Los golpes de la recesión estadounidense se convierten en historias con rostros y nombres: doña Alicia Palafox, con tres hijos migrantes, y don Florentino Jácome, cuya única hija Hilda lleva seis años en el “otro lado”.
Ambos ya resienten la crisis en los bolsillos. A esta veracruzana le redujeron el monto de sus remesas y aumentó el plazo de envíos debido a la falta de empleo de sus vástagos. Y a don Florentino, simplemente le dejaron de enviar dinero, porque su hija perdió el empleo y se casó.
A él se le nota cansado. Don Florentino se resignó a no ver más a su hija ni recibir ayuda. De por sí cuando le llegaba un dinerito era poco.
La tristeza también embarga a doña Alicia. Sus hijos Patricia, Ángel y Fabiola llevan entre cinco y 12 años en Estados Unidos.
“Poco a poco se han ido olvidando, no por gusto, sino por falta de recursos, de ir ayudando a la jefa”. Hasta hace unos meses le enviaban entre 3 y 5 mil pesos cada mes o quincena; pero ahora le llegan mil o mil 500 pesos cada 2 o 3 meses
Edgar Ávila Pérez, El Universal, 10 de junio.
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