Hace tan sólo unos días, a consecuencia de la aprobación de la Ley de Sanciones a los Empleadores de Arizona, ella y 80 migrantes más fueron despedidos de una empresa especializada en pintura de inmuebles.
"No tengo documentos legales, entré por recomendación. Aquí hay muchas compañías, están haciendo muchas casas y la empresa para la que yo trabajo las pinta", explica.
"Llevo dos años trabajando y me sentía muy bien, pero hace poco tiempo empezaron los problemas y ya tiene dos semanas que no trabajo".
Madre de una niña de 10 años y en espera de su segundo hijo, admite que a diferencia de varias compañeras de trabajo y algunos parientes, que han decidido regresar a México, ella hará hasta lo imposible por quedarse.
De hecho, tiene esperanza de que la empresa para la cual laboraba la vuelva a contratar, pues la nueva ley obliga a los empresarios a comprobar ante el gobierno estatal el estatus migratorio legal sólo de aquellos trabajadores que contraten a partir del 1 de enero del 2008.
"Habían dicho que las personas que estaban dentro de la compañía antes del 1 de enero no iban a tener ningún problema, esa es la esperanza", comenta.
"Si la situación no se compone, buscaré empleo en otra cosa, porque no quiero regresar".
Antes de llegar a Estados Unidos, Miriam trabajaba en una estética en la colonia Condesa de la Ciudad de México, donde el sueldo no le alcanzaba.
"Aquí en Arizona tengo mi casa, tengo mi carro, se me han facilitado las cosas", presume.
Le tranquiliza que su pareja, de origen mexicano, ya logró legalizarse.
Sin embargo, admite que entre los inmigrantes en Arizona prevalece el miedo.
"La Policía ya va a actuar como Migración. Aquí tienes que manejar a fuerzas, es muy difícil transportarte en el camión, entonces hay temor de mucha gente a ser detenida", señala.
"Es el miedo a perderlo todo, a no poder cubrir todos los gastos que hay aquí".
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