplicó presión a sus diputados para que mantuvieran la candidatura del ministro "hasta las últimas consecuencias".
Muchos análisis se han hecho ya sobre la factibilidad de que Góngora -un lujo para México, según el PRD-, pueda dejar la Corte para brincar al IFE.
Pero independientemente de los razonamientos jurídicos en pro y en contra de su candidatura, el hecho real es que Góngora sigue jugando con la posibilidad de ser; no ha habido, como era de esperarse en un hombre de su trayectoria y prestigio, una definición por el sí o por el no.
Y es precisamente este juego de ambivalencia lo que ha entrampado la negociación, pues el PRD ya se apoltronó en la decisión de no negociar absolutamente nada que tenga que ver con el IFE si Góngora no es el presidente.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 31 de enero.
La insistencia de AMLO por instalar en la presidencia del IFE al ministro Genaro Góngora Pimentel, así como la anunciada y confusa huelga legislativa del Frente Amplio Progresista (FAP) cuando llegue el momento de discutir la reforma energética, han puesto de cabeza a los líderes parlamentarios del PRD, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.
Y es que el riesgo es grande. Ese partido, como ocurrió durante la elección de Luis Carlos Ugalde en el IFE, podría quedarse fuera de las negociaciones, por un capricho que responde, más que a una convicción política, a un interés de grupo.
Ayer fue el capricho de Pablo Gómez. Hoy es el de AMLO.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 31 de enero.
“Podríamos elegir el 7 de febrero a los nuevos consejeros, con o sin el PRD”, declaró ayer el coordinador de los diputados del PRI, Emilio Gamboa. Es decir: la posibilidad de excluir a los perredistas ya se está planteando. Malo para el PRD, pero aún más grave en cuanto al equilibrio político del país.
¿Por qué? Porque si el nombramiento del nuevo presidente del IFE ocurre sin el aval del PRD se le daría el pretexto perfecto a AMLO, a quien sea el próximo dirigente nacional —Jesús Ortega o Alejandro Encinas, a los diputados y senadores amarillos y a los gobernadores, para no reconocer al sucesor de Ugalde y tacharlo también de espurio o de pelele del PAN y del PRI, en lo que significaría una batalla política interminable, desgastante para todos y que pondría en la vía del descarrilamento al proceso electoral intermedio de 2009 y al presidencial de 2012.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 31 de enero.
Sin embargo, a muchos les convendría un escenario de caos político que podría llevar a una severa crisis de gobernabilidad. A eso le apuestan: al fracaso de Calderón, aunque en el movimiento hagan pedazos la viabilidad política del país y la posibilidad de que la incipiente y cada vez más lenta transición política mexicana llegue a consolidarse.
Con el PRD fuera de las negociaciones para nombrar a los tres nuevos consejeros del IFE, aun con la bendición del PAN y del PRI, volveríamos a poner de rodillas a la autoridad electoral que, seguramente, ya no aguantaría otra crisis, reventaría al IFE como tal y obligaría, no sólo a los partidos, sino a la sociedad en general, incluidos universidades, intelectuales, fuerzas políticas y medios, entre otros factores de poder, a reconstruir lo que tanto trabajo costó levantar: una autoridad electoral confiable y respetada. Sería volver a empezar de cero. Y todo por un capricho. Pero AMLO se ha empecinado en que Góngora Pimentel sea su presidente del IFE, y de nadie más.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 31 de enero.
Riesgo real de que el PRD quede fuera de las negociaciones del IFE, como de las correspondientes al sector energético. Cierto: aun cuando nadie conoce la propuesta de reforma, muchos ya se oponen a ella, en un juego tan absurdo como manipulable.
Los legisladores del PRI están amarrados con dos posturas: ni presentarán una iniciativa propia ni votarán en favor de una reforma constitucional. Quieren que el presidente Calderón envíe la propuesta. Y eso lo saben en Los Pinos.
Los del PAN están a la espera de lo que se les ordene desde la casa presidencial o desde Gobernación. Como salga, la tendrán que apoyar. A levantar el dedo sin chistar.
Y el PRD atendiendo el odio de AMLO contra el gobierno calderonista y su empecinamiento de cero negociación con el espurio se mueve bajo la amenaza del FAP de iniciar una amorfa huelga legislativa que hasta su propia compañera de partido y presidenta de la Cámara de Diputados, Ruth Zavaleta, desconoce bajo qué términos se realizaría.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 31 de enero.
Ahora lo dicho por el coordinador del PRD, Javier González Garza: “Góngora no es nuestro, Góngora es patrimonio de la nación, y no será negociable ante el PAN y PRI” es para morir de la risa. Es patrimonio del PRD, y no del país. Ya basta de crear ídolos futboleros en la política.
Víctor Sánchez Baños, “Poder y dinero”, Crónica, 1º de febrero.
0 Responses to "ELECCIÓN DE CONSEJEROS DEL INSTITUTO FEDERAL ELECTORAL, SEGUNDA PARTE. 4. EL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA."
Publicar un comentario