ELECCIÓN DE CONSEJEROS DEL INSTITUTO FEDERAL ELECTORAL, SEGUNDA PARTE. 2. LOS LEGISLADORES.

Como hicimos notar en la Presentación, este ítem fue objeto del mayor número de comentarios: 155; un 31.5% de los 492 sistematizados. La mayoría se concentra en las decisiones que habrían llevado a los legisladores a postergar hasta febrero la designación de los consejeros electorales del IFE, incluyendo su presidente. Como podrá observarse, la mayoría se destina a los tres coordinadores de las bancadas en San Lázaro: Héctor Larios –Acción Nacional-, Javier González Garza –de la Revolución Democrática- y Emilio Gamboa, del Revolucionario Institucional.

La elección de presidente del IFE ha colocado al Congreso de la Unión en su rango más bajo de aceptación popular en lo que va de la presente Legislatura, al punto de que si el presidente Felipe Calderón decretase la disolución de las cámaras legislativas, de seguro sería ovacionado y paseado en hombros por una muchedumbre agradecida, tal como en su momento sucedió en el Perú con Alberto Fujimori, cuando decidió cerrar un congreso obstruccionista, pendenciero, corrupto y maniobrero.
Llevados por la defensa a ultranza de las conveniencias de sus partidos, nuestros diputados y senadores no sólo fueron capaces de frustrar la renovación del Consejo General del Instituto Federal Electoral —proceso promovido no sin parte de razón por ellos mismos— sino que llegaron al extremo de hacer rehén de sus intereses a la inaplazable reforma judicial, con la que se pretende al menos atenuar las angustias de un país acosado por la delincuencia.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 15 de diciembre.

El solo hecho de que los coordinadores parlamentarios de PRI, PAN y PRD en la Cámara de Diputados no se hayan logrado poner de acuerdo para elegir a los tres consejeros del IFE confirma que la “amplia consulta”, el registro de candidatos, el descarte de algunos, la comparecencia de otros y la depuración de la lista fue una gran simulación.
Por fin: ¿La elección de los consejeros del IFE sería consecuencia de una consulta ciudadana o de un acuerdo entre coordinadores?
¿Para qué emitir una convocatoria y gastar recursos humanos y económicos en un procedimiento de selección de aspirantes si a final de cuentas la decisión dependía de un acuerdo entre coordinadores parlamentarios?
No hubo tal acuerdo y los coordinadores decidieron darse más tiempo, de aquí a febrero, para reiniciar las negociaciones y elegir, ahora sí, a los consejeros del IFE.
José Contreras, “Expediente Político”, Crónica, 15 de diciembre.

La fotografía que ayer publicó EL UNIVERSAL en su primera plana los retrata y dibuja de cuerpo entero. Héctor Larios y Emilio Gamboa, junto a Javier González Garza; los primeros sonríen cínicamente, como si celebraran el fracaso y el desacuerdo. Acababan de violar flagrantemente la ley que ellos mismos aprobaron, hace unas semanas, producto de una reforma constitucional. Y se les veía sonrientes, tan contentos que parecían restregarle en la cara, a todo un país, su ineptitud e impunidad.
Porque al posponer el nombramiento de tres nuevos consejeros del IFE para febrero del próximo año, ante su incapacidad de arribar a consensos, los diputados ni siquiera se molestaron en dar a su decisión sustento legal y constitucional. La reforma electoral que ellos mismos aprobaron y que tocó la Constitución los mandataba a cumplir el plazo de 30 días que ellos se dieron. Pudieron haber pedido al Senado una reforma exprés del artículo transitorio antes de anunciar la posposición, pero se sintieron tan seguros de su poder, que prefirieron violar la ley y no retrasar el inicio de sus vacaciones ya programadas
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 15 de diciembre.

A quienes no les entra la urgencia por sacar los pendientitos del año son a los señores diputados, que ya cerraron el changarro y lo abrirán hasta el próximo año.
A tal grado que ni siquiera se pusieron de acuerdo sobre los nuevos consejeros del Instituto Federal Electoral, particularmente con respecto al consejero presidente.
Ciertamente, se puede entender que los hombres y las mujeres del IFE tendrían que obtener un consenso casi unánime de los partidos. De otra suerte, en las justas electorales se abre la puerta a la desconfianza del árbitro.
No obstante, después de dedicar elocuentes discursos y piezas oratorias en las que destacaron el carácter ciudadanizado del proceso de selección de consejeros, el asunto acabó sin acuerdo, en un desayuno, dentro de la oficina de Emilio Gamboa, coordinador de los diputados priistas, junto con los coordinadores de las otras dos fuerzas políticas principales, Héctor Larios y Javier González Garza. Para eso, nos hubiésemos ahorrado el proceso y la decantación de los más de 500 aspirantes que acudieron a San Lázaro.
Se supone que serían considerados estrictos criterios meritorios, sin embargo, el proceso estuvo plagado de negociaciones políticas, vetos e impulsos descarados para algunos de los aspirantes. Incluso, dentro de la fracción perredista, la presión del ex candidato presidencial AndrésManuel López Obrador provocó la fisura del grupo parlamentario, que a la postre solicitó que la decisión fuese postergada hasta febrero del próximo año.
Mario di Constanzo, “Al dente: actualidad en su punto”, Excélsior, 15 de diciembre.

Los legisladores, haciendo honor a la tradición mexicana de todo “arreglarlo” con leyes y más leyes, se ponen a chambear. En el reino de las impunidades son las leyes las que no se aplican lo que da permiso a los legisladores a hacer cuantas leyes quieran… Total. Con lo electoral es prioritario, los partidos y sus legisladores se decían con ahínco y hacen del proceso todo un espectáculo público con personalidades de la radio y la televisión incluidas. La ley se aprueba.
Tarda más en votarse que en ser impugnada por los mismos que hace un año la propusieron. AMLO la descalifica y el PRD objeta el primero de sus procedimientos, la elección de nuevos consejeros, con lo que su aplicación queda en el limbo, ya veremos en febrero. En términos reales, nada ha cambiado. El líder del PRD sigue y seguirá descalificando a la ley electoral y al árbitro, igualito que hace un año. Lampedusa, estaría orgulloso, cambiar para que nada cambie.
Carlos Puig, “Historias del más allá”, Milenio, 15 de diciembre.

El objetivo fundamental de la reforma electoral no se alcanzó. Los líderes priistas repitieron una y otra vez el mismo sonsonete: no se puede ir a la elección del 2009 (y a las posteriores) con una autoridad electoral que es impugnada por una de las tres principales fuerzas políticas. Es necesario recrear el consenso en torno al IFE. El PRD y sus demandas deben estar en el centro de las negociaciones. Así lo delinearon y así ocurrió. Por eso se procedió a decapitar al Consejo General y por eso también se elevó a rango constitucional la prohibición de las campañas negativas. Hasta allí todo iba de maravilla. Pero en el camino se les apareció López Obrador y de un plumazo descalificó la reforma. Su gesto no fue meramente simbólico. Una fracción importante de diputados perredistas se sumó al "presidente legítimo" y votó en contra. ¿Resultado? Las cosas están como antes. No hay consenso. La "nueva autoridad" nace cuestionada. AMLO habla de un complot y no reconoce ningún avance. Concluye, incluso, que lo importante no es reformar las leyes, sino aplicarlas.
Jaime Sánchez Susarrey, Reforma, 15 de diciembre.

El ejercicio supuestamente de elección en teoría por cuenta del pleno de la Cámara baja, pero en la práctica de designación por un puñado de legisladores menos numeroso que un mariachi —los ocho integrantes de la Junta de Coordinación Política mangoneada en realidad por Héctor Larios, Emilio Gamboa y Javier González Garza— pasó así de ser una alegre farsa a una comedia de enredos y por último, una verdadera tragedia para el país.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 15 de diciembre.

¿Quién les dio a los congresistas la facultad de violar la ley, de pisotear la Constitución que ellos mismos reformaron? ¿Quién les autorizó a someter al IFE, una institución ciudadanizada, a un desgaste mayor al alargar la agonía de sus integrantes y extender la incertidumbre y la parálisis por intereses políticos y de grupos?
“Primero desaforados que perder las vacaciones”, parece el razonamiento tras la decisión de posponer la elección de consejeros del IFE. “No importa violar la Constitución mientras no perdamos nuestros vuelos”, podría ser otro motivo
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 15 de diciembre.

¿Para qué seguir las reformas seudoelectorales, si los diputados ahora se mandan solos y no son capaces de respetar ni las reglas que ellos mismos fijan? No es únicamente el hecho de que no acaten lo establecido como normas y protocolo en los informes presidenciales (mínimo escuchando y cuestionando democráticamente), no tiene nada que ver con que hayan hecho el ridículo en la toma de posesión, mostrando la “calidad” de legisladores que manejan el país. No. Para nada tiene relación con esto, sino con que ahora ni lo que ellos proponen y autorizan los rige.
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 15 de diciembre.

Mientras que muchos doctos aspirantes se afanan con base en leguleyadas en violar la Constitución y las leyes, en connivencia con legisladores que blanden vetos e imposiciones, entre quienes destaca un Diódoro Carrasco Altamirano que cohonestó y hasta promovió muchas de aquellas maniobras, otros más como Eduardo Huchim fueron rechazados por carecer de título universitario. Esto, en un país donde el Estado es incapaz de ofrecer acceso generalizado a la educación superior y donde sin un cartón que avale altos estudios se puede ser Presidente de la República pero no consejero del IFE, que es decir nada más que representante ciudadano en el órgano encargado de organizar las elecciones y contar los votos uno por uno.
El caso es que la farsa de la elección de consejeros terminó en un desastroso final del periodo de sesiones, en el que con esmero pusieron su parte los coordinadores del Senado, Santiago Creel, Manlio Fabio Beltrones y Carlos Navarrete, más la chiquillada en ambas cámaras, que hizo naufragar la candorosa suposición de que la LX Legislatura sería mejor que la LIX y que las reformas estructurales se convertirían por fin en realidad.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 15 de diciembre.

Es cierto que el atorón en San Lázaro fue un problema de vetos. Pero lo que no dicen los partidos es que sus torpezas, su mezquindad y su enanismo político los hicieron encerrarse en un callejón sin salida y los orillaron a violar la Constitución. Porque el problema que trabó y terminó por reventar las negociaciones no se generó ayer, sino que se empezó a gestar prácticamente desde el arranque de la negociación.
El problema de fondo es que los tres partidos querían poner a un presidente del IFE afín a ellos. De hecho, PRI, PAN y PRD les aseguraron a sus candidatos de primera opción que tenían asegurada la presidencia. “Tú serás el presidente; ya tengo el consenso de los otros partidos”, le dijeron a Jorge Alcocer, a David Góngora y a Mauricio Merino. Fue tal la seguridad con la que los distintos partidos les vendieron la presidencia, que por eso se explican las rabietas, presiones y reclamos de esos tres personajes
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 15 de diciembre.

También pesó en la decisión de posponer los nombramientos algo que internamente llamaron el “síndrome Ugalde”. Ante la falta de consensos y el temor a nombrar a un presidente que no tuviera un perfil fuerte y político, los partidos aceptaron la propuesta perredista de pasar la decisión hasta febrero, por el temor a nombrar a un presidente débil que repitiera la costosa experiencia de las elecciones de 2006.
Al final, lo que queda claro es que no es la primera vez que en el Congreso diputados y senadores demuestran su falta de estatura política. El interés particular de los tres grandes partidos, y a veces de grupúsculos y personajes de esas fuerzas, ha secuestrado ya en varios momentos decisiones y designaciones importantes para las instituciones. Hoy fue el IFE, pero hace apenas unas semanas era el Consejo de la Judicatura —que tuvo que pasar un año sin un consejero ante la incapacidad del Senado—, u otras instituciones importantes
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 15 de diciembre.

Lo que mal empieza, mal termina. La arrogancia y la incompetencia de los diputados (y los senadores) han lindado en lo ridículo. Ha sido el propio Luis Carlos Ugalde quien debió renunciar a la presidencia del IFE a fin de cumplir con los términos impuestos por la reforma electoral. Es una lástima que el resto de los consejeros no se haya deslindado para terminar de una vez con esta farsa. Lo que viene será peor. Las dificultades para que el PAN, el PRI y el PRD se pongan de acuerdo no desaparecerán por arte de magia. La ópera bufa tendrá otros capítulos. Pero el sentido y el objetivo de la reforma, someter a los consejeros, cueste lo que cueste, a la férula de los partidos y sus intereses está más claro que nunca. Por eso esta reforma deslegitima al Congreso y es condenada por la mayoría de los ciudadanos. Nadie puede alabar la irresponsabilidad y la pichicatería de los señores legisladores.
Jaime Sánchez Susarrey, Reforma, 15 de diciembre.

Fueron capaces de lograr acuerdos para concretar su revancha, pero no para nombrar a los nuevos consejeros electorales, incluido su presidente. Con ello, los legisladores no sólo le quitaron toda credibilidad y confianza al nuevo IFE, sino que literalmente mandaron al diablo, por lo menos, a esa institución.
Carlos Puig, “Historias del más allá”, Milenio, 15 de diciembre.

Que diputados del PRI y el PAN no pudieron cumplir ni 48 horas el pacto de confidencialidad sobre los porqués del final fallido en la selección de los candidatos a consejeros del IFE.
Más de uno de ellos ha comenzado a contar que el líder de los del PRD, Javier González Garza, fue claro en su petición.
Les dijo que su fracción estaba muy dividida, por lo que su puesto de coordinador dependía en gran parte de la negociación del IFE. O sea, de al menos aplazarla hasta febrero. Y le concedieron el favor al famoso Güero. Pero sin guardar el secreto.
“Trascendió”, Milenio, 16 de diciembre.

Al mediodía del miércoles, escasas 24 horas antes de que la “triada” que comanda la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados anunciara que “siempre no, que mejor hasta febrero” designarían nuevos consejeros del IFE, Luis Carlos Ugalde confiaba, entre decepcionado y molesto: “el viernes, en una playa, estaré iniciando vacaciones pospuestas… no tendré que leer ya las columnas periodísticas de siempre. Estaré lejos de todo esto”.
Es muy probable que, merced a la irresponsabilidad e incapacidad de los legisladores para alcanzar acuerdos más allá de sus egoístas intereses partidistas, el período de descanso del entonces consejero presidente del Instituto Federal Electoral no haya comenzado sino hasta ayer…
Enrique Aranda Pedroza, “De naturaleza política”, Excélsior, 16 de diciembre.

Los partidos políticos no pudieron elegir a los tres nuevos consejeros del IFE, tampoco dijeron quiénes se van. No pudieron construir un acuerdo básico para terminar una reforma electoral que ellos y ellas iniciaron, que promovieron como la gran señal de acuerdos en la política. Una reforma electoral que necesitaba tener un buen final, un final en tiempo y forma, un final que nos tuviese discutiendo el perfil de la nueva presidencia. Pero simplemente no pudieron con sus propias reglas, frente a sus enormes limitaciones, no pudieron construir un acuerdo que pendía de que las partes realmente negociaran y no impusieran.
Durante semanas vimos como el proceso era torpedeado por aquellas personas que tienen la certeza de que sólo ellas saben lo que el país necesita. Ese grupo de personas maltrató a cuanto aspirante “indecente” se les presentó y acusaron de cuanta cosa sabían o inventaron, para desprestigiar y detener a los aspirantes que no comulgaban con el “legitimo”. Todos vieron ese proceso de destrucción, todos pensaron que podrían contenerlo. Se equivocaron.
Luciano Pascoe Rippey, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 16 de diciembre.

Resulta vergonzoso, de pena ajena incluso, que los legisladores del poderoso Grupo de los Tres (G-3) —que integran PAN, PRD y PRI en el Congreso—, los mismos que alegremente pactaron guillotinar al Consejo General del IFE, cobraran una insultante venganza contra su presidente, Luis Carlos Ugalde; los que prometieron un proceso ejemplar, transparente y hasta responsable para seleccionar a los nuevos consejeros, al final de cuentas hayan salido con una burla a todos: no hay acuerdo y el tema se traslada hasta febrero de 2008.
Y cada uno de los tres grandes partidos, a través de sus respectivos voceros, podrán decir lo que se les antoje; que si el invierno, el cambio climático, el puente Guadalupe-Reyes y hasta que el sereno. Lo cierto es que el embudo en el que se metieron los señores del G-3 no sólo resultó una trampa —tendida por ellos mismos—, en la que quedaron atrapados y sin salida posible, sino que esa congestión política permitió transparentar las aguas, ver el cochinero que hay en el fondo de la reforma electoral
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 16 de diciembre.

La posposición hasta febrero de la nueva composición del Consejo General puede arrojar algún resultado favorable en los equilibrios de este órgano que propicie el mantenimiento de una línea de objetividad y capacidad de control y arbitraje sobre los partidos, de acuerdo con la naturaleza genuina del organismo, pero aún es imposible anticiparse al resultado. Por desgracia, la prolongación de una situación de incertidumbre introducirá en el IFE una mayor presión de inercias negativas y una probable descomposición en las relaciones internas de sus componentes
Francisco Valdés Ugalde, El Universal, 16 de diciembre.

La decisión de los diputados de posponer a febrero su determinación sobre el consejo del IFE puede recibirse con un “menos mal” o un “no hay mal que por bien no venga”. La situación que los vetos y tornavetos habían creado hasta el jueves pasado, anunciaba la peor de las elecciones, mientras algunas y algunos legisladores se daban a un carnaval del absurdo descalificando a diestra y siniestra sin considerar méritos o deméritos.
El procedimiento adoptado no tenía como fin el consenso sino la eliminación, lo que llevaba fatalmente a una decisión por mayoría, precisamente lo que debía evitarse. Dadas las circunstancias, y con el perdón de los prefectos y los nuevos politólogos, digamos que el paréntesis abierto puede aprovecharse para reconsiderar a fondo sobre los funcionarios que el IFE y el sistema político requieren para recuperar la confianza perdida, sin la cual la democracia mexicana está condenada, aquí sí, a vivir de crisis en crisis, hasta que el golpe de mano o de Estado vuelvan a ser bien vistos por los poderes de hecho de fuera y de dentro.
Rolando Cordera Campos, La Jornada, 16 de diciembre.

Si los grupos parlamentarios hubiesen aceptado abrir el mecanismo de selección, si hubiesen permitido que la decisión no pendiera exclusivamente de ellos, probablemente tendríamos ya nuevo IFE. Pero el mensaje que han mandando a la sociedad es terrible: Queremos decidir todo y no sabemos ceder, negociar y pensar en la sociedad.
Así que antes de tomar una decisión que “la historia les reclame”, mejor se van de vacaciones, dejando en la penumbra a la máxima instancia electoral del país y, además, transmitiendo a toda la sociedad la idea de que la Constitución de nuestro país es manipulable, que todo plazo se puede extender y que la legalidad es una de esas cosas que se pueden ajustar según el interés y el poder de algunos.
Me parece que es inaceptable esperar hasta febrero para ver, si es que pueden, que tipo de acuerdos toman. Es tiempo de que se convoque, sin dilación alguna a un período extraordinario y que nuestros legisladores sacrifiquen sus vacaciones en aras de un acuerdo que dé al IFE y a todos y cada uno de nosotros —la ciudadanía— la certeza de que tenemos un Legislativo responsable, íntegro y que no deja las cosas derruidas por costumbre o hábito.
Luciano Pascoe Rippey, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 16 de diciembre.

En pocas palabras, que políticos del PAN, PRD y PRI fueron capaces de un consenso que será histórico, el de destruir una de las instituciones de mayor confianza y credibilidad ciudadana —por las razones que se quiera; venganza, rencor, odio, cobro de facturas—, pero no tuvieron la capacidad de ponerse de acuerdo para la selección de tres consejeros —¡sí, sólo tres!—, entre ellos al nuevo presidente del IFE. Como una pandilla fueron capaces de destruir, pero incapaces para construir ¿Y por qué no fueron capaces de ponerse de acuerdo?
En la respuesta a esa interrogante está la clave. No se pusieron de acuerdo porque detrás de la salvaje destrucción del IFE cada uno de los integrantes del G-3 corrían tras el mayor trofeo de caza: la presidencia del IFE, lo que significa una buena porción del control del proceso electoral. Y aquí saltó lo increíble: luego de verlos caminar alegremente, “agarraditos de la mano” para demoler al IFE, ¿alguien podía suponer que al momento de la verdad, del reparto del botín, los pandilleros habrían de mostrar altura, sensatez, cordura e interés por los altos valores de la patria?
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 16 de diciembre.

Vergonzoso fracaso de los diputados representa que la designación de los tres nuevos consejeros del IFE fuera pospuesta para febrero. Como ocurrió en 2003, el PRD reventó la posibilidad de acuerdo para una designación de consenso con la agravante de que de nueva cuenta se impuso la voluntad de uno, Andrés Manuel López Obrador, no sólo sobre su partido, sino también sobre PAN y PRI.
Así las cosas, los partidos y el gobierno deben ver el riesgo de crisis política que se avecina ante la falta de acuerdo en la Cámara de Diputados, pues de seguirse considerando la posibilidad de que Genaro Góngora sea impuesto como personero de López Obrador en el Instituto Federal Electoral, los escenarios posibles son todos catastróficos.
De entrada, de mantener el PRD su propuesta para que Góngora sea electo consejero y PAN y PRI decidan rechazar su nombramiento, puede repetirse la historia de un relevo en el IFE sin consenso y otra vez viviremos procesos electorales con un árbitro cuestionado.
Néstor Ojeda, “Vuelta prohibida”, Milenio, 16 de diciembre.

Mientras Ugalde prepara sus maletas para irse a Harvard, los diputados que maquinaron la destrucción de la autonomía del órgano electoral (que ya no será ciudadano, a pesar del engaño y la mentira política que aún se animan a sostener) se proclaman salvadores tras el argumento de que lo han hecho por “las instituciones y la credibilidad”.
En el proceso de esta fantasía estúpida, aquellos sobre quienes pesa la responsabilidad primaria de crear las leyes, anteponen la lista de compras navideñas y las vacaciones ejecutivas (pagadas, obviamente, con cargo a Usted, a mí y a todos los ciudadanos) al cumplimiento de sus responsabilidades y funciones, llegando a cruzar la delgada línea que divide la falta de acuerdos de la franca y criminal violación a la Constitución. ¿Con qué cara los esbirritos del pejezoide criminal salen a decirnos que ahora todo es culpa de los caprichos de Ugalde y de quienes lo manipulan y presionan? ¿Con qué tamaños Héctor Larios (minúsculo él, en sus ideas) nos dice que sí es una violación a la Constitución pero “imperfecta” porque no hay sanción? ¿Cómo podemos callar cuando la misma Zavaleta (lastimosamente minúscula también) dice que “se asesoraron para saber lo que estaban haciendo” al violar la ley?
Eso sí, todos se aman, se abrazan y se regalan flores cuando decretan que es momento de empezar el Guadalupe-Reyes y volver a trabajar en febrero, cuando las cosas estén más tranquilitas. Se ha terminado la dignidad política del Congreso de la Unión y ha quedado supeditada a los caprichos de un PRD secuestrado por la tiranía del poder fáctico; un PRI agazapado en la reconstrucción de sus redes estatales y un PAN dirigido por un niño que apenas está desenvolviendo su regalito partidista. ¿Y el IFE? Ése, como todas las instituciones, puede irse al diablo. Porque lo que ha quedado en claro esta semana es que hay un loco tabasqueño suelto y que es capaz de contagiar de mezquindad a todo un parlamento. Aunque esto viole la ley. Total… tiene harta experiencia en eso.
Carlos Dragonné, Milenio, 16 de diciembre.

Hoy, los diputados o, mejor dicho, un grupo de diputados o, todavía mejor dicho, los tres diputados coordinadores de las bancadas del PAN (Héctor Larios), PRI (Emilio Gamboa) y PRD (Javier González Garza) han tirado, groseramente, al bote de la basura la autonomía del IFE, la única garantía que los mexicanos tenían para confiar en que su voto sería respetado, como ocurrió en las elecciones federales de 1997, 2000, 2003 y 2006, aun cuando sus resultados no hayan gustado, a unos o a otros. Impúdicamente revivieron el control del gobierno sobre los procesos electorales, ahora por medio de los tres partidos políticos más grandes.
Como lo políticamente correcto es apoyar cualquier “reforma electoral”, sobre todo cuando nuestro candidato no pudo obtener la mayoría de los votos de los ciudadanos comunes y corrientes, los promotores de los cambios regresivos a la Constitución y a la legislación electoral no sólo sienten que están en lo correcto, sino que van en el camino de su conversión en héroes nacionales o, cuando menos, en estatuas en el Paseo de la Reforma Electoral.
Gerardo Galarza, “La estación”, Excélsior, 16 de diciembre.

Lo que estamos observando el día de hoy es el resultado de un lento proceso que se prolonga por más de 10 años, en que se ha producido un equilibrio en el sistema de partidos que anteriormente no existía. Después de 10 años de “gobierno dividido” en que el Ejecutivo y el Congreso caminan dando tumbos y con dificultades mayúsculas para el acuerdo legislativo, luego de un proceso electoral federal sumamente ríspido y reñido, sobre cuya legitimidad existe profundo desacuerdo por parte del PRD, los partidos políticos, que antes se sujetaban a las reglas y disposiciones del IFE, buscan hoy ser ellos los rectores de ese órgano autónomo de Estado y que el Consejo General quede subordinado a sus dictados.
En pocas palabras, los partidos se convirtieron en los “jefes” del proceso político. Es lo que algunos han llamado, no sin ambigüedad, “partidocracia”. No podía ser de otra manera. En la democracia los partidos conducen el proceso político, son las opciones electorales que se ofrecen a los ciudadanos, son los conductos para canalizar las preferencias ideológicas que han de reflejarse en las políticas públicas de acuerdo con la formación de mayorías y minorías
Francisco Valdés Ugalde, El Universal, 16 de diciembre.

Para no cometer los errores del pasado, mismos que nos llevaron al IFE actual, lo que se necesitaba era transformar el procedimiento, trabajar arduo para definir a los integrantes adecuados y avanzar. Con este mecanismo, sea quien sea quien llegue, lo hará con debilidad y con enormes cuestionamientos a un proceso desaseado. La pequeñez de miras ha colocado al IFE en una situación dramática: Quienes entren en febrero será cuesta arriba, con todo en contra.
Ahora tendremos que esperar hasta febrero para ver si son capaces de construir un acuerdo. Para ver si son capaces de dejar de lado sus intereses de grupo y poner por delante los de la sociedad.
Ojalá se plantearan esto con seriedad y convocasen a un período extraordinario inmediato para resolver este asunto. Eso demostraría un verdadero compromiso con no cometer los errores del pasado.
Luciano Pascoe Rippey, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 16 de diciembre.

Está claro que en política, y sobre todo en la mexicana, no se pueden pedir milagros, pero tampoco responsabilidad y menos respeto a los mandantes —que son todos los ciudadanos—, aquellos que delegaron el mandato en diputados y senadores. Por doloroso que resulte, asistimos a una monumental exhibición pública del “síndrome de la pandilla”, que parece haber afectado al otrora ordenado y sólido G-3. ¿Qué quiere decir eso?
Casi nada, que entre los miembros del G-3 apareció el síndrome que ataca a los ladrones que actúan en pandilla. Son disciplinados, trabajadores, diligentes y talentosos para planear el golpe, para calcular detalles y medir los riesgos. Se transforman en una hermandad compactada con el duro cemento de la complicidad. Pero una vez ejecutado el golpe, ya frente al botín, son capaces de matarse unos a otros, porque el síndrome los hace codiciosos a la hora del reparto. Cada uno de los miembros de la pandilla quiere para sí solo, o la mayor tajada.
Así, en esa pandilla en que se convirtió el G-3, cada una de las partes, lo mismo PAN, que PRD y hasta el PRI, quieren llevarse la parte más importante del botín: la presidencia del IFE. Y ése fue el problema, que los tres quieren la tajada mayor y ninguno está dispuesto a ceder. Y acaso les asista la razón. ¿Por qué habría de ceder cualquiera de los tres, si tienen idénticos méritos en la planeación y ejecución del golpe contra el IFE? ¿O no?
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 16 de diciembre.

Los tres grandes partidos o, más bien, sus dirigentes reales —por ahora sus coordinadores parlamentarios— se han servido con la cuchara grande. No se conforman con el dominio del IFE y, a través de éste, la pretensión de tener a raya a los medios de comunicación electrónicos. Ahora, desean gobernar al darle a la Cámara la atribución de ratificar al gabinete y al jefe de éste, distinto del Presidente. También habría voto de censura parlamentario. De prosperar la propuesta, haría del sistema de gobierno un engendro: un jefe de gabinete, sin el mandato que sólo puede conceder el voto democrático; un gabinete colgado de un hilo a partir de la amenaza del voto de censura; y un presidente sin mando, porque el gabinete resultaría de la negociación con los capos que dominan al Congreso. Habría gobiernos de tres años, ya que al cambiar la composición de la Cámara se daría una nueva ratificación.
La nueva legislación electoral es muy generosa con los partidos. Le obsequia el tiempo que corresponde a la sociedad a través de los tiempos de Estado. El financiamiento público continúa siendo muy elevado, pero ahora ya no van a gastar en publicidad en radio y tv, rubro que representaba hasta 80 por ciento de los recursos públicos; ahora todo para su aplicación discrecional por las dirigencias partidistas. Para la sociedad, no hay ahorro. Los ganadores son quienes mandan en los partidos.
Federico Berrueto, Milenio, 16 de diciembre.

La segunda parte de la historia es tan patética como la primera, los partidos comenzaron a mover sus fichas para sustituir a los tres primeros consejeros, todos propusieron y defendieron a sus candidatos y vetaron y cuestionaron a los de sus adversarios, pero finalmente no se pusieron de acuerdo en la repartición del botín y pospusieron la decisión para febrero. ¿Qué clase de IFE va a salir si todos los partidos se empeñan en engendrarlo a su imagen y semejanza? Frankenstein será un verdadero bombón en comparación con el monstruo que seguramente surgirá. Algunos optimistas todavía esperan que los legisladores entren en razón y elijan a las personas autónomas, con capacidad y trayectoria, que se inscribieron en el proceso de selección. La esperanza es lo último que muere
Vianey Esquinca, “La inmaculada percepción”, Excélsior, 16 de diciembre.

El mensaje no fue otro que el del sometimiento, la docilidad, la claudicación. Una brutal muestra de antidemocracia para seleccionar a los árbitros electorales, paradójicamente los encargados de velar por la democracia electoral. En el fondo una demoledora advertencia de que los nuevos consejeros del IFE serán empleados del Congreso, nada de que serán parte de un órgano autónomo y ciudadanizado, nada de eso. En el fondo la pasarela fue lo más parecido a la prueba de sumisión. Sentados en el “banquillo de los acusados”, debían responder de hinojos, con buenos modales, sometidos sus sentimientos, a los señores de la santa inquisición legislativa.
Y esos modernos inquisidores calificaban a los aspirantes a consejeros del IFE no por sus habilidades y cualidades para el cargo, no por lo que podían aportar a la certeza y la confiabilidad de los procesos electorales, sino a partir de criterios como el odio y la lealtad, la pertenencia o no a tal o cual grupo, el padrinazgo interesado o el veto malintencionado. Y aún así hubo defensores de ese insultante proceso, aquellos que argumentaban que había existido una transparencia nunca vista, como si una farsa dejara de serlo porque se lleva a cabo a los ojos de todos. La farsa más transparente
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 16 de diciembre.

Lo cierto es que lo ocurrido en la Cámara de Diputados resulta uno de los mayores cochupos patrios: prometieron participación ciudadana en la elecciones de los nuevos consejeros del IFE y resultó que tres señores ciudadanos diputados no se pusieron de acuerdo y, contra la reforma que ellos y sus compañeros aprobaron, decidieron “incumplir” para que no se lea tan feo la Constitución y dejar la selección del nuevo presidente del IFE hasta febrero próximo, cuando el plazo constitucional se venció el jueves pasado. ¡Olé! Dicen que el ciudadano diputado González Garza dijo que nada pierde el país con que el IFE no tenga consejero-presidente hasta febrero. Es cierto: nada perderá, como tampoco y quizás hasta gane— con que los diputados no sesionen, si se aplica la misma “lógica”.
Hoy, más que nunca, se entiende aquello de mandar al diablo a las instituciones. El IFE no sólo está muerto y enterrado, lo mandaron al infierno. Por eso, sea quien sea su nuevo consejero-presidente, ahora o en febrero, los mexicanos sabrán que no estará ahí debido a sus méritos ni por su imparcialidad, sino gracias a la negociación de tres ciudadanos diputados, en nombre de sus partidos… que, por lo visto, sustituyen al SeñorPresidentedelaRepública de épocas presuntamente idas.
Gerardo Galarza, “La estación”, Excélsior, 16 de diciembre.

Las andanadas de ayer y mañana contra el Congreso, auspiciadas o inspiradas por los grupos afectados por la reforma constitucional, o que buscan nuevos y pingües acomodos con un gobierno débil y sin brújula, debían mostrar la profundidad del empeño clasista en que se han embarcado esos grupos y, sobre todo, llevar a los demócratas de todos los colores a aquilatar juicios y modular sentencias.
La crisis no está en la posposición de los diputados. Como la deficiente calidad del Congreso no radica en las evaluaciones pueriles que algunos hicieron de varios de los candidatos a presidir el IFE. Lo que habría que reclamar es que los partidos en efecto reconsideren y examinen por sus méritos a todos los aspirantes que quedaron, como una condición para que su labor sea justipreciada por el resto de la sociedad. Quedaría atrás el bochorno producido por la descalificación del doctor Merino, por haber participado en proyectos de investigación del CIDE financiados por el gobierno federal, lo que lo volvía automáticamente ¡candidato del PAN! Con esa lógica, no hay institución académica que se salve de la sospecha o la condena: para bien y para mal, la mayoría de ellas contrata con los gobiernos y el propio Congreso.
Dejar atrás esta y otras supercherías no requiere de ciencia y permitiría retomar un camino de renovación del IFE, que se volvió más tortuoso a medida que afloró la herida social que sacó a flote la imposición de 2006, y que hace evidente la necesidad vital de un acuerdo político que no se construye cosméticamente, requiere tiempo y esfuerzo y sobre todo claridad y arrojo de los actores políticos principales. Sin reforma del Estado como mirador rector no habrá arreglo que dure.
Rolando Cordera Campos, La Jornada, 16 de diciembre.

Los panegiristas de la reforma se engolosinan con la hazaña de haber ganado la batalla a los medios electrónicos. Buscaron excluirlos y someterlos a través del IFE. No prosperó el intento de mordaza sobre el periodismo, presente en las deliberaciones de inicio, tampoco el control editorial de noticieros de radio y tv. El régimen de sanciones creció y se diversificó; sin embargo, para los partidos lo mismo de siempre, no hay cambio al respecto no obstante que fueron ellos los que provocaron la polarización y el deterioro publicitario, cuya responsabilidad ahora trasladan a los medios. Las cosas pudieron ser peor de no haber habido resistencia en muchos frentes, como ocurrió con el gremio de los encuestadores.
Federico Berrueto, Milenio, 16 de diciembre.

Y por supuesto que ninguno de los integrantes del G-3 se salva de la farsa en que terminó la selección de los nuevos consejeros del IFE. Si bien los amarillos empantanaron la posibilidad de llegar a acuerdos —por su tozudez de quedarse con el IFE—, en los otros bandos no resulta menos cuestionable la incapacidad de llegar a acuerdos y también por su ambición de quedarse con el control del IFE. Asistimos a una burla a todos los ciudadanos, al sistema de partidos, al Congreso, a los aspirantes a consejeros del IFE, a la democracia y, por si fuera poco, a una grave crisis constitucional e institucional cuya estampa dice más que mil palabras.
Es decir, tenemos a los partidos políticos, a los profesionales de la política, a los legisladores que nos merecemos como sociedad; una pandilla de depredadores y ambiciosos que destruyeron una parte fundamental del andamiaje electoral que tardó décadas en ser construido, que era lo más cercano al ideal de democracia electoral, pero fue destruido porque los miembros de esa pandilla no saben perder, no saben ser oposición, y no saben gobernar. Y la prueba está en la conclusión del pasado jueves. Fueron muy buenos para demoler al IFE con la dinamita del odio y la venganza, pero no saben cómo construir al sustituto, porque todos quieren el gran botín: la presidencia del nuevo IFE
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 16 de diciembre.

Podremos celebrar el triunfo tan indiscutible como preocupante de la naciente partidocracia nacional. Del triunfo de los intereses de los menos… cuantitativa y cualitativamente hablando.
Y mientras, luego del “numerito” de los diputados que le obligó a posponer 24 horas su retiro del cargo que debió ocupar hasta 2010 y de reunirse con el presidente Calderón para despedirse, Ugalde hará maletas, con miras a viajar a Boston, “en torno del 10 de enero” y, el lunes 28, comenzar a impartir cátedra en calidad de profesor invitado, en su prestigiosa Universidad de Harvard.
Enrique Aranda Pedroza, “De naturaleza política”, Excélsior, 16 de diciembre.

Los políticos que dominan el escenario ven a los ciudadanos como enemigos. Así sucede porque quienes ahora mandan son sucesores perfectos del pasado autoritario. Confunden las libertades individuales con los excesos monopólicos que ellos mismos consintieron y propiciaron. Para ellos los electores son menores de edad, incapaces de discernir y, por lo mismo, consideran que es tarea del Estado protegerlos de la publicidad. Esta es la explicación de lo contradictorio de la reforma. Pretenden una autoridad electoral a la medida, pero los intereses encontrados impiden el acuerdo y esto explica que se posponga la designación del nuevo presidente del consejo. No quieren un IFE autónomo e independiente, sino a modo, ésta es la explicación de la intransigencia y las posiciones irreductibles que llevaron al incumplimiento del mandato constitucional de integrar al IFE a más tardar el pasado 13 de diciembre. Gandulas, quienes en el Congreso mandan.
Federico Berrueto, Milenio, 16 de diciembre.

Escuchas hablar a Javier González Garza y te dan ganas de levantarles un monumento de mármol de importación a los diputados. Por lo que parece, son gente que trabaja de veras: los últimos periodos legislativos habrían sido intensísimos, extenuantes, agotadores y, mira tú, muy productivos. Con decirles que ni tiempo para poder conciliarse sobre el tema de los consejeros del IFE. Pero, justamente a propósito de tan bochornoso episodio, otras voces arremeten ferozmente para denunciar la obstinada intransigencia de unos representantes populares mucho más preocupados de sus muy mezquinas politiquerías que de los intereses superiores de la nación: tenían la mesa puesta, le habían cortado por sus pistolas la cabeza al ciudadano consejero presidente de nuestro modélico instituto electoral y comenzado la purga del resto de los consejeros pero, vaya cosa, tirando ese penalti con la portería vacía —en las palabras de un agudo comentarista radiofónico de los tantos que participaron en la ofensiva mediática del jueves por la tarde luego de conocerse la incómoda decisión de los congresistas: “su reputación es la peor de todas, por debajo de los policías, que ya es decir”; “están al servicio de sus partidos y aprovecharon la coyuntura para apoderarse ventajistamente del IFE”; “son unos incapaces que no saben ponerse de acuerdo en nada”; etcétera— no pudieron, en efecto, aprovechar siquiera tan favorables circunstancias para consumar el gran atropello contra los ciudadanos. Tan inútiles que son.
Román Revueltas Retes, “La semana de…”, Milenio, 16 de diciembre.

Y es que si los integrantes del G-3, senadores y diputados, son incapaces de realizar su tarea fundamental, la del ejercicio de la política, entonces los que debieran irse no son sólo los consejeros del IFE, sino los jefes parlamentarios de PAN, PRD y PRI. En medio del escándalo, cuando se procesaba la reforma al Cofipe, los señores legisladores pretendieron introducir una facultad del nuevo contralor para sancionar a los consejeros que dieran claras muestras de incapacidad. ¿Pero quién será capaz de sancionar ahora las claras muestras de incapacidad y ambiciones desmedidas que han dado a los electores los legisladores; diputados y senadores? Si tuvieran vergüenza, ellos también debieran irse.
Por lo pronto y en un acto que pudiera ser una lección de dignidad —y de rechazo a la burla de que fueron objeto—, los 39 candidatos a consejeros del IFE debían renunciar en bloque a su respectiva aspiración, para con ello dar una sanción ejemplar a los pandilleros del G-3, que sin pudor se asumen como los nuevos dueños del poder y han convertido la política en una rapiña personalísima de y por el poder. El problema es que dignidad no suele abundar en la política y menos cuando se busca una porción de poder. Al tiempo
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 16 de diciembre.

El pasado 13 de diciembre venció el plazo no solamente para el nombramiento del nuevo consejero presidente y dos consejeros electorales más, sino para la elección de todos los integrantes del nuevo Consejo General. El cuarto transitorio señala sin titubeos que la Cámara de Diputados cuenta con 30 días para “elegir” a todos y cada uno de los integrantes del nuevo consejo. Esta disposición no se limita a la elección de los consejeros que hubieran surgido de la convocatoria pública, sino también al nuevo nombramiento de aquellos consejeros que fueron electos originalmente en 2003. Algunos de los integrantes del nuevo consejo estaban destinados a recibir nombramientos de seis o nueve años y algunos otros de apenas algunos meses, pero la Constitución claramente señala que los nuevos consejeros tienen que ser “electos” de nuevo por la Cámara de Diputados.
John Ackerman, La Jornada, 17 de diciembre.

Cambiar a Ugalde resultó más difícil de lo que todos pensaban.
A tres diputados se les echó el tiempo encima.
Y ocho consejeros debatieron 18 horas para encontrar a un interino. Unos se vieron mezquinos e incapaces de respetar su acuerdo.
Y tiraron a la basura el consenso ofrecido.
Los otros no querían la presidencia, porque es la que caerá primero.
Y el “elegido” no sabe si era de los que se quedarían en el IFE hasta 2010.
Pero al final, la mayoría le entregó el paquete a Andrés Albo.
Pepe Grillo, Crónica, 17 de diciembre.

Sin embargo, los partidos políticos pecaron de arrogantes. Sin rivales enfrente, pues la sociedad civil apenas logró emitir una tibia protesta ante el atropello del que fue objeto el IFE, y los partidos políticos “emergentes” (Verde, Nueva Alianza, Alternativa, e incluso los socios del PRD, Convergencia y Trabajo), que quedaron completamente marginados de la negociación, no tuvieron siquiera una voz que se hiciera escuchar por encima de la ofensiva arrolladora de los tres partidos “grandes” (PRI, PAN, PRD).
Y la arrogancia los perdió. Nunca les importó aparecer como abusivos frente a los demás actores o ante la opinión pública; pero quién sabe qué opinan ahora los experimentados operadores en el Congreso que aparecen ahora como ineptos. Bueno, hasta Luis Carlos Ugalde, uno de los políticos con menos prestigio personal, obtuvo una rara oportunidad para darles una lección de política.
Emilio Zebadúa, “Observatorio global”, Crónica, 17 de diciembre.

Si tras la jaloneada y turbia renovación del IFE en 2003, muchos consideramos que se había agotado el modelo en que los partidos eligen al Consejo General de esa institución, después de lo ocurrido el jueves, seguramente son muchos más los que así piensan. Los partidos juegan a partir de sus intereses: el nombramiento del Consejo General no es un acto de racionalidad, civilidad y equidad, sino es parte de la pugna abierta por el poder y la preparación del terreno con el fin de desemparejarlo a favor de cada cual. El novedoso formato inaugurado por los partidos para renovar al IFE, en esta ocasión pudo haber arrojado buenos resultados, de haberse apegado todos al espíritu de la convocatoria. Algo muy difícil para los partidos políticos, porque eso supondría dejar de comportarse como lo que son, es decir, buscadores profesionales y no muy escrupulosos de poder. Ni modo. Está en su naturaleza, como el escorpión que no puede evitar picar a quien tiene al lado, aunque se haga el firme propósito de no hacerlo
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Exsélsior, 17 de diciembre.

Cayeron las máscaras en San Lázaro. La farsa política de seleccionar tres consejeros del IFE acabó como un chiste pésimo. El jueves pasado debieron ser nombrados los primeros relevos del Consejo General del IFE, por el dedo de los jefes de la Cámara de Diputados.
No pudieron y el engaño fallido de simular abrir una decisión de unos cuantos a un concurso abierto, en busca del mejor, sin contaminación de los intereses particulares, acabó en un espectáculo burdo.
Los reformadores de la Constitución, violándola estrenaron sus propias normas en materia electoral.
Una fachada de mentiras se desmoronó y dejó al aire la mugre de la casa de los diputados federales, la suciedad con la que iban a purificar al IFE.
Ahora, el ex presidente del instituto, Luis Carlos Ugalde, ríe a carcajadas a costa de quienes lo decapitaron y con torpeza perdieron autoridad moral, política e histórica para echarle culpas.
Juan Arvizu, “Vitral político”, El Gráfico, 17 de diciembre.

Por lo pronto, la no designación por parte de la Cámara de Diputados de los primeros tres consejeros que sustituirían a Luis Carlos Ugalde y dos más -aún sin precisar- ha sumido al IFE en una nueva crisis, dado que durante los próximos dos meses será una institución sin cabeza, así se haya nombrado interinamente a un consejero presidente.
Este cargo, con fecha de caducidad de un par de meses, recayó por decisión de los actuales consejeros en Andrés Albo, quien se ha desempeñado como presidente de la comisión de fiscalización del citado órgano electoral.
Albo sustituye interinamente a Luis Carlos Ugalde, quien renunció al cargo, ya que su cabeza siempre estuvo en la mira de los partidos, lo que dio paso al acuerdo y modificación legal para sustituir al consejo que él encabezó y proceder al todavía frustrado nombramiento del nuevo consejo, lo que genera un desgaste adicional para la institución.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 17 de diciembre.

Pudieron hacerlo y no lo hicieron. Igual que un equipo de futbol que contra todo pronóstico, e incluso con demoledoras críticas de sectores muy poderosos, logra llevar ventaja hasta el minuto 89 y súbitamente se deja empatar (para perder por promedio de goles), eso es más o menos lo que hicieron los coordinadores parlamentarios en la Cámara Baja con la reforma electoral.
Una reforma que había costado tanto esfuerzo político y ásperas confrontaciones con las televisoras, se pone “de pechito” para que los sectores que le fueron adversos, incluso antes de que naciera, hoy proclamen, con cierta razón, que mientras la reforma se hizo en contra de alguien (televisión y partidos pequeños) hubo suficiente gasolina para hacer mover los acuerdos, pero en el momento que los acuerdos exigían una mínima dosis de virtudes republicanas para pactar una terna que integrara el nuevo Consejo General del IFE, las, cada vez peor disimuladas, bajas pasiones impidieron coronar un esfuerzo de meses
Leonardo Curzio, El Universal, 17 de diciembre.

El atorón en la designación del primer trío de consejeros se produjo porque la llamada "santísima trinidad" (PRI, PAN, PRD) no se puso de acuerdo o no pudo negociar a los candidatos de cada uno y, por lo tanto, optó por aplazar la decisión con el argumento de que "no hubo consenso suficiente".
De paso, los diputados violaron el artículo cuarto transitorio del 41 Constitucional, al incumplir con el plazo y los requerimientos establecidos para la designación a los integrantes del Consejo General del IFE.
En consecuencia, los legisladores también pasaron por encima de la recién aprobada reforma electoral, la cual fue avalada por 30 congresos estatales, lo que resulta un mal augurio para la legalidad y una muestra más de que en política partidista lo que vale son las "negociaciones en lo oscurito".
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 17 de diciembre.

Lo peor de todo es que no hay ninguna certeza de que el mes y medio de pausa que se están dando los líderes de las tres principales bancadas en la Cámara de Diputados permitirá llegar al final al ansiado consenso en la designación de los nuevos consejeros del IFE. Es muy probable, de hecho, que cuando llegue febrero los miembros de la Junta de Coordinación Política de la Cámara se enfrenten una vez más a los desacuerdos que evitaron el acuerdo en estos últimos días.
Si es así, el PRI y el PAN terminarán eligiendo por sí solos a los consejeros, lo que empezará nuevamente el círculo vicioso que ya vivimos desde el 2003, con un PRD que se niega desde un principio a reconocer la legitimidad del IFE y utiliza esta posición como constante arma de chantaje.
Sergio Sarmiento, “Jaque mate”, Reforma, 17 de diciembre.

La explicación que dieron muchos —a que se haya pospuesto la elección de los consejeros por la Cámara de Diputados— fue el hecho de que el PRD no hubiera aceptado que, los otros, vetaran a don Genaro Góngora para ocupar la presidencia del consejo del IFE. Eso fue así, pero desde luego no explica ni justifica el desenlace.
Lo ocurrido tiene que situarse en perspectiva. La reforma electoral que se inició en el Senado tenía por objeto evitar que, en las próximas elecciones, se llegara a una crisis política y de legitimidad como ocurrió en 2006. La reforma es una respuesta a los agravios del año pasado: cambio en las reglas de financiamiento y la relación con los medios, restricciones a la propaganda negra, sustitución de consejeros del IFE. Era una reforma para satisfacer parcialmente el pliego de peticiones de la izquierda, aunque su principal líder se distanciara de ella, para evitar que ésta se convirtiera en un instrumento de legitimación de Felipe Calderón y por intuir que, como ahora se demostró, la falta de compromiso del régimen con la democracia, la socavaría o la sometería al designio autoritario, por medio del control mayoritario de las instituciones electorales
Manuel Camacho Solís, El Universal, 17 de diciembre.

Los jefes del Congreso perdieron contra ellos mismos, porque lo que buscan no es fortalecer al IFE “ciudadanizado”, ni al órgano electoral “autónomo”, sino apañarse más poder.
Esa decisión de designar al árbitro de las elecciones de la renovación de la Cámara de Diputados, del 2009, y de Presidente de la República, del 2012, está de espaldas a cualquier compromiso con la democracia.
Estos grandes electores —PAN, PRI y PRD—, quieren bajo el zapato al IFE, el cual también tiene en sus atribuciones regular la vida de los partidos.
Como verá usted, contamos con un nuevo monstruo en México, un poder de unos cuantos notables que operan desde dentro de las instituciones políticas, amparados en la democracia...
Juan Arvizu, “Vitral político”, El Gráfico, 17 de diciembre.

Hoy se sabe que la crisis constitucional e institucional que desataron los barones del G-3 al posponer la selección de los tres primeros consejeros que renovarán de manera escalonada al IFE, en realidad fue una “tregua pactada”, en la que los tres grandes partidos recurrieron a un artificio legal que tenían previsto —un artículo transitorio planteado como válvula de escape ante cualquier eventualidad— y que PAN, PRD y PRI acordaron asumir, por igual, los costos políticos.
Los primeros indicios de esa “tregua pactada” se dieron cuando el pasado jueves, aún sin agotar el tiempo que marcaban la ley y la propia convocatoria para designar a los tres nuevos consejeros del IFE, los jefes parlamentarios de PAN, PRD y PRI se levantaron de la mesa de discusión y sin grandes aspavientos anunciaron la posposición hasta febrero de 2008. ¿Por qué PAN y PRI aceptaron sin chistar la propuesta del PRD, a sabiendas del alto costo político y que tenían el tiempo a su favor? Por eso, porque se trató de una “tregua pactada”.
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 17 de diciembre.

A la muerte de Juan Pablo II, para elegir al que les mereciera toda su confianza para conferirle hasta la muerte un poder universal, 117 cardenales designaron al sucesor de Juan Pablo II ¡de un día para otro!
El dato viene a cuento porque aquí, en México, a ocho tristes consejeros ese lapso les fue insuficiente para escoger al sucesor de Luis Carlos Ugalde, alguien destinado a representar al tío Lolo durante sólo seis semanas, con el solemne pero fantasioso título de Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral.
Por la sorprendente ruindad y mezquindad de unos cuantos “servidores públicos” aferrados al hueso (lo único sensato, por digno, habría sido su renuncia en masa), sería injusto hacer una descalificación generalizada pero, si a su caso se suma la perversa complicidad de los partidos grandulones para apoderarse del IFE, la inconstitucional actuación de la Cámara de Diputados al posponer el nombramiento y la evidente incapacidad de maniobra del presidente Felipe Calderón, puede concluirse, sin margen de error, que la mediocre clase política en el poder está, por decirlo de manera sutil, podrida.
Carlos Marín, “El asalto a la razón”, Milenio, 17 de diciembre.

¡Ni solos, con semanas previas de preparación y conspiración, pudieron ponerse de acuerdo sobre tres nombramientos en el Consejo General que, además, ya se habían asignado previamente entre ellos! ¿Cómo se explican a sí mismos los líderes del PRI, PAN y PRD, que habiéndose otorgado a cada uno un consejero, tuvieron que posponer su decisión, violando además la ley que ellos, otra vez, solos, arreglaron a su conveniencia?
Tendría entonces uno que preguntarse, inevitablemente, que si en las condiciones fáciles que ellos mismos crearon, los partidos políticos no pudieron consumar su asalto al IFE, ¿pueden seguir pretendiendo gobernar al país desde el Congreso? ¿Y qué tan fuerte es en realidad la alianza tripartita que se creó circunstancialmente; o, bien, sobrevivirá ésta la competencia electoral al llegar el 2009, o incluso antes, cuando se tengan que tomar decisiones que puedan afectar la relación de fuerzas partidistas?
Probablemente no. Pero no lo sabremos si no hay antes una respuesta consistente al desafío que representan las ambiciones de unos cuantos legisladores y líderes partidistas (la “partidocracia”) que, burlándose del sentido original de la transición política, buscan ahora distorsionar la división de poderes, y confundir democracia con el poder del Congreso y el poder del Congreso con su poder personal.
Emilio Zebadúa, “Observatorio global”, Crónica, 17 de diciembre.

El hecho es que los partidos fracasaron en esta fase. ¿Son ellos los más indicados para elegir a sus árbitros? Idealmente, sí, pues los participantes de cualquier contienda deben confiar en sus árbitros. ¿Y quiénes mejor para determinarlo que ellos mismos? Pero lo sucedido en 2003, y nuevamente en esta ocasión, demuestra que los partidos se guían no sólo por ese criterio de confiabilidad, sino por la búsqueda alevosa de ventajas, venganzas entre los partidos y contra los posibles árbitros, así como a causa de conflictos internos. Por lo cual, la designación del Consejo tendría que quedar fuera de los partidos e irse a una comisión externa, formada por expertos en la materia, aunque abiertos a las indicaciones, reservas y observaciones de los partidos y de la ciudadanía. Una especie de “FIFA electoral” que decida qué árbitros llegan y cuáles se van, a partir de sus méritos y desempeño y no de los inevitables agravios que su arbitraje genere a los “equipos”. Muchos piensan que es imposible sacar a los partidos de ese proceso. De ser así, quizá debamos resignarnos en adelante a tener un IFE sin credibilidad
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Exsélsior, 17 de diciembre.

La experiencia nos demuestra que debemos buscar otro proceso completamente distinto para seleccionar a los consejeros del IFE. Éstos pueden ser designados por la Suprema Corte de Justicia, como sucede en otros lugares del mundo, o surgir del servicio de carrera del IFE. Incluso un sistema de insaculación, esto es, de elección al azar, de una lista definida por especialistas o por los ministros de la Corte, sería mejor que este craso sistema en que los partidos buscan a consejeros que representen sus intereses.
Lo peor de todo es que los ciudadanos nos damos cuenta de que los partidos políticos tuvieron la oportunidad de hacer una verdadera reforma electoral, que fuera al fondo de los temas importantes, que estableciera la reelección de legisladores, que disminuyera los diputados de representación proporcional, que eliminara los senadores de minoría y de lista, y que definiera un sistema menos perverso de selección de los consejeros del IFE. Nuestros legisladores prefirieron concentrarse sólo en aquellas medidas que aumentaran su poder y disminuyeran su rendición de cuentas. Qué triste.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 17 de diciembre.

Es también mal presagio que la voluntad de pactar una reconciliación entre tres fuerzas políticas que tuvieron un descomunal desgaste el año anterior, no esté terminando bien, pues más allá del falaz torpedeo contra la reforma, ésta buscaba un propósito loable y era que las fuerzas políticas diesen las certezas necesarias para competir sobre un campo parejo y los candados preceptivos para evitar que el dinero, a través de la propaganda, distorsionara las contiendas electorales por venir.
El objetivo era positivo y muchos actores pidieron altura de miras para seleccionar, entre más de 100 ciudadanos con grandes credenciales y trayectoria, a tres. Es decepcionante que no hayan encontrardo tres por encima de cualquier sospecha o prurito. ¡Qué desastre de República es esa que todo lo envilece por el cálculo político y no encuentra 3 personas con el mínimo de decencia para integrar un órgano colegiado!
Leonardo Curzio, El Universal, 17 de diciembre.

El simulacro de proceso de "elección ciudadana" de los futuros consejeros del IFE es prueba fehaciente de esta situación, puesto que a la convocatoria hecha por la Cámara de Diputados respondieron con su presencia y solicitudes para la "chamba" de consejeros medio centenar de personas, entre las cuales, como "bote de tamales", había de chile, de dulce y de manteca.
Luego de un extraño y poco creíble proceso de selección, quedaron como "finalistas" alrededor de 40 aspirantes, de los cuales en realidad sólo poco más de una docena -los no vetados por la "santísima trinidad"- tenían, o tienen aún, posibilidades de convertirse en consejeros.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 17 de diciembre.

La salida de Luis Carlos Ugalde y los muy graves problemas de los consejeros del IFE para encontrar a un presidente interino son una muestra de cómo el agandaye de los partidos políticos va en contra del desarrollo del país.
Durante muchas décadas la sociedad pugnó por tener un instituto confiable que vigilara las elecciones, con miras a que no hubiera duda de que el voto es respetado. La elección de 2006 demostró que, incluso con un margen excepcionalmente cerrado, los ciudadanos consideraban bueno el resultado… No así los partidos políticos que prefirieron creer en la teoría del complot, exagerar las fallas de comunicación de Luis Carlos Ugalde y aprovechar la situación para quitarle a los mexicanos al IFE e intentar que esté al servicio de los partidos y no de la sociedad.
David Páramo, “Personajes de renombre”, Excélsior, 17 de diciembre.

Con oportunidad el propio Mauricio Merino advirtió esta misma situación: “No sólo serán electos dos nuevos consejeros electorales y un nuevo consejero presidente, sino todos los miembros de ese cuerpo colegiado. Todos serán electos como si se tratara de la primera vez: desde el punto de vista constitucional (y también político) no habrá tres nuevos y seis veteranos, sino nueve integrantes del Consejo General del IFE electos por igual (y en iguales condiciones formales de origen) para dar cumplimiento a los nuevos mandatos de la Constitución.” (“La elección de los consejeros electorales”, 14 de noviebre de 2007, El Universal). Ojalá que el doctor Merino y aquellos otros comentaristas que tan duramente han criticado a la Cámara de Diputados por incumplir con su obligación constitucional también reconozcan que la permanencia de los consejeros electorales actuales es igualmente violatoria de la Constitución y pone en riesgo la certeza de las decisiones de nuestras instituciones electorales.
John Ackerman, La Jornada, 17 de diciembre.

Ante la incapacidad para respetar una ley recién votada, podríamos disolver el Congreso “por obvia ineptitud” y llamar a nuevas elecciones. Hasta en lo trivial son estúpidos: anuncian, como gobierno, que ya no oiremos más anuncios del gobierno... “El Senado de la república trabaja por ti”. Al rato van a producir calcomanías para auto con la leyenda “Di no a las calcomanías”.
Luis González de Alba, “La calle”, Milenio, 17 de diciembre.

Termina el año sin un acuerdo para la integración del nuevo consejo del Instituto Federal Electoral (IFE) y para escoger a la persona idónea que se haga cargo de la presidencia del mismo. Los legisladores que optaron por postergar tal acuerdo no están pensando en un IFE con la suficiente autoridad moral que le permita colocarse por encima de los partidos y de sus intereses, así como de la clase política misma.
La gran pelea no es por encontrar al mejor ciudadano, al de mejor perfil, al más aceptado por la sociedad, al que reúna el mayor consenso. El pleito es por ver quién va a controlar dicho instituto. Qué partido, qué grupo o qué coordinador parlamentario logrará tener el control del órgano electoral. Es una lucha típicamente de cuotas
Martí Batres Guadarrama, “Objeciones de la memoria”, El Gráfico, 18 de diciembre.

La decisión de posponer la integración del máximo órgano interno del IFE genera un costo apreciable para la Cámara de Diputados. Nadie puede congratularse de lo ocurrido. Sin embargo, estamos en presencia del dilema entre un mal menor y otro mayor. Diversas voces han hecho notar, con razón, que el costo de precipitar un acuerdo habría sido la repetición del escenario de octubre de 2003, cuando los diputados del PRD negaron su voto a los entonces electos, con las consecuencias que hasta hoy seguimos viendo. La reciente reforma constitucional dispuso una previsión para atender una eventualidad como la que finalmente ocurrió, mientras que el Cofipe todavía vigente ha permitido sortear la renuncia de Luis Carlos Ugalde.
Jorge Alcocer, Reforma, 18 de diciembre.

Quienes defienden haber postergado la designación de los consejeros del IFE dicen que es mejor alargar las negociaciones que repetir el error del 2003, en el que el PRD quedó fuera de ellas, lo que sirvió a su candidato para impugnar no sólo el proceso, sino el carácter imparcial del árbitro electoral. En eso tienen razón.
La pregunta que debemos hacernos los ciudadanos es si este aplazamiento va a servir para que, a la postre, quienes entren a formar parte del Consejo General del IFE lleguen con el consenso de las tres principales fuerzas políticas. En otras palabras, si servirá para ajustar posturas o solamente para evidenciar inflexibilidades.
Creo que para encontrar la respuesta hay que buscar en dos lados. En las dirigencias partidistas y en la Presidencia de la República.
Francisco Báez, “Empedrado”, Crónica, 18 de diciembre.

Por eso es previsible que se repita el fenómeno que ocurrió con la designación del señor Luis Carlos Ugalde y su proceder posterior. El presidente saliente del IFE no movía un pie sin consultar con la maestra Elba Esther Gordillo. Ella le indicó quién debía “ganar” la elección presidencial de 2006. Fue ella también quien llenó con sus operadores los espacios medios y bajos del instituto durante la elección de ese año.
Ya no será la maestra la que controle al instituto electoral. Ugalde se fue, y se fue porque no hizo bien el trabajo imparcial que le correspondía realizar. Si los citados comicios hubieran sido limpios, Luis Carlos Ugalde continuaría al frente del órgano y nadie lo podría mover. Quitarlo ha representado una satisfacción para millones de mexicanos
Martí Batres Guadarrama, “Objeciones de la memoria”, El Gráfico, 18 de diciembre.

Aplicar vetos y privilegiar presuntas cercanías partidarias de los candidatos a consejeros fueron las causas del entrampamiento que condujo a postergar la elección. Si los diputados pretendieran encontrar tres ciudadanos neutrales y "políticamente puros" tendrían una tarea harto difícil, por cuanto tales ciudadanos, si existieran, no servirían para la tarea electoral, que exige convicciones, pasión, entrega, compromiso y reciedumbre para hacer cumplir la ley, sin que la mano tiemble ni las corvas se doblen.
En cambio, la tozudez de elegir a los tres consejeros por cuotas partidarias llevó a los diputados a incumplir la disposición contenida en el artículo 4 transitorio de la reforma constitucional aprobada por ellos mismos en septiembre pasado, que disponía la elección de los consejeros en un plazo no mayor a 30 días naturales después de la publicación de dicha reforma, plazo cumplido el 13 de diciembre. Al decidir postergar la decisión, los legisladores se atuvieron a la salvaguarda contenida en el último párrafo del mismo transitorio, en el sentido de que, mientras los diputados nombran a los nuevos consejeros, los actuales continuarán en esos cargos. Tal salvaguarda tiene relación con la incertidumbre (al momento de aprobarla) sobre la fecha de la publicación de la reforma constitucional -recuérdese que debió ser avalada por la mayoría de las legislaturas estatales-, pero no puede considerarse como la posibilidad de anular el plazo señalado.
Jorge Alcocer, Reforma, 18 de diciembre.

Como podía preverse, la disputa por el IFE terminó reavivando al perdedor principal en la elección presidencial de 2006. El supuesto objeto de la disputa, el consejo del IFE, pasa así a segundo plano, y lo que está en cuestión ahora es “todo el proceso” de su recomposición. La inconsecuente táctica del PRI y algunos notables de “legitimar” a la autoridad electoral a costa de su autonomía se pasmó, mientras los impugnadores de la elección celebran su escalada.
En vista de las pruebas ventiladas, la limpieza de la elección presidencial de 2006 es incuestionable. Pero grupos políticos y corrientes de opinión dieron alas a la postura impugnadora, proponiéndose “renovar” la autoridad electoral y convirtiendo al presidente del IFE en auténtico chivo expiatorio. El ánimo de venganza del PRI por las altas multas del IFE debido al “Pemexgate” y la complacencia de los otros partidos también multados tienen aquí su parte
Ramón Cota Meza, El Universal, 18 de diciembre.

El problema es de fondo: no hubo acuerdo entre los partidos, pues había que distribuir cuotas y éstas no se cubrieron porque el PRD se empeñó en que el consejero presidente del IFE fuera el ministro de la Suprema Corte de Justicia Genaro Góngora Pimentel, quien no tenía, no tiene, el apoyo del PAN y del PRI. Las razones por las cuales Javier González Garza no aceptó a ningún otro para el IFE hay que buscarlas en las divergencias internas del perredismo y en la insistencia de las corrientes lopezobradoristas de que los coordinadores parlamentarios y la corriente Izquierda Unida habían traicionado a ese movimiento. Ante ello, como decíamos ayer, por las razones que fuera, desde el temor de recibir mayores críticas o como una medida para alcanzar beneficios extra en la negociación, se tomó la medida de no moverse con respecto a Góngora Pimentel y, si era necesario, según sucedió, reventar la negociación.
La pregunta es qué se puede esperar que sea diferente en febrero. Estaremos entonces a menos de un mes de la elección interna del PRD y las contradicciones serán mucho mayores que ahora. López Obrador va a redoblar su presión y Nueva Izquierda deberá apostar lo más fuerte que pueda para ganar la presidencia del partido y, si lo logra, el lopezobradorismo tendrá una coartada para romper con el PRD. Eso va a suceder en febrero y, si se mantiene la postura de que es Góngora o nadie, no habrá avances porque ni el PAN ni el PRI están dispuestos a negociar la presidencia del IFE.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 18 de diciembre.

No es la única norma derivada de la reforma electoral que están incumpliendo los diputados. También están ignorando la relativa a que la elección de los nuevos consejeros deberá efectuarse después de "una amplia consulta a la sociedad", que ahora, tras de la postergación acordada, podrían hacerla los legisladores si decidieran trabajar durante enero en esa tarea.
Son evidentes y hasta comprensibles las razones políticas de la postergación, por cuanto es correcto priorizar el consenso al menos de los tres grupos parlamentarios más importantes, pero ¿por qué debe la conveniencia política provocar el incumplimiento de las disposiciones constitucionales? El consenso y la Constitución no son excluyentes. Debe lograrse el uno y cumplirse la otra.
Jorge Alcocer, Reforma, 18 de diciembre.

Hoy tenemos que el peso de las dirigencias nacionales partidistas ha disminuido, y ha crecido el de los legisladores. En ese contexto, el PRI tiene tres dirigentes y ni uno solo verdadero. Paredes, Beltrones y Gamboa ven por su propio santo. Acción Nacional apenas acaba de estrenar dirigencia, y no queda clara —a pesar de la confirmación— la fluidez de la relación entre ésta y los coordinadores parlamentarios.
Pero el PRI y el PAN son lechos de rosas a comparación del PRD. Su dirigente nacional tiene un peso ínfimo y cada uno de los coordinadores parlamentarios debe responder a las presiones de las distintas corrientes. Encima de todos ellos, la capacidad de chantaje de López Obrador, las amenazas veladas para fraccionar el partido y el proceso de sucesión interna crean una situación en la que es difícil hacer política constructiva: cualquier movimiento es sujeto a cuestionamientos; cualquier negociación que no avale El Peje —que no avala ninguna— equivale a traición.
Francisco Báez, “Empedrado”, Crónica, 18 de diciembre.

¿Ustedes creen que el desbarajuste que existe en el IFE servirá de lección para que –cuando regresen en febrero de sus vacaciones– los capos de los tres principales cárteles de la Cámara de Diputados –Héctor Larios, Emilio Gamboa y el Güero González Garza– elijan a un ciudadano confiable, digno de crédito, respetable, comprometido con la democracia, para que ocupe el lugar por el que pasó Luis Carlos Ugalde dejando huellas no exactamente limpias? Difícilmente. Lo que menos les importa es la confianza, la credibilidad o la democracia, simplemente quieren llevar agua a su molino. Y parece ser que el elegido será alguien impuesto desde lo oscurito por Manlio Fabio Beltrones, igual que en su momento lo hizo la miss Elba Esther Gordillo
Enrique Galván Ochoa, “Dinero”, La Jornada, 18 de diciembre.

El tropiezo más evidente de la partidocracia en el poder se dio en el relevo del Instituto Federal Electoral. Situado como patito de feria para ser derribado, el consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, fue percibido como víctima propiciatoria del experimento democratizador. Nada más falso: la convocatoria para “renovar” el IFE quedó en una incapacidad negociadora entre los tres partidos políticos más importantes para colocar en los puestos anhelados a sus incondicionales, particularmente en el sillón de Luis Carlos Ugalde. Según trasciende, el rechazo de dos partidos —PAN y PRI— del magistrado Góngora Pimentel para aposentar así sus asentaderas hizo que las “elecciones” a las tres plazas del IFE se pospusieran hasta el mes de febrero.
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 18 de diciembre.

He elogiado anteriormente el acuerdo logrado por los tres partidos más votados para diseñar la reforma constitucional. Y ahora debo deplorar el desaseo que las nefastas cuotas partidarias están produciendo. Además, si de cuotas se tratara, al PRD le correspondería seleccionar a los tres consejeros, pues los seis que permanecerán fueron determinados por PAN y PRI en 2003.
Urge que los partidos eleven la mira y valoren las cualidades de los candidatos por encima de vetos y filias reales o supuestas. La imparcialidad, que debe privilegiarse en la trayectoria de los aspirantes, conviene a todos. La parcialidad sólo conviene a uno y daña a los demás. ¿Podrán entenderlo los partidos y sus grupos parlamentarios?
Jorge Alcocer, Reforma, 18 de diciembre.

Al final, el desastre. La tarde del jueves 13, el proceso para elegir un nuevo consejero presidente y dos consejeros se pudrió. Pasadas las tres de la tarde, cuando aún no se había agotado el término constitucional, el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, Héctor Larios, informó que, a propuesta del PRD, la elección se postergaría a más tardar para la primera semana de febrero de 2008.
El órgano autónomo, orgullo de nuestra democracia de baja intensidad, se convirtió en rehén de aquellos a quienes debe fiscalizar. Las reglas que estableció la convocatoria para renovar el Consejo convirtieron a los aspirantes en solicitantes (de chamba). Las maniobras de los tres partidos mayores para favorecer a los predestinados, se hicieron evidentes en la fase final de la evaluación cuando agregaron 24 nombres a los 15 seleccionados y, por si hiciera falta, la terquedad de una minoría militante trabó el proceso y derivó en un acto con tintes de inconstitucionalidad
Alfonso Zárate, “Usos del poder”, El Universal, 19 de diciembre.

Irresponsables como son, pues no tienen que rendir cuentas ante nadie, en la medida que ni siquiera van a poner su cargo en juego ante los electores en una próxima elección, los diputados decidieron un método frívolo e inútil para seleccionar a los posibles nuevos consejeros del IFE. La pasarela de candidatos se enfrentó a un público de burlesque, grosero y engallado. Ahí vimos cómo una diputada apenas alfabetizada se daba aires de jurado académico y calificaba con cero a quienes su jefe político había vetado. Valentina Batres, una legisladora de maneras porriles, asentaba su nota reprobatoria incluso sobre un candidato, Mauricio Merino, que durante la campaña pasada había manifestado públicamente su simpatía por la candidatura de López Obrador, aunque había cometido el pecado de criticar el berrinche poselectoral con el que el ex candidato sigue chantajeando a la sociedad y a la política mexicanas.
Jorge Javier Romero, Crónica, 19 de diciembre.

La recientemente aprobada reforma electoral fue diseñada para apuntalar el talante democrático del régimen y saldar el déficit de legitimidad con que asumió Calderón. En sus postrimerías el proceso se empantana ante las manipulaciones de las facciones legislativas para designar, después de engañosos trámites abiertos a la ciudadanía, a tres de los consejeros del IFE. En resumen, los coautores de la negociación básica, PRI y PAN, no están dispuestos a rencauzar lo extraviado: la confianza popular en el árbitro electoral. A pesar de que una parte del PRD los acompañó en la ruta, al final la sacan de la jugada y la dejan con un palmo de narices. Calderón, sus patrocinadores, los priístas y demás comparsas no están dispuestos a dejar el menor resquicio para que la izquierda (y menos un modelo alterno de país y gobierno) pueda tener la menor oportunidad de hacerse con el poder público. El total de los consejeros del IFE, subordinados y asesores, deberán responder a los favores recibidos por su designación. Tal como se hizo con el triste Ugalde y los consejeros que lo acompañaron en la tragedia de 2006.
Luis Linares Zapata, La Jornada, 19 de diciembre.

Ahora volvemos a lo mismo. Si el presidente consejero del IFE no es Góngora, el PRD no votará por ninguno de los tres sustitutos de los defenestrados del 2007, y se reservará el derecho de impugnar, de todas maneras, los resultados de 2009 y de 2012. Y si sí es Góngora, además de un atropello, por lo menos en las formas, a la Constitución (artículo 98), y de nombrar a un gran jurista pero también a un ciudadano con simpatías políticas respetables pero que invalidarían a muchos otros candidatos, habrán humillado al PAN y al gobierno, obligándolos a ceder en algo fundamental sin nada a cambio, y doblegando al PRI. Todo esto a nombre de un chantaje que en principio debiera resultar intolerable: si no es como yo quiero, pateo el tablero y me levanto de la mesa, y me convierto en el proverbial "free rider": cada elección que gano es limpia y justa (aunque la haya organizado el IFE), cada que pierdo es fraudulenta, y evito cargar con la responsabilidad de respetar a las instituciones porque no las escogí ni nombré a sus agentes.
Jorge Castañeda, Reforma, 19 de diciembre.

Por otra parte, también sabemos que al menos dos de los ocho consejeros electorales que permanecen en sus cargos tendrán que abandonarlos, tan pronto como la Cámara de Diputados cumpla su mandato. Pero el aplazamiento de la decisión ha producido una total incertidumbre sobre quiénes estarán en ese supuesto y, en consecuencia, sobre la validez de las decisiones tomadas por dos funcionarios que debieron dejar de serlo a partir de las 24 horas del 13 de diciembre. El único funcionario del Consejo cuyo nombramiento seguiría vigente, sin lugar a dudas, sería el del Secretario Ejecutivo. Todos los demás, en mi opinión, tendrían que aguardar la elección pendiente en la Cámara de Diputados.
Entiendo que habrá interpretaciones jurídicas que sirvan al propósito de convalidar la decisión tomada y aun de salvaguardar la integridad jurídica de las acciones que emprenda el Consejo General del IFE durante este periodo. Pero no basta que esa interpretación sea compartida por los diputados y los consejeros que siguen tomando decisiones, sino que también tendría que avalarse por el Tribunal Electoral y aun por la Suprema Corte de Justicia, en su caso, para evitar que el incumplimiento constitucional anule todos los actos posteriores a la fecha establecida. Lo que significa que, para salvar la incertidumbre generada, dos poderes y un órgano constitucional autónomo tendrían que asumir como propias las razones que llevaron al aplazamiento
Mauricio Merino, El Universal, 19 de diciembre.

Así, a la crítica que se desató desde las trincheras de la intelectualidad orgánica del régimen por las tenues limitantes que contiene la reforma electoral en cuanto a la contratación de propaganda, se une, para redondear el descrédito, el cinismo de los legisladores para imponer sus pulsiones de control y la estridente pelea en el seno del IFE por un infame cargo transitorio. El follón fue tan redondo que no se requiere mayor análisis para asentar la incapacidad del IFE como institución garante de procesos electorales, justos para con todos los actores políticos. Pero muestra el trunco tamaño de los legisladores negociantes y el de una Presidencia oficial metida hasta el ruin detalle para no permitir, a la izquierda y a su líder tan temido, tener algo que pueda considerarse como un factible aliado, aunque nada haya en la realidad de todos esos supuestos, comentados con intensidad por sus enjundiosos difusores. A pesar de que AMLO se distanció de los propósitos de restauración y demás pormenores de la reforma, los que están encaramados en los puestos de mando siguen oteando y apaleando fantasmas. Armados de rechazos tajantes, desafinan sus gritos para exorcizar los grandes temores que los aquejan. Nada, alegan, para aquellos que aún sostienen la existencia de un fraude improbado, ni siquiera un conocido lejano. La nimia sospecha es causa de veto instantáneo.
Luis Linares Zapata, La Jornada, 19 de diciembre.

La pasarela fue ominosa. La majadería de los legisladores llegó a descalificaciones indignantes, como cuando simplemente no dejaron hablar a María Marbán. Si tenían vetos previos, ¿por qué hicieron una convocatoria abierta? ¿No que se podían inscribir los ciudadanos que se consideraran a sí mismos con la capacidad de formar parte del Consejo General del IFE? Desde el principio el procedimiento me pareció una simulación, una deformación de la norma respecto a lo que antes existía, cuando estaba claro que los partidos eran quienes proponían a los posibles consejeros. En lugar de cambiar el mecanismo de selección de la cabeza de la autoridad electoral, lo disfrazaron de supuesta participación ciudadana y nos hicieron un fraude a la vista de todo el público. Al final, la mascarada quedó al descubierto y volvimos al sistema de vetos cruzados que ya había entrampado la elección del Consejo General en 2003.
Jorge Javier Romero, Crónica, 19 de diciembre.

Por último, tengo para mí que el incumplimiento del plazo para elegir al nuevo Consejo General del IFE también afecta el procedimiento establecido para hacerlo, que se fundó en un transitorio único de la Ley Orgánica del Congreso General. O al menos, exigiría un acto de autoridad formal a fin de extenderlo hasta que se cumpla con el mandato constitucional, y no solamente una conferencia de prensa de los integrantes de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados. Si bien sus facultades están intactas, en ese procedimiento también se invocó el plazo constitucional del 13 de diciembre como fecha límite para que la Junta presentara al pleno de los diputados sus propuestas para integrar el Consejo General del IFE. De modo que, en este momento y mientras no haya al menos una corrección jurídica formal, tampoco ese procedimiento podría considerarse vigente.
En suma, estamos ante un aplazamiento que sí tiene consecuencias. Muy lamentable por donde se le vea, porque el país no puede darse el lujo de prescindir de un IFE sólido, confiable y respetable. Y así no puede ser
Mauricio Merino, El Universal, 19 de diciembre.

Pero entonces ¿por qué no buscar la congruencia de una buena vez y elegir a los tres consejeros del IFE faltantes con el PRI, olvidándose del PRD? Y más allá del IFE ¿por qué no sacar con el PRI todo lo posible, sin mantener la falsa esperanza de una posible rectificación o escisión del PRD?
Por una muy obvia y lamentable razón: porque hacerlo implicaría colocarse aún más que ahora en las suaves y caprichosas manos de Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa. Y significaría reducir el sexenio al denominador común más bajo de acuerdos sin contenido con un PRI ya por completo carente de programa, pero empecinado en no permitir la realización de cualquier programa ajeno. Como se ve, el asunto no es precisamente sencillo: la destreza política ayuda mucho, pero no altera realidades inamovibles. El PRD es una de ellas; el PRI es otra.
Jorge Castañeda, Reforma, 19 de diciembre.

Para nadie es un secreto que el cargo de consejero presidente del IFE es un paso adelantado para la conquista de la presidencia de la República en 2012. Por eso Andrés Manuel López Obrador quiere imponer a Genaro Góngora Pimentel y el PRI perdió a Jorge Alcocer.
Por tanto, la disputa por el IFE esconde la manipulación de las instituciones electorales para beneficiar a un candidato en particular. Por eso la verdadera ruptura del proceso de sustitución de consejeros realmente no ocurrió con la necedad del PRD de colocar al ministro de la Corte. El proceso tronó antes: cuando el PRI no pudo colocar a Jorge Alcocer, los priistas, con habilidad, empujaron al PRD a reventar las negociaciones.
La clave puede localizarse en el artículo del lunes de Manuel Camacho en El Universal. ¿Cómo el PRD ha decidido regresar al camino institucional y pedir casi por favor el puesto de consejero presidente del IFE? Porque el IFE es el que va a organizar el proceso electoral de 2012 y desde ahí podría facilitar u obstaculizar a algún candidato en particular.
Los operadores del PRD y del PRI dicen hoy que esa posición es circunstancial. Sin embargo, si fuera así de superficial entonces vale la pena preguntar por qué la pelean con tanta fiereza y por qué los partidos violaron la Constitución al posponer el tiempo de designación de tres consejeros más allá de los plazos estrictos de la Carta Magna.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 19 de diciembre.

El artículo Cuarto Transitorio de la reciente reforma constitucional en materia electoral anticipa una situación como la que finalmente se dio: que la Cámara de Diputados no pudiera elegir a un nuevo Consejero Presidente y a dos consejeros electorales del IFE en el plazo de los 30 días que concluían el 13 de diciembre del año en curso. Señala el transitorio que “los consejeros electorales y el consejero Presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral, en funciones a la entrada del presente Decreto, continuarán en sus cargos hasta en tanto la Cámara de Diputados da cumplimiento a lo dispuesto en el presente Artículo”.
Éste fue, en todo caso, el fundamento legal para que la Cámara de Diputados pospusiera la elección de los mencionados funcionarios, prevista como parte esencial de la renovación escalonada del Consejo General y de la reforma electoral. Sin pretender eludir la responsabilidad de los diputados, en lo que apareció como una delicada omisión, hay que decir que el artículo citado se redactó teniendo en mente la posibilidad de que no hubiera acuerdo, en previsión en todo caso de contingencias que pudieran conducir al Legislativo a un callejón sin salida.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 20 de diciembre.

El nombramiento de los consejeros, para hablar de la cuestión caliente, probó ser el eslabón más débil de la reforma electoral, la llave de todas las disputas no resueltas en el seno de la clase política y, más allá, pues en buena medida la salud electoral del país depende de lo que ahora hagan o dejen de hacer los diputados para salir avantes en esta difícil tesitura.
No deja de ser paradójico que los partidos mayoritarios con representación parlamentaria puedan asumir posturas comunes para modificar la ley y en cambio no sean capaces de ponerse de acuerdo para elegir a un grupo plural de personas honorables y capacitadas, sin convertir el acto en un destazadero o en un circo. Los árboles les impiden ver el bosque y sacrifican lo más por lo menos. O les importa poco la letra de la ley por ellos aprobada y son oportunistas ambiciosos o no han entendido la naturaleza de la crisis de fondo que, entre otras medidas, la propia reforma debía comenzar a afrontar.
Adolfo Sánchez Rebolledo, La Jornada, 20 de diciembre.

Los legisladores, cuando redactaron la reforma constitucional, estaban tan seguros de que en 30 días lograrían los acuerdos suficientes para designar a las nuevas autoridades electorales que, además de señalar un plazo específico, dejaron sin efectos los nombramientos de consejeros suplentes que el Congreso aprobó en octubre de 2003 cuando eligió a Luis Carlos Ugalde y al resto de los miembros del Consejo General del IFE.
Así que por donde se le mire no había manera de evitar, dentro de la ley, el cumplimiento de esa disposición. Los diputados la transgredieron a sabiendas de lo que estaban haciendo. Y actuaron así ante la incapacidad de sus dirigentes parlamentarios para ponerse de acuerdo en la designación de tres ciudadanos para el IFE.
Esa infracción crea una situación de incertidumbre tanto para la autoridad electoral como para el sistema político mismo. Seguramente nadie declarará ilegal al actual Consejo del IFE aunque habría motivos jurídicos para hacerlo. Pero la erosión política que se infligen a sí mismos y que propagan por el resto del entramado legislativo e institucional señala ya los límites de la extraordinaria capacidad de acuerdos que el Congreso había demostrado tanto en la reforma constitucional como en la elaboración del nuevo Código Federal Electoral.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 20 de diciembre.

Los diputados tienen una deuda grande con México y justo ahora están en ocasión de saldarla. La descomposición que han causado al IFE pueden arreglarla democratizando la elección de los consejeros que decidieron sustituir, incluido su Presidente.
El IFE, llevado por el PRD, PRI y PAN, representados en la Cámara Baja, a su primera gran crisis en sus 11 años de existencia como institución ciudadanizada, necesita volver a ser el árbitro electoral confiable que fue hasta hace un año, pero el método que se está siguiendo no lo garantiza.
Oscar Mario Beteta, “En petit comité”, Milenio, 20 de diciembre.

Las razones políticas, evidentemente, fueron otras. Tras el proceso público por todos conocido, la Comisión de Gobernación entregó la lista de 39 candidatos a la Junta de Coordinación Política. Una lista que, a diferencia de lo ocurrido hace 4 años, abría en definitiva un amplio abanico de donde escoger, pues los seleccionados satisfacen los requisitos para el cargo, algunos sumando su prestigio personal y desempeño profesional. ¿Por qué no se dio la elección?
Como lo han reconocido los coordinadores parlamentarios y la propia presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara, un factor que empezó a trabar el proceso fueron los vetos anticipados a determinadas figuras, no por parte de los coordinadores parlamentarios, sino por algunos grupos dentro de las propias fracciones partidistas. A varios de quienes tenían una larga trayectoria pública se les empezaron a pasar facturas del pasado.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 20 de diciembre.

En lugar de buscar gente honrada, con capacidades y experiencia reconocidas, se dieron a la tarea (de labios afuera) de hallar consejeros “neutrales”, “apolíticos” y, si se apura el trámite, más que “apartidistas” desvinculados de la realidad nacional.
Pero esa pretensión, además de superficial y equívoca y, por lo mismo inaplicable, sirvió como mera pantalla para hacernos creer que, en efecto, se trataba de dar con los “mejores” cuando en realidad se pensaba en los más afines, convirtiendo así la decisión en un acto de parcialidad insostenible. Craso error. De pronto, se les olvidó que la causa de todo este embrollo legal y político era –y es– la restauración de la confianza perdida en la institución electoral, asunto clave que la pequeña negociación prefiere no colocar sobre el tapete, pues eso implica concesiones y romper la magia del aquí no ha pasado nada.
En lugar de concebir la renovación del Consejo General como un paso en la dirección de avanzar hacia una institucionalidad más eficaz, representativa y no sujeta a la carga del pasado inmediato, se aceptó el recambio escalonado de los consejeros, es decir, una fórmula de compromiso que a la postre fue una transacción muy torpe, pues si en hay algo que parezca acuerdo es en la necesidad de que los actuales consejeros se vayan motu proprio, con lo cual, en efecto, le harían una buen servicio a la República
Pero eso implica que sus actuales valedores y padrinos, entre ellos algunos funcionarios blanquiazules, desistan de meter la mano en el Consejo actual mientras se llenan la boca con el lexicón al estilo rational choice que los ilumina. Por lo menos la discusión sobre las personas sería más transparente, menos hipócrita y desgastante de lo que es hoy.
Adolfo Sánchez Rebolledo, La Jornada, 20 de diciembre.

A pesar de la percepción pública, que en sus extremos insiste en calificar a los diputados de incapaces, el escenario político alcanzado con la posposición de la elección de consejeros es el menos malo, al evitar la ruptura a que nos empujaba la actitud de la corriente dura del PRD. La salida legal encontrada puede ser forzada, pero políticamente nos aleja del callejón sin salida que significaba reproducir la situación de 2003, cuando a una actitud intransigente de ese partido en las cámaras se le contestó con la exclusión, lo que determinó una serie de rupturas, deslegitimaciones y consecuencias funestas que aún no terminamos de digerir.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 20 de diciembre.

Es probable que, después del mes y medio que se han dado los diputados, puedan al final lograr un consenso, aunque éste difícilmente va a satisfacer a los sectores duros del PRD, del PRI y del PAN. Sin embargo, el riesgo de un IFE sin consenso subsiste. De repetirse el caso de 2003 evidentemente estaríamos en riesgo de repetir la crisis de 2006, lo cual es sumamente preocupante.
Desde luego el embrollo en el IFE y el retraso en nombrar a los consejeros ha hecho que las voces con tonos autoritarios que atacan a la “partidocracia”, olvidando que los partidos políticos son la base de la democracia liberal, estén de plácemes. Sin embargo, el problema de fondo no son estrictamente los partidos, los cuales sólo actúan de acuerdo a su naturaleza. El problema es dejar en los entes políticos por excelencia, la decisión de designar al árbitro que los va a calificar y esperar que dicha decisión no se politice. Eso es lo que hay que cambiar. Claro, quienes tienen que cambiar eso son los propios legisladores. La pregunta es ¿cómo se rompe este círculo vicioso?
Jorge Chabat, El Universal, 20 de diciembre.

Las presiones de los representantes de la “chiquillería” partidista van en aumento. Demandan el extraordinario, pese a la oposición de los perredistas. En los últimos días se dice que la misma Presidencia de la República insiste en que se traslade a febrero el nombramiento del Consejero Presidente. Pero definitivamente no será Genaro Góngora quien presida dicho cuerpo colegiado, de ello habrán de asegurarse panistas y priistas.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 20 de diciembre.

En la sesión de la Permanente, Cuauhtémoc Velasco, diputado de Convergencia, propuso la fórmula para nombrar presidente en el IFE.
Hacer un sorteo estilo Melate:
Se meten en una urna los nombres de los 39 aspirantes.
Se sacan dos grupos de tres para consejeros; y un tercer grupo, para presidente.
Y que los votos del Pleno decidan.
Y se acaba el pleito del triunvirato.
Pepe Grillo, Crónica, 20 de diciembre.

A pesar de la decisión de posponer la elección de consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) hasta febrero, el tema todavía causa polémicas en medios legislativos.
El asunto fue reactivado al inicio de actividades de la Comisión Permanente por Cuauhtémoc Velasco Oliva, diputado de Convergencia, al presentar una propuesta para cambiar el método de designación de consejeros, que básicamente consiste en un sorteo entre los 39 aspirantes. Para muchos, apenas fue más que una broma, pero también hubo quienes lo tomaron en serio. La presidenta de la Cámara de Diputados y de la Permanente, Ruth Zavaleta, aclaró que no se prevé realizar un periodo extraordinario para desahogar ese trámite.
El coordinador de la bancada del PRI en San Lázaro, Emilio Gamboa Patrón, confirmó que el ex presidente de la Suprema Corte Genaro Góngora Pimentel no suma suficientes votos para encabezar el IFE.
Miguel Ángel Rivera, “Clase Política”, La Jornada, 20 de diciembre.

Mientras Ruth Zavaleta asegura que no habrá un periodo extraordinario para elegir a los tres consejeros faltantes del IFE, entre los coordinadores de las principales bancadas en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República, se maneja la idea de realizarlo. Entre los miembros de la Cámara alta inclusive se menciona que los trabajos serían de un solo día, para elegir al sustituto de Andrés Albo.
Existe preocupación entre los líderes camerales, por el desprestigio que se ha dado en la opinión pública sobre los diputados, y la puntilla, nos dicen, se la vino a dar el panista Adrián Fernández, quien es el representante, ante el Consejo General del IFE, al aceptar que sí violaron la Constitución, al no haber nombrado consejeros en la fecha señalada por el cuarto transitorio del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 20 de diciembre.

Los diputados del PRI y el PAN, al carecer de una política precisa que orientara esa decisión, quedaron atrapados en el regateo por posiciones coyunturales. Con el vulgar trapicheo al que quedó supeditada esa designación y junto con los ya mencionados atropellos legales, el IFE quedó más maltratado que nunca.
En ese contexto adquiere mayor sentido la decisión de Luis Carlos Ugalde. Con su renuncia, anunciada el viernes 14 de diciembre, el consejero presidente les reviró a los diputados la bofetada política que le habían propinado al destituirlo. Quienes han incumplido la ley y ponen en riesgo la estabilidad del IFE son ellos. Los promotores de la remoción jamás demostraron que Ugalde hubiera cometido alguna falta legal. En cambio, quienes lo separan de ese cargo no son siquiera capaces de cumplir los plazos y las formas de las modificaciones constitucionales que ellos mismos aprobaron.
La renuncia de Ugalde tiene alcances políticos y también éticos. Allí se dice, con toda razón: “El IFE no puede ser sujeto de los vaivenes y desacuerdos de los partidos. El IFE merece respeto porque lleva a cabo una función central en beneficio de los ciudadanos. La dignidad del IFE está por encima de los intereses de los partidos”.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 20 de diciembre.

Reconozco que la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados ha “estirado la liga”, pero lo ha hecho buscando crear las condiciones para retomar el camino del acuerdo político entre las fuerzas principales; se ha buscado ganar tiempo para evitar una nueva crisis política posfechada. Ahora bien, si en febrero seguimos sin lograr acuerdos, entonces tendrán que tomarse las decisiones que determine la nueva situación, y afrontar las consecuencias.
Señalan algunos voceros del PRD que su candidato inamovible, para la presidencia del IFE, es el ministro de la Suprema Corte Genaro Góngora. El problema es que en democracia nadie puede postular candidatos “inamovibles”, porque esa es la vía más corta para llegar al estancamiento y a la imposibilidad del acuerdo. A menos que de eso se trate, y todo sea un movimiento para justificar tácticamente el mandar “al diablo las instituciones”. Si es así, muy pronto se verá.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 20 de diciembre.

La decisión de suspender los nombramientos hasta febrero ha sido justificada por quienes la tomaron como la única salida ante el vencimiento del plazo fijado por la Constitución, amparándose, según esto, en cierto artículo transitorio. Puede ser que ya no hubiera otra opción realista. Sin embargo, aparte de las obviedades y la aceptación de los “costos” políticos de la medida, no se nos ha dado una explicación satisfactoria de cómo y por qué los legisladores llegaron a este punto.
En lugar de propiciar un debate a profundidad sobre el organismo electoral que se requiere para esta etapa de la vida pública de México y discutir con respeto sobre los posibles, los señores legisladores parecieron dar la razón a quienes lo ven como un simple botín burocrático y no como pieza básica para el cambio que se requiere.
Sencillamente no se pudo, dicen, pero ninguno ha dicho cómo se piensa reponer el procedimiento y restaurar las garantías de los aspirantes, tan estúpidamente manipuladas en la pasarela organizada para darlos a conocer. Feliz año 2008.
Adolfo Sánchez Rebolledo, La Jornada, 20 de diciembre.

La acción legislativa desencadenada en su contra, pese a ser uno de los órganos más reputados que sobrevivían en este país, comenzó por el cuestionamiento al que fue sometido por el resultado de las elecciones de 2006.
De eso, se siguió el acuerdo PRD-PRI, al que después se sumó el PAN, de remover a los consejeros con el argumento de que habían perdido credibilidad. El regateo, manoseo, enviciamiento a los que llegó esa rebatiña, terminó en un vulgar arreglo de tres para tres, que debería avergonzarlos.
Aun así, los congresistas no pudieron redondear su negocio; sobrepasaron el tiempo para designar a los nuevos consejeros y propiciaron la renuncia de Luis Carlos Ugalde, lo que a su vez derivó en una lucha intestina por sucederlo.
Oscar Mario Beteta, “En petit comité”, Milenio, 20 de diciembre.

Ausencia de legisladores en la Cámara de Diputados, ya no hay comisiones y solo están los integrantes del personal de seguridad que fueron cesados porque pretendían incorporarse a las filas del sindicato de ese cuerpo legislativo y Ruth Zavaleta les aconsejó que lo pensaran, pero no les cerró las puertas ya que es una decisión personal y una forma de defensa de sus derechos laborales.
Les exigieron respeto a los diputados. Todavía se habla en el Legislativo de las presunciones de los diputados y senadores por triunfos no alcanzados. Ayer se difundió un spot en la radio en donde hablan del cumplimiento del trabajo de los diputados, en la promoción de los acuerdos y en la modificación de las leyes. Son mensajes ridículos, pues todo mundo sabe el papelazo que hicieron al no poder elegir al nuevo presidente consejero del IFE o al votar una ley tan cuestionada como fue la electoral. Los mensajes los repiten en forma abusiva en los medio electrónicos y no convencen a nadie.
Los promocionales dicen que con acuerdos se construye el futuro de México, exaltan las bondades de los diputados en esta Legislatura, aunque la realidad muestra que, cuando menos en el término del pasado periodo ordinario de sesiones, los desacuerdos son los que prevalecieron.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 21 de diciembre.

Las vacaciones de fin de año lograron que se olvidara por unos días la gran crisis que provocó el Congreso con sus erráticas decisiones en torno a la renovación del Consejo General del IFE.
A su regreso, los diputados y senadores no tendrán precisamente un día de campo, pues están obligados a encontrar salidas que ayuden a deshacer el entuerto.
Al nombramiento del nuevo presidente del IFE, aplazado para febrero en violación al artículo cuarto transitorio de la reforma constitucional en materia electoral, se suman otras cuestiones que la Cámara de Diputados tiene que resolver, la mayoría de ellas con base en interpretaciones jurídicas.
Aunque la facultad de nombrar a los consejeros del IFE es exclusiva de la Cámara de Diputados, incluimos a los senadores en el revoltijo porque los coordinadores parlamentarios de la Cámara alta están directamente involucrados en las negociaciones.
José Contreras, “Expediente político”, Crónica, 22 de diciembre.

Ojalá realmente este tiempo sirva, como lo plantearon ellos mismos, para que mediten, reflexionen con calma y calculen los costos que traería aparejados para todos, el no llegar nuevamente a un acuerdo de unidad. El no obtener el “consenso necesario” en el nombramiento de los nuevos consejeros del IFE cuya misión central será oxigenar la vida interna de este instituto y hacer olvidar a todos las afrentas cometidas durante la elección de 2006.
Si este difícil capítulo concluye una vez más con la menguada credibilidad del proceso de selección de los consejeros electorales. Si la percepción negativa de la ciudadanía en torno a este nuevo proceso se hace realidad, de poco habrá servido al final todo el esfuerzo realizado para sacar adelante una reforma electoral de la envergadura e importancia de la efectuada este año.
Si la selección de los nuevos consejeros deviene nuevamente del reparto de cuotas partidistas basadas en los intereses personalísimos de cada uno de ellos, poco habremos avanzado realmente con la nueva reforma en el proceso de transparentar y democratizar el proceso de nombramiento de los consejeros del IFE.
Mauricio Rosell, El Universal, 22 de diciembre.

Es proverbial la falta de credibilidad de los diputados, pero con la última pifia que protagonizaron al aplazar la designación de los nuevos consejeros del IFE —y nada menos que del presidente de este órgano público autónomo—, seguramente sus niveles de descrédito aumentarán todavía más.
Quizás los costos políticos de esta decisión, simulada como proceso de elección abierto a la ciudadanía, hayan sido calculados; quizá los líderes parlamentarios estén apostando a la falta de memoria colectiva; quizás piensen que tienen mucho que perder si no resultan elegidos ciertos personajes; que el derecho de elegir al árbitro electoral debe ser sólo de los partidos… lo que no calcularon fue la pérdida de la confianza, no sólo hacia ellos —ya se mencionó—, sino también hacia quien resulte elegido para el cargo, porque una de las características más importantes de cualquier árbitro es su autonomía y credibilidad.
Con este aplazamiento, lo que queda claro es que ninguno de los tres partidos “grandes” está dispuesto a aceptar a los candidatos “palomeados” por sus adversarios políticos. De otra manera y suponiendo, como debe ser, que cualquiera de los aspirantes es apto para ocupar esos puestos, ¿por qué negarse a aplicar una insaculación, como se aplica a los ciudadanos que integran las mesas directivas de casilla? O en última instancia, ¿por qué no establecer una etapa final en la que por examen de oposición se elija al más apto entre todos los finalistas sin discriminación alguna? La única explicación es la enconada lucha de intereses políticos, además de la falta de oficio para arribar a acuerdos previos entre las tres principales fuerzas políticas del Congreso.
Manuel Gómez Granados, Crónica, 23 de diciembre.

Escasos días después de que la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados poderosa “triada” multicolor que define prácticamente todo en ese órgano legislativo decidiera posponer a febrero la elección de los tres nuevos consejeros del Instituto Federal Electoral, no son pocas ni despreciables, dada su representatividad, las voces que apuestan por que los nombramientos se darán “hasta la segunda mitad del ocho…”
Y la versión, a decir verdad, no carece de sustento cuando muchos, al igual que nosotros en la entrega del domingo pasado, se preguntan: ¿qué se supone pasará entre hoy y febrero para que, entonces sí, los diputados estén en posibilidad de elegir a los consejeros “suplentes”, cuando ni la lista de posibles ni las reglas ni sus intereses partidistas habrán cambiado...?
Lo anterior, sin embargo, no constituye “ni siquiera de lejos” la explicación que ofrecen quienes fijan la elección para agosto, cuando el cambio ya no sólo sería de tres, sino de seis de los actuales consejeros. Más bien, hablan de un acuerdo asumido en el interior de la “troica camaral” para posibilitar que, independientemente de si el “lopezobradorista” ministro Genaro Góngora Pimentel logra o no “colarse” al IFE, ello no tenga repercusión alguna en la elección del próximo líder perredista…
Enrique Aranda Pedroza, “De naturaleza política”, Excélsior, 23 de diciembre.

Los tres líderes de las tres fracciones de los tres partidos dominantes de la Cámara de Diputados violentaron la norma constitucional, el plazo impuesto por ellos mismos para elegir dos consejeros y presidente del IFE. No hubo consenso, dijeron: hay violación, pero no sanción, hay jurisprudencia de la Corte. Emilio Gamboa, Héctor Larios y Javier González Garza optaron por una puesta en escena de los tres chiflados. Mientras tartajeaba Carlos Navarrete, el muy orondo líder de los perredistas en el Senado de la República: Hubiera sido “más peor”... Otras versiones dicen: “menos peor”
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 23 de diciembre.

Sin embargo, el aplazamiento de este proceso significa, en los hechos, el reconocimiento implícito de la ausencia de un proceso de selección centrado en las capacidades y experiencia más que en las inclinaciones de los aspirantes.
El primer tropiezo de las reformas al Cofipe, que regularía la sustitución de los consejeros, vino cuando los partidos integrantes de la llamada “santísima trinidad” (PRI, PAN, PRD) no acordaron contar con un plan B, en un muy posible caso de no llegar a consensos; es decir, contar con un comodín que, al no tener inclinaciones partidistas, pudiera, efectivamente, dejar satisfechos a todos.
Manuel Gómez Granados, Crónica, 23 de diciembre.

Si bien parece que se ha producido algún daño en su estructura —por la renuncia de Luis Carlos Ugalde y la controvertida sucesión en el seno del propio Consejo General—, la medida adoptada para postergar la designación de los tres consejeros electorales resulta un bien mayor en aras de la necesaria unanimidad que todos desean en la integración del máximo órgano de dirección del Instituto.
Justo aquí es donde reside la principal razón para rechazar la acusación de que los diputados han violentado un plazo constitucional, pues la misma reforma electoral constitucional señala (en su artículo cuarto transitorio) que los propios consejeros deben permanecer en sus funciones hasta en tanto no rindan protesta quienes hayan de sucederlos. Tal es el caso. Y ha sucedido así para preservar el valor del más amplio consenso, directriz que la propia Cámara baja se ha dado a sí misma en este proceso de elección.
Resulta entonces preferible, razonable y prudente buscar ese más amplio consenso en este nombramiento, en vez de apresurar los plazos y sujetarse a lo que en principio parece un mandato inflexible de la Constitución. Los mecanismos institucionales, afortunadamente están previstos y el Instituto Federal Electoral deberá seguir funcionando e incluso tomando decisiones importantes en los primeros días del año, medidas que precisamente derivan de la reforma electoral.
Rogelio Carbajal Tejada, Crónica, 24 de diciembre.

No existe comparación posible entre la forma del nombramiento de los consejeros del IFE que se encuentran en funciones y el sistema para escoger a los tres nuevos que serán nombrados en febrero próximo. Entonces, nadie supo nada sobre propuestas y contrapropuestas, ni siquiera se conocieron los currícula de los supuestos aspirantes. Vamos, la lista completa se conoció el mismo día de la votación en la Cámara.
Ah, pero los paladines defensores de Ugalde, quienes se molestaron tanto debido a que la reciente reforma constitucional abarcó la sustitución de éste y de otros, han dicho que el proceso de selección de los nuevos consejeros es sucio, oscuro y otras tantas cosas. Y cuando en diciembre la Cámara no llegó a un consenso sobre los nombramientos, se dijo que para qué se había removido a ese héroe de la democracia si los diputados no eran capaces de nombrar a los sustitutos de quienes ellos mismos habían destituido de manera artera y no sé cuanto más.
Hablaron a destiempo porque ninguno criticó la manera oscura y sucia en que fueron nombrados Ugalde y los demás. Nadie reconoció entonces que el PRD había hecho otra propuesta —con Cantú a la cabeza— de otras personas conocidas, especialistas y con currícula presentable, al menos conocida. La mayoría de los consejeros actuales eran unos desconocidos y lo siguen siendo ahora. El acuerdo entre Madrazo y Gordillo, por una parte, y Germán Martínez y Molinar Horcasitas, por la otra, fue una sorpresa para los propios diputados que se encontraban a la espera de una decisión que iba a tomarse en las sombras.
El sistema adoptado para la selección de nuevos consejeros no es el mejor posible pero, al menos, es un sistema conocido.
Pablo Gómez, Milenio, 28 de diciembre.

Hace cosa de días, los diputados exhibieron su incapacidad para acordar la designación de los nuevos miembros del Consejo General del IFE.
La mala noticia fue el incumplimiento del plazo fijado por ellos mismos para concretar esa tarea, la buena noticia fue que no repitieron el error de designar a esos funcionarios sin el aval de las tres principales fuerzas políticas. Entre ambas noticias y habiendo tenido muchísimas oportunidades para hacerlo, el viernes 14, Luis Carlos Ugalde renunció a la presidencia del IFE, siendo que la decisión de echarlo había sido tomada tiempo atrás.
René Delgado, “Sobreaviso”, Reforma, 29 de diciembre.

Veo complicado el tema de la elección de los consejeros del IFE, especialmente por la coyuntura que está viviendo el PRD, con elecciones internas que parecen ensanchar las diferencias entre las corrientes, lo cual está complicando su participación en el proceso de renovación del IFE. Así, el PRD podría quedar fuera del consenso mayoritario en la Cámara de Diputados, no como una reproducción facsimilar de lo ocurrido hace más de cuatro años, sino como resultado de su inflexibilidad y de la agudización de sus contradicciones internas. La renovación del IFE no debería ser rehén de viejos agravios o supuestas cuentas insolutas, sino del esfuerzo conjunto por encontrar puntos de convergencia política en bien del país.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 3 de enero.

Ahí está lo que hicieron con el Instituto Federal Electoral. Si al final ponen a Góngora o a Alcocer, para el caso da lo mismo. El IFE ya dejó de ser un organismo ciudadano y quedó subordinado a lo que le ordenen los partidos. Quisiera comentarlo con sentido del humor, pero no encuentro cómo. Cuando los lobos autoritarios se disfrazan de ovejitas democráticas, se debe esperar lo peor. Puede dar risa, pero una risa histérica.
Hugo García Michel, “Cámara Húngara”, Milenio, 5 de enero.

Todavía no se han sanado las heridas abiertas en San Lázaro por el proceso de elección de los tres consejeros del Instituto Federal Electoral. No se han reinstalado formalmente las negociaciones para este procedimiento, que incluye la elección de presidente del órgano electoral, pero la maquinaria está en marcha.
Los coordinadores parlamentarios del PAN, Héctor Larios; del PRI, Emilio Gamboa, y del PRD, Javier El Güero González Garza, han designado a algunos de sus colaboradores para trabajar en un mecanismo que impida nuevas diferencias y vetos entre partidos y candidatos. Así, se plantea una depuración de los 39 perfiles, que tiene que ver con historial de estudios, experiencia, participación o vinculación partidista. Incluso, algunos colaboradores saben que la jugada de los líderes parlamentarios es evitar llegar al periodo de sesiones sin nada en la bolsa, sin propuestas concretas. No habrá, pues, posibilidades de rompimientos y aplazamientos, nos dicen
“Bajo reserva”, El Universal, 6 de enero.

Nos ratificaron que las negociaciones para elegir a tres nuevos consejeros electorales están frenadas, pero que será después del día 15 de enero cuando la junta de Coordinación Política reanude formalmente los acercamientos para llegar a un acuerdo, según comenta el panista Héctor Larios, quien anuncia las nuevas negociaciones, aunque acepta que tienen un mes para llegar a un acuerdo.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 8 de enero.

El tema de la renovación del IFE volvió a moverse con la declaración del coordinador panista en San Lázaro, Héctor Larios. La reanudación de las negociaciones para elegir consejeros del órgano electoral, a partir del 15 de enero, hizo que de inmediato se movieran las piezas, los candidatos y los partidos involucrados en este proceso, que podría concluir antes de lo que dijeron los diputados cuando, en una actitud prepotente y que rayó en el cinismo, decidieron posponer las designaciones e irse de vacaciones navideñas ante la falta de acuerdos que provocó el empecinamiento del PRD.
Curiosamente, mientras los perredistas reventaron las pláticas y pidieron pasarlas hasta este año por sostener contra todo la candidatura de Genaro Góngora Pimentel, ahora es el ministro de la Corte el que no quiere saber nada del IFE ni de las promesas que le hicieron miembros de la cúpula de ese partido cuando le propusieron que aceptara ser postulado con la garantía de que su presidencia en el órgano electoral estaba ya pactada con el PAN y el PRI.
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 8 de enero.

Contrariamente a la percepción prevaleciente en los medios y entre las audiencias atentas, lo más importante de la nueva integración del Consejo General del IFE no es si en febrero, marzo o agosto los partidos se pondrán de acuerdo en San Lázaro para nombrar tres o seis nuevos consejeros electorales. Ya lo dije en otro TRAS BANDERAS (mayo 2007), no es lo fundamental el perfil de este o aquel candidato, sino qué tipo de IFE y de Cofipe les vamos a entregar.
Le doy uno de esos temas que al parecer siguen inadvertidos y que confirman mi aserto anterior. El nuevo Cofipe (aún no publicado) le da al IFE 180 días para hacer efectivas sus reformas.
En consecuencia, el Consejo General tendrá importantísimas obligaciones de hacer, como modificar y expedir reglamentos varios. Por ejemplo, el Reglamento Interior del Instituto, el Reglamento de Sesiones del Consejo General, el de Comisiones y el de Transparencia, entre otros, deberán ser ajustados. Por las reformas mencionadas deberán expedirse también alrededor de 20 normas nuevas. Le comento sólo algunas: 1.- Reglamento de Radio y Televisión. 2.- Reglas para los debates presidenciales. 3.- Reglas a las que se sujetarán las campañas de promoción del voto que realicen otras organizaciones distintas al IFE, partidos políticos y candidatos. 4.- Reglas para asegurar que ningún ciudadano esté afiliado a más de dos partidos políticos. 5.- Acuerdos de carácter general sobre información pública que los partidos deberán mantener actualizada con la periodicidad y en los formatos que el IFE determine. 6.- Reglamento de la Comisión de Denuncias y Quejas. 7.- Reglamento Interior de la Unidad de Fiscalización de los Recursos de los Partidos Políticos.
Sergio González Muñoz, Crónica, 8 de enero.

Durante el pasado periodo de sesiones del Poder Legislativo, las fuerzas políticas construyeron acuerdos que derivaron en reformas constitucionales y legales de gran trascendencia. Pero también prefirieron prorrogar la decisión de la nueva integración del Consejo General del IFE, ante el peligro de que ésta no surgiera del consenso. La señal que se ha enviado desde el Congreso es valiosa si, como nos lo han dicho, está dirigida a construir las condiciones para que la nueva integración del máximo órgano de dirección del Instituto cuente con el apoyo, el reconocimiento y la confianza de todos los actores. En mi opinión, tanto el gesto como la intención son de agradecerse; lo menos conveniente sería concluir el largo proceso de reformas con un Consejo General nombrado sin la aprobación de todos los partidos. Pero al mismo tiempo considero mi obligación personal la de hacer un llamado urgente al Poder Legislativo y concretamente a la Cámara de Diputados para que, a la brevedad, devuelva al IFE la normalidad institucional que requiere para seguir cumpliendo su encomienda estatal con certeza y legitimidad
Rodrigo Morales, Excélsior, 8 de enero.

Los coordinadores del PRI y PAN están ofreciendo al PRD que decidan ellos la presidencia, que ellos digan quien, pero que sea uno de los candidatos que quedaron en la selección final. Lorenzo Córdova sería la carta más cercana a los perredistas tras la declinación del ministro.
El único problema que tendrán los negociadores del PRD es decidir qué hacen con Andrés Manuel López Obrador y su posición radical de que “si no es Góngora, no es nadie”.
La lógica dice que si Góngora ya no quiere, nadie, ni sus amigos perredistas, podrá obligarlo a mantener una aspiración que se le volvió incómoda y resultó costosa al miembro de la Corte. Pero tratándose de los perredistas, la lógica se torna a veces insuficiente y habrá que ver si el del IFE no se convierte en otro frente de batalla en la enconada disputa por el control del partido, entre Los Chuchos y López Obrador. Porque las treguas navideñas, en todos los frentes y en los distintos conflictos que vive el país, terminaron. Volverá pronto la rebatinga por el IFE y regresan también las luchas de poder interminables en los distintos partidos.
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 8 de enero.

Y ahora el panorama de los consejeros del Instituto Federal Electoral cambió, porque en la Cámara de Diputados pretenden elegir a los seis nuevos funcionarios en un solo acto, aunque no está decidido y podrían ser un trío primero y unas semanas después el resto. De nueva cuenta vuelve a mencionarse a Jorge Alcocer, que en esas fechas ya habría cumplido los requisitos que marca la ley.
El impedimento para Alcocer concluye en el mes de julio, y si los nuevos consejeros se designan en agosto, estaría en condiciones de integrarse al Instituto. Llegaría en buen momento para organizar los comicios del 2009.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 11 de enero.

Que el martes, cuando los diputados reanuden la discusión (¿negociación, batalla?) sobre los consejeros del IFE, habrá una resurrección: el PAN volverá a poner en la mesa el nombre de Mauricio Merino como su carta fuerte para presidir el instituto.
“Trascendió”, Milenio, 12 de enero.

Que hoy se juega, en buena medida, el futuro de la elección federal de 2009.
Y es que hoy se reúnen los diputados de la junta de coordinación política para reiniciar los trabajos para determinar quiénes serán los nuevos consejeros del IFE, y quién será el nuevo presidente del instituto.
Todavía en las últimas horas, el coordinador de los diputados del PRD, Javier González Garza, tanteaba el terreno para saber si su gallo para la presidencia del IFE, Genaro Góngora, tenía alguna posibilidad.
En todos los casos, González Garza escuchó la misma respuesta: ninguna posibilidad.
Le recordaron que el acuerdo original PRI-PAN-PRD fue: ni Jorge Alcocer, ni Mauricio Merino, ni Góngora.
“Trascendió”, Milenio, 14 de enero.

Los jefes de San Lázaro, los coordinadores parlamentarios, tienen que cuadrar su actual campaña de medios, que habla de consensos, con la elección del nuevo presidente y dos consejeros del Instituto Federal Electoral (ahora se plantea incluso elegir de una vez a seis, para tener listos a otros tres para el relevo de agosto). Nos dicen que el reloj empezó a correr para los líderes parlamentarios del PAN, Héctor Larios; del PRD, Javier El Güero González Garza, y del PRI, Emilio Gamboa.
El objetivo es terminar la tarea que dejaron pendiente el 13 de diciembre. De lo contrario, tendrían que cambiar el enfoque de la campaña institucional de la Cámara que presume la consecución de acuerdos. La fecha para el reinicio de las negociaciones es mañana martes
“Bajo reserva”, El Universal, 14 de enero.

Hoy martes se realizará la primera reunión de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados en lo que va del año. En la agenda del encuentro está la reapertura de las negociaciones sobre la renovación del Consejo General del IFE.
Los coordinadores parlamentarios retomarán el tema en el mismo punto donde lo dejaron. Ni el ministro de la Corte, Genaro Góngora Pimentel, ha declinado en sus aspiraciones de ser presidente consejero del IFE, a pesar de lo que se ha publicado en algunas columnas, ni el PRD, aferrado a sentarlo en el lugar de Luis Carlos Ugalde, le ha retirado su apoyo.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 15 de enero.

Los legisladores regresaron ayer al juguete del IFE. Decidieron el año pasado que el juguete no servía, que había que arreglarlo, en realidad que había que rehacerlo de arriba abajo, y que lo arreglarían con un golpe de dados.
Le quitaron la cabeza, dos brazos y pusieron en la alfombra los otros miembros a esperar su turno de desecho. Pero cuando empezaron a reponer las piezas que habían quitado descubrieron que sus ingenieros no se habían puesto de acuerdo en las piezas de repuesto, por lo que dejaron todo tirado en la alfombra y se fueron de vacaciones.
Héctor Aguilar Camín, “Día con día”, Milenio, 15 de enero.

Llegó enero y con este mes también llegó 2008 y ahora sí les llegó la hora de decidir a los diputados a quién van a poner en el lugar que dejó Luis Carlos Ugalde y más tarde sería ocupado por Andrés Albo, de manera provisional.
Después de las vacaciones navideñas (cortas para los mortales trabajadores) viene el “¿y entonces para cuándo de febrero?”… Es la pregunta generalizada que hacen a la luz pública Mauricio Merino y Alfredo Figueroa, quienes están esperando que se dé luz verde a la designación y poder competir como aspirantes. Pasó diciembre y está corriendo enero... el plazo, según lo que dicta la Constitución, tendría que haber sido a más tardar el 13 de diciembre del año pasado, por lo que resulta absolutamente normal y hasta cierto punto lógica la indignación de los aspirantes, quienes llegan a ser gente especializada en temas políticos y electorales. Pero todos ellos, sujetos a las agendas y las apuestas de los partidos políticos.
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 15 de enero.

El mismísimo Héctor Larios nos dijo ayer que el entorno que rodea la reapertura de las negociaciones es difícil. El coordinador de los diputados del PAN, sin embargo, tiene la esperanza de que puedan llegar a un acuerdo general, que incluya, desde luego, al PRD, y sacar el tema el martes 5 de febrero.
-¿Qué pudiera haber cambiado de diciembre para acá para suponer que habrá acuerdo?, le preguntamos a Larios.
-El PRD tiene la urgente necesidad de comunicar a la sociedad que puede acordar cosas. No sumarse a un acuerdo y asumir una posición de que “ustedes háganlo y lo que resulte yo lo voy a criticar” los desdibuja ante la sociedad. Yo sí veo a varios actores dentro del PRD decir “tenemos que estar dentro del acuerdo”, repuso.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 15 de enero.

¿Cuál es el principal aspecto a enfocar para el siguiente consejero presidente electo? La pregunta es amplia y podrá ser astillada, pero el punto es en general recuperar la confianza de la población votante en el IFE, además de replantear una autonomía de la institución frente a lo que es el gobierno, los partidos políticos y los políticos en general. Independencia y autonomía que, a juzgar por los procedimientos que han utilizado los legisladores y el retraso en la designación de aquéllos, resulta poco menos que probable. Seguramente, en los próximos días y semanas veremos a Héctor Larios, coordinador de los panistas, Emilio Gamboa, de los priistas, y Javier González Garza, del PRD, disputándose hasta con cuchillos la designación, no sólo del consejero presidente, sino de los dos consejeros faltantes, aquellos que deberán abandonar el IFE y a quienes habrán de sustituirlos..
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 15 de enero.

Los ingenieros dueños del juguete han vuelto a juntar las piezas que dejaron tiradas, y a ponerse de acuerdo, digo, es un decir, en cómo corregir el tiradero, adquirir los nuevos repuestos, ensamblar el juguete y devolverlo todo, renovado, a la vitrina.
El resultado de sus remiendos es previsible. Aun si pueden poner juntas otra vez las piezas del juguete que destriparon para mejorarlo, el juguete mostrará a los usuarios las grietas y soldaduras de la radical reingeniería
Héctor Aguilar Camín, “Día con día”, Milenio, 15 de enero.

En la Cámara de Diputados revisarán la convocatoria para elegir a los nuevos consejeros del IFE. Ahora quieren que sean seis y no sólo tres. Mmm, ¿quién los entiende’
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 16 de enero.

Surgió humo blanco. En la Junta de Coordinación Política hubo consenso en los nombres de cinco candidatos al Consejo General del IFE. En uno más, ni de chiste, pero ya recibió la bendición del PRI y el PAN: el consejero presidente sería Jorge Alcocer, a pesar de que, en un principio, se cuestionó su elegibilidad y, en consecuencia, no apareció en la lista de los 39 finalistas
“Frentes Políticos”, Excélsior, 16 de enero.

En la disyuntiva de los diputados para elegir a tres a seis consejeros la ley no es un problema.
Los artículos que se refieren al tema en el Cofipe no establecen acotaciones ni sanciones a la posibilidad de que en lugar de tres sean electos seis consejeros electorales.
El problema es la convocatoria, que establece con precisión que serán electos tres y no seis consejeros, por lo que cualquier inconforme podría acudir a la Corte a presentar una queja que muy probablemente ganaría.
A eso es a lo que se refería Héctor Larios cuando hablaba de revisar la ley.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 16 de enero.

Por lo pronto, Larios tiene enfrente el reto de la renovación del Consejo General del IFE. El Cofipe fue promulgado el lunes. Andrés Albo, consejero presidente interino, se verá obligado a tomar decisiones importantes, lo que por ningún motivo quieren los diputados. Al sucesor temporal de Ugalde le ataron las manos y le advirtieron que no puede mover “ni a un chofer”.
Las cosas siguen igual que en diciembre. El PRD se aferra. Quiere al ministro de la Suprema Corte, Genaro Góngora Pimentel, como presidente consejero del IFE. Imposible. Emilio Gamboa, coordinador del PRI, jura que el Consejo quedará renovado a más tardar el 7 de febrero, con o sin la participación del sol azteca. El tricolor y el PAN tienen mayoría para resolver el problema.
El priista yucateco dice que a los perredistas “ya les dimos chance” de buscar otro candidato aceptable para todos. “No pueden decir que los dejamos fuera, como en el 2003”, aseveró.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 16 de enero.

COMO SI FUERA un rompecabezas tridimensional, de ésos de 10 mil piezas, los coordinadores parlamentarios de San Lázaro están tratando de encontrarle la cuadratura al relevo en el IFE.
Y ES QUE, al dejar en diciembre en suspenso la elección de dos consejeros y del presidente del instituto, el destino legal los alcanzó.
ES DECIR, entró en vigor el nuevo Cofipe, en el que los requisitos para ser consejero electoral son distintos a los que estaban vigentes cuando se echó a andar el relevo.
ANTE ESTO, hay quienes dicen que debería reponerse tooodo el proceso de selección de los nuevos consejeros, para estar acordes con la nueva normatividad.
PERO ESO no va a suceder, pues los jefes de los diputados federales tienen trabajando horas extras a sus asesores legales, para revestir de legitimidad los nombramientos y presentarlos con moño legal y toda la cosa.
LO PATÉTICO es que, mientras tratan de salvar los aspectos legales, en la real politik el priista Emilio Gamboa, el panista Héctor Larios y el perredista Javier González Garza siguen sin ponerse de acuerdo sobre quiénes serán los elegidos.
F. Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 18 de enero.

La más celebrada de las reformas, la electoral, lleva hoy dos meses con seis días de retraso en su aplicación. ¿Y la ola refrescante para la democracia? Pues no se conectó el nuevo Cofipe con las intenciones de los legisladores: éstos quieren nombrar de golpe (y no en tandas) a seis relevos de los consejeros del IFE y resulta que el texto legal lo impide. Se buscan fisuras que permitan no sólo eso sino llevar de líder al antes inelegible Jorge Alcocer; los otros cinco ya están pactados
“Frentes Políticos”, Excélsior, 19 de enero.

Cuando los legisladores modificaron la Constitución en su vertiente electoral, lo hicieron a partir de dos ejes: el rencor y el blindaje.
Sí, el rencor de los senadores, encabezados por Santiago Creel en su fase de reinvención, y el blindaje de los partidos contra la crítica de la sociedad y la transparencia.
En esta estrategia el objetivo central fue el control del IFE, con cuya alineación estaban en contra PRD, PRI y PAN.
Uno por el resultado electoral del 2 de julio de 2006; otro por las multas históricas, y el tercero por el vacío de Luis Carlos Ugalde aquella noche cuando ignoró la ventaja de 1 por ciento y salió a decir que la diferencia era “to close to call”, lo que argumentó toda la ofensiva del fraude electoral de Andrés Manuel López Obrador.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 22 de enero.

El haber quedado mal con todos no se tradujo en quedar bien con todos, al contrario, lo que no fue interpretado así por los ofendidos que se dieron a la tarea, unos, de tirar a aquella alineación, y otro a dejarla tirar.
Con la reforma a la parte electoral de la Constitución, y por ende al Cofipe como su ley reglamentaria, la fecha límite constitucional para designar al nuevo presidente del IFE y dos consejeros se fijó a los 30 días de su publicación, el pasado 13 de diciembre.
Los diputados expidieron la convocatoria, de acuerdo con esa fecha, con base en el Cofipe vigente, claro, que le cerraba las puertas a alguno de sus promotores, en particular a Jorge Alcocer, empujado por el priismo.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 22 de enero.

Hay otros temas de coyuntura, por ejemplo, la elección de los nuevos consejeros electorales, que deberá estar lista en la primera semana de febrero y en la que, pese a la tregua de 45 días que se dieron los partidos, hasta ahora no hay coincidencias.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 23 de enero.

Cuando los integrantes de la troica de San Lázaro, Héctor Larios, Javier González Garza y Emilio Gamboa, incumplieron el mandato constitucional de elegir el pasado 13 de diciembre a un presidente del IFE y a dos consejeros, mandaron la legalidad por un resquicio, decidieron que ya lo verían en febrero y se fueron de vacaciones.
Hoy, cuando falta una semana para que se cumpla su plazo, la primera semana de febrero, se encuentran igual que en la segunda de diciembre: sin acuerdos y cada quien en lo suyo, con su candidato.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 24 de enero.

Crisis constitucional. Los dirigentes del Comité Conciudadano —Clara Jusidman, Kristian Bernal, Alberto Aziz y Rosa María Rubalcava—, instalados en su línea “al pan, pan”, fueron directos: los diputados se metieron en honduras al posponer la selección de los tres nuevos consejeros del IFE, porque hoy cumplen un atraso de 40 días, que viola su reforma a la ley. También les tocó a los aludidos consejeros electorales: les sugirieron que dejen de aferrarse a sus sillas
“Frentes Políticos”, Excélsior, 24 de enero.

Ante esta omisión los tres de San Lázaro buscaron otro resquicio por el que salirse del pantano y propusieron anular la convocatoria lanzada por el Congreso en busca de los consejeros y publicar otra con base en el Cofipe ya reformado y que en lugar de tres nombrarían seis consejeros.
Ante esto, Larios dijo que pediría una opinión jurídica que lo sustentara y mientras él lo anunciaba el coordinador de Nueva Alianza en San Lázaro, Miguel Angel Jiménez, se la pedía al Centro de Estudios de Derecho e Investigaciones Parlamentarias de la Cámara de Diputados (CEDIP), que ya contestó.
Para este Centro de Estudios de Derecho de San Lázaro, anular la convocatoria, emitir otra y elegir a seis nuevos consejeros, es una violación, por omisión, de la Constitución.
Pero no es la única.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 24 de enero.

El Centro de Estudios de Derecho e Investigaciones Parlamentarias de la Cámara de Diputados realizó un estudio en el que concluye que no precede la elección de seis consejeros electorales en lugar de los tres que originalmente contemplaba la convocatoria.
Dicho Centro aseguró además que la Comisión de Gobernación que preside Diódoro Carrasco usurpó funciones de la Junta de Coordinación Política al depurar la lista de 109 aspirantes para dejarla en 39.
Carrasco nada más sonrió.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 24 de enero.

Luego preguntan por qué les tienen desconfianza. Los consejeros del IFE obtuvieron la respuesta del máximo tribunal electoral del país: les tumbó el pacto que hicieron el domingo 16 de diciembre —a la salida de Luis Carlos Ugalde como presidente—, para no caer en la tentación del mayoriteo y que pudiera operar Andrés Albo como líder interino. Lo que no pensaron fue que su vacuna antitrampas viola disposiciones del viejo y del nuevo Cofipe y eso, en castellano, también se llama intriga
“Frentes Políticos”, Excélsior, 24 de enero.

Resulta que de los 106 aspirantes que a juicio de la Junta de Coordinación Política de la misma Cámara han cumplido con los requisitos solicitados en la convocatoria vigente, la Comisión de Gobernación, que preside Diódoro Carrasco, del PAN, hizo una purga y dejó solo a 39 “elegibles”, cuando esa es una facultad exclusiva de la Junta de Coordinación Política, no de la Comisión de Diódoro, que carece de esas atribuciones, ni de ninguna otra instancia, lo que de hacerse público, llevará a una oleada de amparos contra la Cámara de Diputados, a decir del mismo CEDIP, y a una serie de juicios de garantías contra la misma Cámara, ya que estamos ante una decisión, eliminar a 67 aspirantes aprobados por la máxima autoridad de San Lázaro, tomada por un cuerpo que no tiene autoridad para hacerlo, la Comisión de Gobernación.
Lo que quiero decir con esto es que por si tuvieran alguna duda los coordinadores parlamentarios, que no la tienen, sobre la ilegalidad de su conducta vía la omisión del cumplimiento de la ley para elegir al presidente y dos consejeros más del IFE, ya tienen la opinión jurídica que buscaban para “sustentar” su desacato, pero que al no avalar su ilegalidad, la rechazarán porque ya sabemos que para los hombres del poder, cuando la ley se impone a la política, la ignoran.
Primero son ellos y sus proyectos de poder político. Luego todo lo demás, el país incluido.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 24 de enero.

Las negociaciones para lograr el “máximo consenso” en la renovación del Consejo General del IFE apuntan hacia el fracaso. El PRD está fuera de los arreglos y, según el panista Héctor Larios, presidente de la Junta de Coordinación Política, se perfila el nombramiento de sólo tres consejeros, y no de seis, como lo propuso el amarillo. “No hay acuerdo y Larios no se quiere sentar a negociar”, nos confirmó anoche el diputado perredista Juan Guerra.
El panista es formal: en la primera semana de febrero serán nombrados, pase lo que pase, el nuevo consejero presidente y otros dos consejeros electorales. ¿Es presión o de plano van sin el PRD? Son preguntas.
Otro detalle: la bancada azul tendrá su reunión previa la semana próxima. Estará en San Miguel Regla, Hidalgo, de lunes a jueves. El viernes se inicia el periodo ordinario de sesiones. ¿Cuándo se darán las negociaciones?, le preguntaron al panista. “No se preocupen, nos daremos espacio”, reviró.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 25 de enero.

Primero decidieron cambiar a los consejeros del IFE, después no se pusieron de acuerdo para nombrar a los nuevos y violaron la Constitución. Ahora, quieren reponer todo el procedimiento incumpliendo una vez más la Carta Magna. Lo pueden hacer porque no tienen que rendir cuentas. Pero que no se equivoquen: a nadie engañan.
Rosario Robles, Milenio, 26 de enero.

Los perredistas se fueron a Los Cabos, el lugar más caro de todo el país, y fueron hasta allá para hacer patente que sostendrán la nominación del ministro David Góngora Pimentel, para que presida el IFE. Claro que la gente de Héctor Larios y de Santiago Creel no lo van a dejar pasar y lo harán ver mal.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 28 de enero.

Al final, pero no menos importante, queda el tema de la elección de los nuevos consejeros electorales. Lo que se anunció como un proceso innovador, una consulta pública, terminó en un fracaso. Cuando el objetivo de los legisladores es controlar al IFE y poner consejeros de su confianza, el resultado son los vetos cruzados, las filias y las fobias. Si el objetivo hubiera sido poner al frente del IFE a consejeros con peso propio, con convicción democrática, autonomía de los partidos y conocimiento de la materia, el resultado se habría ajustado a una evaluación objetiva y profesional, cosa que no sucedió. Ahora, en los próximos días quizá se logre algún acuerdo, pero nada lo garantiza.
Sin duda, la renovación de los consejeros debería haber sido completa, solución óptima para la reconstrucción de la confianza en el IFE. Pero a una decisión parchada, con un escalonamiento forzado, ha seguido la violación de una norma constitucional que los mismos legisladores establecieron. A ello se puede agregar que el nombramiento de tres consejeros, entre ellos al consejero presidente del IFE, se ha empalmado con la renovación de los siguientes tres, que tendrán que irse el próximo mes de agosto. Así, un proceso que fue innovador ha terminado en una crisis constitucional. Una prueba adicional de incompetencia ha sido la revocación que hizo el Tribunal Electoral de los acuerdos del autodenominado grupo de los ocho consejeros actuales (EL UNIVERSAL, 24/I/08).
Alberto Aziz Nassif, El Universal, 29 de enero.

El retraso en la elección del consejero presidente del Consejo General del IFE y de dos consejeros electorales más ha motivado presiones y especulaciones de todo tipo, además de opiniones que intentan dar respuesta a preguntas que —si bien no han sido formuladas oficialmente por ninguno de los actores políticos— están en la mesa del debate, como aquella de si la Junta de Coordinación Política puede seleccionar a un número mayor al de los tres consejeros para los que originalmente fue emitida la convocatoria, etcétera.
Dentro de estas opiniones, está la dada a conocer por Joaquín López-Dóriga, emitida por el Centro de Estudios de Derechos e Investigaciones Parlamentarias, en la que se refiere a lo que puede o no hacer, en la situación actual, la Junta de Coordinación Política. Si bien la opinión del CEDIP toca varios puntos, aquí me concretaré a comentar lo que alude a las facultades de la Comisión de Gobernación.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 31 de enero.

Ha de recordarse que ante la falta de consenso por parte de las tres principales fuerzas políticas del país, y tras un lamentable manoseo de los nombres y trayectorias personales de los candidatos a dirigir el órgano electoral, la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados decidió a finales del año pasado posponer para febrero próximo el nombramiento de los nuevos integrantes del Consejo General, por más que la decisión habría debido tomarse, según lo estipulado en el marco de la reforma electoral, en las primeras semanas de diciembre. La postergación de los nombramientos fue, pues, un hecho lamentable y legalmente desaseado, porque exhibió la poca seriedad y el escaso compromiso institucional con que los diputados abordaron la tarea de promover el recambio en la dirigencia del IFE, imprescindible para iniciar el saneamiento de la maltrecha imagen del organismo; en cambio, los nombramientos fueron convertidos en una pugna de cuotas de poder en el colegiado que encabeza el instituto electoral.
En este contexto, lo dicho ayer por Gamboa Patrón plantea la alarmante perspectiva de que las cosas vayan a peor y de que Acción Nacional y el Revolucionario Institucional decidan repetir el escenario de la designación de Luis Carlos Ugalde como consejero presidente del IFE, producto de una componenda en octubre de 2003 entre las fracciones parlamentarias de esos dos partidos, a pesar de la inconformidad de las bancadas del PRD, el Partido del Trabajo y Convergencia, que calificaron el proceso de “partidista y antidemocrático”.
La Jornada, Editorial, 31 de enero.

Si algo ha entrampado la negociación entre los partidos para la definición de los tres nuevos consejeros electorales es que los tres prometieron a sus respectivos prospectos la presidencia del Instituto Federal Electoral (IFE).
El PAN convenció a Mauricio Merino de que sería el presidente del IFE; el PRI le hizo la misma oferta a Jorge Alcocer y el PRD al ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (pe) Genaro Góngora Pimentel.
Merino fue rápidamente bajado del caballo por los priístas en tanto que Alcocer ni siquiera fue registrado como candidato a consejero.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 31 de enero.

Pero, ¿en qué basó el CEDIP su afirmación de que la Comisión de Gobernación no puede “descartar o eliminar” de la lista a ninguno de los candidatos que cumplieron con los requisitos establecidos en la Convocatoria? No se sabe, pues no lo dice. Contra esta suposición existen algunos argumentos de peso:
Primero, la Convocatoria llama textualmente a un “proceso de selección de candidatos” para integrar el IFE, lo cual supone de entrada la necesidad de escoger entre unos y otros. El primer criterio para esta selección era el de si cumplían o no con los requisitos establecidos por la propia Convocatoria (edad, nacionalidad, estudios profesionales, experiencia laboral, el ensayo que versara sobre la reforma electoral), pero no era el único. La aplicación de este criterio, produjo el “descarte” o “eliminación” de más de 380 candidatos.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 31 de enero.

Con tales antecedentes, la remoción de la dirigencia del IFE se presentaba como una medida de obvia necesidad y como un primer paso para restaurar la confianza ciudadana en una autoridad electoral sumida en el desprestigio. Sin embargo, los relevos en el organismo de nada servirán si dos de las principales fuerzas políticas del país vuelven a conformar un IFE a modo: de concretarse, esa transacción cerraría toda perspectiva de reconstrucción de la credibilidad del órgano electoral y significaría la pérdida de una porción importante de la ciudadanía, que simplemente no volverá a creer en un IFE conformado por el PRI y el PAN, si no es que una inviabilidad institucional y un descrédito irreparable de los procedimientos democráticos.
La Jornada, Editorial, 31 de enero.

Segundo, la convocatoria preveía una fase de entrevistas, incluso la formación de grupos de trabajo que pudieran desahogarla, dada la cantidad de candidatos y la necesidad de entrevistarlos con atención y minuciosidad. ¿Cuál era entonces el sentido mismo de esta fase, si de cualquier manera todos pasarían a ser considerados en masa, por así decirlo, por la Junta de Coordinación Política? No se entiende.
Tampoco se entiende que si la labor de la Comisión de Gobernación era sólo de oficialía de partes (como quiere el CEDIP), la convocatoria le asignara la tarea (numeral séptimo) de que “al término de las entrevistas, la Comisión de Gobernación preparará un informe pormenorizado con sus valoraciones y lo remitirá… a la Junta de Coordinación Política”.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 31 de enero.

Evidentemente se ha encarecido la negociación con el PRI y con el PAN, quienes decidieron que la próxima semana habrá tres nuevos consejeros "por el más amplio consenso", es decir, que si el PRD no varía su posición respecto a Góngora, los dos partidos podrían aprobar a los tres nuevos consejeros.
Dentro de los 39 finalistas, el PRD tiene también otros candidatos; pero la decisión de mantener contra viento y marea la candidatura de Góngora para la presidencia del IFE parece más un capricho que una decisión sensata.
Como quiera, lo deseable es que el propio Góngora saliera de una vez por todas a despejar las dudas sobre su candidatura y de paso el camino para lograr un acuerdo político entre los tres partidos mayoritarios en la Cámara de Diputados.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 31 de enero.

Lo que ha ocurrido con la elección de los consejeros electorales es sintomático. Se supone que el Instituto Federal Electoral, como órgano estatal autónomo, debería estar compuesto por consejeros ciudadanos no comprometidos con ningún partido. Sin embargo, los mismos diputados de todos los partidos, por someterse a éstos, han partidizado (valga la expresión) sus posibles selecciones de los consejeros del IFE. La lógica que han seguido es la siguiente: si un ciudadano, cualquiera, es propuesto por los diputados de una bancada partidaria, automáticamente ese ciudadano se convierte en un simpatizante de ese partido, independientemente de que lo sea. A partir de ahí se dan las negociaciones, los cabildeos y quizá también los convencimientos mediante promesas no siempre éticas. Búsqueda de consensos, le han llamado. El resultado no sólo ha sido la posposición de la elección de los sustitutos de los tramposos que avalaron los fraudes de la elección presidencial de 2006, sino que ya se les hizo bolas el engrudo. Estos diputados se han burlado de sus mismos plazos legales y, peor aún, de sus propios procedimientos para elegir a los consejeros. Les hicieron exámenes, revisaron sus currículos, los entrevistaron y luego los calificaron, y al final “dice mi mamá que siempre no”. ¿Han actuado como personas inteligentes, libres de presiones, que no sean las de los ciudadanos ahí representados? No. Han actuado en función de intereses partidarios y, ¿por qué no decirlo?, hasta han lesionado la imagen pública de varias decenas de personas honorables y especialistas en asuntos electorales, poniendo en entredicho su autonomía por la única razón de que han sido propuestos por los diputados de un partido. ¿Y quién más podría proponerlos, si la mayoría de los diputados actúan como militantes sumisos de los partidos que los llevaron a la Cámara? Círculo vicioso que será difícil romper
Octavio Rodríguez Araujo, La Jornada, 31 de enero.

La Comisión de Gobernación condujo, no sin errores que hemos reconocido autocríticamente, un proceso novedoso que se caracterizó por la transparencia, la pulcritud y la imparcialidad.
Ahora lo que se requiere es que los coordinadores parlamentarios encuentren los puntos de acuerdo para culminar la tarea de renovación del Consejo General del IFE; es la primera tarea del periodo que inicia mañana, pues no resulta prudente dejar al instituto por más tiempo en una incertidumbre que lo fragiliza.
Diódoro Carrasco Altamirano, Milenio, 31 de enero.

Si todo ocurre según lo previsto, la próxima semana serán nombrados por los diputados los primeros tres consejeros electorales —incluyendo al consejero presidente— que habrán de integrar el nuevo IFE, después de que los legisladores decidieron posponer el nombramiento más de un mes, contraviniendo así a capricho la propia Constitución. Como quiera que sea, el proceso de selección ha generado gran expectación, pues malas decisiones en el pasado por parte de los legisladores llevaron a la conformación de un IFE sumamente cuestionado y desacreditado.
Como se sabe, en esta ocasión el Congreso decidió modificar el proceso de selección de los consejeros para que éste fuera más transparente y abierto. En ese sentido, se hizo una convocatoria pública, a la que siguió una revisión curricular y una entrevista a todos los candidatos. Sin embargo, el proceso ha dejado mucho que desear y todo hace indicar que en la designación prevalecerán a final de cuentas criterios discrecionales, o sea, se elegirán como consejeros a aquellos candidatos que mantienen vínculos reconocidos con algunos de los partidos mayoritarios
César Cansino, El Universal, 1º de febrero.

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