Cuba descubre el “changarro"

LA HABANA.— Bajo su fachada deteriorada por el tiempo, La Habana mantiene el encanto que le dio fama como una de las ciudades más bellas de América Latina. Y aunque la mayoría de sus barrios aguarda la mano de pintura que ya devolvió su antiguo brillo a La Habana Vieja, sus calles y parques están cobrando una nueva vida al ritmo y color de una inusitada actividad comercial.


Calles y parques han adquirido una nueva fisonomía con la proliferación de quioscos, chiringuitos, tenderetes y talleres, mientras centenares de letreros y avisos, colgados de ventanas y balcones, ponen de manifiesto el silencioso cambio que parece estar gestándose bajo la epidermis de la economía centralizada cubana.


Al grito de "¡Llévate por dos pesos!" , los vendedores acosan a las amas de casa con plátanos y papayas en un mercadillo de Vedado, mientras grupos familiares aguardan pacientemente ante una pizzería, escenas que contrastan con las duras épocas del “periodo especial” tras el derrumbe de la Unión Soviética.


A lo largo y ancho de la isla florecen negocios y oficios hasta ahora olvidados o desconocidos. Carretoneros y forradores de botones ofrecen sus servicios, junto a manicuristas, joyeros y reparadores de celulares, por modestos honorarios, en muchos casos libres de impuestos.


Pero nada más llamativo en esta “nueva” Habana que los restaurantes caseros, los populares “paladares”, que han brotado como hongos y se han convertido en el símbolo del pujante negocio “cuentapropista” cubano, es decir, changarros.


En una apertura al trabajo privado, el gobierno de Raúl Castro autorizó en agosto pasado 178 categorías de actividades por cuenta propia. A fin de favorecer la contratación de mano de obra, las autoridades flexibilizaron varias normas laborales, eliminaron restricciones administrativas e incluso revisaron esquemas impostivos.


Las medidas dispararon el trabajo por cuenta propia. Hasta mayo pasado, más de 315.000 cubanos se habían dado de alta para ejercer en alguna de las categorías autorizadas. En su propósito de incentivar la actividad, el gobierno ha llegado a ofrecer recintos y edificios estatales en desuso para que los “cuentapropistas” pueden emprender sus labores.


No existen cifras oficiales sobre el movimiento económico que está generando esta actividad, pero parece importante a la luz del ajetreo comercial que se percibe en torno en calles y plazas de la ciudad.


El Pabellón Cuba muestra estos días en una exposición una pujante industria artesanal, con stands desbordantes de adornos de todo tipo, ropa y artículos de cuero y madera. “Sí, el negocio va muy bien, sobre todo por la presencia de turistas, pero también de cubanos”, dice una vendedora.


El gobierno está alentando el trabajo por cuenta propia como alternativa laboral ante sus futuros planes de reajuste, que van desde la eliminación gradual de subvenciones hasta la supresión de medio millón de empleos de las plantillas estatales, en el marco de una denominada “actualización” del sistema de economía centralizada.


Roberto, joven propietario de un “paladar” de Vedado, ve con optimismo las reformas en curso y cree que Cuba está en el inicio de un viaje sin retorno hacia una economía mixta, aunque con fuerte control estatal. “Así empezó en China”, dice convencido y contento por haber montado un negocio que le permite alimentar a su familia y dar trabajo a ocho personas.


Observadores del proceso cubano en el exterior sostienen que las actividades de un carpintero o de un heladero, ni siquiera la de los cientos de “paladares” y talleres que han surgido en todo la isla, pueden generar los recursos que precisa el país, pero al mismo tiempo admiten que es pronto para medir el alcance de las reformas.


Juan Carlos Salazar, DPA, El Universal, 4 de julio.

0 Responses to "Cuba descubre el “changarro""