Viaje a EU reaviva rechazo a migrantes

La gira por Estados Unidos que el presidente Felipe Calderón concluyó el jueves tuvo como mínimo resultados mixtos, que van de un excelente impacto en México y algunas de las comunidades migrantes visitadas a la reacción de grupos antimigrantes.

A falta de resultados más concretos que declaraciones de simpatía de autoridades locales, está por verse si la visita del mandatario tiene éxito en el intento de frenar las redadas que afectan a los indocumentados mexicanos y logra superar barreras con las comunidades migrantes mexicanas más pendientes de la situación política de México que de su problemática en Estados Unidos.


Al mismo tiempo algunos, como el columnista Antonio Rosas Landa del Chicago Tribune, hicieron notar que el viaje del mandatario también tuvo la meta de buscar apoyo a la “Iniciativa de Mérida”, de apoyo estadounidense a la guerra contra las drogas en México, que será discutida en el Congreso estadounidense.

Si bien es cierto que el impacto real de la visita presidencial a varias ciudades estadounidenses, de Nueva York a Los Ángeles, con escalas en Boston y Chicago, está por reflejarse, tuvo una consecuencia aparente no buscada: revitalizar los temores de la derecha estadounidense, aunque quien sabe si lo suficiente para reintroducir el tema en la actual campaña política.


El movimiento antimigrante parecía estar en retroceso luego de las sucesivas derrotas de sus principales proponentes en la campaña preelectoral del partido republicano. Pero la visita de Calderón pareció dar energía a algunos viejos argumentos.


“Si (Calderón) quiere hacer cambios en políticas gubernamentales, aplique sus energías a la lista de lavandería de los problemas mexicanos en vez de inmiscuirse en política doméstica de los Estados Unidos”, señaló el diputado republicano Tom Tancredo en una publicitada carta al mandatario mexicano.


Tancredo es un diputado que buscó la candidatura presidencial republicana y se enorgullece de haber “dado la alarma” sobre la “amenaza” representada por los inmigrantes indocumentados e introducido el tema en las elecciones primarias republicanas, aunque el saldo de su intervención es haber contribuido a alejar a su partido de los hispanos.


Al mismo tiempo la carta de Tancredo presentó de hecho un catálogo de las “infracciones” que según la derecha estadounidense cometió Calderón al expresar abiertamente su opinión sobre el problema migratorio y que van desde la intromisión en temas internos de ese país hasta los “designios expansionistas” que la derecha estadounidense atribuye al gobierno mexicano.


Si Allan Wall, un ultraderechista estadounidense residente en México está en lo correcto, el presidente Felipe Calderón visitó su país sólo para confirmar “la expansión de la hegemonía de México” en Estados Unidos.


Que al mismo tiempo hagan notar la ineficiencia del gobierno mexicano para resolver una miríada de problemas en su propio territorio —de pobreza a la necesidad de reformas diversas, del maltrato a los centroamericanos indocumentados al racismo inherente en las telenovelas— no parece importar a la derecha estadounidense, está más interesada en justificar sus propios temores que en verificarlos.


En todo caso Torres Landa se pregunta si Calderón pondrá la misma energía demostrada en su viaje al servicio de reformas necesarias para que los mexicanos no emigren y en la obtención de los servicios consulares que necesitan.

La gira en todo caso pareció una suma de resultados y demandas encontradas.
Texto de José Carreño Figueras, El Universal, 15 de febrero.

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